Gilisando escribió:Si sacas al mercado un producto nutriéndote de fallos y avances de la competencia, no saques un producto inferior a igual o superior precio.
Supongo que se debería limitar el derecho a producir.
Gilisando escribió:somos libres de elegir pero, entonces, que no nos lo intenten vender como la pera limonera.
Mientras no exista una limitación del "derecho a producir" podrán venderlo al precio que quieran si no es declarado producto de primera necesidad.
Hay editores de partituras profesionales y de 10 a coste cero, tienen un modelo de negocio en el que ingresan por productos asociados. No hay pera limonera más barata que la que uno coje del árbol. Pero no todas las peras limoneras son iguales, aunque tengan forma de pera.
Respecto a la filosofía del "todo grátis" ya me gustaría a mí que los mecánicos de coches trabajasen por la cara, los panaderos regalasen el pan y los ingenieros te hiciesen los proyectos a cambio de un abrazo. Cada cual se gana la vida como puede y valora lo que produce como cree que debe.
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Off topic reflexivo, por alusiones clónicas
A veces lo barato sale caro. Hace años por necesidades de trabajo tuve que comprar una licencia de un programa de cuyo nombre no quiero acordarme, "solo 79€" y licencia vitalicia decían. Sí, pero una sola licencia. El resto de editores permiten instalarlo en al menos dos ordenadores o tener un sistema de portabilidad de licencia como el USB-eLicenser que permite usarlo en cientos, con lo que puedes moverte sin tener que cargar con el ordenador. En este ignoto programa, para poder usarlo en dos ordenadores o más (lo necesito por cuestiones de viajes y trabajo), tienes que pagar más licencias. Tener dos licencias ya suma 160€, no es mucho comparado con otros. Pero claro, nada de VSTs, integración con la edición de vídeo para bandas sonoras, ReWire, etc. Son prestaciones también por las que algunos pagan un precio que consideran justo en Dorico. Es como un coche con o sin aire acondicionado, es más barato el que no lo tiene, anda igual, pero si vives en un lugar cálido puede que merezca la pena pagar más por no cocerte mientras viajas...
La segunda sorpresa es que, teniendo dos licencias del ignoto programa, no puedo usarlas ni en el actual ordenador de sobremesa ni en el portatil. Razón, cambié hace 8 años a Mac y las licencias también son únicas para el sistema operativo, no puedes desactivar la licencia en Windows y activarla en Mac, no. No hay modo ni oferta por portabilidad de sistema operativo aunque no vayas a volver a utilizar la licencia en Windows (lógico por otra parte en su sistema de negocio. Alguien tiene que seguir comprando licencias)Si quiero usarlas en Mac o en Linux, tengo que pagar de nuevo otros 160€ por sistema operativo. Estamos ya en 320€ que es algo más de lo que me costó la licencia educativa de Dorico.
Respecto a las actualizaciones gratuitas, el ignoto programa lleva décadas en la versión 9.x.x con pocos o ningún avance en funciones habituales en el resto de editores de partituras. Fue un gran editor que compitió con Finale y Encore hasta principios de los 90. Supongo que por los mismos problemas económicos que Encore despidió a su equipo de desarrollo y redujo su evolución a un mantenimiento igual que el de Encore, programa aún a la venta pero sin novedades de altura reseñables.
No es lo peor. Al abrir la versión actual en Mac (actualizada, pero en modo demo) el comportamiento del desplazamiento en pantalla para moverse por la partitura no solo es lento, es eeeeterrnooo. El sistema se vuelve inestable y tengo que forzar el cierre. Parece que no lo han actualizado para ser compatible con el Trackpad de Mac o el Magic Mouse en Mac. Así que la actualización necesaria no parece llegar nunca. Es normal, poco dinero para invertir en desarrollo y poco feedback con los usuarios del programa en diferentes sistemas. El mundo se mueve con energía, y la producción necesita dinero con el que comprar tiempo de programación y pagar a los programadores.
Comento esto ya que amablemente sacas el tema, por aportar otra experiencia al problema económico de los consumidores de editores de partituras.
Por mi parte corto y cierro.