Coincido en la abundancia de fariseismo; pero contra ese sólo se puede ir de frente y no con el discurso de la pataleta y de la irreverencia ortográfica.
Coincido todavía más en la denostación de la psicología (como pseudo ciencia escindida, en mala hora, de la filosofía de la que pueden valerse tahures y hechiceros para tocar las pelotas de justos y de pecadores).
Pero reitero que, a pesar del sistema judicial de pioneros de EE.UU., los voceros de la finura existencial no son quiénes para enmendarle la plana ni para ponérnoslo de ejemplo (a Polanski o a un desgarramantas, si toca) a los que pasábamos por ahí: me escandaliza, todavía más que la ración extra o corta de picha y de la posesión demoniaca, que se siga teniendo que destrozar el idioma (como si fuera otro elemento opresor), como rasgo de rebeldía.
Hemos pasado del lenguaje "SMS" a la patada a la sintáxis, que es como la patada al pensamiento.