Alumnos o seminaristas - Coral Bravo
La LOMCE ha conseguido lo que algunos anhelaban desde hace tiempo, convertir, de nuevo, la enseñanza pública española en confesional, como en tiempos del franquismo; en una especie de seminario de donde saldrán no personas educadas y con inquietudes intelectuales, sino personas adoctrinadas y con la mente abducida y cuadriculada. La religión pasará a ser una asignatura obligatoria que computará en las notas medias académicas y en los baremos para la obtención de becas. Memorizar los dogmas del cristianismo será tan importante para los alumnos españoles como aprender literatura, lengua, matemáticas o historia. Un disparate que atenta contra toda lógica y toda sensatez racional, intelectual o democrática.
Y parece que ese era el objetivo principal de esta Ley, reconvertir la educación española en un campo de adoctrinamiento en la ideología cristiana y, por afinidad, en los ideales yertos y patrios que presidieron la España franquista, que tanto montan y montan tanto. Lo cual es un atentado letal contra el sistema democrático que, se supone, nos ampara. No es que lo diga yo, es que cualquiera que esté mínimamente informado sobre lo que significa democracia sabe muy bien que, fuera del contexto de las creencias particulares, religión y democracia son tan incompatibles como que son dos conceptos radicalmente opuestos. La religión adoctrina en el pensamiento único, intolerante, dogmático e irracional. Difunde el pensamiento mágico y mítico, es decir, acientífico, e inhibe en la mente del adoctrinado sus capacidades críticas, analíticas y humanistas.
Ciencia y religión son absolutamente contrarias e incompatibles. La religión siempre ha perseguido el conocimiento y ha repudiado a los científicos, precisamente porque la ciencia desenmascara la falsedad de sus postulados, y porque la verdad destruye el dogma.
Nos vienen, a todas luces, nuevas generaciones de jóvenes incultos, confundidos, adoctrinados, con el cerebro lavado y carentes absolutamente de conocimiento humanista y científico. Eso sí, sabrán rezar el rosario de carrerilla.