#82 Es que no tengo respuestas, arco. Tus preguntas son muy difíciles de responder. Los bichos, entendidos como animales sin conocimiento, o con un conocimiento muy limitado - y este es mi punto de vista-
no razonan. Ahora bien, yo he jugado- irónicamente- con la ambivalencia de las palabras "animales-bichos", en el sentido de los insectoides gigantes extraterrestres, que
sí tienen, objetivamente, conocimiento y que los "terranos" consideran "bichos" (bugs) en el sentido de animales rastreros sin sentimientos ni razón, indignos de toda consideración. Es por eso que la foto que adjunté es la de un debate televisivo en el que hay dos posiciones enfrentadas: la del payaso fascistoide que considera que los "bichos" no piensan y la de la mujer mayor que parece defender una posición bioética, en el sentido de la debida consideración a los seres pensantes y sintientes.
Te dejo un copypaste por si tienes tiempo y ganas de meditar en qué es el pensamiento (razón, juicio):
La diversidad de interpretaciones de la razón es vivida agudamente por Kant. La expresión «¿Qué significa orientarse en el pensamiento?» (título de uno de sus opúsculos más importantes) manifiesta la necesidad de filosofar y el sentido que la filosofía tiene para el pensador de Königsberg.
Esta exigencia de filosofar impone la tarea fundamental de someter a juicio la razón para resolver, si es posible, la discrepancia y el antagonismo entre sus interpretaciones, que la desgarran y la disuelven:
1) De una parte, el dogmatismo racionalista, con su pretensión de que la sola razón, autosuficiente y al margen de la experiencia, puede interpretar la estructura y el sentido de la totalidad de lo real.
2) De otra parte, el positivismo empirista, cuya expresión última es el escepticismo, como intento de reducir el pensamiento a lo dado por los sentidos, con la consiguiente derrota de la razón.
3) Por último, el irracionalismo, entendido como hipervaloración del sentimiento, de la fe mística o del entusiasmo subjetivo, y, por tanto, como negación de la razón misma.
Dogmatismo racionalista, positivismo empirista, irracionalismo, he aquí tres interpretaciones antagónicas e irreconciliables de la razón, que imponen, según Kant, la necesidad de llevar a cabo su crítica.
La tarea de la crítica de la razón (en su sentido más pleno, hasta «orientarse en el pensamiento») tendrá como objetivo primordial la realización de la libertad, la superación de sus constricciones: la constricción civil y la constricción de la conciencia (ya sea por la religión, ya sea por las normas social e históricamente recibidas).
Estas limitaciones de la libertad coartan el uso de la razón sometiéndola a instancias ajenas a la legalidad impuesta por ella misma.
El remedio de tal situación solo puede ser la crítica de la razón; que esta se atreva a buscar en sí misma la piedra de toque de la verdad. La máxima de pensar por sí mismo: eso es la Ilustración.
La crítica de la razón será, pues, la exigencia de clarificación que el ser humano se impone sobre lo que es y sobre sus últimos fines e intereses.
Precisamente por esto y en este sentido afirmábamos que la crítica de la razón se propone el ejercicio y la realización de la libertad, una libertad que no se satisface con ser vivida de modo subjetivo, sino que ha de proyectarse para la acción y para la praxis en la estructuración de un orden social nuevo.
Esta libertad es el motor de la crítica, que se halla esencialmente relacionada con la Ilustración en un doble sentido:
1) En primer lugar, la crítica se propone como meta la realización de la Ilustración entendida como «época ilustrada», meta tal vez inalcanzable de modo pleno (de ahí la importancia del elemento utópico en el pensamiento kantiano).
2) En segundo lugar, y a pesar de que no se haya alcanzado plenamente una «época ilustrada», la crítica responde a una «época de ilustración».
Esta distinción entre «época ilustrada» y «época de ilustración» muestra la relación dialéctica que Kant establece entre ilustración e historia: de una parte
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