A ver, yo, aunque creo que tengo de más de bichos para esta casa, y que se abusa de las mascotas (a partes iguales es moda y es un derecho, así que cada cual con las suyas; pero hay mucho irresponsable), soy amante de los animales y creo que son pequeños, majos e inocentes, más débiles que otra cosa.
Pero esa desadhesión con harpo es la que uno se puede esperar si no cumple con determinados requisitos en boga (no aquí, en toda la sociedad actual, más farisea que la virgen y bienpensante de pret a porter: puritana al cabo). Lo que plantea harpócrates es excesivo, bastante disparatado, tampoco la oposición me ha parecido, al margen de la ira y el exabrupto muy lúcida; pero todo ataque ad hominem, todo caza de brujas, este parecía majo, pero, mira, le hemos pillado el lado oscuro, el otro le incita o no le reprende, así con todo.
Pues Harpo será majo por los cojones, como la mayoría de los de aquí, o estará sin curro y hasta los mismísimos, en un país que no le garantiza un mínimo de cobertura (grandes logros económicos) y a lo mejor está hasta los güitos de los abusos de sus congéneres o convecinos andinos, que a lo mejor no cuidan ni a gatetes ni a niños, y a lo mejor se ha dejado llevar por la ira.
Yo desde luego, en un sitio como ese no viviría, mis gatos, ya digo, los conocemos nosotros, las vistas y el veterinario, que es amigo, que mi hija estuvo haciendo prácticas de estudiante en su pequeña clínica y nos cobra a costo.