Pues sí, señores, Dios les bendiga a todos ellos. Seguro que no habéis oído a nadie decir eso antes, pero yo doy un paso adelante y lo digo aquí ante todo el mundo. Ya sé que cobran una pasta por cualquier cosa y ya sé que es desagradable lo que te hacen.
Pero pasaros una noche sin dormir como yo de puro dolor de muelas, luego id a cualquier dentista y notar como al poco rato de ponerte en sus sabias manos el dolor empieza a desaparecer.
Entonces diréis, como yo: "Dios bendiga a los dentistas". Y pagaréis hasta con gusto. Os someteréis a una endodoncia sin rechistar. Les diréis "gracias" y seréis sinceros al decirlo.
Lo que sea por acabar con el dolor.
Y qué dolor, mecagonlos...
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el 27/03/20072
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holas soy vik de argentina sanjuan tengo 22 años y soy fan del trance , me gustaria q escuchen mis temas y opinen , q esto nos sirve de mucho a los productores amateurs , bye saludos !!!
el 24/03/2007 -
Ayer por la noche estuvimos viendo uno de los tantos partidos de fútbol que hacen por televisión, y ya en los comentarios previos, yo notaba que a mi loro algo le estaba llamando la atención, pero como no decía nada, cosa rara en él, tampoco le di demasiada importancia, así que el partido avanzaba en silencio por nuestra parte hasta que mi alada mascota decidió interrumpirlo, “¿Pero cuánta gente se necesita para comentar un partido de fútbol?”, entonces yo me giré hacia él y le dije, “hombre, para comentarlo, lo que se dice comentarlo, con uno es suficiente”, “Pero yo ya he oído por lo menos seis voces diferentes”, me aclaró él, “bueno”, traté de explicarle mientras ponía un ojo en la jaula y el otro en la pantalla, “eso es una tendencia que hace algunos años se puso de moda. Las cadenas buscan colaboradores, normalmente entrenadores o antiguos jugadores, para que ayuden a hacer los comentarios de los partidos”, y entonces él me replicó, “Sí, pero con tantos como son ¿les da tiempo a hablar a todos”, “yo creo que al menos una frase sí que les da tiempo a decir”, le aclaré no sin cierta sorna, “pues que lástima ¿no?”, continuó él, “que te saquen de tu casa para hacer los comentarios y que sólo te dé tiempo a decir que cuando llueve la hierba está más resbaladiza, o algo así”, “según se mire”, le respondí, “porque ven el partido gratis en el campo”, “la verdad es que sí”, añadió mi amigo multicolor, “aunque visto desde otro punto de vista no es tanta lástima que no puedan hablar ya que la mayoría de las veces es más interesante que no digan nada. Pero ni ellos, ni los que se supone que son los profesionales de la comunicación”, “¿y por qué dices eso?”, le pregunté yo haciéndome el ingenuo, “pues unos porque el hecho de haber sido jugadores de fútbol no creo que les dé los recursos suficientes para salir airosos de los barrizales en los que se meten , y a los otros porque hay veces que valdría la pena que sólo transmitieran la imagen y el sonido ambiente sin comentarios porque más que informar, confunden”, “no seas así”, le dije yo tratando de calmarlo, “hay cosas que uno no ve o desconoce, y ellos te lo aclaran, ¿no?,”, “y al revés también”, me dijo, “porque están metidos en sus conversaciones privadas a seis bandas que llevan un cuarto de hora contando como ‘clara ocasión de gol’ una jugada que estaba anulada por fuera de juego. Se ha oído el silbato del arbitro antes de tirar, y luego el portero ha sacado desde fuera del área pequeña. Pero como estaban contándonos como era el restaurante al que han ido a comer, ninguno se ha dado cuenta”. “Bueno, pero eso es un hecho puntual, y el resto del partido sí te orientan”, le respondí tratando de quitar importancia al asunto. “Sí”, siguió diciéndome, “sobre todo cuando se dedican a poner absurdos apodos como ‘los enanitos’, ‘el mas listo’, ‘el sargento’, que seguro que se les ocurren mientras están comiendo, y luego piensan que nosotros también hemos estado sentados con ellos en la mesa y sabemos a quién se refieren y que nos va a hacer la misma gracia”, “pero eso lo hacen para adornar las retransmisiones”, volví a interrumpirle tratando de aclararle sus dudas, “sí,”, siguió mi alado animalito doméstico diciéndome al tiempo que me impedía ver el partido con tranquilidad, “pero ¿por qué eso ocurre principalmente en las cadenas que nunca retransmiten fútbol?”, “no sé”, le contesté, “¿tú crees que es así?”, “por supuesto”, me dijo él, “las cadenas en este sentido se pueden dividir en dos grupos: las que suelen retransmitir los partidos, que como están acostumbradas, cada partido es uno más, y unos salen mejor y otros peor, pero mantienen una línea, y luego están las que se emocionan con cada partido, porque retransmiten uno cada mes o ni eso, y esas son las peores. Primero, porque quieren hacer creer a la audiencia que fútbol en estado puro es lo que ellos emiten, y no las otras cadenas, con lo que el antes y el durante es un empalago gelatinoso de ornamentación innecesaria, como los famosos nombres familiares de que te hablaba antes, como si todos comiéramos sopas con los jugadores antes de cada partido, dicen cosas tremendamente obvias como cuando un contrario recibe una tarjeta en el primer cuarto de hora, se les desata la emoción y nos dicen que ‘el jugador número tres acaba de recibir una tarjeta, a ver si hace otra falta pronto, y el arbitro le saca la segunda y lo expulsa’, claro, como el jugador número tres es tonto, ahora en un momentito hace otra falta y nos contenta a todos, que para eso tu cadena está transmitiendo el partido, para que los jugadores hagan lo que tu quieras. Y otras veces con el fin de justificar el tremendo despliegue de colaboradores, como tienen que hablar todos, empiezan a recordar episodios particulares que llegan incluso a dejar al descubierto un cierto mal rollo, recuerdo que el otro día uno de ellos se mosqueó porque hicieron alusión a un problema suyo de espalda e inmediatamente saltó para aclarar que a él en la espalda no le pasaba nada. Pero si al que le gusta el fútbol quiere ver fútbol, y todo lo demás le sobra. No quiero saber que cuando el extremo sube, los dos pivotes se enganchan al volante, y la línea de cuatro se convierte en una W de cinco dejando que el carrilero reciba de espaldas al interior de la banda opuesta y obligando a los centrales a bascular porque el lateral no cierra su banda, si aún no sé qué hace un tío dos minutos retorciéndose en el campo, ni dónde estaba el jugador que deshacía el fuera de juego, ni quién fue el jugador que hizo el último tiro a puerta, ya que el que ellos han nombrado lo habían sustituido hacía más de veinte minutos”. En ese momento llegamos al descanso y pude prestar mayor atención al discurso de mi multicolor ave que tras una breve pausa seguía diciendo, “y luego hay que ver el telediario del día siguiente. En él nos cuentan que ayer les vieron no sé cuantos millones de personas, y que de los que no los vieron, la mitad vio al menos cinco minutos y un 33% del otro 50 se lo grabó para verlo y luego lo vio sin grabar y de ese 33 del 50 hay un 18 que vio más de cinco minutos pero menos de diez, aunque hubo un momento en que todos los espectadores que tenían sintonizada su cadena les estaba viendo, y de ellos un 15 tenía puesta otra cadena pero les veía a través del televisor del vecino. ¿Pero a quién importa eso?, ¿te van a pagar más a ti este mes porque a ellos les viera tanta gente?”. “A mi no”, le respondí, “a ellos igual sí. Pero a mi no”, y el siguió comentándome. “Si el mismo partido lo retransmitieran varias cadenas a la vez, todo ese auto jabón estaría bien, porque sería una clara muestra de que la gente te ha elegido por tus méritos, pero cuando tú eres el único que retransmite un determinado partido de fútbol, a la gente le importa poco qué cadena se va a encargar, quién va a ser el comentarista y quiénes los colaboradores, lo que importa es el botoncito del mando que hay que pulsar para verlo y a qué hora hay que pulsarlo. Y por supuesto, en ese telediario no importa qué otras cosas pasaron, ya que va a ser más importante el momento que ellos sólo captaron de un determinado jugador sonriendo a una espectadora mientras calentaba en la banda, (el jugador, no la espectadora), o un aficionado con sobrepeso que lleva tatuado junto a su peludo ombligo el escudo de su equipo, que cualquier otro evento deportivo que haya podido ocurrir, por muy importante que éste sea, ya que solo existe lo que ellos retransmiten”, en ese momento giré mi vista a la pantalla y vi como ya empezaban a salir los primeros jugadores del vestuario, así que miré a mi loro y le dije, “calla y mira con atención la segunda parte, que creo van a hablar de los mejores restaurantes en la zona del estadio y qué pedirse en ellos, que es la diferencia que hay entre un simple ‘comentarista deportivo’ que sólo comenta el partido y un ‘como un turista deportivo’, que además de comentártelo, come, hace turismo y luego te lo cuenta.
el 24/03/2007 -
hola a todos, me estreno en este espacio con la idea de poder intercambiar musica, opiniones, criticas..... enfin cualquier inquietud asi que si os animais no dudeis en hacermelo saber.
el 21/03/2007 -
Poco a poco cada uno de nosotros fuimos recogidos por una “Familia” Saharaui, ahora éramos nosotros los acogidos, yo me quede para la ultima, bueno mejor dicho nadie fue a recogerme. En esos momentos era un mar de dudas. ¿Por qué no vienen? ¿No se habrán enterado que estoy aquí? ¿Cómo puede ser que se olviden de mí? ¿Qué hago yo en este lugar?
Unos guardias se dirigieron a mí, me preguntaron a que “Familia” pertenecía, les expliqué que era de la “Familia” de Mohamed, el conductor de la ambulancia del hospital, se reunieron unos momentos y cuando llegaron a mí, me dijeron, nosotros te llevaremos. En esos momentos me sentía totalmente desolada y olvidada, diciéndome una y otra vez ¡si quedamos que al llegar ellos me vendrían a recoger! ¿Qué ha pasado con todas esas llamadas en las cuales me pedían que fuera y ahora nadie viene? Los policías que me trasladaban veían mi cara de pena y compungida, en un mal castellano me decían, algunas veces las listas de los visitantes no vienen correctas.
Nada que me pudiera consolar ¿Cómo puede ser que solo mi nombre no viniera en las listas? ¿Y si no está la “familia” de “mi niña” por aquí? La pregunta seguro que la hice en voz alta porque me contestaron, ¡ah Sra. no pasa nada la mandaremos con otra “Familia” y seguro que estarán contentos con tener a una Española tan guapa como Usted! Por fin llegamos a la puerta de la casa de Mohamed el conductor de la ambulancia de Smara, mi corazón me latía con tanta fuerza que creía que se me saldría del pecho.
Me bombardeaban nuevas preguntas ¿serán ellos los que viven aquí? cuando por fin salió un hombre alto con bigote, lo reconocí de inmediato, lo había visto en fotos que me mandaron desde Tiduf, !sí, si, son ellos¡ ¡Gracias a Dios¡ Al verme el hombre estuvo un rato hablando con los policías, luego se vino a mi y me dijo, entra estas en tu casa. La casa era de ladrillos de adobe, todo un lujo, al lado de las Jaimas, (es así como llaman a las tiendas de campaña con un palo central, con un nombre muy característico debido a sus connotaciones simbólicas, es el palo que sostiene la tienda, familia, nación). A los lados de la casa tenía unos muros de ladrillos de la misma calidad, ni muy altos ni muy bajos, lo suficiente para guardar la intimidad del interior de aquel patio. Cuando entré había cuatro estancias separadas entre si, una servía de comedor y dormitorio de las mujeres, la otra mas pequeña en donde se guardaba el tesoro del arcón (Este arcón, fue llevado por ellos en su exilio a través del desierto, en el llevaban sus más preciados tesoros, todas sus pertenecías más queridas, de esas casas que dejaban atrás, aguardando el día en que regresen a su nación, el tesoro del arcón que básicamente es su ajuar, juegos de te de plata, alfombras, cubiertos, brasero jamás serán usados hasta que puedan regresar, este arcón pasa de padres a hijos, según su criterio de quien es el mejor portador de sus tesoros).En esta estancia es exclusiva, reservada para el arcón y para los hombres de la casa. En un cuartucho pequeño que había al lado pero separado por una leve distancia estaba “El cuarto de baño” Al lado del comedor o cuarto de mujeres y niños pequeños, estaba una estancia pequeñísima que la llamaban cocina, en ella tampoco entré demasiado, a las visitas no las dejan de que entren en la cocina, simplemente desde fuera le eché un vistazo había un especie de frigorífico una cocina de gas y un lugar donde había una pequeña puerta, más tarde me enteré que allí estaba su despensa, la cocina era la única estancia de la casa que la cerraban con llave incluso el portón tan solo lo cerraban con una cuerda y un pequeño cerrojo uno en la parte posterior y otro en la interior. En mi interior pensé algo que era incomprensible para mi, ¿Cómo pueden serrar la despensa y no su tesoro?
Autora:Purificación Ríos Torres
copyright© Purificación Ríos Torres (Barcelona) 2007el 19/03/2007 -
Tras estar un buen rato dando vueltas en la cama, y para evitar despertar con mi insomnio al resto, he decidido levantarme y encerrarme en el salón a oír algo de música. He ido sigiloso hacia el sofá, pero al pasar por delante de la jaula de mi loro, su aterciopelada voz me ha dicho, “¿Quién eres?”, “Tsssssch, soy yo”, le respondí en voz baja, “pero no grites que aún no es hora de levantarse. El resto aún duermen”, “¿y tú no?”, me preguntó, “no, no tengo más sueño”, le respondí, “yo tampoco”, me dijo él. Así que fui a su jaula y ya que los primeros rayos de luz empezaban a entrar a través del cristal del balcón, le quité el capuchón. “¡Qué cara tan mala tienes esta mañana!, ¿no?”, me dijo mi observadora mascota al verme, “llevo un rato despierto, y lo que he dormido, tampoco lo he dormido muy bien”, le aclaré, “¿Qué te pasa?”, me pregunto con interés, “Pues no sé”, le empecé a explicar, “es una sensación extraña que está casi permanentemente en mí, que me hace de vez en cuando no dormir bien y tener sueños tristes, o quedarme a veces como ausente. Es como esa molestia que uno tiene, que parece que no notas, pero que determinados movimientos te recuerdan que está ahí”, entonces mi mascota me miró y me dijo, “si me quieres contar algo, hazlo, pero no sé de qué estamos hablando”, “pues es como si notaras que hay algo nuevo dentro de ti, pero en cambio te falta algo que es eso mismo que en ti notas nuevo”, le intenté aclarar a mi confuso amigo multicolor, pero me temo que no tuve mucho éxito, pues me dijo, “mira, de verdad que si quieres contarme algo, adelante, pero no soy capaz de coger el hilo de esta conversación”, entonces me senté en el sofá, tome aire, miré hacia la jaula y le dije, “Vamos a ver cómo te lo explico. Por ponerte un ejemplo cotidiano y salvando las distancias, imagina que durante toda tu vida has tenido una botella del mejor vino, y esa botella la enseñabas a todo el mundo, la mirabas y contemplabas, ibas con ella de viaje, y ocupaba un lugar de privilegio en tu casa. Era una parte más de tu vida. Pero un día, por circunstancias de la vida te das cuenta de que el vino de esa botella se está deteriorando, y lo está haciendo de tal modo que ves que no hay marcha atrás, y el día menos pensado o se rompe el cristal o se le sale el corcho, pero es irremisible el hecho de que cada día que pasa es uno menos que te queda con tu apreciada botella de vino, haces todo lo posible por salvar a ese vino, pero el corcho cada día se sale un poco más, hasta que una tarde oyes un ruido, y cuando te acercas al botellero te encuentras la botella con el tapón quitado y tu vino desparramado por todas partes. ¿Vas viendo a lo que me refiero?”, entonces se le iluminaron los ojos, y con un gesto de confianza me dijo, “No. Pero sigue. Necesito ver cómo sales de ésta”, “pues muy fácil”, continué explicándole, “En ese momento asumes que has perdido tu vino, y que ahí acabó todo, pero desde ese día y sin saber cómo ni porqué, empiezas a notar que muchos alimentos te saben a ese vino, su olor está en múltiples lugares, y sobre todo, notas en ti una energía y vigor que sin poder explicarte cómo, te hace tener la certeza de que ese vino está dentro de ti y te sirve de motor en ciertas facetas de tu vida. ¿Lo entiendes ahora?”. Entonces mi loro me miró y me dijo, “lo del vino sí, lo de la fuerza casi, lo del corcho no, y ¡qué demonios!, lo del vino y lo demás tampoco. De verdad, me acabo de despertar y estoy bajo mínimos, si me quieres contar algo y ha de ser ahora, hazlo pero no esperes que te entienda”, “pero si es fácil de entender”, le insistí a mi mascota casi durmiente, “la cosa es que a veces digo algo y mi voz me suena a la suya, cojo algo o enciendo una luz y en vez de mi mano, veo la suya, y si encima llevo puesta alguna camisa o suéter suyo el efecto se multiplica, por otro lado, noto como si de algún modo decisiones importantes o hechos relevantes en mi vida se vieran inevitablemente abocados hacia la mejor opción, y esto son cosas que me hacen sentir bien, pero la verdad es que cuando pasas tres cuartos de tu vida con miedo a que algo ocurra y al final ocurre, es muy difícil encontrar la forma adecuada de ubicarlo en tu día a día. Yo creo que en un ser humano, no sé si en vosotros también ocurrirá, las peores situaciones son aquellas en las que el corazón va por un camino y el cerebro por otro. Es decir, esas situaciones tan triviales como el hecho de haberte tropezado con un jugador de fútbol en la calle o haber oído que en una televisión van a hacer hoy dos partidos, y que hacen que el corazón se dispare y diga, ‘ahora cuando lo vea que no se me olvide decírselo’, pero aún sin terminar la frase, el cerebro reacciona y te devuelve a la realidad, y es que la relación ha cambiado y hay que aprender a adaptarse a ella y a llevarla, hay que aparcar los cinco famosos sentidos y aguzar el sexto, el séptimo o el que corresponda en este caso”, en ese momento respiré hondo, apoyé los codos en las rodillas, pase lentamente ambas manos desde la frente hasta la nuca, allí entrelacé mis dedos, miré a través del cristal y seguí diciéndole, “y luego la luz de estos días del final del invierno y principio de la primavera, que me trae tantas cosas a la cabeza, ese aire que sopla que ni es frío ni caliente, no quieres ponerte triste, porque juntos nunca hemos estado tristes y no quiero empezar ahora..., pero..., la ventana vacía, las pisadas que sólo quedan en el recuerdo, y su sonrisa, en fin, no sé si nunca estando tan lejos lo he sentido tan cerca o es que nunca estando tan cerca he tenido la impresión de estar tan lejos. Supongo que como todo va a días, y dentro de cada día a momentos, pero cada vez que viene a mi mente la realidad un temblor surge dentro de mí como un terremoto con epicentro en el corazón que me hace estremecer . El caso es que dicho en activa, en pasiva con verbos regulares o irregulares, hoy también le echo mucho de menos, y de las pocas cosas que me consuelan es que cada vez que lanzo al viento la pregunta de que cómo está, hay algún indicio o alguna señal que me dice que me sigue respondiendo con su ‘estupendamente, ¿y por ahí?’, y me da fuerza para contestar que por aquí bien también”, y mientras decía esto, levanté de nuevo la vista hacia la jaula, y vi que mi multicolor amigo se había dormido, así que le puse el capuchón, me coloqué unos auriculares y empecé a oír a mi grupo favorito.
el 17/03/2007 -
Como cada año Valencia celebra su fiesta.Puede que sean los festejos mas musicales de toda la geografia española.Aqui y ahora hay cerca de 5000 musicos tocando por la calle animando a la peña.Si teneis un hueco no dejeis de venir,merece la pena.Yo mismo acabo de llegar de estar tocando por la city acompañando a mi comision.En serio,si te gusta la musica (toda) es una experiencia.No te la pierdas.
el 16/03/2007 -
Bueeeeeno, resulta que el guitarrista no se sentía identificado con nuestro proyecto, andamos en busca de otro,... si sabéis de algún guitarrista de Barcelona o ro-dalias que le encante la música de los 70 hacha al estilo 2007, avisad pf.
Saludos ;)el 16/03/2007 -
Pequeña entrevista realizada por el programa "El Elefante Sónico" a artistas pertenecientes al colectivo Extrematrónica en el Centro de Ocio Contemporáneo de Badajoz.
el 15/03/2007 -
El aeropuerto era tan rudimentario, que en la descarga de nuestros equipajes tardaron más de una hora y media, siendo los mismos policías militares los que nos pasaban los equipajes por “Una cinta”.
Por fin salimos de allí y nos subieron a una especie de autobuses, eran tan viejos que creo que por aquí en los desguaces los hay mejores. Cuando llegamos a Rabuni pasaron lista nos dieron algo de comer, nos dijeron si queríamos llamar por teléfono para decir que habíamos llegado, bien casi todos llamaron yo no quería llamar, me daba miedo simplemente no lo quería hacer, como el avestruz que esconde la cabeza en la tierra por lo que me pudieran decir sobre el estado de salud de mi hermana, llamé, pero di una excusa para quitarme pronto del teléfono .Mas que comer, intentaba no separarme de esa familia, no quería quedarme sola me sentía perdida, así que donde iban ellos iba yo. Nos prepararon la tienda de campaña, son esas tiendas militares que tanto se ven en las películas, ya en la tienda nos dispusimos a “dormir”.Creo que aquella noche nadie durmió, por la mañana cuando tocaron a diana nos dispusimos a levantarnos y asearnos un poco, con toallitas refrescantes. Cuando salí de la tienda vi una nube negra de moscas por todos los lados, ¡Uf dije yo que es esto¡ a lo cual me dijeron esto no es nada veras cuando llegues a los campamentos, allí si que hay moscas.
Nos dieron el desayuno algo de leche de camella y “café” joder que malo estaba aquello.
Al medio día salimos para los campamentos, ellos los denominan wilayas, unos nos dirigíamos a Smara, otros al Aium, Auserd, dajla. Nos montamos en los “autobuses”, yo iba radiante al ir al encuentro de esa chiquilla que echaba tanto de menos,
Todo tenía un color diferente era como si el paisaje tuviera un tupido velo color anaranjado, tan desolado sin un solo árbol ni casas, todo era arena piedras y sol.
Cuando llegamos a Smara, al paso del autobús se arremolinaron un montón de chiquillos corriendo detrás de nosotros y chillando ¡los Españoles!¡los Españoles! mismo hacían las personas mayores, ellas con su melfas y ellos con sus darrat.
Lo que más me sorprendió de todo es que los militares Saharauis, que nos hacían de guías nos dijeron que íbamos al ayuntamiento de Smara y que cuando se nos acercaran los chiquillos no les diéramos nada.
Yo aún me preguntaba el porque, y también si alguien se acordaría de que yo estaba allí.
Una vez en el ayuntamiento, el cual era un corral de ladrillos de adobe y una choza de igual calidad, enseguida empezaron los chiquillos a venir hacia nosotros. Tímidamente y sin apenas darnos cuentas nos encontramos rodeados de chiquillos sucios llenos de moscas, que se les posaban por todos lados, ojos, bocas, narices. Una niña ya mayor que me recordaba a Algalia, se dirigió hacia mi para pedirme algo de comer, y aquí comencé asentir una pena profunda, de esas que lloras aunque no lo quieras, las lagrimas se me caían si parar y por mas que intentaba no llorar las lagrimas seguían cayendo por mi cara, estaba totalmente derrotada, compungida, añoraba mi casa mi gentes y a la vez no entendía como podían vivir allí toda estas personas. La mayoría de los niños tenían la nariz llena de mocos verdes, de esos que salen y entran, lo más curioso fue que ellos ni siquiera se molestaban en quitárselos.el 10/03/2007