El peligro, como siempre, no son las ideas, sino la interpretación y el uso que se hace de ellas. Yo no soy religioso. No soy ateo y no soy creyente. Me considero agnóstico no radical, es decir, creo que el ser humano no está preparado para tener conocimiento de la existencia o no existencia de dios. Y ahí radica el cuestión. Cualquier interpretación apasionada siempre lleva a discusiones, si encima lo llevamos a un extremo en el que nuestras ideas quedan fijadas y las convertimos en dogma, cualquier opinión contraria se convierte en un ataque personal, y tenemos la fea costumbre de responder con violencia a tales actos.
El ejemplo más sencillo de lo que digo es el islam. Gente que lleva su religión a tal extremo y que un simple dibujo de alguien al que nunca han visto y sólo está descrito en libros se convierte en una declaración de guerra.
Es como el debate, ¿las armas son malas? Las armas por sí solas no hacen daño a nadie, al contrario, son una herramienta de trabajo. Es el uso o la interpretación de las normas, leyes, y de las propias armas, las que hacen que sean peligrosas para los humanos.