Resulta que en 1980, después de los primeras elecciones al Parlamento de Cataluña, la suma de los tres partidos de izquierdas de entonces (PSC 33, PSUC-25 y ERC-14) daba una holgada mayoría absoluta que habría convertido a Joan Reventós en Presidente de la Generalitat. Pero he aquí que ERC, incomprensiblemente, había caído en manos de un abuelo decrépito que prefirió aliarse con CiU y con los reductos del franquismo (UCD), dando a Pujol el poder durante 23 años.
Según él había que evitar que Cataluña cayera en manos soviéticas, aunque el PSUC era un partido plenamente democrático que había roto con la URSS hacía 20 años y había sumado al eurocomunismo. De hecho, ya habían gobernado PSUC-ERC 1936 en pleno auge estalinista, precisamente cuando Barrera entró en el partido.
Barrera se convirtió en Presidente del Parlamento y cedió el liderazgo de ERC en un multimillonario neoliberal llamado Joan Hortalà (actualmente Presidente de la Bolsa de Barcelona) que arrastró el partido a unos miserables 5 diputados, el peor resultado de la historia del partido de Macià y Companys.
Una vez apartado de la primera línea política, el Führer Heribert fue protagonizando sonados escándalos políticos cada vez que abría la boca y dejaba clara y diáfana su postura nazi, comprometiendo a la dirección actual republicana. De hecho, la federación barcelonesa de ERC pidió su expulsión.