Hola, crucial tema... No soy técnico en sonido -aunque no lo detesto, ni mucho menos- sino músico en estas lides -realmente no me gano, por ahora, la vida con ello, pero es que la música no se paga con nada...- Qué le vamos a hacer, no se puede estar en la misa y repicando... De todos modos, me afecta tanto este tema como si lo fuera...
En primer lugar por mi experiencia opino que el advenimiento de la "revolución" digital ha destruido gran parte de lo bueno que quedaba técnicamente hablando -y cotidianamente-... Si por un lado se ha hecho accesible funciones y tareas que antes eran patrimonio de unos pocos, eso no ha sido sin costes. Costes de uniformismo, de pérdida de la naturalidad en el sonido, y desde luego de cacao mental y sensorial de espanto cuando intentas otear el horizonte y no ves más que una compulsiva industria de usar y tirar productos -que, para más inri, no son reales...-. Hace unos diez años me interesé por grabar y producir mi propio sonido, aprovechando lo que se decía y publicitaba de las maravillosas posibilidades de las computadoras -me niego a llamarlas ordenadores...- en ese terreno. Me dije, por fin puedo manejar por mí mismo lo que quiero hacer. A los pocos meses estaba horrorizado por el panorama. Cómo demonios puede la gente sentirse contenta al producir y grabar su música con el puntero de un ratón, y teniendo que adaptarse a tutoriales de aprendizaje nada cómodos para cada producto que adquieres? Quise volver a lo analógico, a lo de toda la vida, pero era tarde, si no tienes grandes posibilidades económicas, la única opción eran las com-putadoras... De la enorme ilusión que acompañaban esos comienzos no ha quedado más que lo fundamental -afortunadamente- y una especie de fobia visceral por toda esta avalancha imbécil de moda informática y digital... (hablando en términos de mercado, porque estos nuevos medios no complementan los buenos que ya habían, sino que los han aplastado invadiendo todos los aspectos del uso tecnológico de la actualidad...)
Claro que lo numérico, lo digital tiene sus utilidad, e incluso es bonito en su base. Pero el mercado que lo ha impuesto a mí, al menos, me ha caído como una lápida en el concepto que tenía sobre la técnica y la tecnología.
Sé de muchos -músicos, especialmente- que han abandonado este camino, por lo ingrato.
No hay nada comparable a lo que naturalmente controlas, unos faders, unos botones que te dan acceso a lo que ya conoces, un espacio suficiente para todo. Pero intentar hacer eso a través de la punta del ratoncito digital o incluso de una mesa controladora con multitud de instrumentos, plugins, alternativas, y menús editables es de masocas.
De acuerdo, algunas cosas salen medianamente bien, si no no hubiera seguido con este asunto hasta ahora, el uso eficaz de una DAW puede ser posible, pero todo un sistema basado en ello me parece rizar el rizo del error. Porque además, lo digital siempre sonará digital, -si no, sería analógico...-, siempre habrán ceros y unos en lugar de una línea contínua, a pesar de lo que digan de que el sentido humano no lo percibe, etc, no es cierto, se percibe, y siempre quedará ese saborcito a plástico en el entorno. Ahora se hablan de la influencia de los armónicos en las frecuencias teóricamente inaudibles para el ser humano. Por eso se llegan a los 192 Khz para intentar que no se pierda esa sensación por el camino... y seguirán hasta donde se quiera, pero el dominio digital siempre sonará a digital. De todos modos no hay tampoco por qué despreciar nada, si a mí me gusta un instrumento digital, me gusta en digital, no como representación de nada que no sea eso.
Hay sintes de NI que me gustan más que otros analógicos, y son puros dígitos.
Pero lo que no se puede es montar un tinglado de intereses comerciales tan enorme que coarte la posibilidad de elección del usuario o profesional.
Como casi siempre, el quid de la cuestión -dejando teoréticas interpretaciones al margen- es el económico. Si no les interesara comercialmente, las empresas de tecnología no venderían al nivel que lo están haciendo estas cosas . Y si nosotros tuviéramos medios sobrados seguramente no nos dirigiríamos necesariamente a los mismos aparatitos que nos venden desde cualquier mega-store... A lo mejor nos interesaba todo analógico, pese a su enorme precio y rareza, o lo más selecto de lo digital, o dejarse ya de tanta historia de estas que lo que más hace es agotar las posibildades creativas del individuo...
Espero que se entienda algo de lo que digo...
Salud.
. JOse. Saint-Saens