Ayer podía haberla liado otra vez, o me la podían haber liado...; aunque, si me fío de mi instinto, o de lo poco que pueda quedar, no era el mismo tipo de tipo. Aquella era un tía fea y cabreada, (y que fingió una agresión, que es lo morrocotudo) apuesto que no había despuntado en su vida por pertenecer a alguna corriente de medicina con un añadido social (si es que no es suficientemente social la medicina...), o enganchada en proyectos humanitarios en el tercer mundo (ni eso supone para mí un suplemento de ningún tipo, allá cada cual), esa era una señora médico cabreada con el mundo (como lo estamos todos de una manera o de otra o en una cantidad u otra) que interpretó que mi urgencia por conseguir antibióticos viniendo de una prescripción de un odontólogo (que ahora ya no son médicos y cobran a los clientes) no podía ser sino un abuso de lo público de parte de un aprovechado sabelotodo (yo), que además ya les había presentado varias quejas y así me recibió y así me la montó.
Lo de ayer es otra situación, médico joven, y tío que llega tarde a una consulta, el contexto histórico es diferente, a la sobra (que a la luz poco del heroísmo de clase, de clase médica, que reúne según algunos a médicos y a administrativos follones de centro de salud en zonas casi al margen de la pandemia) y del nervosismo corporativo que se traduce un una zanguanga choni llamado de tú (de tú le llamas a tu puta madre, guapita...) a los viejitos, par que no sólo se preserve la salubridad ; sini que se preserve y se compense la rabieta de ser los que reciben a gente supuestamente contagiadísma de Covid, ésto lo aplican con el mismo rigor que en las urgencias de la Paz o más; (que no en las urgencias; pero sí en diagnóstico por imagen de odontología de la paz he estado dos veces recientemente y de lo más normal, ni numeritos ni alaracas, mascarilla y punto, y era una panorámica de boca, será que en los hospitales sí que saben donde empieza y donde acaba el riesgo, que lo han sufrido, éstos de los ambulatorios lo han sufrido en los balcones y por la tele, no te jode.
El caso es que tengo una especie de verruga creciente que me ha salido en el cielo del paladar (un fibroma, un papiloma, cancerígeno, no cancerígeno, ya se sabrá), no se si en el duro, en el blando o entre medias. Me dio un volante el de cabecera nuevo (en otro centro que aquel de mierda) que es por cierto el director de ese centro y es un tío bastante majo serio y cabal para ir al centro de especialidades de Peña Grande (que está en la calle Isla Cerdeña y es una zona imposible de aparcar), fui ayer, un poco justo de tiempo porque me lio el navegador; pero, aparcar, qué sabes tú..., cuarenta minutos o así tarde llegué, de ellos más de cinco en pasar la puerta y pasar por ese protocolo más aspaventoso que los de la Nasa al Alien de E.T. cuando empezó a estar gris verdoso (esto encima a las 9,10 que yo lo más pronto que me levanto ahora es a las 10,30...). Llego, veo que ya había gente dentro y gente fuera, cuando vi una que parecía un enfermera a puto de jubilarse (bastante más vieja que yo que ya es decir) le advertí de mi presencia y le dije que si volvían a pedir volante, me dijo, adusta ,que no que ya se había pasado eso y al saber que pasaban unos 35 minutos serían, de la hora a la que se me había citado, me advirtió que eso muy mal, que por qué no les había llamado ¿desde dónde y a adonde? le contesté, ¿desde el coche para decir que estoy dando vueltas y no encuentro donde aparca aun teléfono que no se y que no atienden (que de eso ya comentaré después); pero tras pensárselo dos veces, que antes hizo ademán de que mre tuviera que ir, me dice que me espere al final, y yo (que me hubiera ido, no soy de los que buscan excepciones) le dije que muy bien, que perfecto, que así lo haría, sin mostrar disconformidad.
Debió ser que en realidad, si a la cita de las 9,10 le correspondía que entrara el tercero (es una suposición), el tercero entraba a las 9,50 porque me llamaron, lo cual me extrañó, lo primero, paripé, carítas largas de Don Carmelo (todavía me ven en uso y no me tutean como a los viejos reptantes, que son el repto...,claro, les llevan los hijos o los nietos, que ven la herencia cercana y a dar vueltas con el coche) hay que venir a la hora, esto es un servicio público, en fin reñirme, y no hamijos, a mí ya no me va a reñir nadie, ni que sea un médico heroico de centro de especialidad en la vanguardia de la lucha por la vida, cogí el papel y le dije que no estaba dispuesto a correr riesgos (si podéis ir con testigos a una consulta, por desgracia la mayoría no lo necesitan; pero hay mucho agraviado y son autoridad; y, yo al menos, no quiero tener más líos (que los tengo cojonudos, no los voy a explicar aquí, más que nada por unos cuantos que me tienen tirria y el placer se lo van a tener que aguantar hasta la esquela...) le dije: mire ha tenido consecuaencias muy desagradables por controversias en un espacio en el que hay alguien con supremaciía legal sobre ,mí, doy por finalizada esta reunión y ya buscaré otro médico.
Y, le guste al de cabecera a a la puta madre del topo, es lo que voy a hacer; el médico, joven y en buen uso seguramente ha provocado en reacción un tanto exagerada, no hubo de su parte abuso de esa autoridad recibida a golpe de escándalo; pero que no ha sido derogada (a los profesores creo que sí se la han quitado, vas a comparar...); seguro que es más majo que un sol, ya; pero no quiero correr riesgos y es que además no me sale de los huevos.
No me sale seguir aguantando esos paripés
Ni ver cómo están actuando de quintacolumnistas los soguillas manguitos de los centros de salud no cogiendo el teléfono, no tanto o no sólo por caos y sobrecarga; de lejos por cabreo, el mismo que ahora tenemos cada vez más sexagenarios que nos vacunaron con la Astra Zeneca y cuando son tan rigurosos como para multar por ir sin mascarilla (que me cago en todo, lo poco empírico que sustenta esa represión, por más que hasta ahora la he acatado y la he defendido de los intoxicadores desestabilizadores), son tan laxos sugiriendo una segunda vacunación con otra vacuna para lo cual simplemente no hay ni de lejos ensayos suficientes.
Que puede que este médico, más majo que las pesetas, todo esto del coctel de vacunas-chapuza le parezca fatal como ciudadano y peor como médico, ya...; pero él es autoridad y yo soy yo. Lo que no voy es a hacer causa común ni aplausitos, cada perro se lama su minga, prefiero morirme desatendido que llegar a viejo babeante dejándome llamar de tú: muy bien Don Cosme, cuidado con el taca taca no se vaya a caer....
Escrito esto, mi reconocimiento por una cantidad muy considerable de médicos, que no tiene por qué aguantar impertinencias, ni yo mierdas ni acuartelamientos tampoco.
Consecuencias para todo de este estado de cosas: privatización inminente, cervecita ayusiana, coleguitas y paganini.