Yo llevo años limpio de software de dudosa procedencia. Ventajas: soporte técnico, actualizaciones, descuentos en upgrades, nulo riesgo de virus o spyware, cero cuelgues, ...
Además, el software lo uso profesionalmente y el dinero invertido está más que amortizado. Como autónomo desgravo toda inversión en equipo, y me descuento el IVA cada cuatrimestre.
El tiempo en que usé software "prestado" (y luego explicaré el término), fue importante para el aprendizaje de su manejo y al final me convirtió en cliente de esos programas. De otra manera quizá no hubiera podido tener tan buena referencia de lo que compraba, ya que muchas demos recortan opciones importantes (un programa de edición que no te deja imprimir, por ejemplo, ni una paginita de nada, no muestra el resultado para el que está hecho). Por eso lo de "prestado". Lo que no me convenció lo devolví (desinstalé), lo que sí lo compré. Es algo por cierto que bien puede hacerse hoy día con demos gratuítas.
El caso es que con el tiempo he descubierto cantidad de software gratuito y hasta portable para aplicaciones que no forman parte de mi quehacer profesional. Incluso si me veo en la obligación de usar cierta herramienta aun cuando no hay opción gratuita, resulta que hay una versión muy barata que se adapta a lo que busco, sin tener que arriesgarme a descargas dudosas o a programas crackeados con problemas de cuelgues, incompatibilidades,...
Lo que yo veo del acopio de programas pirateados es que la mayoría no los usaremos al 100% (porque no somos profesionales de la materia, o porque no tenemos las exigencias de un profesional, aunque no lo seamos). Para colmo, nadie se plantea las opciones gratuitas o de bajo coste, cuando muchas de ellas son herramientas igualmente fiables o más que las pirateadas.
Mi opinión es que dicho acopio acaba por saturar al usuario medio, además de perder la referencia en cuanto al valor de los programas en sí (horas de programación, inversión en desarrollo y atención al usuario, puestos de trabajo...). Al final no se valora lo que se tiene y uno termina creyendo que el coste de lo que se baja "gratuitamente" es cero.
Es casi como la infancia de hoy día que recibe regalos de reyes millonarios, que saturan su interés por las pequeñas cosas y que mina el valor de compartir, imaginar, desarrollar en favor del valor de tener, si es que tener es realmente un valor en sí.
Yo os recomiendo hacer limpieza y buscar la alternativa razonable. Por muy poco dinero uno puede ser realmente eficaz, si tiene la herramienta adaptada a sus exigencias.