patrolio escribió:
Vale, ya al menos entramos un poco en debate.
En contra de lo que pueda parecer el tema me interesa bastante (más la falta de calidad democrática del sistema en que vivimos y la falta de alternativas a la oligarquía cleptócrata como forma de gobierno) y últimamente he leído al menos un par de cosas en esta línea, pero desde puntos de vista divergentes.
Por un lado Capitalism for the People de Luigi Zingales, que achaca la mayor parte de los problemas del capitalismo occidental (y por extensión de las democracias occidentales) al auge del nepotismo. Para Zingales, de origen italiano, los países latinos/mediterráneos estamos de algún modo predispuestos o somos mucho más tolerantes con el amiguismo/nepotismo tanto en la concesión de contratos, selección de personal, etc... el nepotismo lo impregna todo y destruye la base del sistema capitalista: la competencia.
El diagnostico de Zingales es que el nepotismo se está extendiendo a países de la órbita protestante que antes parecían inmunes a él, como los EEUU o el norte de Europa. Quizás no en la forma "de calle" del enchufismo latino, pero sí en forma de cohabitación del poder económico y político (tránsito de cargos del FED a Wall Street y viceversa).
Zingales no es obviamente un progre, al contrario, da clases en Chicago así que hazte una idea. Pero al menos reconoce y apunta una explicación a la decadencia de la democracia capitalista occidental que vivimos.
El otro libro, con el que aun estoy, es La Economía del Bien Común (oh!) de Christian Felber... que niega una de las premisas básicas de la economía neoclásica: que la competencia es el mejor mecanismo para la eficiencia de los mercados (herejía
) y que argumenta que el monetarismo ha desplazado el objetivo del bienestar (de la mayoría) al dinero (la forma "inexacta" de medirlo). Y luego se enreda en un modelo buenrollista de economía más o menos dirigida.
Aunque mis propias tesis están más cerca de Zingales que de Felber, debo decir que Felber tiene razón al cuestionar la competencia como mecanismo único del mercado y apuntar a que es la falta de valores lo que destruye el modelo. Y aunque el modelo de Felber, basado en un sistema de recompensas fiscales a las empresas que más contribuyen al bien común, me repele de antemano porque es muy manipulable (ingeniería social) el hecho es que la competencia pura y dura también se ha demostrado manipulable (y tanto) y poco eficiente en mejorar de forma sostenida los estándares de vida de la mayoría, al menos desde la caída del Muro.
Y sí, aunque los nórdicos no son inmunes a la porquería ética nuestra falta de cultura de asociacionismo sí viene definida por una cultura ética si no inferior sí diferente.