¿Por qué no nos hablamos? Funcionamiento de un sistema propagandístico
Lo que aquí sigue es la descripción de la propaganda a través de los 11 principios, es decir, mecanismos, que codificó en su día Goebbels
[Por Guillem Martínez para la revista
contexto]
Crispar a un muerto
La cultura política española es muy permeable a la propaganda desde 1978 –antes, en el interín 1939-75, ni te digo; lo que quizás supone algún tipo de explicación, a su vez, a esta familiaridad local con la propaganda–. Por lo que sea, la propaganda suple a las políticas, o las camufla, o dificulta su lectura. El sello de un sistema propagandístico es la crispación social, la imposibilidad de hablar fuera de los ejes propagandísticos gubernamentales sin que se te dé para el pelo, o se te comprenda. La propaganda es, en fin, una maquinaría que dificulta la comprensión lectora de todo el mundo. Hay diversas maneras de identificar la propaganda. Chomsky, por ejemplo, propone mecanismos para identificarla y explicar su funcionamiento a su paso por los medios. El cognitivismo –Lakoff, por ejemplo– ofrece una descripción de la creación y recepción de propaganda a través del lenguaje. La ubica en la figura de la metáfora, y explica que crea itinerarios neuronales en sus usuarios. Lo que aquí sigue es la descripción de la propaganda a través de los 11 principios, es decir, mecanismos, que codificó en su día Goebbels.
No se asusten, se utilizan cotidianamente en la emisión de propaganda en democracia –lo que explica que la propaganda política no es un chollo, sino que huele mal–, y el marketing, en cierta medida, ha recurrido a ellos como herramienta. En un sistema netamente propagandístico van a toda castaña, por lo que hace tiempo pensé que hacer un articulete, explicando cómo se utilizan, cómo se tienen en cuenta diariamente. Este articulete consiste, así, en explicar cada principio y ofrecer, por el mismo precio, un ejemplo emitido desde el aznarato –el gran jalón propagandistico reciente en el Estado–, desde el procesismo –un sistema netamente propagandístico–, y desde el PP y C's actuales, dos partidos que, en diferente grado –C's, diría, más próximo a los futuribles populistas–, optan por la propaganda como algo fundamental y cargado de futuro. Ya me/se dirán si les cuadra. La cosa empieza, pero ya, y con el Principio 1, un clásico: sobre el enemigo único.
Principio 1, o de simplificación y del enemigo único
Consiste en adoptar un símbolo único, y en individualizar al adversario en un único enemigo. Es un mecanismo tan sencillo como el del botijo. Pero también es sorprendente y funciona. Durante el aznarato, el símbolo fue la bandera y, el enemigo, ETA. En el procesismo, los símbolos no están unificados. Lo que no deja de ser un fallo. Hay banderas –varias–, y lacitos. El enemigo, a su vez –otro ejemplo de que la cosa ha ido variando; es decir, ha carecido de una planificación meditada–, ha ido evolucionando. En un principio era España, luego pasó a ser el franquismo.
Tras el acceso de Sánchez al Gobierno, que envió al garete la ecuación Rajoy = Franquismo, es la Monarquía. Sí, puede molar que sea la Monarquía, pero no olviden que, cuando se habla de un sistema propagandístico, importa un pepino el enemigo. No es real. Es una función. Comúnmente, para otra cosa. En el caso del PP-C's actuales, el símbolo sigue siendo la bandera y el enemigo, el nacionalismo. Lo que posiciona el nacionalismo emisor fuera del trade-mark nacionalismo.
Principio 2, o del método de contagio
Está íntimamente relacionado con el principio anterior. Si tenemos un enemigo, el siguiente paso es meter dentro de esa individualidad a todos los enemigos. Con ello, se economiza y se gana agilidad y rapidez en la emisión de propaganda. En el aznarato, cualquier posicionamiento antigubernamental 'oxigenaba a ETA'. Es decir, pasaba a entrar dentro del concepto ETA. Hala. En 2004, por ejemplo, y siempre bajo el prisma propagandístico, ETA estaba oxigenada por ERC, PSOE, PNV... Vamos, por varios millones de ciudadanos, así a lo tonto. En el procesismo, engrosan el franquismo –es decir, una idea de Unidad Nacional esp, de democracia, de modos, de subconsciente colectivo, etc.–, todo aquel partido, grupo o individuo que no apoye las propuestas del Govern. Parece una tontería, pero es lo que impide a ERC enviar a paseo el asunto. De hacerlo, sería arrojada a las tinieblas exteriores del franquismo, en las que viven y se les da para el pelo a los partidos que, efectivamente, se relacionan con modelos de Unidad Nacional anteriores, pero es también donde, vía propaganda, se ubican partidos, grupos, periodistas –pocos– y ciudadanos –muchos– que no acaban de ver en un sistema propagandístico una revolución democrática o, ni tan siquiera, el programa anunciado.
Para el PP-C's actuales es difícil encontrar aún un enemigo global y con una sola palabra. Sí, la cosa cat puede suponer un enemigo, un aglutinante en el resto de territorios. Pero es difícilmente extrapolable a otros territorios. Sí, es un lío encontrar enemigos comunes y peligrosos en territorios diferentes. Un indicio de futuro: en una reuni para encontrar el nombre eléctrico del enemigo común, durante el pasado congreso del Frente Nacional francés, en el que participaron delegados polacos y húngaros y, glups, Steve Bannon, el gran ideólogo de la campaña de Trump, se halló una palabra sexy para unificar ese enemigo común, disperso e indefinible, que en democracia no puede ser una etnia. Ahí va, es esta: nómada, palabro dentro del cual, con poco esfuerzo, puede entrar el inmigrante, el gitano, alguien sensible de tener pasaporte israelí, el erasmus rojelio, el precario, el sin-techo, o la persona con poco arraigo a la nación que le tocó al nacer, tal y como la describe el nacionalismo. Sí, son unos genios.
Principio 3, o de la transposición
A lo bruto, es un método de autodefensa de los sistemas propagandísticos. Básicamente, consiste en cargar sobre el adversario los propios errores o defectos. Ante una mala noticia o información, crea otra más bestia. Eso es lo que, verbigracia, hacía el aznarato ante, por ejemplo, una nueva información sobre corrupción. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras para distraer.
Eran, por lo general, contra-noticias relacionadas con atentados, o con la amenaza constante a la democracia por parte de ETA. Molaba, en ese sentido, empezar las respuestas a informaciones negativas e inapelables con declaraciones que se iniciaban con el constante 'me parece mezquino que', tan nuestro. Se sabe así que se opta por la transposición cuando en las respuestas aparece un 'mezquino' o 'miserable'. El procesismo lo utiliza para, a continuación, recordar el hecho de que hay presos. Eres 'mezquino' y 'miserable', por tanto, por fijarte en otras cosas y no en eso. PP y C's no están finos y cachas para trasposicionar. Exempla: Casado no ha podido señalar a nadie como 'miserable' o 'mezquino' por lo de su máster. Ha optado por el principio de silenciación. Mola y también necesita medios acólitos. Pero no les hago spoiler.
Principio 4, o de la exageración y desfiguración
La cosa va de convertir algo anecdótico en algo categórico, si no en una amenaza grave. En el aznarato era algo continuado. La invasión de Perejil Island y su reconquista con un fuerte viento en contra, lo que impidió a la tropa hacer pipí encarada al viento, se convirtió en un evento en mitad de la nada, que recordó que el Estado estaba siendo amenazado continuamente, pero que disponía de un Gobierno fuerte y de rápidas decisiones. En el procesismo, el último fenómeno de exageración y desfiguración tal vez haya sido el de los lacitos, convertido en batalla democrática cotidiana. En C's, el arranque de lacitos, convertido en batalla etc. El PP no está para guasas/no emite algo serio al respecto/por ahora no puede recrearse en los detalles.
Principio 5, o de la vulgarización
Muy importante. Ancla el propagandismo en la derecha, y la dificultad en las izquierdas. No necesariamente, por supuesto, pero sí estadísticamente. Este principio sostiene que la propaganda debe ser popular y adaptada al tipo de receptor menos inteligente y formado al que va dirigida. Se tiene en cuenta que ese receptor tiene comprensión limitada y olvida con facilidad. La propaganda, así, no debe tener matices, debe ser reiterativa, sencilla, divertida, eléctrica, apasionante. Es lo contrario a la formación ciudadana, a la didáctica, a la explicación pedagógica, a la argumentación, o a la información. Este principio explica eso que une a España: las tertulias políticas, así como su alejamiento del género informativo. No son, vamos, información. Son vulgarización. Literalmente. Si emites propaganda, debes tener canales dispuestos a estos tipos de programas o, al menos, de algún tipo de cuota en ellos.
Principio 6, o de orquestación
Muy importante. Alude a que la propaganda son cuatro ideas reiteradas, si bien ordenadas. Es aquello de que “si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Es la reiteración absoluta y apabullante. El aznarato lo hizo con el concepto “Constitución”, que permitió, por ejemplo, saltarse la Constitución –que es lo que ha pasado, posiblemente, con su título territorial–. La reiteración del procesismo ha ido por etapas. En 2012-14 giraba en torno al palabro referéndum, en 2014 en torno al palabro consulta, en 2015-16 en torno a las iniciales DUI, en 2017, en torno a la palabra referéndum otra vez. Ahora oscila entre las construcciones presos-políticos, referéndum y diálogo. Por el Principio 1, sólo puede quedar una, se tendrán que aclarar rapidito. En PP-C´s parece que empieza a reiterar la idea de que el PSOE se ha entregado al separatismo, etc.
Principio 7, o de renovación
Alude a la poca atención del consumidor de propaganda, al que no se le puede dejar solo mucho tiempo, o se interesará, por ejemplo, por información no tamizada por propaganda, por las acusaciones e información de los opositores a la propaganda. La propaganda debe ser, por tanto, continua y fresca. Steve Bannon es el autor, se dice, de la frase. “Hay que freírlos a noticias, para que no puedan levantar la cabeza”. Lo que es importante y explica algo nuevo. Las noticias propagandísticas. Es decir, las fake-news, que no pueden dejar de emitirse, o el invento se va a paseo. Ejemplos de fakes. Aznarato: el caso del Yak-42. Podría haberse pelado al Gobierno, pero, gracias al uso de noticias falsas, la crisis se aplazó hasta que dejaron de ser Gobierno.
Es decir, hasta que dejaron de dominar los medios que emitían las fake-news. Procesismo: en general, suelen ser –en el momento actual– noticias falsas relacionadas con el ámbito internacional. Una de las últimas es divertida. El coordinador de política internacional de Torra emitió un tuit, debidamente reproducido como tuit o como info por medios afines, en el que se afirmaba que Puigde había sido invitado por el presidente de un Cantón suizo a la fiesta nacional del cantón. No fue así. Fue invitado por un partido del Jurà. PP y C's, en este momento, diría, no pueden practicar el principio de renovación y el de fake-news –no al menos de manera contundente– más allá de las propias declaraciones de sus líderes. Lo que en contrapartida es un filón en una cultura en la que la declaración de un líder a prensa no se verifica/así nos luce el pelo.
Principio 8, o de la verosimilitud
Muy contemporáneo. Alude a la construcción de argumentos a partir del mayor número de fuentes y medios posibles y, por lo común, a partir de informaciones fragmentarias. Se relaciona con el anterior principio, el de renovación. Gracias al principio de verosimilitud, se equiparan, por lo tanto, fuentes de diverso nivel y jerarquía. Da igual, así, si se trata de noticias o de tuits. En todo caso, corroboran las grandes ideas propagandísticas, por otros medios, a partir de pequeños detalles que confirman los grandes detalles. Es un coladero de fake-news. Consisten, por ejemplo, en voces cualificadas –tertulianos, influencers–, o no –tuiteros–, que tienen una prima de una amiga de una vecina a la cual se le obliga a estudiar en catalán, o en castellano, dependiendo de quién emita la verosimilitud.
Principio 9, o de la silenciación
Literalmente eso. En caso de ausencia de argumentos propagandísticos, o de marrón informativo, cerrar la boca de la cara. Es muy utilizado en un sistema propagandístico. Por aquí abajo, con mucha profusión, hasta el punto de que los gobiernos netamente propagandísticos niegan entrevistas –es decir, silencian de otro modo– a medios y periodistas alejados de su mismidad. Les paso un par de ejemplos biográficos. Aznarato: jamás conseguí una entrevista con el staff PP. Bueno, sí, Esperanza Aguirre me dio una. Pero contestó lo que quiso. Es decir, también silenció.
Procesismo: ni una entrevista con ningún staff gubernamental en 7 años. Esta semana, por cierto, estuve a punto de conseguir la primera. Pero en el último momento el individuo a estudiar optó por la silenciación. La silenciación –de personas, de temas– explica por qué es tan importante por aquí abajo la prensa extranjera. Ejemplos recientes de silenciación en PP-C's: el silencio de medios ante el asunto máster de Casado, y ante el asunto de la desaparición de un doctorando y otros jalones curriculares en el CV de Rivera, en la actualidad, licenciado pelado. Sí, para silenciar se debe disponer de medios afines. Por un tubo.
Principio 10, o de la transfusión
Alude al hecho de que la propaganda no nace sola. No se puede crear en el aire. Facilita su creación, así, una buena cimentación, un substrato preexistente. Por lo común, en los sistemas propagandísticos es el nacionalismo anterior, al que no se alude, al que se expurga, por tanto de componentes yuyus, pero necesario para edificar grandes construcciones propagandísticas, mediante su transfusión en vena. El aznarato ocultó así, en sus elaboraciones democráticas y constitucionalistas, el nacionalismo español derechista, sumamente inquietante, del que se extrajo, sin citarlos, mitos, odios, prejuicios. El procesismo institucional, y en ocasiones el popular, bajo sus productos propagandísticos democráticos, cuenta con la complicidad de estratos nacionalistas anteriores, supremacistas, derechistas, formulados desde el XIX. El PP-C's actuales, por lo que veo, no difiere de las aportaciones del aznarato en ese sentido.
Principio 11, o de la unanimidad
Mi favorito. Alude al fin último de la propaganda que, me temo, es el de hacer creer al máximo volumen de personas el hecho de que piensan como todo el mundo, que son normales, que lo que piensan es puro sentido común. Aznarato: en el Urdaci System, con cada atentado, se clausuraba la programación y, en su lugar, se emitía una programación en directo, en la que diversos ciudadanos, políticos y periodistas explicaban sus puntos de vista gubernamentales como no-política, como sentido común, como la normalidad. Es decir, se dibujaba la subnormalidad del diferente.
Procesismo: en cada 11S, se clausura la información en TV3. EL canal no habla de la manifestación, sino que es parte de la manifestación. Manifestantes, políticos, periodistas explican sus puntos de vista gubernamentales como no-políticos, como sentido común, como la normalidad. El principio de unanimidad, en cualquier sociedad sometida a propaganda, impide que nos hablemos. Es más, impide que nos miremos, que nos observemos, que nos escuchemos, pues cualquier emisión realizada desde fuera de un sentido común resulta incomprensible, salvo como aberración. Más hoy, cuando los sistemas propagandísticos tienden a definir lo suyo como democracia, y lo demás como su negación. Hablar desde fuera de un sistema común –en mi caso, snif, dos– es en verdad un atentado contra la democracia, entendida la democracia como sentido común. No lo es. Es difícil de combatir el principio de unanimidad. Cuando existe, es que han fallado los medios de comunicación, y es imposible el diálogo entre la ciudadanía. Lo único que se me ocurre es que la ciudadanía se hable fuera de los medios –difícil, pero no imposible–. Si opta por ello, suerte. No hay otra.