Y es cierto que parece que a Pablo Iglesias en un cara a cara va a ser dificil ponerle en un aprieto. Parece un tio con bastante agilidad dialéctica.
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tinkle escribió:es un programa elaborado de forma asamblearia por gente de la calle sin intereses espureos detrás. Y la gente de a pie tiene bastante mas sentido común que los tecnócratas de los partidos.
Pablo Echenique, eurodiputado de Podemos escribió:¿Su partido está en contra de los transgénicos?
Sí, en el programa lo llevamos. Obviamente como científico no estoy en contra de los transgénicos per se. Es como la energía atómica, no es ni buena ni mala, sino que depende de para qué la uses. A día de hoy, los transgénicos están bajo el control de unas cuantas multinacionales que tienen un poder muy elevado. Imponen sus condiciones sobre pequeños campesinos. Gente que no tiene poder de negociación para decir qué cultiva, cómo, cuándo, a qué coste y de qué manera. No he tenido el tiempo suficiente de discutir el tema con mis compañeros de partido y estoy seguro de que habrá gente desinformada que piense que son malos per se. Ya me encargaré yo de convencerles de que no. Por una lado, habrá gente que rechace los transgénicos de una manera intuitiva, como algo malo que hace el sistema para alterar la naturaleza y jugar a ser dios, lo que a mí me parece absurdo. Pero por otro lado habrá gente más instruida que cuando piense en transgénicos no pensará que jugamos a ser dios, sino que pensará en Monsanto.
klausmaria escribió:Y respecto a Marx no deja de ser uno de los economistas más relevantes de la historia, comunismos aparte.
Emilio Galsán escribió:
O, más bien, de marxistas (línea Groucho)
Debo tener algún tipo de discapacidad porque la verdad es que nunca me hicieron demasiada gracia.
Alguien escribió:Se trata de una obra de investigación de uno de los más jóvenes (43 años) y brillantes economistas franceses, Thomas Piketty, que abarca un periodo de 250 años. El libro se titula Le capital au XXIe siècle (Seuil, Paris 2013). Aborda fundamentalmente la relación de desigualdad social producida por herencias, ingresos y principalmente por el proceso de acumulación capitalista, teniendo como material de análisis particularmente a Europa y Estados Unidos.
La tesis de base que sostiene es: la desigualdad no es accidental sino el rasgo característico del capitalismo. Si la desigualdad persiste y aumenta, el orden democrático estará fuertemente amenazado. Desde 1960, la participación de los electores en Estados Unidos disminuyó del 64% (1960) a poco más del 50% (1996), aunque haya aumentado últimamente. Tal hecho deja ver que es una democracia más formal que real.
Esta tesis, sostenida siempre por los mejores analistas sociales y repetida muchas veces por el autor de estas líneas, se confirma: democracia y capitalismo no conviven. Y si aquella se instaura dentro del orden capitalista, asume formas distorsionadas e incluso rasgos de farsa. Donde entra, establece inmediatamente relaciones de desigualdad lo cual, en el dialecto de la ética, significa relaciones de explotación y de injusticia. La democracia tiene como presupuesto básico la igualdad de derechos de los ciudadanos y el combate a los privilegios. Cuando la igualdad es herida, se abre espacio al conflicto de clases, a la creación de élites, a la subordinación de grupos enteros, a la corrupción, fenómenos visibles en nuestras democracias de bajísima intensidad.
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