“Sin razón estoy aquí
Como un mal pagado actor
Que no sabe cuando debe hacer reír o llorar”
Dedicado a Nino, amigo, músico extraordinario.
Te marchaste un 2 de Febrero y dejaste una huella imborrable en todos quienes te conocimos, tus amigos, tus compañeros de grabaciones y festivales.
Un abrazo sincero.
Extraido de http://www.tiempodebalas.cl/museo-de-cera/nino-garcia-un-olvido-sin-razon/
Los ojos de su gato Ulises fueron los primeros en verlo sin vida. El mismo gato que con su caminar sobre las teclas de un piano había sido el artífice de la obra sinfónica “La Iniciación de Ulises” unos años antes, se enfrentaba ese 2 de febrero de 1998 al crimen de la CZ de 9 milímetros. Nino García, el prolífico compositor de oído absoluto, partía en pleno olvido desde su casa en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. “Esto es un asesinato, un asesinato de los medios, de quienes dejaron solo al maestro”, decía su compañera María Eugenia Zuñiga.
La figura del creador que pasó de la música popular -con canciones como “Espejismo” y “Sin razón”- a la música docta hoy es devuelta a la luz en el proyecto de La Nueva Gráfica Chilena, Feroces Editores y Alejandro Cuevas “Nino” con una exposición en la Galería Metropolitana y la edición del libro “Sin Razón: La herencia musical de Nino García”. Ambas, reconstruyen la vida del músico con el afán de “dar la oportunidad a más generaciones de disfrutar su música”, explica Rodrigo Lagos, productor del libro y gestor del lanzamiento.
BENDITO PIANO
Podría ser 1994, sino, cerca de ese año. En uno de sus viajes habituales en micro como estudiante de ingeniería en la Universidad de Chile, Alejandro Cuevas escuchó una voz que lo estremeció. Era el mismo Nino García, quien tímidamente cantaba al final de la máquina. Cuevas no se atrevió a mirar su rostro. Quizás por no tener ninguna moneda, quizás sólo se quedó prendado en ese momento en que uno sabe que sucede algo tan maravilloso como triste. En sus primeros viajes en micro en busca de sustento, Nino se ocultaba tras un gorro de lana. Incluso, cuando algunos de sus compañeros lo reconocían, negaba su identidad.
El camino de Nino comenzó con un piano vertical, de color café que había pertenecido al Vaticano obsequiado por su abuela Adelina a los pequeños hermanos García. A los diez años escribió su primera pieza docta bajo el alero de una academia de música cercana a su casa en Valparaíso. Se tituló “Teclas blancas”, luego rebautizada con el nombre “Gotas de luna”. Desde ahí, comenzó con la Orquesta Sinfónica de Viña del Mar, acompañó poco después del Golpe Militar de 1973, al mismo Antonio Prieto en sus presentaciones y realizó un intenso y prolífico trabajo musical en la Agrupación Hindemith 76. Quizás algunos recuerden, a mediados de los años setenta, cómo el piano de García cerró las transmisiones de Televisión Nacional de Chile con el tema compuesto por Guillermo Rifo, “Cueca del cerro”.
El famoso arreglador y pianista Roberto Inglez, a la sazón director artístico del sello IRT, lo convocó como asistente en 1977. García se ocupó entonces como arreglador y orquestador para cantantes nacionales y extranjeros, incluyendo a Antonio Prieto, Tito Fernández, Frecuencia Mod, Sebastián, Fernando Ubiergo. Descubrió entonces su gusto y facilidad para la canción popular, la cual decidió desarrollar de modo paralelo a su trabajo orquestado. Con veinte años de edad recién cumplidos, Nino García era ya un músico de prestigio y un solicitado pianista, que llegó a ser director musical del programa “Vamos a ver” y tuvo otros cupos televisivos en las orquestas de Horacio Saavedra y Juan Azúa.
PIEDRAS EN EL CAMINO
Arreglos para El Tío Memo y las Tías Pucherito y Guichipirichi (del programa televisivo “Los Bochincheros”) y un disco homenaje a Violeta Parra (“Las últimas composiciones”, sello IRT), colaboraciones con artistas como Tito Fernández, Frecuencia Mod y Fernando Ubiergo marcaron su época a mediados de los setenta. De hecho, luego de que Ubiergo ganara el Festival de Viña del Mar con “El tiempo en las bastillas” en 1978, es Nino García quien realiza los arreglos de su posterior disco homónimo.
En 1979 escribió los arreglos completos para la orquesta de Willy Bascuñán que grabó junto a Ginette Acevedo como solista el disco Mujeres de Chile, donde García experimentó en la fusión de la música andina y la canción pop. El dinero llegaba y se iba, pero García había tomado la decisión de no volver más a Valparaíso, incluso si eso le significaba dormir a veces en hospederías y hasta en la azotea de un edificio.
Es aquí cuando entra de plano al mundo televisivo. El reconocido director de televisión, Gonzalo Beltrán le invita a ser el Director Musical del estelar “Nuestra hora”, conducido por José Alfredo Fuentes y exhibido en Canal 13. Pronto también cumpliría este cargo en el recordado programa de Raúl Matas, “Vamos a ver” (TVN). Su trabajo en televisión, se combinó con su creación musical: fue en 1979 cuando creó su tema “Espejismo” y el ’80, “Sin razón”, populares hasta el día de hoy aunque algunas mentes no reconozcan el nombre de García. Ambas canciones fueron interpretadas en el mismo “Sábado Gigante”, donde estrenó también temas como “Flores de plástico”. Un momento importante este periodo fue la colaboración con Gloria Simonetti, “Entre paréntesis”, que ganó el concurso “Una canción para el invierno” en Martes 13. Durante los ochenta, fue presencia habitual en el festival de la OTI y de Viña del Mar.
Sus ganas de probarse como cantante lo motivaron a formar el grupo Casablanca, un cuarteto de formato rockero en el que participó también su hermano menor, Francisco Fa García. El grupo grabó dos de los temas más conocidos del músico, “Espejismo” y “Desencuentro”, editados como singles por IRT pero sin álbum correspondiente. El cambio de década era un tiempo muy ocupado para el músico. Su canción “Sin razón” había ganado la competencia local de la OTI, y viajó a Argentina a defenderla a fines de 1980. García se afirmaba ya en su opción como cantante, y desde ahí en adelante casi no aceptó nuevos encargos de trabajo para otros intérpretes. Una de las más vistosas excepciones fue la entrega de “Entre paréntesis” a Gloria Simonetti, una poderosa balada con la que la cantante ganó la competencia de 1984 del concurso del programa “Martes 13”. Un año más tarde, fue él mismo quien defendió en el Festival de Viña del Mar su tema “Sé que no me perteneces”.
Alejamiento voluntario
En paralelo al mundo de grabaciones y contacto con los más populares intérpretes, Nino comenzó a inquietarse de modo creciente por la situación política y de silenciada represión que entonces vivía el país. En un programa de televisión, le dedicó su tema “Elegía para un poeta ausente” al asesinado cantautor Víctor Jara, lo cual significó su automático exilio de la pantalla local. En 1986, el baleo de la estudiante María Paz Santibañez durante una protesta, lo conmovió demodo especial, por ser ella una pianista, compañera de su hermana en el Conservatorio. Compuso en su homenaje la canción “La Paz y la guerra”, y luego organizó un recital colectivo en su ayuda titulado “Cien horas por la vida”.
Su participación en la competencia local del festival OTI 1988 (con “Cuando estás aquí”, que quedó en tercer lugar) se convirtió en su última aparición pública masiva, en parte por decisión propia. El músico se encontraba incómodo con los encargos que recibía y no lograba ubicar en la atención mayoritaria aquellas piezas de música que le parecían más profundas y desafiantes. «[El festival OTI] Va a ser mi despedida del ambiente artístico al cual le he dedicado diez años de trabajo intenso, pero no he contado con el respaldo que debería haber tenido. Estoy cansado de golpear puertas, pese a mi currículo. Espero que el sacrificio artístico de Nino García sea un llamado de alerta a quienes tienen en sus manos la posibilidad de proyectar a los artistas», dijo entonces. Poco antes, García había trabajado como arreglador del primer disco de De Kiruza.
Su progresivo alejamiento de sus círculos pasados lo fue sumiendo en una compleja rutina, mezcla de depresión y apuros económicos. En algún momento, el canto en las micros junto a su pareja se le presentó como el único modo de supervivencia. Su nombre volvió a los diarios en 1991, cuando la ingesta excesiva de calmantes lo envió a la Posta con claros signos de intento frustrado de suicidio. El músico vivía por entonces en una pequeña pieza que arrendaba junto a su mujer en la población La Victoria.
Altos y bajos emocionales y económicos marcan la biografía de Nino García de ahí en adelante. El dinero ganado con algunos jingles publicitarios le permitió arrendar una casa más amplia en la comuna de Pedro Aguirre Cerda (esa calle lleva hoy su nombre a modo de tributo). En silencio, y sin expectativas de difusión, el músico se mantiene componiendo obras sinfónicas y de cámara, muchas de las cuales se estrenarían recién tras su muerte, como “Sinfonía democrática” (1993, grabada en 2000 por la Orquesta Sinfónica Juvenil dirigida por Guillermo Rifo y con Romilio Orellana como solista de guitarra), “Larga distancia” (1994), "Rapsodia para cuarteto de cuerdas y orquesta" (1996) y “Gran sonata para violín y piano” (1997).
El camino, con el tiempo, se volvió empedrado y a veces entierrado. El premio logrado junto a su amiga Gloria, fue uno de los pocos reconocimientos formales que tuvo el músico. A pesar del valor que establecían sus pares, los reconocimientos escasearon, su producción propia con dificultad encontró espacio comercial y su posición política contraria al régimen lo vetó de los canales de televisión. “Es un error nacer en Chile con el talento porque Chile no premia a los talentosos ni los ayuda”, comentó Juan Azúa en el programa “Aquí en vivo” de Megavisión dedicado a Nino García en 1998. Vuelta la democracia, Nino entró aún más a las sombras y, a pesar de que siguió creando y creando, principalmente música docta, sus episodios depresivos se volvieron más frecuentes e intensos.
“Todos dicen que soy talentoso, que trabajar conmigo es un privilegio, pero en ninguno de los trabajos que me ofrecen ni me dan la oportunidad de mostrar mi música y las cosas por las que a mí me gustaría apostar”, dijo el mismo Nino. $5.400 pesos eran los ingresos que Nino recibiría desde la Sociedad de Derechos de Autor ese 2 de febrero. María Eugenia no alcanzó a comunicarle la paupérrima recaudación. En la misa de su funeral resonó la Marcha Fúnebre de Beethoven.
Descanza en paz Nino García
http://mauricioriveros.wordpress.com/2012/01/08/nino-garcia-su-legado-y-su-leccion/
Como un mal pagado actor
Que no sabe cuando debe hacer reír o llorar”
Dedicado a Nino, amigo, músico extraordinario.
Te marchaste un 2 de Febrero y dejaste una huella imborrable en todos quienes te conocimos, tus amigos, tus compañeros de grabaciones y festivales.
Un abrazo sincero.
Extraido de http://www.tiempodebalas.cl/museo-de-cera/nino-garcia-un-olvido-sin-razon/
Los ojos de su gato Ulises fueron los primeros en verlo sin vida. El mismo gato que con su caminar sobre las teclas de un piano había sido el artífice de la obra sinfónica “La Iniciación de Ulises” unos años antes, se enfrentaba ese 2 de febrero de 1998 al crimen de la CZ de 9 milímetros. Nino García, el prolífico compositor de oído absoluto, partía en pleno olvido desde su casa en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. “Esto es un asesinato, un asesinato de los medios, de quienes dejaron solo al maestro”, decía su compañera María Eugenia Zuñiga.
La figura del creador que pasó de la música popular -con canciones como “Espejismo” y “Sin razón”- a la música docta hoy es devuelta a la luz en el proyecto de La Nueva Gráfica Chilena, Feroces Editores y Alejandro Cuevas “Nino” con una exposición en la Galería Metropolitana y la edición del libro “Sin Razón: La herencia musical de Nino García”. Ambas, reconstruyen la vida del músico con el afán de “dar la oportunidad a más generaciones de disfrutar su música”, explica Rodrigo Lagos, productor del libro y gestor del lanzamiento.
BENDITO PIANO
Podría ser 1994, sino, cerca de ese año. En uno de sus viajes habituales en micro como estudiante de ingeniería en la Universidad de Chile, Alejandro Cuevas escuchó una voz que lo estremeció. Era el mismo Nino García, quien tímidamente cantaba al final de la máquina. Cuevas no se atrevió a mirar su rostro. Quizás por no tener ninguna moneda, quizás sólo se quedó prendado en ese momento en que uno sabe que sucede algo tan maravilloso como triste. En sus primeros viajes en micro en busca de sustento, Nino se ocultaba tras un gorro de lana. Incluso, cuando algunos de sus compañeros lo reconocían, negaba su identidad.
El camino de Nino comenzó con un piano vertical, de color café que había pertenecido al Vaticano obsequiado por su abuela Adelina a los pequeños hermanos García. A los diez años escribió su primera pieza docta bajo el alero de una academia de música cercana a su casa en Valparaíso. Se tituló “Teclas blancas”, luego rebautizada con el nombre “Gotas de luna”. Desde ahí, comenzó con la Orquesta Sinfónica de Viña del Mar, acompañó poco después del Golpe Militar de 1973, al mismo Antonio Prieto en sus presentaciones y realizó un intenso y prolífico trabajo musical en la Agrupación Hindemith 76. Quizás algunos recuerden, a mediados de los años setenta, cómo el piano de García cerró las transmisiones de Televisión Nacional de Chile con el tema compuesto por Guillermo Rifo, “Cueca del cerro”.
El famoso arreglador y pianista Roberto Inglez, a la sazón director artístico del sello IRT, lo convocó como asistente en 1977. García se ocupó entonces como arreglador y orquestador para cantantes nacionales y extranjeros, incluyendo a Antonio Prieto, Tito Fernández, Frecuencia Mod, Sebastián, Fernando Ubiergo. Descubrió entonces su gusto y facilidad para la canción popular, la cual decidió desarrollar de modo paralelo a su trabajo orquestado. Con veinte años de edad recién cumplidos, Nino García era ya un músico de prestigio y un solicitado pianista, que llegó a ser director musical del programa “Vamos a ver” y tuvo otros cupos televisivos en las orquestas de Horacio Saavedra y Juan Azúa.
PIEDRAS EN EL CAMINO
Arreglos para El Tío Memo y las Tías Pucherito y Guichipirichi (del programa televisivo “Los Bochincheros”) y un disco homenaje a Violeta Parra (“Las últimas composiciones”, sello IRT), colaboraciones con artistas como Tito Fernández, Frecuencia Mod y Fernando Ubiergo marcaron su época a mediados de los setenta. De hecho, luego de que Ubiergo ganara el Festival de Viña del Mar con “El tiempo en las bastillas” en 1978, es Nino García quien realiza los arreglos de su posterior disco homónimo.
En 1979 escribió los arreglos completos para la orquesta de Willy Bascuñán que grabó junto a Ginette Acevedo como solista el disco Mujeres de Chile, donde García experimentó en la fusión de la música andina y la canción pop. El dinero llegaba y se iba, pero García había tomado la decisión de no volver más a Valparaíso, incluso si eso le significaba dormir a veces en hospederías y hasta en la azotea de un edificio.
Es aquí cuando entra de plano al mundo televisivo. El reconocido director de televisión, Gonzalo Beltrán le invita a ser el Director Musical del estelar “Nuestra hora”, conducido por José Alfredo Fuentes y exhibido en Canal 13. Pronto también cumpliría este cargo en el recordado programa de Raúl Matas, “Vamos a ver” (TVN). Su trabajo en televisión, se combinó con su creación musical: fue en 1979 cuando creó su tema “Espejismo” y el ’80, “Sin razón”, populares hasta el día de hoy aunque algunas mentes no reconozcan el nombre de García. Ambas canciones fueron interpretadas en el mismo “Sábado Gigante”, donde estrenó también temas como “Flores de plástico”. Un momento importante este periodo fue la colaboración con Gloria Simonetti, “Entre paréntesis”, que ganó el concurso “Una canción para el invierno” en Martes 13. Durante los ochenta, fue presencia habitual en el festival de la OTI y de Viña del Mar.
Sus ganas de probarse como cantante lo motivaron a formar el grupo Casablanca, un cuarteto de formato rockero en el que participó también su hermano menor, Francisco Fa García. El grupo grabó dos de los temas más conocidos del músico, “Espejismo” y “Desencuentro”, editados como singles por IRT pero sin álbum correspondiente. El cambio de década era un tiempo muy ocupado para el músico. Su canción “Sin razón” había ganado la competencia local de la OTI, y viajó a Argentina a defenderla a fines de 1980. García se afirmaba ya en su opción como cantante, y desde ahí en adelante casi no aceptó nuevos encargos de trabajo para otros intérpretes. Una de las más vistosas excepciones fue la entrega de “Entre paréntesis” a Gloria Simonetti, una poderosa balada con la que la cantante ganó la competencia de 1984 del concurso del programa “Martes 13”. Un año más tarde, fue él mismo quien defendió en el Festival de Viña del Mar su tema “Sé que no me perteneces”.
Alejamiento voluntario
En paralelo al mundo de grabaciones y contacto con los más populares intérpretes, Nino comenzó a inquietarse de modo creciente por la situación política y de silenciada represión que entonces vivía el país. En un programa de televisión, le dedicó su tema “Elegía para un poeta ausente” al asesinado cantautor Víctor Jara, lo cual significó su automático exilio de la pantalla local. En 1986, el baleo de la estudiante María Paz Santibañez durante una protesta, lo conmovió demodo especial, por ser ella una pianista, compañera de su hermana en el Conservatorio. Compuso en su homenaje la canción “La Paz y la guerra”, y luego organizó un recital colectivo en su ayuda titulado “Cien horas por la vida”.
Su participación en la competencia local del festival OTI 1988 (con “Cuando estás aquí”, que quedó en tercer lugar) se convirtió en su última aparición pública masiva, en parte por decisión propia. El músico se encontraba incómodo con los encargos que recibía y no lograba ubicar en la atención mayoritaria aquellas piezas de música que le parecían más profundas y desafiantes. «[El festival OTI] Va a ser mi despedida del ambiente artístico al cual le he dedicado diez años de trabajo intenso, pero no he contado con el respaldo que debería haber tenido. Estoy cansado de golpear puertas, pese a mi currículo. Espero que el sacrificio artístico de Nino García sea un llamado de alerta a quienes tienen en sus manos la posibilidad de proyectar a los artistas», dijo entonces. Poco antes, García había trabajado como arreglador del primer disco de De Kiruza.
Su progresivo alejamiento de sus círculos pasados lo fue sumiendo en una compleja rutina, mezcla de depresión y apuros económicos. En algún momento, el canto en las micros junto a su pareja se le presentó como el único modo de supervivencia. Su nombre volvió a los diarios en 1991, cuando la ingesta excesiva de calmantes lo envió a la Posta con claros signos de intento frustrado de suicidio. El músico vivía por entonces en una pequeña pieza que arrendaba junto a su mujer en la población La Victoria.
Altos y bajos emocionales y económicos marcan la biografía de Nino García de ahí en adelante. El dinero ganado con algunos jingles publicitarios le permitió arrendar una casa más amplia en la comuna de Pedro Aguirre Cerda (esa calle lleva hoy su nombre a modo de tributo). En silencio, y sin expectativas de difusión, el músico se mantiene componiendo obras sinfónicas y de cámara, muchas de las cuales se estrenarían recién tras su muerte, como “Sinfonía democrática” (1993, grabada en 2000 por la Orquesta Sinfónica Juvenil dirigida por Guillermo Rifo y con Romilio Orellana como solista de guitarra), “Larga distancia” (1994), "Rapsodia para cuarteto de cuerdas y orquesta" (1996) y “Gran sonata para violín y piano” (1997).
El camino, con el tiempo, se volvió empedrado y a veces entierrado. El premio logrado junto a su amiga Gloria, fue uno de los pocos reconocimientos formales que tuvo el músico. A pesar del valor que establecían sus pares, los reconocimientos escasearon, su producción propia con dificultad encontró espacio comercial y su posición política contraria al régimen lo vetó de los canales de televisión. “Es un error nacer en Chile con el talento porque Chile no premia a los talentosos ni los ayuda”, comentó Juan Azúa en el programa “Aquí en vivo” de Megavisión dedicado a Nino García en 1998. Vuelta la democracia, Nino entró aún más a las sombras y, a pesar de que siguió creando y creando, principalmente música docta, sus episodios depresivos se volvieron más frecuentes e intensos.
“Todos dicen que soy talentoso, que trabajar conmigo es un privilegio, pero en ninguno de los trabajos que me ofrecen ni me dan la oportunidad de mostrar mi música y las cosas por las que a mí me gustaría apostar”, dijo el mismo Nino. $5.400 pesos eran los ingresos que Nino recibiría desde la Sociedad de Derechos de Autor ese 2 de febrero. María Eugenia no alcanzó a comunicarle la paupérrima recaudación. En la misa de su funeral resonó la Marcha Fúnebre de Beethoven.
Descanza en paz Nino García
http://mauricioriveros.wordpress.com/2012/01/08/nino-garcia-su-legado-y-su-leccion/