DEMOCRACIA + CAPITALISMO = ¿FIN DE LA HISTORIA?
Por Manuel Bautista Pérez el 28 diciembre, 2014 en Política
¿
Cómo ves la situación económica en España?
Rajoy se ha lanzado a pregonar que ya estamos saliendo de la crisis, que el PIB está creciendo y que se está creando empleo a buen ritmo. Con más o menos matices, y llamadas de atención sobre los riesgos que aún amenazan a nuestra economía, la mayoría de los economistas e instituciones internacionales que se pronuncian le dan la razón. Al margen de la desconfianza que pueda suscitar nuestro Presidente del Gobierno, será difícil encontrar a alguien que no esté deseando que tales vaticinios se cumplan y podamos asistir a una creación masiva de puestos de trabajo, por muchos años. Otra cuestión, más de fondo, es si el tipo de capitalismo en el que nos hemos ido metiendo en todo Occidente nos abocará a otra crisis más o menos similar en pocos años o si, por el contrario, los gobiernos serán capaces de controlar sus excesos e imprimir una evolución hacia un capitalismo distinto, menos depredador.
¿Es el capitalismo el mejor de los modelos económicos posibles?
Situándonos en una perspectiva histórica, la gran mayoría de los estudiosos atribuye al modelo económico basado en el capitalismo el espectacular crecimiento que ha experimentado la riqueza mundial en el último siglo. Se apuntan, eso sí, los defectos de este modelo. Sobre todo, su aparente incapacidad para eliminar la pobreza y la desigualdad, y en definitiva para conseguir que el grueso de la humanidad se sume a la fiesta de la prosperidad económica. Pero, tras el estrepitoso fracaso del modelo comunista, apenas se oye a nadie que defienda y concrete otro modelo económico alternativo. Los debates, hoy por hoy, se centran en las políticas correctoras que se deberían aplicar al capitalismo para tratar de minimizar sus excesos. ¡Hasta la China comunista está entregada a este modelo! Y con resultados sorprendentes, todo hay que decirlo. Con todo, yo no diría que el capitalismo es el mejor de los modelos económicos posibles, porque el mundo seguirá evolucionando y quizás, dentro de un par de siglos, hay otro mejor.
¿La democracia tiene algo que ver con la generalización del capitalismo?
En cierto modo ha servido para legitimarlo moralmente. Si tenemos en cuenta las indudables ventajas que ofrece el modelo político basado en la democracia, frente a cualquier forma de autoritarismo, se comprende la opinión tan generalizada de que, con el mix capitalismo y democracia, hemos dado con la fórmula magistral. Podemos discutir si la democracia que tenemos es la que deberíamos tener, si nos hemos quedado a medio camino o si, incluso, estamos asistiendo a un cierto vaciamiento de sus características fundamentales. Pero nadie apunta otra fórmula mejor. Todos los debates se centran en mejorar lo que tenemos y en corregir sus defectos (que no son pocos). La gran cuestión, en mi opinión, es ponernos de acuerdo en qué es lo que hay corregir de esta fórmula magistral, y con qué prioridades, de cara al futuro.
¿Cuáles son los principales defectos del sistema político-económico actual?
Desde luego la pobreza, la desigualdad y la insuficiente libertad son fallos endémicos de este modelo. Van pasando las décadas, y la mayor parte del mundo sigue padeciendo por esas causas. Pero si nos centramos en el mundo desarrollado, y en particular en España, hay otros aspectos que también me llaman la atención y que, o se corrigen, o dudo mucho que siguiendo el curso que llevamos nos conduzcan a un mundo ideal. Aunque se llegasen a resolver los otros problemas mencionados. Me refiero, básicamente, a lo que en un sentido amplio podríamos englobar en el capítulo de la formación de las personas.
¿Qué quieres decir por “formación de las personas”?
En España está prácticamente erradicado el analfabetismo. Ha sido un logro histórico que no cabe menospreciar. Hoy todo el mundo sabe leer. Es más, nunca habíamos tenido un porcentaje tan elevado de población con estudios universitarios. Según los políticos tenemos la generación mejor formada de nuestra historia. ¿Podemos sentirnos satisfechos? ¿Misión cumplida? Lo cierto es que los índices de lectura de libros son muy bajos y sospecho que la gran mayoría de la población, incluidos los universitarios, ni ha leído nunca a los grandes pensadores de la Historia ni, lo que es peor, sería capaz de entenderlos y asimilarlos si los leyera.
¿Es una cuestión de falta de cultura?
Sí, pero no nos equivoquemos, no se trata de adquirir erudición sino de aprender a pensar, a reflexionar, a investigar en lo que hay más allá de la subsistencia, del divertimento o del día a día. La cuestión, en el fondo, es cómo conseguir que esa libertad de opinión, fundamental para el ejercicio de la democracia, entre otras cosas, se nutra de una capacidad de discernimiento y de reflexión que haga que cada persona sea libre e independiente de las opiniones mayoritarias; que aprenda a no ser rebaño. ¿De qué nos valen todos esos logros en materia de educación si luego no somos capaces de traducirlos en opiniones individuales, diferenciadas y con profundidad y calado? ¿Podemos decir que tenemos una sociedad educada si no es culta, si no está cultivada?
Pero eso que planteas requiere disponer de tiempo libre
En los movimientos políticos de principios del siglo XX se justificaba que la gran masa obrera (entonces no había apenas clase media) era inculta porque los horarios laborales eran tan dilatados y extenuantes que no dejaban tiempo para que la gente se pudiese formar. Ese problema está hoy bastante resuelto. El tiempo libre es una realidad. Y ¿qué se hace con este tiempo? Básicamente, entretenernos. Hay toda una industria del ocio que nos brinda entretenimiento. Desde las innumerables cadenas de televisión, donde ya es difícil establecer la frontera entre los programas basura de los restantes, a los cines, los centros comerciales, etc., etc. La demanda social se alimenta de una oferta que, por una parte, resuelve una necesidad y, por otra, la induce y la moldea. Todo ello, en la más pura lógica capitalista y en un extraño, aunque no menos evidente, ejercicio de libertad individual.
¿Esa libertad de elección de la que hablas es genuina o está inducida?
Es evidente que una parte importante es inducida y que, por lo tanto, no es libertad sino manipulación. Aunque cuente con nuestro permiso tácito. La maquinaria publicitaria y todas las fuerzas que inducen al consumo de lo que, en muchos casos, ni siquiera se necesita, son poderosas. En mi opinión, así no saldremos de una sociedad elementalizada, hasta diría embrutecida, y desde luego fácilmente manipulable, tanto política como económicamente. ¿Es este el modelo de sociedad ideal hacia el que queremos encaminarnos y que ofrecemos como ejemplo al resto de la humanidad?
¿Qué más echas en falta en el actual sistema?
Me sorprende que la sociedad no afronte con mayor interés y menos prejuicios lo que podríamos englobar en el concepto de espiritualidad. Entendida no en un sentido religioso, sino como la percepción de que quizás no seamos solo lo que vemos y tocamos de nosotros mismos, de que nuestra limitada capacidad de percepción (científicamente constatada) pueda estarnos ocultando amplias porciones de nuestra realidad que podrían otorgar un sentido a nuestra existencia muy diferente al que solemos atribuirle. Me estoy refiriendo, naturalmente, a la parte de misterio que entraña nuestra existencia. Un misterio que la ciencia, en parte, va desentrañando poco a poco con sus medios, pero que también nos incumbe a cada uno hacerlo, porque seguramente hay ámbitos de experiencia subjetiva que se escaparán al método científico. En una etapa histórica en la que afortunadamente, en mi opinión, las religiones están perdiendo su capacidad de pastorearnos e inducirnos a pensar lo que, según ellas, debemos pensar en relación con ese misterio, deberíamos tener la libertad personal de poderlo explorar cada cual a su manera. Sin embargo, lo que parece que se está produciendo en general es una especie de materialismo ramplón fruto, no de la reflexión crítica y cultivada, sino de una suerte de evasión perezosa ante ese tipo de preguntas complejas y, por lo tanto, incómodas sobre lo que atañe a nuestras vidas.
¿Tú crees que eso tiene que ver con deficiencias de nuestro modelo cultural?
Sí, porque es una consecuencia de que este modelo de sociedad haya decidido apostar por un tipo de formación para el individuo que limita sus horizontes vitales al éxito laboral y económico, desentendiéndose de todo aquello que pueda suponer un enriquecimiento personal en otros planos. Es como si, con lo económico y con unas ciertas libertades políticas, se hubiera completado felizmente esta historia. Y no es así, los seres humanos tenemos muchas más aspiraciones, desde el ámbito del interés intelectual, científico y artístico, hasta el espiritual, pasando por el amor y la amistad, que también necesitan ser cultivadas.
Pero, ¿eso no son parcelas de la individualidad, ajenas a la política?
Son ajenas a la política hasta cierto punto. Si los gobiernos y los medios de comunicación nos machacan un día tras otro con la idea de que el progreso solo tiene que ver con el PIB, la renta per cápita y la democracia, y se olvida todo lo demás; si además nos animan, abierta o sutilmente, a centrar nuestra vida casi exclusivamente en el trabajo, el poder adquisitivo y el disfrute del consumo y del ocio, a nadie le puede extrañar que todo lo que no sea útil para esos fines, se ignore.
Así pues, ¿qué conclusiones sacas?
El capitalismo y la democracia han reportado grandes avances a amplios sectores de la humanidad. Pero, cuando miramos hacia el futuro no nos debemos limitar a hablar de un capitalismo mejor y una democracia mejor. El futuro al que aspiramos, y con el que tenemos derecho a soñar, debe incorporar y priorizar otros ingredientes distintos. A medida que vamos resolviendo las necesidades básicas, no deberíamos seguir creándonos otras nuevas, para estar constantemente sofisticando nuestra idea de confort, sino que deberíamos apuntar hacia otros objetivos. En mi opinión, es hora ya de revisar lo que entendemos por calidad de vida. En este sentido, nos queda mucho camino por recorrer; ni estamos en el fin de la Historia ni hemos llegado a la cima de la civilización, como nos quieren hacer creer.
http://www.otraspoliticas.com/politica/democracia-capitalismo-fin-de-la-historia