Eso es carnaza para el morbo chavacano de reirse de lo esperpéntico, como fue Leonardo Dantés, la Tamara (la Seisdedos, la de no cambié) o el otro que iba con ellos, creo que Toni Genil, y algún otro, se les deja un espacio para el escarnio; más que fruto del humor, sin fruto de permitirse lo cafre como eximente y comparación que mejore al populacho (por poco), en una ceremonia agria de exibir lo pésimo para que lo malo pase como decente.
Por lo menos con Cañita Brava te ríes.
Sin más.