Pero vamos a ver... Los alunizajes no fueron misiones secretas; fueron acontecimientos públicos y notorios, incluso televisados. Docenas de estaciones de seguimiento, en diferentes países, monitorizaron los viajes y las comunicaciones. Hay miles de cientificos involucrados de una forma u otra en los preparativos, las misiones y el posterior estudio de las rocas (¿cómo narices falsificas una roca lunar? ¿O mienten también todos los geólogos? Esas rocas no existen en la Tierra).
Además, todo esto sucedió en medio de la guerra fría, con una competencia cerrada entre las dos superpotencias de la época. ¿Alguien se cree que la URSS no habría puesto al descubierto el engaño, de haberse producido?
Ni siquiera hace falta pensar en geopolítica: aunque los conspiranoicos no sepan entender una fotografía hecha en el espacio ("¡no se ven las estrellas!", "la bandera flamea pero no hay aire en la Luna!"), hay cientos de ellas, y todas auténticas. Están los testimonios de los propios astronautas (una docena), de todos los implicados en las misiones, etc etc etc...
Hace nada, la NASA publicó unas fotos de alta definición donde se perciben los aparatos dejados allí por las misiones Apolo, e incluso algunas huellas. Todo permanece intacto gracias al entorno estéril de la Luna:
http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecn ... s_jg.shtml
Pero no os preocupéis: muchos están dispuestos a ver caras en Marte donde hay montañas, pero no verán el módulo lunar ni aunque fotografíen el número de serie.
No hay por donde cogerlo. El rollo de "no fuimos a la Luna" es un disparate lamentable creado por unos cuantos caraduras ávidos de vender libros y documentales cutres, y propagado por personas ávidas de "sospechar del gobierno". A los segundos hay que perdonarles (un poco), porque sólo demuestran ignorancia y no necesariamente mala fe; los primeros, sin embargo, lo hacen aposta y son unos miserables.
Sin embargo, sigue citándose esa "teoría" en los informativos y televisiones. Pues que sigan idiotizando a la gente; total, es a lo que se dedican. Las audiencias responden mejor -al parecer- ante un documental infumable sobre "el engaño de la Luna" que ante un buen programa científico.