Cuando conseguí meter todas las maletas en el coche, y mientras la familia se acomodaba en él, me di una vuelta por la casa para ver si algo se olvidaba, cogí un par de cosas que vi por medio y antes de salir volví a mirar a mi loro y le pregunté, “entonces, ¿estás seguro?”, “sí, si”, me respondió él, “es mucho tiempo”, le insistí yo, “bueno, pero yo teniendo comida suficiente, el mando de la radio a mano por si quiero oírla y la puerta de la jaula abierta, no necesito mucho más”, me aclaró, “entonces, ¿te quedas?”, le volví a preguntar para asegurarme que no había dudas, “me quedo, me quedo”, me respondió con voz de ‘vete ya de una vez’, “bueno, pues me voy”, le dije, “ahora, aquí encerrado no vas a tener temas que contarme a la vuelta y además todo el día solo se te va a olvidar hablar”, “no creas”, me respondió, “yo puedo hablar solo como hacía antes de conocernos, además, así tendré mucho tiempo para pensar en asuntos de los que ya hablaremos a vuestra vuelta”, “¿igual que lo hemos hecho hasta ahora?”, le dije, “por supuesto”, me contestó él, “como hemos hecho desde aquel día en tu coche cuando veníamos del centro comercial y aquellos vehículos se saltaron el semáforo en rojo al poco de poner el carné por puntos”, “o como el día que te explique que hoy viene el Papa y me hiciste de comentarista improvisado”, le recordé yo, “comentaristo”, añadió él, “te hice de comentaristo, no confundir palabras y palabros, no te olvides, que desde que te tomas el filete de urogallo que te venía con la cesta de Navidad se te olvidan las cosas”, “y tú”, le repliqué, “que desde que te enteraste que al hermano simio lo van a ascender de rango, y que en esta casa no va a haber ningún ave nueva que nazca y sea la parida de la paridad porque no voy a comprar ‘una lora’ estás de un humor que no hay quien te aguante”, entonces me miró y siguiéndome la broma me dijo, “ya veo. Que cuando te conviene vienes a que te hable y cuando no te conviene no. ¡Vaya clase de amigo que eres!, amigos para casi siempre me sobran a mí”, entonces me acerqué a su jaula y le dije fingiendo que la conversación se iba calentando cada vez más, “pues si todo lo que me tienes que decir es tu versión de una Feliz Navidad, no me importa que te pongas de morros y me los sirvas en envase familiar, pero no pienso volverla a oír que luego tengo sueños desagradables”, “Ni yo tengo que oír tus canciones que cada vez que te las oigo cantar me dan ganas de darte puntos para que no las cantes, y así tendrías en tu boca canciones y puntos. ¡Dimite hombre, dimite como músico!”, me contestó con un tono despectivo fingido, y siguió preguntándome con su teatral enfado, “¿no te trajeron los reyes una voz más agradable”, y yo siguiendo con la representación, le dije, “pues no, porque eso no estaba entre las cosas que les había pedido para que fueran unos Felices Reyes Magos, lo que les pedí sí me lo trajeron, e insisto en que me lo trajeron, con lo cual me evitaron el tener que ir otro día a la tienda a comprarlo, porque como sabes, sigo sin ser una especie autóctona de la fauna de zapatería, ropa y complementos”, entonces me miró y me dijo, “¿hay algo que te aburra más que ir de compras?”, y sin pararme a pensar le dije, “pues creo que darte clases de Inglés no sé si me aburre más pero si me agota más, pero lo que de verdad me agota mucho y hasta me produce dolor de cabeza es ver pancartas en los balcones y no poder leerlas desde abajo porque en el reconocimiento médico son incapaces de darme un diagnostico acertado a mi ‘cegatez’, así que mis esperanzas de leerlos se desvanecen como los castillos de naipes”, a lo que mi plumoso amigo, siempre al loro, añadió, “o como un castle of cards por hacer una traducción macarrónica de la expresión”, “si esto fuera un gobierno del pueblo pero con el pueblo”, le añadí, “yo propondría nuevas medidas para fomentar la cultura”, entonces me miró y me dijo, “pero no olvides cuando las mandes poner ‘No leer – Privado’ para evitar que lleguen a manos equivocadas y te las copien”, pero yo le contesté, “me da igual que las lean, porque por muy pronto que ellos lo lean, eso ya lo ha hecho mi bebé antes y más”, entonces mi multicolor mascota me dio la espalda, cogió una pipa, se la comió y me dijo, “bueno, vete ya, y no esperes que te llame cada día para decirte que hoy también te echo de menos”, “por supuesto que no lo espero”, le añadí, “pero tampoco esperes que yo te cuente mis vacaciones como si fuera un comentarista; como un turista sí, y tampoco esperes mucho de mis crónicas, que no las voy a empezar con las señales horarias diciéndote que es una hora más que ayer y una menos en Canarias, así que acostúmbrate a estar solo y disfruta del silencio, y no te subas a los estantes del mueble del salón, y cuando digo estantes digo superiores, inferiores y medios”, entonces el me contestó, “y si tú vas a alguna fiesta, ten cuidado que no tengas un final de fiesta de narices y tengamos que dormir la mona sentados junto a este olivo, y no pueda practicar mis deportes favoritos por tenerte que acompañar”, entonces me acerqué un poco más a su jaula y siguiendo con mi enojo aparentado le dije, “antes manipulabas la información, y ahora la manipulación deportiva. Tú no practicas deportes, pero si quieres volar móntate un circuito y vuelas todos los días”, entonces él me respondió, “y seguro que no te gustaría mi recorrido, protestarías y acabaría siendo el circuito de la discordia”, “bueno”, le contesté, “pues te dejo la tele y ves esos programas que te gustan a ti de la operación en la isla de la granja del hermano de tu vida”, y el rápido me contestó, “o para ver esos programas que te gustan a ti en los que te cuentan cosas que no interesan a nadie como la historia del burro soez y el perro pastor”, en ese momento mi teléfono hizo Tirurii, y vi que era un mensaje, lo leí y mi loro me preguntó, “¿Qué dice el mensaje?”, “pues que desde los ochenta alguien me debe 19 meses”, él me miró y me dijo, “¿desde los ochenta?, pero veinte años no es nada”, entonces levante la vista y le dije, “según en lo que se empleen”, así que cogí unos CDs a los cuales por hacerme el culto llamaba SIDIs, pero esta vez por hacer burla de mi propia faceta culta fingí equivocarme y dije a mi multicolor ave, “me marcho que ya hace rato que tendría que estar en el coche paseando a mis DEISIs, así que feliz verano y hasta septiembre”, abrí la puerta y cuando iba a salir mi loro desde su jaula me dijo, “no os olvidéis de mí durante este verano, pasadlo bien que yo intentaré no dejar de pensar en cosas para contaros al volver. Ahora os dejo descansar un tiempo de mí, que os lo habéis ganado, pero pronto volveré. Además, como no me va a cerrar la puerta de la jaula, este verano voy a ser el único que va a estar abierto por vacaciones”.
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el 30/06/2007
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El sábado por la tarde, y mientras mi mujer se terminaba de arreglar para ir a dar una vuelta, decidía poner la tele donde en alguna de las cadenas estaba terminando una película de estas que suelen hacer los sábados. Una comedia de fácil argumento pero que a veces te engancha cuando sólo quieres dejar la mente en blanco y no te apetece complicarte en exceso con el argumento, así que con los únicos cinco minutos que vimos, y alguno suelto del principio, llegamos a la conclusión de que ya sabíamos de qué había ido la película completa. Por eso mientras salían los primeros y únicos crédito, ya que ahora para abreviar está de moda en las televisiones no sacarlos, mi loro me dijo, “hay que ver como van trenzando las cosas y como las confusiones se van sumando para que al final pase lo que tiene que pasar. Se nota que es una película”,“pues no creas”, le dije yo al oír su comentario, “hay veces que la realidad supera a la ficción en cuanto a situaciones curiosas. Te voy a contar una cosa que me pasó hace algún tiempo”, pero sin dejarme continuar me dijo, “ahora te tendría yo que decir que si no hay más remedio que me la cuentes, como me dices tú a mí cuando quiero contarte algo, pero para que veas que tengo más educación no te lo diré”, mientras lucía lo que en un humano sería una media sonrisa, y haciendo una breve pausa siguió, “sólo lo pensaré”, así que dicho, o pensado esto, le dije, “como sabes, desde los 15 a los 25 años más o menos veraneaba en un apartamento que tenía junto a la playa, y allí, como es normal, tenía mi grupo de amigos/as la mayoría del edificio en el que teníamos el apartamento, todos los habituales de años anteriores pues éramos dueños, pero como también es normal, cada verano venía un grupo diferente de gente, que eran los alquilados, los cuales venían, pasaban uno o como mucho dos meses allí y luego en la mayoría de los casos, si te vi no me acuerdo, y de ellos una parte iban por libre, y otro grupo se unía a nosotros, los fijos. Y para unirse a nosotros había dos maneras básicas, a saber. Una era la de hacerse ver por los lugares en los que nosotros estábamos o nosotros por el de ellos/as y poco a poco, hoy te saludo por aquí, mañana coincido contigo por allá, pues empezaban a sonarnos las caras, y luego nos veíamos en la playa y los comentarios entre nosotros eran del estilo de ‘mira que piernas’, ‘tiene pinta de tocarla bien’, ‘lo que haríamos con esa delantera’, y cosas por el estilo, hasta que alguien, que solía ser yo en la mayoría de las ocasiones se acercaba al personaje o personajes foráneos y les hacía las preguntas de costumbre, - sois de nuestro edificio ¿verdad? - , de sobra sabía que lo eran, y continuaba diciendo, - esta tarde jugamos un partido de fútbol contra otro edificio, ¿queréis venir a jugar?-”, al oír esto, mi loro casi se ahoga con la pipa que se estaba comiendo, “espera, espera. ¿Dónde me he perdido?”, me preguntó aún sin casi poder respirar, “no sé”, le respondí yo, “¿no estábamos hablando de piernas y delanteras y cosas por el estilo?”, añadió, “llevo el suficiente tiempo entre vosotros para saber de qué hablamos”, “pues siento decepcionarte”, le repliqué, “pero a mis 15, 16 e incluso algunos años más, en más del 90% de las ocasiones que hablaba de estas cosas la conversación iba de fútbol, y en un alto porcentaje del 10 restante de balones”, me quedé esperando un comentario, pero como no lo hubo, continué diciéndole, “y la otra forma de integración era encontrarse la respectivas madres y comentar entre ellas que tenían unos hijos que si tal que si cual, pues los míos no sé qué, pues que bajen y yo le diré al mío que busque al suyo, y cosas por el estilo, y así fue como la historia empezó”, mi plumoso amigo me miró fijamente y me preguntó, “ah, ¿qué todo este rollo que llevamos no era todavía historia?”, “pues no”, le ratifiqué, “la historia es que siguiendo este segundo método de aproximación, un día mi madre me dijo que había hablado con una señora que tenía dos hijos y que como no conocían a nadie y eran muy tímidos, pues se aburrían, que estaban alquilados en el quinto piso y eran de Madrid, y que les había dicho que esa noche bajaran a los bancos que había dentro del edificio y que ya nosotros cuando bajáramos después de cenar hablaríamos con ellos y nos iríamos todos juntos a dar una vuelta”, entonces mi multicolor mascota fue a su recipiente de pipas y mientras cogía una me dijo con sorna y voz de aburrimiento, “¡qué historia tan divertida!, sigue contando que terminemos pronto con ella”, “pues nada”, continué yo contándole a mi ave favorita, “como de costumbre nos fuimos buscando los amigos unos a otros por el edificio, desde los pisos superiores a los inferiores, y conforme nos íbamos juntando, yo les explicaba el programa de festejos, lo de los dos hermanos madrileños tímidos del quinto, así que una vez llegamos al parque que había en la entrada, oteamos el horizonte y en una zona separada vimos dos siluetas juveniles masculinas apoyadas en el muro, así que allí fuimos”, “tus amigos y tú, ¿no?”, me preguntó, “sí”, le confirmé, “yo sí que recuerdo que iba, y seguro que al menos un par de mis amigos también vendrían conmigo mientras los demás esperaban. Así que ahí estaba yo en mi papel de relaciones públicas, división a la busca del tímido, y con la mejor de mis sonrisas llegué hasta donde estaban ellos preguntándoles si estaban alquilados en el quinto, a lo cual recibí una respuesta afirmativa, pero había que cerrar el círculo y evitar errores, pues en aquel edificio había 19 puertas por piso, con lo que una de cada seis familias era del quinto, y tampoco era tan raro vivir en ese piso, por lo que disparé mi segunda pregunta que era si eran hermanos, y afirmativo también, así que ya hice la tercera y definitiva pregunta que era si eran de Madrid, y también lo eran. Perfecto, eran nuestros hombres, me presenté, hice lo propio con mis amigos y ellos se presentaron, D y Si se llamaba”, entonces mi avispado loro me pregunto, “¿los dos se llamaban Daisy?”, “no”, le respondí, “uno se hacía llamar D y el otro Si, pero no sé si era Si, Sí o C dicho en inglés, pero lo que sí es cierto es que pensé que o eran tan tímidos que me habían dicho el nombre en una voz tremendamente baja que sólo había oído el principio, o esos nombres no eran de personas muy tímidas, no sé, se me antojaba más Dieguín y Carlitos como nombres de tímidos, pero si ellos lo decían …”, “es decir, que la primera impresión fue buena”, me comentó mi amigo multicolor mientras sacudía sus plumas, “no”, le aclaré, “ni buena ni mala, pero algo diferente a lo que me esperaba sí fue, pero no importó, y ahí volvíamos a estar mis amigos y yo cual cabestros en ganadería taurina, arropando a nuestros dos nuevos miembros para llevarlos junto al resto de la manada”, entonces mi siempre aguda mascota me interrumpió para decir, “bonito símil. No sé como serían ellos de miembros, pero lo que sí sé es hasta donde podríais llegar a ser vosotros de cabestros”, le miré y le dije, “¿y para esto me interrumpes?, bueno, déjame seguir”, y proseguí con mi relato, “ya todos juntos continuamos con las pertinentes presentaciones con el resto, y como eran muchas las horas que algunos de mis amigos y yo pasábamos juntos, nos bastó una mirada para hacernos saber que algo no andaba bien. La claramente apreciable diferencia con la que se presentaban a los unos y a las unas dejaba claro que la timidez se la habían dejado en el apartamento bien guardada en la maleta, pero bueno, tampoco íbamos a juzgar por la segunda impresión”, “así que …”, dijo mi loro, “así que hicimos lo que tocaba”, le seguí relatando, “nos fuimos a dar una vuelta, y mientras la dábamos nosotros seguimos ejerciendo de anfitriones intentando que se sintieran lo más cómodos posible, pero pronto apreciamos que se sentían mucho más cómodos mirando la parte de la anatomía de nuestras amigas donde sus espaldas perdían su honroso nombre y haciendo comentarios entre ellos al respecto que con nuestra conversación”, “pues sí eran tímidos, sí”, puntualizó mi observadora mascota, “por lo que cuentas eran una mezcla entre tímidos, vergonzosos y algo introvertidos me atrevería a decir”, asentí con la cabeza y continué contándole “total, que seguimos con nuestra vuelta nocturna por el paseo de la playa, pero con el paso de los minutos las miradas ampliaron su campo de visión, los comentarios subieron de tono y hasta las manos salieron de los bolsillos y camparon a sus anchas buscado roce, momento en el cual, nos volvió a bastar una mirada de complicidad para comprenden que había que tomar un atajo de vuelta a casa y una vez allí encarrilar de nuevo la noche. Está claro que a esa edad las madres no tienen una conciencia muy clara de cómo son los hijos, pues a veces la imagen que se da en casa no es la que se tiene con las amistades, y que las madres suelen ser poco objetivas a la hora de definir a los hijos, pero en este caso había demasiada diferencia, así que atravesamos los jardines y aparcamientos de los edificios para evitar tener que rodearlos e ir así más directos y por fin llegamos a nuestro edificio”, para entonces mi mascota ya había adquirido interés por el relato y yendo a su recipiente de las pipas y comiéndose una con avidez me preguntó, “y ¿cómo acabó aquello?”, “pues nada, cuando llegamos al edificio, yo pedí a mis amigos que entraran y a D y Si que se esperaran fuera”, miré en ese momento a mi loro y vi que los ojos se le salían de las órbitas esperando oír lo que le iba a contar, así que continué, “fui hacia ellos y cogí a cada uno con una mano por la pechera y cuando los había levantado un par de dedos del suelo les dije que aquello no se hacía”, entonces mi loro embargado por la emoción me preguntó, “¿de verdad hiciste eso?”, yo le miré fijamente a los ojos y le respondí, “pues claro que no. Ni con un gato hidráulico levantaba yo a nadie dos dedos del suelo”, volví a mirar a vi una cierta decepción en su rostro al enterarse que su dueño no iba por ahí levantando a gente con una mano, pero aun así tenía interés por saber el final de aquello así que me insistió, “vale, déjate de batallitas y dime cómo acabó aquello de verdad”, entonces me giré para mirar hacia donde él estaba y le dije, “pues como te decía, llegamos al edificio, y con lo primero que me encontré fue con mi madre hablando con una señora, les saludé y mi madre me dijo que esa señora era la madre de los dos hermanos que me había contado, así que yo la salude con la satisfacción del deber cumplido y de la buena obra realizada, pues en el fondo la señora quería que le paseáramos a sus hijos, y paseados estaban. ¿Que una y no más?, pues también, pero por nosotros no era, así que realizados los pertinentes saludos, hice ver que sus hijos y algunos de mis amigos habían entrado por una de las otras puertas que había y nosotros seguimos nuestra marcha, pero mientras nos íbamos oí como la señora decía a mi madre algo que terminaba con la palabra ‘tele’, miré a uno de mis amigos y le pregunté si había oído lo que había dicho, y él me dijo que algo de tele, pero que sería que las noches anteriores se quedaban en casa viendo la tele, pero yo no estaba muy convencido y ya estaba inquieto mirando a un lado y otro tratando de sacar información, mirando a mi madre desde lejos para ver si sus gestos me aportaban alguna pista, pero nada, por otro lado preguntaba a mis amigos y todos habían oído algo, pero nada en concreto, así que tan pronto vi que mi madre terminaba de hablar con la señora me acerqué y le pregunté qué le había contado, y mi madre me contestó que le había dicho que sus hijos después de cenar habían bajado un momentito a los bancos pero que no habían visto a nadie y enseguida se habían subido y estaban arriba viendo la tele. Entonces me giré y le pregunté a mi madre si había alguna posibilidad de que hubiera entendido mal a la vecina y fueron D y Si sus hijos, pero la respuesta fue negativa, estaba claro que los hijos de la señora estaban aburriéndose en el apartamento y el hijo de mi madre estaba haciendo el ridículo en la calle, lo cual no sé qué es peor, así que rápidamente me vinieron dos preguntas a la cabeza, ¿quienes eran esos a los que tan hospitalariamente habíamos sacado a pasear?, y ¿qué estarían ellos pensando de aquello y de nosotros?, pero las respuestas a estas preguntas nunca las sabremos”, le dije haciendo énfasis en esta última frase poniendo voz de programa de televisón, y continué, “así que ya ves como en la vida real también se dan situaciones absurdas y coincidencias inverosímiles”, entonces mi plumoso amigo dándome la espalda añadió, “sí, y si tú estás cerca aún más”.
el 25/06/2007 -
Ayer tuve la oportunidad de asistir a una sesión de mastering de de un disco que se está acabando, en el que pude participar como co-productor o colaborador en la producción o como lo querais llamar. Básicamente estuve en unas cuantas sesiones dando ideas, casi siempre bien recibidas debo decir, sin falsa modestia. El caso es que por una cosa u otra no había estado antes en un estudio de mastering. Me reservo los nombres de toda esta gente (el disco, el estudio, etc) por discreción, aunque los que me conocen un poco saben de que hablo.
Bueno, lo que quería compartir con la gente de Hispasonic: todo lo que se diga del mastering es cierto. Por dar un ejemplo: habían en la mezcla unos cuantos toms-base que tenían unos armónicos subgraves que simplemente no habíamos escuchado... y ahí estabamos en la sala de mastering y eran tan, tan, tan evidentes... Y así varias cosillas. Me fuí de ahí con la sensación de que el disco se quedaba en buenas manos, para acabar de recibir lo poco que le falta para sonar increíblemente bien.
Esto es lo que debería ser el mastering: una sala que suena excelentemente bien, donde una persona experta escucha con mucha atención y criterio la música que le envían, y le da los toques finales.
Respecto a la batalla del volumen, creo que la conclusión fué dejar el disco en unos niveles sanos, válidos para el mercado tal como está hoy, pero que a la vez la música respire algo, osea que no se llegará a esos niveles destructivos de petación absoluta. Creo que esta es una decisión muy sana, muy correcta: sacar un disco que puede escucharse detrás de otro cualquiera y no desentonará, pero sin ser el más petado de todos. A ver si entre todos vamos acabando con esa manía malsana que hace los discos un poco inescuchables.
Y la última cosa: que bonito ver como acaba un disco. Es un esfuerzo de la hostia, meses de trabajo en este caso, de interés y expectación. Va llegando al final y hay de todo: alegría por el resultado (en este caso, cojonudo), sorpresa por aquellas pequeñas cosas que quedaron mejor que la más optimista de las previsiones, y muchas lecciones aprendidas para el próximo, tanto de cosas que hay que repetir como cosas que no.
Este es un trabajo que hay que amar. No veo la hora de empezar, ahora sí, con el disco de El Hombre Rana.
Salu2.el 21/06/2007 -
Más que de grupos, soy de canciones, así que voy a ir poniendo poco a poco aquí una selección de mis canciones favoritas de mis grupos favoritos...sería con un "The Best of...." bajo el oido subjetivo de mi persona...
Parecerá que va en orden alfabético pero no será siempre así.
Seguramente no estarán todas las que son, pero casi seguro que son todas las que están....asi que si alguien quiere añadir algunas de los grupos que vaya poniendo que no se corte, yo lo agradeceré y la revisaré.
- Alice in chains - Rain When I Die.mp3
- Alice in chains - SickMan.mp3
- Alice in chains - Rooster.mp3
- Alice in chains - Angry Chair.mp3
- Alice in chains - Junkhead.mp3
- Alice in chains - Dirt.mp3
- Alice in chains - Heaven Beside You.mp3
- Alice in chains - Hate To Feel.mp3
- Alice in chains - Down In A Hole.mp3
- Alice in chains - Over Now.mp3
- Alice in chains - Love, Hate, Love .mp3
- Alice in chains - It Ain't Like That.mp3
- Alice in chains - I Stay Away.mp3
- Alice in chains -No Excuses.mp3
- Alice in chains - whale & wasp.mp3
- Alice In Chains - Man In The Box.mp3
- Alice in chains - Nutshell.mp3
- Alice in chains - Sunshine.mp3
- American Pearl - Automatic.mp3
- American Pearl - Bleed.MP3
- American Pearl - California.MP3
- American Pearl - Free Your Mind.mp3
- American Pearl - If We Were Kings.MP3
- American Pearl - Seven Years.mp3
CONTINURA....el 16/06/20071 -
El otro día mientras abría todos los sobres que llegaron por correo se me ocurrió amenizar tan grata tarea poniendo la radio, y entre facturas, pagos y propagandas empecé a cantar una canción que estaba sonando en ese momento. Al oírme mi loro sorprendido me dijo “que raro oírte cantar en español”, “¿qué pasa?, ¿no puedo?”, le repliqué, “claro que puedes”, me continuó diciendo, “pero me suena raro. Creo que es la primera vez que te oigo hacerlo. De hecho pensé que no te sabías ninguna canción”, “pues ya ves que sí”, le ratifiqué, y no sólo ésta, sino muchas más. Además, ésta que está sonando pertenece a un musical que hicimos mis amigos y yo en el instituto y me las sé todas”, al oír esto mi loro me miró fijamente y me dijo, “¿qué era la típica obra en la que sale todo el mundo y a la gente como tú les dan el papel de árbol o de oveja en el mejor de los casos?”, “pues no”, le corregí, “la obra era Jesucristo Superstar”, y sin casi darme tiempo a continuar añadió, “ya sé, y tú eras la cruz de la obra, ¿no?”, “pues has vuelto a fallar”, le recriminé, “yo era San Pedro”, “¿tú?”, me preguntó con sorna, “¿San Pedro?”, “Sí. San Pedro. ¿Algo que objetar?”, le dije con un tono más bien seco, a lo que él me miró y acercándose a su recipiente de pipas me dijo, “cuenta, cuenta, que esto quiero oírlo. ¿Cómo surgió esa afición tuya por las tablas?”, pues la verdad es que no lo sé, lo de actuar en público ya venía de los primeros años de instituto, cada vez que un profesor tardaba o no venía había actuación en directo en la pizarra, pero de lo otro, sólo recuerdo que un día entré a clase y mis amigos estaban hablando algo de hacer una obra de teatro, pasé por allí y alguien dijo, ‘mira, él puede hacer de San Pedro’, y ahí estaba yo convertido en Apóstol”, “¿Y salió bien aquello”, me preguntó con curiosidad, “pues la verdad es que sí”, le respondí, “incomprensiblemente si tenemos en cuenta las piezas que componíamos aquel grupo, pero sin saber ni cómo, ni de qué manera, desde el primer momento todos nos centramos en que aquello saliera, y entre todos salió. La gente que nos veía a los 20 ó 20 y pico siempre juntos nos decía que le llamaba la atención lo unidos que llegamos a estar y el buen ambiente que se creó. De hecho, fue algo tan inusual que ya no funcionó con futuros proyectos. Pero fue lo que se dice, bonito mientras duró”, “te veo que tienes buenos recuerdos de aquello, ¿no?”, me preguntó tirando al suelo de su jaula la piel de una pipa, “ya lo creo, lo pasábamos muy, muy bien. Los exámenes iban como podían, pero lo pasábamos muy bien que era lo que contaba en aquella época”, “diría que hasta volverías a hacerla”, me comentó con cierta expresión de entusiasmo, “pues te voy a decir una cosa”, le respondí mientras me acomodaba en el sofá, “en noviembre de 2004 nos juntamos casi todos los que hicimos la obra una noche a cenar, y por supuesto, alguien se había llevado los CDs del musical, así que al terminar la cena y puesto que el bar estaba abierto sólo para nosotros, la música empezó a sonar, y con el gustillo que tienen las cosas que se hacen improvisadas y nacen de dentro, empezaron los pies a no poder estar quietos y el que más y el que menos tarareaba o silbaba algún fragmento, pero transcurridos los primeros compases de la obertura ya alguien había hecho un hueco apartando mesas y sillas y las primeras bailarinas estaban representándola, pero al poco vino la primera escena de los Apóstoles, y allí estábamos todos, y una vez aquello había empezado, mas en broma o más en serio, ya no había manera de pararlo, y una tras otra cayeron todas las canciones, de la primera a la última, más o menos 90 minutos, y porque ya se hico tarde, pero faltó el canto de… un duro hace unos años y ahora supongo que será de un céntimo o de un euro, para hacer algún que otro bis, fue bonito volver a encontrarse con todos aquellos con los que tantos buenos ratos había pasado. Es complicado nombrar a gente porque siempre se te olvida alguien, pero no puedo evitar mentar a los Rafa, Salva, Pepe, Vicente Valero, Ramón, Luis, Rafa ‘Lisi’, Manolo, Alfonsito, Miguel Valero, Albui, Juaner y a Rosa, Ana E., Ana, Virginia, Isabel, Loli, Amparo, Mercedes, Poli”, “por la manera en que me lo cuentas”, me dijo mi observador y plumoso amigo, “te veo juntando a tus amigos y volviéndola a hacer en el instituto”, “no”, le respondí, “dejamos el listón muy alto con lo que hicimos. Además podemos estar orgullosos porque nadie nos ayudó en ningún aspecto. La APA creo que nos dio una pesetas y los únicos profesores que colaboraron, Rosa y el Padre Marqués, lo hicieron como amigos. Todo lo hicimos nosotros, vestuario, dirección, maquillaje, iluminación, etc. Aunque ahora me vienen a la cabeza algunas cosas que no podían haber sido hechas por otros más que por nosotros”, entonces mi plumoso amigo se sintió atraído por ese comentario y me dijo, “cuenta, cuenta. ¿Qué cosas?”, yo me paré a pensar por un momento y le dije, “pues así a bote pronto, se me ocurre que cuando faltaban tan solo un para de horas para el estreno alguien se dio cuenta de que no había pan para la Última Cena, así que salió una avanzadilla por el barrió en busca del chusco perdido, y al rato volvieron con una barra más que adecuada para la ocasión, porque o era de la época o incluso de algún año anterior, y ten en cuenta que entonces los establecimientos ni eran tan abundantes como ahora, ni abrían hasta tan tarde, así que el pan estaba duro, pero duro, duro, y cuando Rafa, que era Jesús, fue a partirlo, además de necesitar una ayuda sobrenatural para romperlo porque aquello era inquebrantable tuvo que aguantar el tipo para vernos a todos reír y no contagiarse de la risa, y luego volver a aguantarse cuando al final lo consiguió romper y el crack que se oyó sonó más alto que la propia música. Luego había una escena en la que yo le quitaba la espada a un soldado. Pues bien, esa espada llegó a ser desde un cuchillo de cocina hasta un pié de un micro pasando por una espada de plástico de juguete, siempre faltaba la espada”, mi loro seguía entusiasmado oyendo las batallitas de su dueño e insistió, “cuéntame más aventuras vuestras”, así que seguí diciéndole, “no sería justo pasar por alto el día en el que cuando estábamos saliendo al escenario a hacer nuestra escena, otro compañero nuestro llamado Felix nos llamaba fingiendo que nos iba a hacer una foto, pero todo lo que hacía era disparar el flash y dejarnos con una macha cegadora en el ojo que nos hacía no ver nada más que ese cuadro luminoso durante toda la escena, por cierto, y hablando de escenas cegadoras, dignas de mención eran las actuaciones de Mauri haciendo de ciego, espectaculares, como espectacular era la escena en la que Manolo aparecía sentado todo el rato, hasta que en un momento y mientras gritaba ‘Esperad’, ponía en pié su uno noventa y tantos de estatura dando la impresión de que nunca terminaba de desplegarse. También era muy usada la frase ‘mi templo es para rezar y no una cueva de ladrones’, que la representábamos burlonamente como si por señas se la quisiéramos decir a alguien que está al otro lado de una calle ruidosa y no puede oírnos, sólo puede vernos. Y para ver era la escena en la que Ramón haciendo de judas se ahorcaba quedando en el aire colgando de la cuerda y para oír, la noche que la representamos en la iglesia de la playa donde yo veraneaba y en tan dramático momento con Judas balanceándose en el aire, se pretendió hacer durar esa conmovedora instantánea y para ello había que poner la cinta en pausa, pero el responsable de hacerlo se equivoco de tecla y conectó la radio, y lo que tenía que ser un tiempo de silencio, recogimiento y reflexión, se convirtió en una especie de bufonada cuando se oyó a José María García preguntando dónde estaban los millones que la federación, etc, etc., y seguro que aún se me olvidan cosas porque fueron situaciones muy jugosas, por eso fue bonito encontrarnos y revivir todo aquello después de tantos años”, entonces mi loro que aún seguía entusiasmado por el relato, me preguntó, “¿cuántos?”, “ah, no sé”, le respondí con cierto desdén, “cinco o seis”, entonces me miró fijamente y me dijo, “no, cinco o seis no son tantos, ¿cuántos?”, “eeeeh, bueno, pues diez o doce, quizá quince”, volví a contestar con la intención de eludir la pregunta, “No”, me replicó de forma tajante, “venga confiesa”, entonces no tuve más remedió que reconocer, “Esta bien, veinte, pero como dice la canción, veinte años no es nada. ¿no?”, se fue hacia su recipiente de pipas y dijo susurrando mientras cogía una con su pico, “si tú lo dices”.
el 16/06/2007 -
Hola amigos de Santiago Iglesias de Paul. Si alguien pasa por aquí pues que sea bienvenido y comunicar que aparte de la novela ya publicada ¿la leyenda de un cruzado aragones¿(editorial entrelineas) tengo en preparación una nueva sobre Cádiz en el siglo XVI ¿1596:cuando a Cadiz arribaron los ingleses¿ (editorial jm ediciones) que saldrá si Dios quiere para diciembre del año 2007. Que disfrutéis con mi música y novelas. Santiago Iglesias de Paul. Nota:Para escuchar mis cuatro canciones solo tenéis que buscarme en ¿perfil del usuario¿ o bien por www.hispasonicos.com - santidepaul (villancico el hijo de dios, Marta, Puerto de Santa maria, A ellos) o bien por la pagina www.jmediciones.com .Para comprar mi primera novela buscarme por internet en ¿la leyenda de un cruzado aragones¿. Un saludo y hasta la vista santidepaul@yahoo.es.............. Y la novela de Cádiz se hizo realidad y ya está a la venta. Para más información visitar la página www.santiagoiglesiasdepaul.es.kz
el 13/06/20071 -
El otro día estábamos mi loro y yo hablando de nuestras cosas, ... mi loro y yo hablando. Si hace un año me hubieran dicho que iba a hablar con un loro hubiera pedido que me avisaran un segundo antes de volverme loco, y hoy aquí estoy, con toda la naturalidad del mundo contando mis conversaciones con él sin ningún pudor ni vergüenza, en fin, supongo que reconocer que algo no anda bien en mi cabeza es el principio de la solución, pero no nos salgamos del tema, decía que estábamos hablando de nuestras cosas cuando en una de ésas me dijo, "pues no me cuadra. Si terminaste los estudios cuando dices, empezaste a trabajar cuando dices, y tienes la edad que dices que tienes. Me faltan años. Hay más o menos unos dos años de tu vida en los que no hiciste nada", lo pensé por un momento y le aclaré, "no, a ti te faltan 19 meses que son los que estuve en la mili", "¿la mili?, ¿qué es eso?", me pregunto mi alado amigo con curiosidad, "sí", le expliqué yo, "el servicio militar, que en mis tiempos era obligatorio", entonces él me miró y me dijo, "y ¿cuándo lo hiciste?", "pues como casi todos", le respondí, "al acabar los estudios", tras esta respuesta me miró con un gesto de extrañeza y me dijo, "¿dices que al terminar los estudios os obligaban a ir al servicio militar?, ¿y cómo funcionaba aquello?, ¿alternabais lo que habías estudiado con asuntos militares?", subí la mirada hacia su jaula sin saber si reír a carcajadas o simplemente reír, y optando por lo segundo le contesté aún con la sonrisa en mi boca, "pues más bien no. Terminabas tus estudios y entonces hacías un paréntesis para hacer la mili de un año en el mejor de los casos, o de 18 o más meses si te tocaba en la marina o eras voluntario, como era mi caso", "¡ah bueno!", me contestó aliviado, "dices que era obligatoria, pero tú te fuiste voluntario", al oír esto rápidamente interrumpí, "no, no te confundas. Mi voluntariedad no fue una elección entre ir o no ir, yo fui voluntario para ir antes y al sitio que yo eligiera. Pero de haber podido elegir entre ir o no ir, ten la seguridad de que no hubiera elegido ir", me miró extrañado y preguntó, "¿y qué hacíais allí?, "¿Que qué hacíamos allí?", le dije mientras procuraba que las ideas no se amontonaran a la hora de salir, "pues tareas tan variopintas como pegar tiros, apagar incendios, pintar paredes, limpiar lavabos, descargar muebles o coger hojas de morera para los gusanos de seda de un brigada, eso de manera light y casi siempre con el agravante de estar a muchos cientos e incluso algunos a más de mil kilómetros de su familia y seres queridos, y algunos otros se llegaban a jugar la vida y en ocasiones hasta la perdían viajando en vehículos descangayados, haciendo maniobras con materiales de deshecho o cumpliendo órdenes de incompetentes, por citar unos ejemplos”, tras oír mi explicación con interés me dijo con rotundidad, “pero eso no se paga con nada. Tendríais unos sueldazos tremendos, ¿no?”, entonces, cambiando la expresión de mi rostro y con tono de decepción le dije, “pues exactamente eso debían pensar, que todo aquello no se pagaba con nada, porque prácticamente nada era lo que nos pagaban”, aquello llamó la atención de mi plumoso compañero de diálogo ya que repitió, “¿qué apagabais incendios, pintabais, lavabais y os jugabais la vida por nada?, no me lo creo, a qué llamas tú ’prácticamente nada’”, entonces alcé la vista hacia su jaula y mirándole a los ojos le dije, “pues yo llamo ’prácticamente nada’ a 727 pesetas al mes que cobraba de soldado y a mil y poco de cabo, que ni te lo cambio a euros para evitar la vergüenza“, entonces me siguió mirando con extrañeza y me dijo, “pero entonces, si hacíais todo lo que dices que hacíais y a ese precio, los profesionales os deberían tener mucho aprecio en agradecimiento por toda vuestra ayuda a tan bajo coste, ¿no?”, entonces me medio sonreí y con toda la ironía de la que disponía en aquel momento le respondí, “claro, claro. El trato era exquisito, una calidad humana, una psicología, unas ganas de agradar en la mayoría de ellos. Aún recuerdo una gratificación recibida de un teniente a modo de patada en la mano, porque en posición de firmes mi pulgar izquierdo no tocaba la costura del pantalón. Y había obsequios mayores lo que pasa es que yo sólo me llevé ése“, “o sea, que tampoco“, me respondió al momento captando el sarcasmo, para seguir preguntado, “entonces, el alojamiento si que era bueno, ¿no?, ¿estabais en un balneario o algo así?”, “o algo así”, le contesté echando mano de la burla de nuevo, y le seguí contando, “mi segunda residencia después de haber llegado a mi destino, era un barracón viejo alejado de todo, y mi primera cama una litera chirriante con un el colchón de espuma el cual estaba ornamentado con amplias manchas de a saber qué, y unas incrustaciones de fragmentos de madera, que nunca lo había pensado, pero ahora que dices lo del balneario, seguro que los pusieron a propósito para activar mi riego sanguíneo o algo así, y todo ello con el añadido de que mi sábana bajera, entiendo que para que los trozos de madera cumplieran si misión, tenía un desgarro de no menos de 60 centímetros lo cual tenía un doble efecto. Por un lado te hacía estar en contacto con tan flamante colchón toda la noche, y por otro, a la hora de hacer la cama y doblarla la convertía en un ser indomable, gracias a lo cual fui obsequiado con mi primer arresto”, mi plumoso amigo seguía con su cara de extrañeza y continuó, “pues la comida. Al menos la comida tendría que ser de calidad”, “hombre”, le respondí, “si hay algo que ha caracterizado la mili desde que existe, esto ha sido su buena comida, el rancho que se llama allí. Además tiene su lógica, primero el cariño con el que se hace, segunda que no se escatima en gastos, tercera que estaba hecha por verdaderos profesionales, y cuarta, que el cocinar para 600 ó 700 personas a la vez siempre es garantía de éxito“, oyendo esto mi loro se subió al techo de su jaula y desde allí me dijo, “no lo entiendo, ¿había algo bueno en todo aquello?”, yo le miré fijamente y le dije, “claro. Que nos hacía hombres”, se bajó del techo de un salto y me dijo, “eso lo explica todo. Era una especie de ’androfactoría’, ¿no?”, “androfactoría”, repetí yo, “sí, ahí has estado gracioso. Lo primero que me viene a la cabeza al oír esto es una fila de chavales vestidos de paisano con la entrepierna vacía, y tras pasar por una cadena de montaje salen vestidos de verde y con sus atributos masculinos colocados. He de admitir que has estado agudo”, pero mi plumosa mascota no se inmutó por mis halagos, y siguió con sus preguntas, “¿y a las mujeres también las hacía hombres?”, “no hombre”, le contesté yo, “las mujeres no hacían la mili entonces”, al escucharme decir eso se fue hacia su recipiente de pipas, cogió una se la comió, vino nuevamente hacia mi y me preguntó, “¿las mujeres no iban al servicio militar?”, “no”, le respondí, y mirándome me preguntó en voz baja, “¿y eso no es una forma como otra de discriminación?, entonces pensé un momento y le contesté, “pues yo no digo que las mujeres no hayan sufrido y sufran discriminaciones, pero si de igualdad hablamos, yo creo que es justo admitir las de todo el mundo, y esto lo era, nosotros terminábamos los estudios y perdíamos un año o año y medio antes de poder empezar a trabajar y ellas no. No se trata llegar a la igualdad a base de compensar injusticias sino de acumular cosas justas”, “pero entonces sigo sin entender cómo se aceptaba aquello y nadie hacía nada por mejorarlo. No entiendo cómo hacíais lo que hacíais y ahora no queda nada de aquello. Como si no lo hubierais hecho, ¿no?”, “me paré un momento a pensar y le respondí, “pues ahora que lo pienso, también tienes razón. Pero lo cierto es que existe un colectivo entre los cuales me incluyo, que acabamos padeciéndolo todo. Somos muy mayores para tener las ventajas de los jóvenes, pero tenemos poca edad para acogernos a las de los más mayores, debido a nuestro modo de trabajar nos duele la espalda demasiado para decir que estamos bien, pero poco para recibir una paga, como estamos en nómina, estamos demasiado controlados y todo el mundo sabe que cobramos mucho para conseguir ayudas y subvenciones, pero no lo bastante como para llegar a fin de mes holgadamente, y éramos jóvenes y fuertes cuando la mili era obligatoria y ahora que no lo es, pues somos lo que queda de aquello, así que ahora que estamos en época de reivindicaciones y memorias históricas, se me ocurre pedir lo que creo que es mío, y ya que empecé el servicio un 15 de abril y lo terminé un 19 de noviembre del año siguiente, alguien me debe 19 meses. No sé si de salario, de seguridad social, de antigüedad como funcionario, o de lo que quieras o de todo a la vez, pero insisto. Alguien me debe 19 meses”, mi loro me miró y me dijo, “eso, y con lo que te den me compras una jaula más grande, que también me la debes”.
el 08/06/20071 -
Para quien le pueda interesar:
Lo que he hecho en los últimos tiempos se encuentra para libre descarga en mi servidor: música de JuanVílchez
Aviso: nada está terminado, ni de componer, ni de producir. Más bien al contrario, está todo en pañales.
Agradezco comentarios, tanto de ira como de placer, motivados por mis pequeños engendros musicales.
Disfrutad cuanto sea posible ;)el 07/06/20072 -
hola a todos! en realidad me registre para estar en contacto con un gran amigo! pero tambien me gustaria hacer nuevos amigos
mdmel 07/06/2007 -
Uno de estos días festivos que ha habido cogí mi ordenador y me puse a buscar entre los cd’s una melodía que hacía tiempo llevaba en la cabeza, así que iba de pista en pista oyendo el principio, la mitad y el final, más o menos, de cada una de las piezas musicales, pero aquella manera tan curiosa de oír música llamó la atención de mi loro que al momento me estaba preguntando, “¿qué estás haciendo?”, “nada”, le conteste, “oyendo música”, “pero ¿te preparas para algún concurso, o para batir algún récord o algo de esto?”, me preguntó intrigado”, “no”, le contesté, “¿por qué lo dices?”, entonces él empezó a mordisquear la pipa que se acababa de echar a la boca y me dijo, “porque parece que quieras comprobar cuántos discos eres capaz de oír en un tiempo determinado”, entonces saqué el CD que estaba oyendo y mientras lo guardaba en su funda le dije, “bueno, en realidad no estoy oyendo música por oírla, sino que estoy buscando una melodía”, entonces expulsó la piel de la pipa y me dijo, “¿y no es más fácil buscarla por el nombre?”, “sí, sí lo es”, le respondí, “pero no lo sé”, “¿… y por su autor?”, me volvió a sugerir misteriosamente, “¡vaya!, ¿cómo no he caído antes?”, dije irónicamente, “también lo es, pero a lo mejor no lo busco así porque tampoco lo sé”, “y entonces ¿qué sabes de ella?”, me preguntó con un tono de escepticismo, “pues que creo que es clásica, aunque también puede ser de un anuncio y tararearla”, le contesté, “suficiente”, me respondió, “¿suficiente para qué?”, tuve que preguntarle, “pues suficiente para encontrarla”, me respondió muy seguro de lo que decía”, “claro”, le dije yo, “mañana me voy de tienda en tienda canturreando la canción hasta que algún dependiente me diga de qué melodía se trata y la compro”, entonces él me miró y me dijo, “también, pero yo utilizaría una técnica más avanzada. Yo entraría en la red y así evitaría el tener que desplazarte para saber su nombre, luego ya como la consigas es cosa tuya”, al oír esto, le miré de nuevo con cara de no entender nada y le recordé, “pero si hemos quedado en que no sé ni el nombre, ni el autor, ¿cómo la busco?”, mi alada mascota me miró, cogió una pipa con su pico y me respondió, “¿quién ha hablado de buscar?”, no es que la conversación fuera muy profunda, pero me estaba perdiendo, “así que no sé el autor, no sé el nombre, no la busco, pero la encuentro...”, le dije perplejo, “¿qué pasa?, ¿que si me conecto a la red, enchufo unos auriculares al ordenador y me echo una siesta se me va a aparecer en sueños el autor y me va a dar los datos?”, “no”, me dijo mi multicolor amigo, “haz lo que ibas a hacer con los dependientes pero a través del ordenador. Tararéala”, “¿por internet?”, le pregunté sorprendido mientras le miraba comerse otra pipa y hacer un gesto con la cara como haciéndome ver que esa era la solución, así que no pude evitar decirle, “eso, grabo un mp3 tarareándola y lo cuelgo en el portal donde tengo mis canciones como si fuera una más y desde allí pido que si alguien sabe algo de esa melodía que me lo diga, ¿no?”, entonces expulsó la piel de otra de las pipas, me miró y me dijo, “hombre, es una idea, pero tengo otra mejor”, le miré y le dije, “pues tú dirás”, me miró y me dijo, “imagina que quisieras buscar la 5ª sinfonía de Beethoven. Tararéamela”, le miré con cara de sorpresa y le dije, “¿que te la qué?, “que me la tararees”, me volvió a decir. Entonces yo miré a un lado y a otro asegurándome de que el balcón estaba bien cerrado y ni en casa ni fuera podía oírme nadie tarareando canciones a un loro y le dije, “tatatacháááááán”, y acto seguido cogí otro CD fingiendo que aquello nunca había ocurrido, cuando oí a mi tenaz mascota decirme, “muy bien, sigue”, “¿que siga?” le respondí, “venga, dejemos ya este circo que quiero seguir buscando”, “así no la vas a encontrar”, me insistió, “venga sigue tarareando”, y sin saber cómo ahí estaba yo, como un chalado tarareando mi quinta de Beethoven, “tatatacháááááán, tatatacháááááán, tariroriroriroriroriroriii, tariroriroriroriroriroraaa…”, “¿ves como no es tan difícil?”, me dijo mi melómana mascota, “ahora la sinfonía 40 de Mozart”, y ahí estaba yo también, cada vez más metido en mi papel de chiflado tarareando cosas, “tirorí, tirorí, tororiro, tirori tirori tiroriro…”, “muy bien”, me alentó dando saltos en su jaula pero sin levantar las patas del suelo, “ahora el lago de los cisnes de Chaikovsky”, en ese momento es cierto que una parte de mí le hubiera dicho que se riera de otro, y más concretamente de algún progenitor suyo, pero la verdad es que ya metidos en harina, hasta me estaba gustando la tontería, y ahí estaba el memo de antes tarareándole melodías a su loro, “tirorirori, rori, rori, tariroriroraaaaa…”, “¿has visto, a que es fácil?”, me preguntó con entusiasmo, “no si tararear ya sabía yo de antes”, le contesté, “pero sigo sin tener la melodía que busco”, entonces mi multicolor amigo me miró y me dijo con un cierto tono misterioso, “ahora tararea la melodía que buscas”, y como colofón a mi actuación ahí estaba yo, ofreciendo mi más mentecato perfil, mirando a mi loro y diciendo con la cabeza bien alta, “tirorarii, tiroriro, tirorarii, tiroriro tiiirorariiiro, tarirorara, tiroriro, tirorara, tiroriroriirorariirorariiroraraaa”, entonces me miró fijamente y me dijo, “ya está. Eso es lo que tienes que escribir y verás como alguien del portal te da el nombre de la melodía que buscas”, miré a mi mascota y le conteste, “vamos, ni loco hago eso, ¿qué quieres que me tomen por un majadero?”, se acercó a los barrotes e insistió, “Hazlo. Confía en la gente de la red. Son gente ágil de reflejos en su mayoría y con muchos conocimientos musicales y buen sentido del humor. Ellos son tu solución”, “¡qué no hombre, que no!, además, del modo en que lo dices parece que estés hablando de personajes llegados en un OVNI”, le dije, “no, no. Todo tiene un límite. Me van a llamar de todo menos listo”, “¿si tú vieras un mensaje así y supieras de qué melodía se trata no se lo dirías?”, me reprochó, “sí”, le contesté, “supongo que se lo diría”, “y cuando has escrito algo tú y alguien lo han comentado, ¿qué clase de comentarios te han hecho?”, siguió con su interrogatorio, “pues la verdad es que siempre en tono muy simpático y de buen rollo, que siempre es de agradecer si tenemos en cuenta los modos y formas a los que nos tienen acostumbrados en los medios”, le respondía, “pero esta vez no. Seguro que me ponen verde”, entonces dejó de mirarme, se dirigió hacia su recipiente de las pipas y dijo al aire, “pues no tendrás tanto interés en encontrarla”, así que respondí al viento, “pues ya lo creo. Llevo meses buscándola”, entonces se giró hacia mí y me dijo, “pues haz lo que te digo y te aseguro que alguien sabrá de qué melodía hablas y te mandará un mensaje con su título y autor. Enfócalo como una pequeña broma, como una interactividad entre un escritor y su lector y verás como alguien se une a la broma y te ayuda. Bastantes cosas serias hay ya todos los días como para no poder permitirte la licencia de un momento tonto”, entonces mientras me giraba hacia el ordenador le dije, “pues tienes razón, voy a hacerlo, y además tengo otra idea. ¿Qué te parece si para motivar a la gente ofrezco como premio al primer acertante un loro que habla?”, miré a mi plumoso amigo, él evitó mi mirada y yo me puse manos a la obra.
el 02/06/20071