The Real Klausmaria escribió:
En mi experiencia en este y otros foros la docencia musical (la docencia en general) es profundamente reaccionaria a cualquier innovación y tiene una tendencia desaforada al culto a metodologías que no se sustentan en evidencia científica alguna... pero bueno.
¿Es profundamente reaccionario y poco científico sostener que para tocar bien un instrumento la mejor manera es que un músico y profesor con experiencia te escuche, tome nota lo que está sonando mal y te ofrezca crítica y posibles soluciones? Ese alguien (en rarísimas ocasiones al principio de la formación, casi exclusivamente en estadios avanzados) puede (eventualmente debe) ser uno mismo.
La innovación por la innovación también puede ser perniciosa, crear falsas expectativas y hacer perder mucho tiempo buscando milagros. La inercia es algo natural, para desmontar un sistema tradicional hay que presentar evidencias muy fuertes. Básicamente, montar una escuela con los nuevos métodos y demostrar a largo plazo que sus graduados aprenden consistentemente mejor o más rápido. Si no, lo normal es que la gente se quede con lo que hasta entonces ha ido funcionando, cuya mediocridad está al menos bien comprobada. No es algo que se pueda cambiar de un año para otro.
La enseñanza de música, como muchas otras, no es impermeable como sostienen los tópicos. Décadas antes de las apps, las grabadoras de sonido se vienen usando desde que son asequibles, los vídeos educativos VHS, los discos o cintas play-along, tocar discos de 45 rpm a 33 rpm para facilitar la transcripción...
Las apps, o los teclados con indicación visual de tecla, pueden ser un juguete motivador en estadios muy iniciales. Esencialmente son una base de datos de canciones y las instrucciones más crudas para el primer paso de tocarlas: llevar los dedos (de cualquier manera) a las teclas adecuadas. Más o menos como una partitura o método en papel de toda la vida, con colorines y animaciones, ahorrando las escasas semanas en las que se aprende a descifrar la notación musical, y con el inconveniente de que la información de pura digitación es menos significativa que la simbólica de la partitura. Pero en el estado actual de la tecnología no les veo yo mucho recorrido en la tarea de educar un oído crítico y en desarrollar una propiocepción fina y consciente.
Luego tenemos las apps en funciones de apoyo, que vienen a ser una evolución tecnológica de medios tradicionales, quizá algo más convienentes logísticamente, pero nada revolucionario pedagógicamente: grabación y reproducción de audio y vídeo, play-alongs, gestión de partituras o libros (un poco pequeñas las pantallas manejables) o labores administrativas, como indica
#2 . Lo de la versión profesional de referencia está bien, siempre que se entienda que es un buen modelo inicial que, eventualmente, hay que dejar atrás.