La autoridad forma parte de la historia humana y sin embargo, está en oposición a lo que también más anhela; la libertad. Esta balanza, este equilibrio hace que la persona autoritaria se sienta amenazada ante cualquier opinión en contra de sus pensamientos o decisiones. Parece un contrasentido pero precisamente el autoritario priva a su agresor su bien más preciado, su libertad. Sometiéndole, degradándole, en definitiva, anulándole. A este tipo de comportamientos se le llama en psicología “la personalidad autoritária”.
Autaritarismo de derechas (RWA)
Uno de los rasgos de personalidad más consistentes del repertorio del psicólogo social resulta ser el autoritarismo de derechas, o
RWA (right-wing authoritarianism), diseñado por Bob Altemeyer y fantásticamente explicado en su libro
The Authoritarians (libremente disponible en su web). ¿En qué consiste? Mide el grado en el que una persona se somete a la autoridad establecida.
Consta de tres factores que, según afirma Altemeyer, funcionan en paralelo:
(1) Sumisión a la autoridad tradicionalmente validada: todo lo que dice o hace la autoridad establecida es bueno para nosotros;
(2) Agresividad autoritaria: hostilidad contra los desviados, y justificación de los actos de agresión contra ellos por parte de la autoridad;
(3) Convencionalismo: alto grado de adhesión a las normas imperantes, y exigencia de adhesión general.
Un rasgo de personalidad es útil si nos sirve para hacer predicciones sobre el comportamiento humano, y el perfil RWA es sorprendentemente predictivo. ¿Qué cosas correlacionan con un alto nivel RWA?
Para empezar, el comportamiento infantil es RWA. Las autoridades son mamá y papá y, aunque a veces haya conflictos, los niños tienen claro que mamá y papá quieren lo mejor para ellos. A medida que crecemos desarrollamos el sentido crítico para analizar el comportamiento de nuestros padres y de las demás autoridades. Los alto-RWA no han desarrollado este sentido crítico y mantienen, por tanto, ciertas actitudes infantiles. Así, por ejemplo, sienten ansiedad cuando se enfrentan a situaciones nuevas y ante la toma de decisiones para las que no tienen un patrón externo. Su sentido crítico subdesarrollado les hace tener serias deficiencias en lógica. Así, por ejemplo, suelen aceptar como válido cualquier razonamiento si les gusta la conclusión. Un ejemplo:
“Todos los peces viven en el mar,
Los tiburones viven en el mar,
Luego los tiburones son peces.”
¿Es el razonamiento válido? Mucha gente se equivoca y dice que sí, pero la gente con alto RWA se equivoca mucho más que los demás. Una persona con alto RWA suele tener la mente compartimentalizada, con un alto nivel de tolerancia ante la contradicción con respecto a las afirmaciones proferidas por la autoridad. Así, por ejemplo, puede criticar al régimen cubano por antidemocrático y, minutos después, explicarte que un país en crisis necesita un gobierno tecnocrático, no unas elecciones. Tienden a aceptar con simpatía a cualquiera que profese sus mismas ideas, y a aceptar a cualquier líder que las defienda. Son inmunes a la desilusión con respecto a sus líderes. Claro: son los herederos de papá y mamá.
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La gente con alto RWA también tiene una idea muy clara del nosotros. Al sentir ansiedad frente a lo que desafíe su modo de pensar, tienden a rodearse de gente que piensa igual que ellos. La presión de grupo les afecta mucho más que al resto de la gente. Son felices y distendidos cuando están rodeados de los suyos… pero, al mismo tiempo, tienen un profundo miedo: miedo al cambio social, miedo a perder su modo de vida, miedo a lo diferente. Nada genera más agresividad que el miedo. Las personas con alto RWA ven el mundo bajo un prisma de “nosotros contra ellos”. Son fácil presa de los prejuicios generalizados: contra los homosexuales, los hippies, los negros, los chinos, los sindicalistas, los marroquíes, los catalanes, los madrileños… Tienden a creer cualquier estereotipo que se les ponga por delante, por absurdo que sea. Se les dice que en Barcelona el dueño de un bar va a la cárcel si pone el menú del día en castellano… y se lo creen.
Precisamente esto nos da una pista sobre cómo se genera la personalidad RWA y cómo evoluciona hacia talantes menos meapilas. Los prejuicios se combaten dando elementos de juicio. El nivel RWA disminuye al salir al mundo. Cada vez que una persona de alto RWA conoce a un homosexual y ve que no tiene cuernos, cada vez que discute con un rojo y descubre que tienen puntos en común… su nivel RWA cae un poquito.
Los alto-RWA creen ser mejores personas que los demás (en inglés dicen que son self-righteous): sólo ellos son garantes de la moralidad. Su falta de lógica les hace gestionar con facilidad la culpa: son propensos a la racionalización. Si son religiosos (suelen serlo), los mecanismos religiosamente aceptados de absolución les liberan totalmente. Por ello mismo, son más felices que los demás. Pero aprenden mucho menos de sus errores.
El pensamiento-RWA está asociado a gente que ha vivido en un mundo cerrado, sometidos a una autoridad benéfica que les ha inculcado inseguridad frente al mundo exterior. El nivel RWA se reduce con la educación y con la edad, hasta un mínimo en torno a los 30 años, cuando tiene un repunte (que Altemeyer asocia al tener hijos). Después se estabiliza e incluso tiende a bajar más. Cuanto más se ha visto, viajado, vivido… menor será tu RWA. Cada vez que, durante nuestra adolescencia, encontramos autoridades injustas o hipócritas, cada vez que probamos algo prohibido y vemos que no ocurre nada terrible, conocemos a gente de diferente orientación sexual… reducimos nuestro nivel de RWA.
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(javirl g7e9)