Intentad id más allás de: "Eres un cromañón", "pues anda que tú". (lo cual parece un chiste absurdo de faemino y cansado -que buenos eran por cierto)
Como estamos en verano y los hippies megachachis estamos aburridos, además de que el calor nos derrite nuestra, ya de por sí escasa, masa gris, voy a hacer publicidad del libro "Vivan los animales", recomendable lectura para playas y casas rurales. Pondré títulos a los párrafos para que se pueda leer desordenadamente.
Tradición "española" en el siglo XVII y más allá
En la España del siglo XVII los nobles aburridos, cuando no estaban cazando, entretenían sus ocios alanceando los toros a caballo. El pueblo llano los torturaba a pie. En el Alcázar de Madrid se laceraba y acribilla a a los toros hasta que estos, desesperados, se lanzaban por un portillo abierto al precipicio posterior, que daba al Campo del Moro, en el que caían y se estrellaban, destrozándose y saltando sus miembros y vísceras por el aire, con gran regocijo de una corte grosera que miraba y aplaudía [...] A Felipe III le gustaba mucho esta variante de la tauromaquia.
[...] En la Inglaterra, las fiestas de los toros no eran menos crueles que en España. como Viky Moore ha documentado, desde el s. XII hasta el XVIII eran frecuentes los espectáculos de bull-baiting, en los que el toro era hostigado, acribillado, atado, mordido por perros especialmente amaestrados. Esta fiesta se celebraba en un bull-ring o plaza de toros circular, con los espectadores situados en gradas alrededor.
Primera plaza de toros fija de Barcelona
El torín, con capacidad para 13000 espectadores, fue edificada en La Barceloneta en 1834. Al año siguiente, el grosero público asistente, ebrio, irascible y descontento por la mala calidad de la corrida, salió a la calle y protagonizó graves incidentes, tras los cuales se dedicó a quemar todos los conventos e iglesias de Barcelona.
Banderillas de fuego
Los toros siempre han sido pacíficos herbívoros, sin la más mínima predisposición a atacar a nadie, por lo que con frecuencia se quedaban quietos y "no cumplían" con las expectativas de la plebe soez que los contemplaba. Como "castigo" se le ponía al toro banderillas de fuego, es decir, cartuchos de pólvora y petardos, que estallaban en su interior, quemándole las carnes y exasperando aun más su dolor. Más tarde las banderillas de fuego fueron suprimidas, sobre todo para no horrorizar a los turistas, a los que se suponía una sensibilidad menos embotada que los encallecidos afinionados hispanos.
PREPARACIÓN DEL TORO
En la corrida, la tortura del toro empieza ya antes de que el inocente bóvido salga al ruedo. A veces se le untan los ojos de vaselina para dificultar su visión (ya de por sí mala), se introduce algodón de estopa profundamente en su nariz para dificultar su respiración, se le golpean los riñones con sacos terreros para reducir su fuerza, se le liman o afeitan las puntas de las astas, etc. Todo esta "preparación" no está prevista en el reglamento, pero como no se realiza a la vista del público nadie dice nada. Lo que ocurre es que luego, durante la corrida, los toros están tan debilitados que con frecuencia se caen al suelo por sí solos, provocando las protestas de los aficionados. De hecho, los críticos taurinos suelen considerar que el principal problema de las corridas actuales es la inusitada frecuencia con que los toros se caen.
Una vez acabada la "preparación", el toro tiene que salir del toril al ruedo. En realidad, este pacífico herbívoro está asustado y no tiene ningunas ganas de salir al ruedo ni de atacar a nadie. Todo lo que desea es que le dejen en paz, y volver a pastar hierba. Por eso, en el momento, de salir, se le clava "la divisa", para que salga disparado por el dolor. Inmediatamente siguen unas faenas de capote, en las cuales el torero da unos pases vistosos al toro. El único momento de la fiesta taurina que una persona sensible puede contemplar sin sentir ganas de vomitar. A partir de ahí empieza el infierno, dividido en tres "tercios".
LOS TRES TERCIOS
En el primer tercio o tercio de varas, según el reglamento taurino promulgado bajo Corcuera, "el toro será sometido al castigo apropiado". Resulta sorprendente que una barbaridad de ese calibre haya aprecido en el BOE. El matador da instrucciones al picador para que "castigue" al toro, es decir, para que le rompa los músculos del cuello y la espalda. El encargado de castigar es el picador, un sádico que normalmente goza de pocas simpatías incluso entre el insensible público taurino. Apalancado en su enorme caballo acorazado, perfora una y otra vez con su vara o pica a su víctima. Busca el sitio de un anterior puyazo y sigue barrenando, es decir, moviendo circularmente la pica, que penetra hasta 40 cm en el animal, destrozando sus músculos, mientras chorrea sangre.
Después el tercio de varas viene el de banderillas. Al animal descuartizado por el picador todavía se le clavan una serie de harpones (llamados banderillas) en el dorso, para que siga sangrando y la tortura no se acabe tan pronto...las banderillas, además de una tortura para el toro, son un gran peligro para los toreros, como afirmó el torero Chamaco en una entrevista en TV
En cualquier caso, en el último tercio llega por fin el momento de matar al toro, que si se hace bien, de una estocada limpia que le alcance el corazón, será el único momento de piedad de la corrida, poniendo fin al sufrimiento del animal. Por desgracia, los "matadores" suelen ser unos carniceros patosos, que con frecuencia fallan sus estocadas, teniendo que repetir una y otra vez la introducción del estoque (una espada de un metro), y perforando los pulmones del toro, que se van encharcando de sangre. si el torero sigue sin acertar, otro matarife le clavará un cuchillo (la puntilla) tantas veces como sea necesario.
TÍPICOS ARGUMENTOS A FAVOR DE LA CAZURREZ
1) También hay otras salvajadas.
2) La corrida es tradicional
3) Los toros sí sufren, pero antes lo pasan bien
4) Sin corridas, los toros de lidia y las dehesas en que se crían desaparecerían
5) (*)
no voy a copiar las respuestas de Mosterín, que para eso está el libro. Solo saco una frase que me hace mucha gracia "En vez de escuelas taurinas, lo que necesitamos son escuelas de reconversión profesional de picadores y toreros en ciudadanos útiles". Afortunadamente -dicho con cierto cinismo- las corridas serán prohibidas tarde o temprano, la cuestión, como apunta Mosterín es que "cuanto antes llegue ese día, tanto mejor"
(*) Un neurólogo taurino español, ha tenido la graciosa idea de que los toros no sufren, ya que el sistema que hace sentir "el dolor" se bloquea tras las primeras heridas profundas. Argumento interesante para aducir que por ejemplo, una cámara de gas no debe ser tan mala, una vez bloqueada la conciencia. Mi falta de formación y títulos en neurología, me impide demostrar que las decapitaciones con gas hilarante, o simples cosquillas en paises pobres, deben ser para partirse de risa.