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TRIBUNA
El futuro de Europa se reproduce (de nuevo) en Cataluña
Por Maxime Fourest , profesor-investigador de Sciences-Po (OFCE, Cevipof) y especialista en temas europeos - 21 de septiembre de 2017 a las 19:20
El desafío a la democracia española a través del separatismo catalán con el referéndum que se celebrará el 1 de octubre se refiere a Europa en su conjunto.
El futuro de Europa se reproduce (de nuevo) en Cataluña
Después de la crisis del euro, de la guerra en Ucrania, del Brexit y de las deriva de Hungría y Polonia, Europa se enfrenta a otra crisis que pone en peligro la existencia del proyecto de seguridad - físico, material , legal y, hasta cierto punto, social, que es el proyecto comunitario: el desafío a la democracia española a través del separatismo catalán. Frente al boulevard dado a la narrativa separatista en los principales medios europeos, la pusilanimidad de los llamados al "diálogo" o al ensordecedor silencio de las instituciones comunitarias y los gobiernos de los Estados miembros, se requiere un esfuerzo pedagógico, días de un referéndum ilegal de importancia trascendente.
La narrativa separatista se basa en el nacionalismo obtuso y excluye
Cualquier narrativa nacional es un movimiento histórico y el de Cataluña hay escasez de obras: el recuerdo lejano de condados históricos de gran alcance, sumada a la más reciente de la valiente resistencia del pueblo catalán al fascismo durante la guerra civil, en la que George Orwell rindió un poderoso homenaje. Y si la región se ha convertido en el laboratorio de la modernidad industrial, la vida política, social y cultural en España desde la segunda mitad del XIX ° siglo, hay que reconocer que se debe en parte al aumento de una conciencia nacional propia, de la esencia de élite como en la mayoría de los nacionalismos, pero socialmente progresista. La contribución de Cataluña a la transición democrática también habrá sido esencial, y basta con volver a leer las páginas dedicadas por la Madrilena Jorge Semprún a su emoción en la primera "Diada" (1) autorizada en 1977 a entender que la recuperación por los catalanes del derecho a su cultura, fue una conquista para todos los demócratas españoles.
Y sin embargo, la narración hábilmente desplegada por el campo separatista está a mil leguas de este movimiento democrático, europeo y cultural abierto. En su lugar, encontramos, repetido como un mantra, todos los clichés del nacionalismo más obtuso, teñido de racismo, desprecio de clase o incluso una forma de suprematismo cultural: por un lado, el "nosotros" un educado, trabajador, progresista, honesto, republicano y europeo. Por otra parte, "ellos", una rama ibérica retrógrada, perezosa y corrupta, adscrita a una monarquía desmonetizada por escándalos y permanentemente rezagada detrás del tiempo europeo. No hay que oponerse a la "catalanización" de la sociedad europea en su conjunto desde la muerte de Franco, ni al hecho de que algunos de los casos de corrupción más jugosos de los últimos años referirse precisamente el nacionalismo catalán firme, cuya conversión al separatismo coincide con su asistencia de los tribunales españoles ... en esta historia que se alinea hechos alternativos, "Espanya ens roba" y el activismo de los tribunales españoles (España nos roba) en materia de corrupción política, es sólo el reflejo, a veces de una corrupción generalizada, a veces de una persecución de los patriotas catalanes.
La inmovilidad de Mariano Rajoy no es la causa principal del estancamiento político
Esta narración tiene ciertamente un aliado "objetivo" en la persona de Mariano Rajoy. En vigor desde 2011, el jefe de gobierno después de que el Partido Popular ha sobrevivido repetidos escándalos salpicaron su gestión, así como dos elecciones generales conmocionado al bipartidismo español, pero no lograron hacerle perder la silla en la Moncloa. Su pintoresca actitud de espera verá acentuada la gravedad de la crisis abierta con Barcelona, privándola de cualquier escape político. Por otra parte, la tentación es fuerte para el recurso de inconstitucionalidad del PP, entonces en la oposición, contra el nuevo Estatut de Cataluña aprobada por referéndum en 2006, el último pecado que abrió el camino a una secesión unilateral. Además del hecho de que más del 90% de Estatut fue validado por la Corte Constitucional (14 artículos censurados a partir de 223), los elementos fueron revocados, enfocados principalmente al irreversible reconocimiento de una nación catalana dotada de un primado y derechos lingüísticos que invadía en gran medida los poderes del régimen, constituía un casus belli constitucional, incluso en un estado federal de facto. Si bien era probablemente un error político fatal, el recurso contra el Estatut no hace nada despeja el gobierno catalán actual de su precipitada carrera fuera de todo marco legal y ningún mandato político único. Todo por el precio de una polarización social dentro de la sociedad viva catalán, con toda una generación de niñas y el hijo de emigrantes desde el interior ha basado su ascenso social en la promesa de un pull-identidad - Catalán, español y europeo.
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El desafío separatista es un asunto europeo
De los resultados de esta crisis depende mecánicamente el futuro de Europa en su conjunto. Que una región pueda ejercer el derecho a la libre determinación, unilateralmente, en el contexto del Estado de Derecho, a los pueblos bajo el dominio colonial o imperialista, y que la intangibilidad de fronteras establecidas al precio de la sangre. Que un solo orden constitucional -húngaro, polaco o hoy, español- sea derrocado por la subversión de las normas democráticas a favor de un partido o coalición hegemónica y mesiánica, y es Europa como un área basada en la separación de poderes y la jerarquía de normas, ese obituario debe ser escrito. Que el nacionalismo obtuso, la exclusión y la articulación de un triunfo de la narrativa histórica alternativa más, y esto es aún el estado de los eventos (políticos, históricos, legales y sociales) se reducirán a favor de las virtudes de taumatúrgico y demiúrgica narración para el uso de las masas. Frente a estos riesgos que nuestros gobiernos están luchando por tomar, podemos entender el dilema al que se enfrenta un gobierno del Partido Popular: entre la impotencia, por falta de legitimidad absoluta para ejercer todo el rigor de la ley para preservar los derechos de todos los españoles, incluidos los catalanes, y el pan bendito ofrecido al campo separatista por la imagen de las urnas y boletas de votación confiscadas por la guardia civil ... Como tal, el derrotismo que se produce dentro de una sociedad escindida y unido por su historia a la paz civil, frente al carácter irreversible del desafío separatista, es un presagio oscuro para Europa.