plas plas plas ya era hora maestro
http://www.flamenco-news.com/pacodeluci ... ticias.asp
"Como exclusiva para nuestros lectores nos satisface anunciar que el guitarrista de flamenco Paco de Lucía ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2004. Eso significa el máximo reconocimiento institucional al arte flamenco y en concreto a uno de sus más significados representantes de todos los tiempos.
Un intérprete que, como el arte al que representa, alcanza de esta manera la máxima distinción cultural que se concede en nuestro país partiendo de los más humilde orígenes. Tanto Paco de Lucía como el propio arte flamenco se han ganado con todo el esfuerzo y tesón este premio. El arte flamenco lo ha tenido más que difícil a nivel institucional puesto que los intelectuales han tenido siempre una relación complicada con el mismo. Desde la franca hostilidad de la mayoría de integrantes de la generación del 98 hasta el paternalismo no menos perjudicial de los organizadores del concurso de Granada de 1922, y su rechazo de los profesionales del flamenco, la elite cultural hispana no se había implicado hasta ahora en la defensa de este arte de raíz, pese a ser la más genuina manifestación musical de el sur de Europa. Enhorabuena por tanto al jurado de este Príncipe de Asturias de las Artes 2004. Ya era hora. Por esta razón podemos afirmar que este reconocimiento, que no es otra cosa que el reflejo del que en el mundo entero se prodiga al arte flamenco por millones de personas, lo han conseguido los intérpretes con esfuerzo y con escasos apoyos institucionales. Así en España seguimos sin un Conservatorio Flamenco, sin una Universidad de Flamenco. Las clases medias, por lo general, siempre vieron el flamenco, pese a disfrutar de él y con él, como arte tabernario y de “gente del bronce y mal vivir”. Ya era hora.
Un patrimonio universal de melodías, pasos de baile. Un corpus portentoso de poesía lírica de primer orden. Una cultura, una forma de vida bohemia, distinta. Un crisol de tradiciones, de culturas: andaluzas, cristianas, gitanas, moras, extremeñas, judías, americanas. La mejor tarjeta de visita de la cultura hispana en el extranjero. Arte de la fusión y de la conexión: América, Barcelona, África, Cádiz, Montpellier, Dos Hermanas, Tokio. Una forma de vida extendida por todo el planeta. Arte de la pureza y de la fusión. El más nuestro y sin embargo el más desconocido y vilipendiado entre nosotros. Humanísimo y por tanto universal, pero genuino y por tanto local, próximo, cercano, propio. Una forma de estar, de entender los humanos sentimientos, desde la pena, la tragedia de la seguiriya, al estoicismo heroico de la soleá. Desde la alegría de vivir de los tangos o las bulerías al ensimismamiento tétrico de la milonga. ¿Hay otro arte en el planeta que tenga entre sus géneros a la “alegría”? No me digan que no merecíamos ya el premio. El flamenco es un patrimonio universal porque supone la perpetuación contemporánea, por el azar o el empeño de los andaluces, de una suerte de rito ancestral de éxtasis de la existencia. El flamenco es uno de los pocos ritos vivos que nos van quedando en este tiempo descreído, alucinado y momificado. En fin que a algunos, de dentro y fuera de este arte, les gustaría que siguiera en la caverna, en la que nunca estuvo por otra parte. Cositas de la realidad: a los flamencos les ha tocado ese mochuelo, el de divertir y ser chivo expiatorio. Pero ya ha llegado la hora de verlo como lo que es: una cultura, una forma de vida. Y más que todo eso, una música. ¿Puede haber destino más alto sobre este planeta? ¿Alguien conoce un misterio mayor que este de la música? Una música, ritmo y melodía, eso es flamenco. Que lo mismo vale en Ronda que en Ámsterdam. Es sólo cuestión de conocer unas claves mínimas y por lo demás dejar el corazón volar en las alas de la malagueña de Chacón, del fandango de Marchena. De la rondeña de Ramón Montoya, las soleares de Manolo de Huelva y el Niño Ricardo, la bulerías de Paco de Lucía. Ya era la hora de decir que sí, que éste es un patrimonio precioso, único.
El guitarrista Paco de Lucía luchó desde sus inicios artísticos por el reconocimiento de su arte. De los flamencos en general y de los guitarristas, muchas veces relegados a la condición de sufridos acompañantes, en particular. Esa lucha, esa rabia flamenca, ha sido uno de los motores que le han llevado a revolucionar este arte en varias ocasiones, lo que le llevó al diálogo con otras artes musicales de raíz popular como el jazz, un encuentro que ha sido trascendental para el flamenco de las últimas décadas. Lo que le llevó a dignificar la guitarra de concierto y convertir, gracias a su popularidad, a los guitarristas en los músicos flamencos más conocidos internacionalmente. Con este premio ve reconocido al fin, a nivel oficial, su lucha de años. Sin embargo justo es decir que el público de todo el planeta hace décadas que se rindió a su arte. Un galardón que reconoce el simple hecho de que estamos ante el más importante músico español vivo.
El tiempo del servilismo de cuarto en la Alameda de Hércules sevillana ya hace tiempo que pasó. Un arte maduro en el concierto de las artes, esto es, que puede hablar de tú a tú con otras manifestaciones artísticas. Un arte adulto se merecía ya este tipo de reconocimiento que honra, tanto a los receptores como a los que lo conceden. Esperemos en fin que tras esto venga la cátedra universitaria y el conservatorio, o al menos la dignificación tanto de los hechos artísticos en sí como del acercamiento disciplinar-científico a los mismos. Porque, como decíamos más arriba, los artistas flamencos ya han hecho su parte, legándonos un precioso y monumental patrimonio de poemas, melodías, ritmos, armonías y pasos de danza. Y sobre todo, poniendo su alma al pairo, a merced de la expresión sentimental, en lucha con lo otro, con lo absoluto. Por nosotros."
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http://es.news.yahoo.com/040714/4/3j1sr.html
http://www.flamenco-news.com/pacodeluci ... ticias.asp
"Como exclusiva para nuestros lectores nos satisface anunciar que el guitarrista de flamenco Paco de Lucía ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2004. Eso significa el máximo reconocimiento institucional al arte flamenco y en concreto a uno de sus más significados representantes de todos los tiempos.
Un intérprete que, como el arte al que representa, alcanza de esta manera la máxima distinción cultural que se concede en nuestro país partiendo de los más humilde orígenes. Tanto Paco de Lucía como el propio arte flamenco se han ganado con todo el esfuerzo y tesón este premio. El arte flamenco lo ha tenido más que difícil a nivel institucional puesto que los intelectuales han tenido siempre una relación complicada con el mismo. Desde la franca hostilidad de la mayoría de integrantes de la generación del 98 hasta el paternalismo no menos perjudicial de los organizadores del concurso de Granada de 1922, y su rechazo de los profesionales del flamenco, la elite cultural hispana no se había implicado hasta ahora en la defensa de este arte de raíz, pese a ser la más genuina manifestación musical de el sur de Europa. Enhorabuena por tanto al jurado de este Príncipe de Asturias de las Artes 2004. Ya era hora. Por esta razón podemos afirmar que este reconocimiento, que no es otra cosa que el reflejo del que en el mundo entero se prodiga al arte flamenco por millones de personas, lo han conseguido los intérpretes con esfuerzo y con escasos apoyos institucionales. Así en España seguimos sin un Conservatorio Flamenco, sin una Universidad de Flamenco. Las clases medias, por lo general, siempre vieron el flamenco, pese a disfrutar de él y con él, como arte tabernario y de “gente del bronce y mal vivir”. Ya era hora.
Un patrimonio universal de melodías, pasos de baile. Un corpus portentoso de poesía lírica de primer orden. Una cultura, una forma de vida bohemia, distinta. Un crisol de tradiciones, de culturas: andaluzas, cristianas, gitanas, moras, extremeñas, judías, americanas. La mejor tarjeta de visita de la cultura hispana en el extranjero. Arte de la fusión y de la conexión: América, Barcelona, África, Cádiz, Montpellier, Dos Hermanas, Tokio. Una forma de vida extendida por todo el planeta. Arte de la pureza y de la fusión. El más nuestro y sin embargo el más desconocido y vilipendiado entre nosotros. Humanísimo y por tanto universal, pero genuino y por tanto local, próximo, cercano, propio. Una forma de estar, de entender los humanos sentimientos, desde la pena, la tragedia de la seguiriya, al estoicismo heroico de la soleá. Desde la alegría de vivir de los tangos o las bulerías al ensimismamiento tétrico de la milonga. ¿Hay otro arte en el planeta que tenga entre sus géneros a la “alegría”? No me digan que no merecíamos ya el premio. El flamenco es un patrimonio universal porque supone la perpetuación contemporánea, por el azar o el empeño de los andaluces, de una suerte de rito ancestral de éxtasis de la existencia. El flamenco es uno de los pocos ritos vivos que nos van quedando en este tiempo descreído, alucinado y momificado. En fin que a algunos, de dentro y fuera de este arte, les gustaría que siguiera en la caverna, en la que nunca estuvo por otra parte. Cositas de la realidad: a los flamencos les ha tocado ese mochuelo, el de divertir y ser chivo expiatorio. Pero ya ha llegado la hora de verlo como lo que es: una cultura, una forma de vida. Y más que todo eso, una música. ¿Puede haber destino más alto sobre este planeta? ¿Alguien conoce un misterio mayor que este de la música? Una música, ritmo y melodía, eso es flamenco. Que lo mismo vale en Ronda que en Ámsterdam. Es sólo cuestión de conocer unas claves mínimas y por lo demás dejar el corazón volar en las alas de la malagueña de Chacón, del fandango de Marchena. De la rondeña de Ramón Montoya, las soleares de Manolo de Huelva y el Niño Ricardo, la bulerías de Paco de Lucía. Ya era la hora de decir que sí, que éste es un patrimonio precioso, único.
El guitarrista Paco de Lucía luchó desde sus inicios artísticos por el reconocimiento de su arte. De los flamencos en general y de los guitarristas, muchas veces relegados a la condición de sufridos acompañantes, en particular. Esa lucha, esa rabia flamenca, ha sido uno de los motores que le han llevado a revolucionar este arte en varias ocasiones, lo que le llevó al diálogo con otras artes musicales de raíz popular como el jazz, un encuentro que ha sido trascendental para el flamenco de las últimas décadas. Lo que le llevó a dignificar la guitarra de concierto y convertir, gracias a su popularidad, a los guitarristas en los músicos flamencos más conocidos internacionalmente. Con este premio ve reconocido al fin, a nivel oficial, su lucha de años. Sin embargo justo es decir que el público de todo el planeta hace décadas que se rindió a su arte. Un galardón que reconoce el simple hecho de que estamos ante el más importante músico español vivo.
El tiempo del servilismo de cuarto en la Alameda de Hércules sevillana ya hace tiempo que pasó. Un arte maduro en el concierto de las artes, esto es, que puede hablar de tú a tú con otras manifestaciones artísticas. Un arte adulto se merecía ya este tipo de reconocimiento que honra, tanto a los receptores como a los que lo conceden. Esperemos en fin que tras esto venga la cátedra universitaria y el conservatorio, o al menos la dignificación tanto de los hechos artísticos en sí como del acercamiento disciplinar-científico a los mismos. Porque, como decíamos más arriba, los artistas flamencos ya han hecho su parte, legándonos un precioso y monumental patrimonio de poemas, melodías, ritmos, armonías y pasos de danza. Y sobre todo, poniendo su alma al pairo, a merced de la expresión sentimental, en lucha con lo otro, con lo absoluto. Por nosotros."
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http://es.news.yahoo.com/040714/4/3j1sr.html