3. The grain

Marcus y Janice conducían de vuelta a casa cuando ocurrió el accidente.

La realidad se mostraba en parpadeos. Durante un instante la Janice de siempre seguía allí. En el siguiente tenía el rostro destrozado.

Apartó la mirada de su rostro fijándola en las uñas. Aquella parte no había sufrido daños y permanecía inalterable en los parpadeos.

A veces algo inconmensurable lo parcelamos para abarcarlo racionalmente y encontrar un rastro de felicidad.

Marcus recreó un mundo muy pequeño y se refugió allí. Pequeño como un grano de arena que se mantenía estático en el tiempo y en el que Janice permanecía bella.

Marcus no aparta su mirada del grano, la hormiga que le representa y que se ha marchado con la parte sana de su mente se aleja en el laberinto donde la Janice incorruptible se oculta. Durante unos segundos terribles, en un parpadeo, ve los pies descalzos de Janice que ha perdido los zapatos en el accidente. En el siguiente la máquina de su mente lo suaviza: no los lleva porque los ha olvidado.

A la familia de Janice les gustaría también habitar ese mundo pequeño donde nada ha cambiado, saben que Marcus no ha tenido la culpa del accidente, pero aun así no pueden evitar odiarlo con todas sus fuerzas.

En el grano es primavera. La hormiga busca entre las fronteras del pasado una realidad que ya no existe. En el camino se va congelando.