El sabado 9 de diciembre la discoteca Barraca cumplio 41 años,ahi es nà.Hablar de Barraca es hablar de la sala con mas prestigio de toda Valencia y uno de los clubs de referencia internacional.
Por aqui han pasado desde Nino Bravo y Bruno Lomas pasando por Alaska y Nacho Canut hasta artistas de todas clases ofreciendo vanguardia en tendencias.Precursora junto con Spook,Chocolate y otras ,de las noches,y dias,mas locos que se recuerdan por aqui. Quizas sea la unica sala que han compartido en el tiempo padres ,hijos y como sigan asi,algun abuelo le explicara a su nieto como llegar.Ojala no se les acaben nunca las ganas y la imaginacion para adaptarse tan bien a los tiempos.FELICIDADES.
www.barracamusic.com
-
el 10/12/2006
-
Como ha sido fiesta y después de comer no me apetecía ver la tele, mientras los demás pegaban una cabezada delante de ella yo he cogido mi ordenador, lo he encendido, y cuando esperaba oír la típica música que anuncia que el ordenador ya está operativo, lo que he oído es la melodiosa voz de mi loro que me preguntaba: “¿Qué vas a hacer?”, “cosas con el ordenador”, le dije yo. “Eso ya lo veo, pero ¿el qué?”, insistió, “pues nada. Voy a ver como van mis canciones en la red, cuánta gente las ha visitado, y cuánta gente las ha oído. No sé, me resulta curioso saber que alguien de Dios sabe dónde ha estado oyendo algo que yo he hecho”. Le respondí mientras iba tecleando cosas. “¿Y qué?, ¿hay muchas visitas?”, me volvió a preguntar. “Pues hombre, alguna que otra hay. La verdad es que para un individuo anónimo como yo, no está mal del todo. Y hasta incluso algunos las puntúan y ponen comentarios sobre ellas.” le contesté yo. Entonces él fue hacia el recipiente de sus pipas y empezó a comerse una, y he de decir que eso me asusta bastante, ya que parece como si le trajeran la inspiración, y a más pipas comidas, más palabras emitidas. Bueno, normalmente ocurría esto y ahora no iba a ser una excepción. Así que al momento ya teníamos la primera ráfaga lista. “¿Y dices que las puntúan y todo?”. “Sí, eso he dicho”, le contesté, “¿por?”. “Bueno...”, dijo el tirando una cáscara de pipa, “¿y como las puntúan?”. “Pues como todo es puntuado en esta vida. Si te gusta mucho le pones un 10 y si no te gusta le pones un 1 y del 2 al 9 para los intermedios en función de lo que te haya gustado”, le expliqué yo a lo que él replico “¿Y hay gente que pone bajas puntuaciones?”, “pues claro que sí. Si no les gusta mucho la canción, pues le pondrán un 1 ó un 2, o lo que les parezca.”, le traté de aclarar a mi plumoso y parlanchín amigo.”Pero eso no debería ser así”, exclamó medio enfurecido, o al menos con su voz de loro así lo parecía, mientras yo, poniendo un ojo en la pantalla y el otro en la jaula le pregunté: “¿Y puede saberse por qué no debería ser así?”, entonces él empezó a rascarse debajo de su ala derecha, y cuando terminó se quedo con un gesto típico suyo como si con él quisiera decirte -no sé qué haces mirándome, no esperarás que un loro te responda esa pregunta, ¿verdad?-, y cuando consigue meterte en el cerebro la idea de que qué haces esperando un razonamiento de un loro, y dejas de mirarlo para seguir con lo tuyo, entonces, y solo entonces es el momento de hablar, y ahí habló para decir: “pues porque una canción, un cuadro, una poesía, una escultura, son algo que nadie debería juzgar más que el autor, y menos de forma negativa, cada una de estas manifestaciones de arte son únicas y personales, y suelen exteriorizar algo interior de su autor que necesita salir y ser compartido, al cual alguien le podrá decir si dos versos no riman o si una nota desafina o una palabra está incorrectamente utilizada, y aconsejarle sobre como mejorar el resultado final, pero nunca decir si es bueno o es malo.”, ahí es donde dejé de teclear y me giré a verle la cara a mi ave favorita como diciendo ¡ese es mi loro!, y a punto estuve de interrumpir su discurso cuando tras comerse un par de pipas continuó: “Cuando alguien oye una canción, o lee poesía, o ve un cuadro, jamás se podrá poner en el momento y en el pensamiento del que lo hizo, ¿quién sabe qué movió a John Lennon a grabar Revolution 9, a lo mejor fueron motivos más importantes que los de Imagine”. “Hombre, ahí te he de dar la razón”, Dios mío, yo dándole la razón a un loro. Pero ya metidos en materia hasta se lo argumenté, “hay muchas veces que oigo canciones mías antiguas y pienso, -¡vaya churro!-, porque la veo desde fuera, pero al momento me trae a la cabeza un momento de mi vida, un lugar, una persona, y ya la oigo desde otra perspectiva. Eso es cierto.”. “Y ¿qué me dices?, ¿debe alguien puntuarte eso?”, me preguntó. “Pues hombre, se supone que cuando se puntúa se va más a la corteza de la canción, o del cuadro, o lo que sea, ¿no?, es más un me gusta o no que un es buena o no.”, le contesté, y continuó él, “por eso nunca hay que dar a nadie una mala puntuación, y te lo digo por si alguna vez se te ocurre puntuar a alguien”. “No”, le dije yo, “de momento no lo he hecho, aunque a mí sí me han puesto notas buenas y notas malas, y admito que las malas fastidian, en parte por lo que tú dices, por todo el esfuerzo y lo que las canciones representan, y eso que las canciones de aquí no son de las más significativas, pero si algún día subo alguna dedicada a alguien o algo importante, y me la puntúan con un 1 o me ponen algún comentario negativo sé que me va a doler.” . “O imagínate que por ejemplo un día les da por puntuar a las mascotas”, dijo mi loro, “y alguien me pone un uno. ¿A qué te dolería?”, “uff, mejor cambiemos el ejemplo” le contesté y seguí viendo mis canciones.
el 10/12/2006 -
Como la noche anterior me había acostado pronto, esa mañana me levanté fresco y sin sueño, así que como cada mañana, fui haciendo cosas los más en silencio y a oscuras posible para no molestar al resto, hasta que llegó el momento de preparar los desayunos, así que fui hacia la cocina, atravesando el comedor de puntillas para no despertar al loro, y allí y sin encender luces empecé a sacar vasos, platos, cuchillos y todo lo necesario para prepararlos. Pero cuando sólo habían transcurrido un par de minutos, oí tras de mi una angelical voz que me decía. “Anoche me dejaste con la palabra en el pico. Tenemos una conversación pendiente, pues aún no sé como solucionar lo de la paridad entre monos, mo…”, y ahí le interrumpí. “Deja ya al pobre mono en paz. Olvídate del asunto, los simios son los simios y los humanos somos los humanos. ¿Que muchas veces no se sabe dónde termina el simio y empieza el humano o al revés?, pues sí, pero al final y en la mayoría de los casos se sabe quien pertenece a cada especie”. “Bueno, pues vale” dijo él resignadamente mientras yo, ante la evidencia de que ya no había marcha atrás a su verborrea matutina, le quitaba el capuchón a la jaula, y le oía decir: “… no te preguntaré acerca de los simios.”, y empezó a arreglarse con el pico el plumaje de su pechuga. Lo hacía sin prisa, como olvidándose de que había una conversación empezada, pero yo sabía que el misil se estaba fabricando en su interior y en breve tendría que ser disparado. Y no se hizo esperar. Tras arreglarse unas plumas de la espalda … ahí estaba, me miró y me dijo. “Pero los humanos entre vosotros sí sois todos iguales, ¿verdad?”. “Pues no”, le contesté yo, y añadí, “unos son altos, otros bajos, unos morenos, otros rubios o pelirrojos, unos blancos, otros negros, otros amarillos. Yo qué sé. Hay, de todo, pero a simple vista se nos distingue de cualquier otra especie, si es a eso a lo que te refieres”. “Ah”, pareció decir conformado, pero al momento continuó, “y de todas esas clases hay machos y hembras, o como lo decís vosotros, hombres y mujeres, ¿no?”, “pues claro que sí” le respondí, y tratando de recordar el orden anterior le dije: “también hay altas, bajas, morenas, rubias, pelirrojas, blancas, negras y amarillas. De todo hay, somos una especie muy completa.”. Entonces él, mientras escupía la cáscara de la primera pipa del día y se comía su interior me pregunto: “¿y en la misma cantidad que de hombres?”. “Pero, ¿qué bobadas dices?, ¿cómo va a haber la misma cantidad de altos que de altas, de rubios que de rubias, de negros que de negras, o cualquier otra cosa?, hay gente de todo tipo en el número que la naturaleza o quien quiera que sea decide, pero ¿cómo se te ha ocurrido eso?”, le tuve que aclarar. Pero no quedó contento e insistió. “Pero al menos en España sí, ¿verdad?”. “Sí”, le contesté yo, “hay un tío al que todos pagamos que se dedica a ir contándonos y haciendo listados, y cuando hay uno de non, él mismo va a casa de éste y lo saca a patada limpia a la frontera, y allí espera hasta que haya otro u otra como él y ya puedan estar los dos aquí.”, y como le vi venir seguí diciendo: “y no me preguntes sobre este tío, ya que ha sido una respuesta irónica. No existe tal tío”. Hala, asunto zanjado, creo que no he dejado ninguna brecha por la que pueda penetrar su fluida incontinencia verbal. Bueno, eso es lo que creía, pero por supuesto siempre queda una grieta por la que entrar, y allí estaba él con su siguiente pregunta, “entonces, ¿qué es esa famosa paridad entre hombre y mujeres de la que hablan?, porque yo creía que era que tenía que haber el mismo número de unos que de otras en todas partes, pero según lo que tu dices …”. “¡Ah bueno!”, respondí aliviado al ver que más o menos esa pregunta me la sabía. “Eso es que con el fin de evitar la discriminación que la mujer ha venido sufriendo, el gobierno pretende paliarlo obligando a que en los lugares de trabajo haya el mismo número de hombres que de mujeres”. Entonces él me miró con cara como de haberse enterado, y dijo. “Ah, ya lo entiendo, una forma de paliar la discriminación parecida a la que hacen algunos centros comerciales y grandes almacenes que te dicen por megafonía que si necesitas vestir tallas grandes, allí las encontrarás ya que hay una sección especialmente dedicada para ellas. ¿No sería menos discriminatorio ir poniendo unas tallas tras otras en la estantería de la menor a la mayor sin distinciones, que decir que si quiere comprar una prenda determinada una persona delgada, la encontrará en el tercer piso, pero esa misma prenda para las personas gordas está en la quinta?”, “hombre, sí” le dije yo, pero no veo el paralelismo”. “Pues está claro”, dijo mientras se comía otra pipa, “pues que no hay mayor discriminación que hacer una distinción de lo que se pretende no discriminar. Si lo sacas del grupo ya lo estás convirtiendo en algo diferente al resto”. “Creo que sé lo que dices, pero sigo sin verlo”, le dije. “Veamos”, me dijo tirando la cáscara de lo que debía ser la decimoquinta pipa, “a ti que te gusta el fútbol. ¿Dime cuántos jugadores de cada raza debe tener cada equipo?”. “No está establecido”, le dije yo, “cada equipo puede tener los jugadores de las razas que quiera siempre que no exceda el número limitado de no comunitarios”, “Eso es”, afirmó él, “luego un equipo de fútbol español podría estar formado por solo jugadores negros, y otro por todos blancos, o mezclarlos del modo que más convenga, ya que no hay distinción entre las razas, es decir, todo son jugadores y punto. Por eso, si ahora y para evitar discriminaciones surgiera una norma que obligara a los equipos a tener tantos blancos como negros, podría darse el caso de que equipos con más negros de lo estipulado tuvieran que deshacerse de ellos para contratar blancos que a lo mejor son de inferior calidad que los negros despedidos, o habría equipos que tendría que contratar a negros que no encajaran con su esquema de juego teniendo que vender a blancos que sí, total, que no sería un gran avance”. La verdad es que visto así, pues tenía razón, pero aún no terminaba de verlo claro y así se lo dije, entonces él continuo. “La semana pasada fuiste a una clínica a hacerte una revisión, ¿no?”, “Sí” le contesté, -“¿Y quien te atendió en recepción?”. -“Una chica” le conteste. -“¿Y quién le ayudaba trayendo y llevando papeles?”. -“Otra chica” respondí. -“¿Quién te saco sangre?”. -“Una enfermera”. -“¿Y quién te hizo la revisión?”. –“Pues una doctora”, -“Y a quien más viste por allí,”. –“Pues otra enfermera o doctora metida en su bata blanca”. –“¿Y quien limpiaba?”, -“pues otra señora. La verdad es que en casi dos horas no vi a ningún hombre que trabajara allí.”, -“Entonces”, continuó, “¿Que hay que hacer en esa clínica”, ¿despedir a tres mujeres o contratar a seis hombres?, o ¿es mejor que contraten a la gente en función de la necesidad sin pensar si es hombre, mujer, blanco, negra, alto o morena?, y así en todas las facetas”. “Pues tiene razón el pajarraco éste”, pensé yo, y él continuó, “en una película, en una obra de teatro, en una orquesta, en televisión, por citar ejemplos fácilmente visibles y en otros miles de trabajos no hay el mismo número de hombres que de mujeres, éstos se contratan según la necesidad y se les paga según su valía o la importancia de la labor que desempeñan, y no parece que les vaya mal. Lo que hay que hacer es preocuparse de que la norma anterior se cumpla y que cada una reciba en relación con lo que aporta. Pero eso es mucho más costoso que dividir a la gente en dos equipos y decir que la partida la juegan el mismo número de jugadores por equipo, ¿no crees?”. Y entonces yo le contesté. “¡Hala!. La tostada se me está quemando. Te pongo la radio y ahora vengo”.
el 08/12/2006 -
Hola!
Tengo el gran placer de poder anuinciar que el próximo 17 de diciembre a partir de las 18:00 estáis todos invitados a la inauguración de mi pequeño nuevo estudio.
Más información en breve.
Francescel 07/12/20068 -
Hoy hemos terminado de cenar un poco más temprano de lo acostumbrado, y mientras el resto de la familia se cepillaba los dientes y se ponía el pijama, yo me he sentado en el sofá y he cogido el mando de la tele para ver qué valía la pena ver. Total, que canal arriba y canal abajo, no encontraba el lugar exacto donde detenerme, hasta que en una de esas idas y venidas, sale en la pantalla un documental de chimpancés, y aunque yo sigo con mi recorrido por todas las cadenas, mi loro, tan observador como siempre me pregunta: “¿Eso es un mono, verdad?”, “Sí”, le conteste yo con la esperanza de que ahí terminara la cosa. “Yo conocí unos cuantos antes de ser capturado” me dijo, y yo sin mucho interés ya que no me apetecía entablar una conversación con un loro sobre monos le dije, “¿ah sí?”, con la voz que tiene el que está más en los brazos de Morfeo que en el sofá. Pero él no. El loro tenía las pilas recién cargadas y empezó con su disertación tras los barrotes de su jaula. “Pues ahora os van a homologar con los simios.”, y yo le replique que sí, y a él lo iban a equiparar a una cacatúa pirata esperando que se desanimara, pero aunque yo mostraba desgana, su discurso ya había arrancado y era irreversible, así que continuó: “Si no te durmieras delante de la tele lo sabrías. Así que ahora algunas conductas tendrán que ir cambiando o al menos las tendréis que empezar a ver desde otro punto de vista”. Y ahí es donde cometí el error de preguntar con casi la misma ilusión que antes o incluso menos, pero el caso es que pregunté. “¿ah sí?, ¿y cuáles?”. “Pues..., lo primero que me viene a la cabeza es que cuando Eto’o o cualquier otro jugador vuelva a oír en un estadio a los espectadores emitir sonidos que imiten a los de los monos cada vez que toquen el balón no deben enfadarse“. “¿Ah no?” dijo mi subconsciente volviendo a caer en su trampa. “¿se enfadaría si le gritarán en ruso, en chino o en danés, por citar algunos idiomas?”, preguntó él y yo como un robot contesté, “Si lo que le dicen no lo entiende, o si lo entiende y no es ofensivo, evidentemente no”. “pues eso” dijo él, y añadió “a no ser que lo que se le diga en estas lenguas dé píe a ello. Pues ahora lo mismo ya que se trata de otra forma de comunicación tan respetable como las anteriores. Pero claro, que tampoco nadie del público se ofenda si mientras se va a los vestuarios, el jugador se echa mano a su entrepierna, porque es posible que simplemente se esté despidiendo de ellos en el lenguaje hermano de los monos”. “Muy bien”, le dije yo, “creo que con esto ya he tenido bastante y me voy a acostar”, así que apagué la tele, le puse el capuchón a la jaula, apague la luz, y mientras salía aun oí al loro reflexionar en voz alta. “Ahora, donde ya no lo tengo tan claro es en el mundo laboral, ¿aquí se sigue también la famosa paridad?, y en caso afirmativo, ¿cómo se entiende esta?, ¿paridad entre humanos y simios?, o ¿paridad entre hombres, mujeres, monos y monas?. ¡Ya seguimos hablándolo mañana!”.
el 06/12/2006 -
No perdí la virginidad cuando yo pensaba que la había perdido. Yo creí que la había perdido hace ya unos cuantos años antes de que me pasara lo que les voy a relatar, que fue cuando realmente perdí la virginidad.
Estaba yo llegando a mi casa cuando me encontré en el buzón una carta.
Bueno, carta, lo que se dice carta...
Un requerimiento de apremio por adeudo enviado por la Tesorería de la Seguridad Social. Una notificación oficial de "paga por las buenas o embargamos lo que nos debes", que, por cierto, era mucha pasta, ahí había un error pero a ver cómo se lo yo hacía yo entender.
Lo primero, me cagué.
Luego me di cuenta de que había sido en ese preciso momento, y no años antes, cuando yo verdaderamente había perdido la virginidad.el 06/12/20061 -
Esta es una foto tomada durante la cena de gala del XVII Congreso de la European Chemoreception Research Organization, en Granada. Los dos mexicanos de la izquierda son Gabriel Roldán y Jorge Tovar, dos mexicanos indestructibles. Son indestructibles porque decidieron tragarse el congreso entero, una semana entera, sin cambiar de horario.
Es decir, acostarse a una hora razonable, más o menos a la misma a la que se acuestan allí en México. Sin ajustar. O sea, se acostaban cuando eran más o menos las once en México, que es una hora muy razonable si vives en México, pero cuando allí son las 11 aquí son como las 6 de la mañana y a esa hora se acostaban todos los días como unos campeones.
Y por la mañana se iban al congreso. Y los social events no se saltaban ni uno.
Y además, presentaron trabajos de investigación como estos:
NMDA RECEPTORS AND NEURONAL NITRIC OXIDE SYNTHASE (nNOS) IN THE RAT AMYGDALA MODULATE CONDITIONED ODOR AVERSION
o el mundialmente famoso:
Differential role of olfactory bulb (OB) muscarinic acetylcholine receptor (MAChR) subtypes in conditioned odor aversion (COA) in the rat
Que todo el mundo habrá leído, supongo.
Yo de mayor quiero ser como ellos.
PD: los dos de la derecha son un italiano que no recuerdo su nombre y una tailandesa que estaba en nosequé país de Europa estudiando un postgrado.el 04/12/20061 -
Como siempre hago al llegar del trabajo, he dado un beso a la familia mientras me voy quitando capas de ropa, y tras esto he lanzado un más o menos eufórico “¿qué pasa?” al loro y he dejado el correo y un folio que traía de la oficina con el texto de un email sobre la mesa que hay junto a la jaula.
“Muchas cartas, ¿no?”, me dice el loro no desperdiciando ninguna oportunidad de entablar una conversación. “Bueno, ya sabes.” Le dije yo. “se acerca la Navidad y los comercios te mandan felicitaciones y publicidad para que compres cosas y hagas regalos. En fin, lo de siempre por estas fechas”. “Sí, ya sé.” replicó él, “por cierto, hablando de regalos, pronto te darán la caja que las empresas suelen regalar a sus empleados. Cuando estaba en el centro comercial antes de que me convirtieras en un miembro más de tu familia.” – “Te comprara.”- “Bueno, eso, me compraras para convertirme en un miembro de tu familia, vi que era costumbre hacerlo, y las cajas y las cestas se vendían por cientos y en pocos días desaparecían”. “¿Ah sí.?” Dije yo entusiasmado, ”pues precisamente ese folio habla de esto, de”, y sin dejarme terminar me interrumpió para decir: “oh, te agradecen tu labor desempeñada en este pasado año y te recomiendan ir con el coche un día de la semana que viene debido a lo mucho que pesa, ¿verdad?, y además te mandan una carta del director firmada por él mismo para explicártelo. ¡Que maravilla de empresa!”, a lo que tuve que salir al paso añadiendo que una carta precisamente no era, que era el texto de un email. Le expliqué que somos un grupo de varias empresas muy grande, y por email salía más económico y llegaba antes, a lo que mi plumoso contertuliano añadió: “la verdad es que es mejor que se ahorre en cartas y ese ahorro se invierta en la cesta. ¿Y qué?, ¿Cuándo nos dan la nuestra?”, Entonces fue cuando estuve a punto de decirle que lo leyera él mismo, pero recordé que estaba hablando con un loro, así que miré al papel, le miré a él, volví a mirar al papel y empecé a leerle la carta en voz alta.
“Estimado/a empleado/a
Como cada año se acercan las entrañables fiestas navideñas, y como premio a tu importante aportación a la empresa E7/03 de nuestro grupo, hubiéramos querido compartir contigo la satisfacción de haber tenido un beneficioso año, pero como ya habrás leído en nuestros comunicados internos del 7.060/06 al 7.100/06, finalmente no hemos cosechados los éxitos previstos, y de los 115.000.000.000 Euros que un principio estimábamos como beneficios netos, nos hemos tenido que conformar con 114.500.000.000 Euros, y esto unido a la adquisición no prevista de 400 nuevos vehículos de alta gama por parte de la dirección del grupo, ya que los comprados el año pasado carecían en su mayoría de minibar en su interior, y el color era dos tonos más oscuro que el color con el que este verano se pintó nuestro logotipo de la azotea. Pero pese a ello, y siempre pensando en tu felicidad, querido/a amigo/a, nuestro grupo de empresas ha realizado un tremendo esfuerzo y gracias a él hoy tenemos dos grandes noticias que darte. Una es que sabedores de la ansiedad y desasosiego que os provocaba siempre el desconocimiento de cuándo os iba a llegar la cesta de Navidad y qué contendría, desde el departamento de Recursos Humanos hemos decidido eliminarla, con lo cual os liberamos de esa tensión añadida e innecesaria y que os privaba de un rendimiento óptimo tan deseado por vosotros y por la empresa, y la segunda gran noticia es que hemos llegado a un acuerdo con la tienda Lin Yun Chan, cuya ubicación es de sobra conocida por todos, para que aquellos empleados de nuestro grupo que estén interesados puedan personarse allí y adquirir a precio especial el siguiente lote* formado por:
Una pastilla de turrón a elegir entre las siguientes marcas: La Ligonenca, El Bobo, Anpiu-Xoxona ó 1980 – el turrón más raro del mundo.
Una botella de cava/champagne a elegir entre, Fe y Xenet, Condor new o Moe Chan Dong.
Una botella de vino Martes de Tuerto.
Una lata de conservas de pelícano marca Lin Yun Chan.
Una lata de conservas de pollo y urogallo en escabeche a elegir entre las prestigiosas marcas Wo Ten Wong y Yen Lee Fo.
Con la esperanza de que contemos con tu esfuerzo y comprensión para años venideros y sigas a nuestro lado en las dificultades como hasta ahora lo has estado, nos despedimos de ti apreciado/a empleado/a .
Departamento de Recursos Humanos.
* Dado lo especial de la oferta solo se permitirá un lote por empleado.”
Tras terminar de leerla se hizo el silencio, y vi como el loro se dirigía a pasitos torpes hacia su platito de pipas como fingiendo no haber oído nada, o como tratando de asimilar toda aquella información. Se comió su pipa tomándose su tiempo, me miró y me dijo levantando lo que en un humano sería la ceja izquierda: “Vaya tela, ¿no? …Quizá un poco fría para mi gusto, pero claro, yo estoy acostumbrado al calor, y cualquier cosa me parece fría… Hombre … se ve que te quieren, a su modo, pero te quieren. Buen, os quieren, porque han mandado el mismo email para todos, ¿verdad?”. Entonces volví a mirar a mi loro, él a mí y me dijo. “¿Quieres una pipa?” a lo que contesté que no gracias, que la comida ya estaba en la mesa.el 04/12/20061 -
Desde el 9 de Diciembre, la banda contará con su sitio oficial (hasta la fecha, solo tenía un blog), el cual tendrá: Noticias, Biografía, radio, imágenes y mucho más. para ingresar a el - temporalmente - lo podrán hacer por nuestra dirección antigua: www.ignolux.ya.st
el 04/12/2006 -
Pues poco a poco nos vamos acostumbrando a tener un pariente loro, y el loro a tener parientes humanos, aunque a veces piense que un pez hubiera sido menos polémico. Hoy, sin ir más lejos, se ha despertado gracioso, y como siempre me ha tocado a mí soportar sus primeras muestras de ingenio. Yo, que a las siete de la mañana no estoy para nada, y voy con el piloto automático a todas partes hasta más o menos las nueve menos diez que salgo de casa, hoy he tenido una dosis matutina de su pericia mental.
“Buenos días” le he dicho a mi loro como de costumbre mientras le quitaba la capucha a su jaula, a lo cual he recibido otro cordial “buenos los tengamos” desde detrás de los barrotes. Me giro en dirección a la cocina a preparar los desayunos con la esperanza de dormir un poco mientras el piloto automático los prepara, cuando desde la jaula oigo una voz que me pregunta: “¿Tú qué querías ser cuando eras pequeño?”, desconecto el piloto automático que a esas horas rige mi cuerpo y me dispongo a representar otra escena ridícula de un hombre dialogando con su loro en la oscuridad de la noche. “Pues como casi todos los niños de entonces. Futbolista”, “ah. Futbolisto” añadió él. Y continuó diciendo: “¿qué pasa?, ¿qué eras buen deportisto?”. “Hombre, pues del montón, pero siempre me ha gustado mucho el fútbol“, “o sea, ¿que no eras lo que se dice un gran atleto?”. “Hombre, decirse, lo que se dice decirse, se dice más atleta, pero ya que lo mencionas, pues no.” Le contesté mientras trataba de disolver el cacao en la leche. “... Y es por eso por lo que quisiste ser artisto ¿no?, guitarristo primero y pianisto después, ¿eh?” volvió a decir con su melodiosa voz. “Pues no. De hecho alternaba ambas aficiones, el fútbol y la música”, le contesté mientras le miraba para ver qué le pasaba en el pico que le hacía terminar las palabras en “o”. “Pues si tanto te gustaban, ¿por qué no intentaste ser comentaristo musical o periodisto deportivo, o incluso masajisto de algún equipo?”. “Sí“, le dije yo, ya unos tres o cuatro semitonos por encima de lo normal. “o policío, o antenisto, o electricisto de los que van todos los domingos a los campos de fútbol”. Y ya no pude resistirme a preguntarle: “Pero, ¿qué tontería llevas esta mañana que no aciertas en los géneros de las palabras?”, “Ah, ¿no acierto?, preguntó mientas se rascaba con el pico debajo de su ala derecha. “Pues no”, le contesté. A lo que él continuó preguntando: “entonces, ¿no puedo decir estadisto, juristo, pediatro, siquiatro, anestesisto o dentisto?”. “Pues no, no puedes.” y como con él hay que hilar muy fino, añadí:”Vamos. Sí puedes, pero no debes”. Y sin pensarlo volvió a decir: “ Ni submarinisto, alpinisto, analisto, ciclisto, tenisto, paracaidisto, motoristo ni gimnasto?”. “¡No“ dije yo, Y siguió “¿Y extremisto, comunisto, socialisto, machisto o feministo?”, “Pero que tonterías tienes. Pues claro que no.” repliqué yo ya un poco harto, “y ¿por qué? me preguntó él. Y ahí estaba yo contestando, “pues porque ya existe una palabra que sirve para ambos géneros, y sería absurdo crear otra igual que sólo serviría para liar a la gente, y hacer gastar tinta en la edición de nuevos diccionarios con estas nuevas palabras. Un deportista es un deportista y una deportista es una deportista. Siempre ha sido así y nunca ha habido ni equívocos ni confusiones, al menos entre las personas. Si entre los loros los hay, ahí ya no me meto, como tampoco lo hago con tu manera de gruñir y silbar“ . Y siguió. “¿ni jueza, ni abogada, ni médica, ni aparejadora, ni concejala, ni sastra?”. “Si, ésas sí puedes decirlas, ya que han sido aceptadas”. “Ah”, respondió, y al momento replico, “y seguro que el femenino de profesor de apoyo es profesora de apo...". "¡Basta ya!, no sigas por ahí" Le dije ya algo enfadado esperando absurdamente que ahí quedara todo. “Bueno, pues te voy a demostrar las cosas tan raras que hacéis las personas con lo que podría ser el principio de un discurso", se detuvo un segundo a pensar y acompañado por el ruido de la cafetera me dijo: "Queridos y queridas niños y niñas, y en definitiva queridos y queridas nuevos y nuevas alumnos y alumnas de éste nuestro colegio y ésta nuestra escuela. Es para nosotros y nosotras como profesores y profesoras y para ellos y ellas como miembros y miembras del consejo escolar, un placer y una satisfacción daros a todos y todas vosotros y vosotras la bienvenida y el bienvenido y nosotros y nosotras queremos agradecer a todos y todas vosotros y vosotras como padres de ellos y ellas y madres de ellos y ellas que nos hayáis elegido a nosotros y nosotras para la educación de vuestros y vuestras hijos e hijas”. Levanto la mirada al cielo y siguió. “He gastado 108 palabras para decir algo que con poco más de 50 hubiera sido tan válido como lo anterior. ¡Más del doble!”. Entonces él prolongó el silencio para hacerme creer que ahí quedaba todo, y cuando estaba confiado me preguntó: “Y ... ¿qué diferencia hay entre unas palabras y las otras, para que unas se hayan aceptado y las otras no, sin importar el derroche de tinta que antes habías dicho?. Con lo que mire fijamente a mi plumoso amigo y le dije: “¡Uff!. ¡qué tarde se me ha hecho!, voy a afeitarme.”el 02/12/2006