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  • El hombre del saco ya no persigue niños

    El hombre del saco ya no persigue niños.

    Los opositores son más y son más fáciles de asustar.

    Hoy en día no vale la pena pelear para asustar a los niños. Ningún hombre del saco que sepa cómo son las cosas hoy en día se molestaría en intentarlo. Esos pequeños monstruitos ya no se asustan de nada, en parte por las películas y en parte por los videojuegos. Y no me refiero al Tetris y esas mariconadas abstractas, me refiero a los videojuegos de verdad, los que venden mucho, los que tienen bandas sonoras potentes, se anuncian en la tele. Ya saben, esos que la sangre salpica el televisor hasta que casi no se ve lo que pasa y los intestinos se esparcen por el suelo como spaghetti.

    Frente a niños más acostumbrados a las vísceras esparcidas que la forense de CSI MiamiTM, sale más rentable, puestos a asustar, ir a por los opositores. Esos sí que tienen miedo. ¿Ha visto cómo se alteran cuando descubren una nota extraña en la web de la Consejería de Educación de nosequé comunidad autónoma? ¿Y cuando llaman seis veces a lo largo de la mañana y empiezan a sospechar que el funcionario que les debería atender -el funcionario del cual depende su futuro, su vida, su universo, y todo1- está desayunando desde que entró hasta cinco minutos antes de salir?

    Y es que estos opositores son sangre fácil para el hombre del saco porque viven con dos miedos metidos permanentemente en el cuerpo: el miedo a la oscuridad y el miedo al abandono. Como son adultos, esos dos miedos cogen formas más elaboradas porque, bueno, porque son adultos, pero en el fondo siguen siendo el miedo a la oscuridad y el miedo al abandono que todos, salvo la nueva generación de niños Playstation, hemos tenido. Y estos dos miedos son precisamente las mayores especializaciones de los hombres del saco, tanto los titulados como los autodidactas -estos últimos no pueden colegiarse y pagan cuotas más altas en el sindicato-.

    El miedo a la oscuridad toma una forma abstracta o simbólica, en forma de pesadillas sobre el supuesto, más que probable, de suspender. Toda la situación alrededor del opositor es como una gran conspiración para maximizar este miedo. Sólo hay un examen cada varios años, muy pocas plazas y demasiados aspirantes -todos tan estresados como tú o más-, una materia de estudio desenfocada e infinita, que nadie sabe muy bien de qué se compone y que aburre hasta a las vacas. Y al final del tunel, si suspendes -que es lo más probable-, seguirás sin tener la menor idea de qué hacer con tu vida. Como antes de preparar la oposición, claro, con las dos pequeñas diferencias de que ahora eres uno, dos, tres o incluso cuatro años más viejo y de que a papá le queda algo menos de paciencia. Y como guinda de ese gran pedazo de pastel, después de tanto esfuerzo, tanto estrés y tanta incertidumbre, el premio de consolación si suspendes será absolutamente nada y algún que otro año -de los presuntamente mejores de tu vida- completamente perdido. Si juntas todo eso, ¿no te sale una gran oscuridad?

    Y como todo viene de dos en dos, está además el miedo al abandono. Porque nadie te va a ayudar, nadie puede. Rara es la familia que entiende el lío en el que te has metido. Tu pareja, si no oposita, no puede entenderlo, y si oposita, bastante tiene con lo suyo. Y tus amigos, que tampoco entienden, hacen sangre cada vez que te ven con esa primera pregunta que les sale de la boca: “¿qué tal llevas la oposición2?” (la respuesta es “mal”).

    El examen será el día previsto a la hora prevista. Los opositores se presentan al examen habiendo intentado conseguir las mejores cartas para una única partida, pero todos saben en el fondo que cuando llegue la hora de la verdad, todo se reducirá a simple suerte. Suerte con las preguntas que salen del sorteo. Suerte con quien te corrige, a qué hora te corrige y antes y después de qué otros exámenes te corrige. Suerte con el tribunal que tendrás que enfrentar.

    Podrías caerle bien.

    Podrías caerle mal.

    Si eso supone dos décimas de diferencia, podrían ser las dos décimas más importantes de tu vida, y las habrás ganado o perdido dependiendo de que a algunos tipos del tribunal les guste tu aspecto, tu voz o tu acento. De que haya más hombres que mujeres en el tribunal. De que haya más mujeres que hombres. Que te parezcas una barbaridad a su muy reciente ex-mujer. O ex-marido. O a su nuevo amante.

    Y estarás allí, a tu suerte, como una botella a la deriva, muerto de miedo y reteniendo líquidos desde hace una semana. Y el hombre del saco personado allí, con su traje y su corbata, disfrazado de calvo cabrón con bigote, dispuesto a hacerte picadillo, sonriendo.

    Porque ese hombre del saco, al contrario que otra mucha gente que ya no es joven y ha perdido su empleo, ha conseguido reciclarse con éxito y entrar de nuevo en el mercado laboral.

    A lo grande, además.

    Y es que siempre habrá gente con miedo.

    el 08/01/2007
  • Ludiguer - al loro - felices reyes magos

    Como cada noche antes de acostarnos, he puesto el capuchón a la jaula del loro, pero hoy, a diferencia de otros días, la he cogido para llevármela a otro sitio. Entonces al iniciar la tarea de traslado una voz desde dentro me decía, “¡eh, eh!, ¿qué está pasando?”, “nada”, le contesté yo, “que hoy vas a dormir en otra habitación,. Y entiéndelo de la manera más literal que sepas, es decir, vas a dormir, y en otra habitación”. “¿Y eso por qué?, ¿por qué no puedo dormir en el salón como siempre?”, me preguntó él desde la oscuridad de su jaula aún cubierta por el capuchón, “pues porque hoy es la noche de Reyes y no quiero que estés tú por ahí por medio cuando ellos lleguen”, le dije mientras levantaba la oscura tela para verle la cara. Entonces él me miró y me dijo , “¿los Reyes Magos?”. “Sí, los Reyes Magos“, le dije yo, se subió al techo de su jaula y me dijo, “Pero los Reyes ...”, “¿qué?”, le dije yo , “hombre, ya sabes“ prosiguió. “No, no sé, ¿qué pasa?”, le pregunté. “Pues que los Reyes Magos..., en fin, pues eso“. “Pues eso, ¿no?, Creo que sé por donde vas, pero te diré algo“. Le repliqué yo, “¿Tú has visto ese pasatiempo en el que hay que buscar las siete diferencias entre dos dibujos?, “sí, alguna vez”, me dijo él, “¿pero qué...?”, y yo le interrumpí, “¿Y has visto unos dibujos que según se miran se ve una imagen u otra totalmente distinta, como dos caras o una copa, por ejemplo?” Sí, también los he visto”, contestó para que yo siguiera diciendo, “y ese otro dibujo en el que hay que buscar quince delfines que están escondidos por todas partes?”, “pues sí, pero aún no he visto a los Reyes en ninguno de ellos, ¿qué quieres decirme?”, me preguntó, “quiero decirte que las diferencias, las dos caras, la copa y los delfines siempre están ahí, pero no todo el mundo los ve. Sólo los encuentra quien verdaderamente los busca porque sabe con seguridad que están ahí. Ahora bien, quien mira los dibujos y como a primer golpe de vista no los ve, piensa que es imposible que estén, jamás los verá.”. Y tras escucharme con atención me dijo mi plumoso amigo, “entonces ¿quieres decirme que ...?”, “pues quiero decirte“, continué yo, “que con los Reyes Magos pasa lo mismo. Quien no los busca en el dibujo de su vida con predisposición para encontrarlos, no los verá nunca y pensará que no están,”, entonces me acerqué a la jaula porque el loro me escuchaba con tal atención que hasta pensé que se había dormido, pero cuando vi que al acercarme yo él se acercó también a los barrotes continué diciéndole: ”Si bien es cierto que a veces los Reyes necesitan a las personas para que les echen una mano con la ropa, juguetes, música, electrónica y todo esto tipo de cosas que los humanos les pedimos, y para aquello donde la tarjeta de crédito no puede llegar, es para lo que están ellos. Solo hay que buscarlos con detenimiento y predisposición, y sabiendo que no siempre se llaman Melchor, Gaspar o Baltasar, ni ocultan sus rostros bajo pobladas barbas, o incluso la mayoría de las veces ni se dejan ver, pero se nota que han estado ahí”, al oír esto, mi plumosa mascota picoteó una pipa y cuando la tragó me miro fijamente y me dijo, “¿Aún estoy a tiempo de mandarles mi carta”, entonces yo le contesté, “no te preocupes que si hay algo en lo que te pueden ayudar, lo harán aunque no la hayas mandado. Piensa que son Magos”. Le volví a poner el capuchón y me fui a acostar mientras oía su voz que me decía “Felices Reyes Magos”.

    el 07/01/2007
  • Ludiguer - al loro - dimite hombre, dimite

    Como siempre ocurre a finales de diciembre, los medios se encargan de recordarnos lo más destacado del año que está terminando. Así que en no sé qué cadena estaban haciendo uno de esos programas resumen, cuando llegaron a una sección que debería ir dedicada a personajes del año o algo así, no lo sé muy bien porque estaba con la tele puesta pero leyendo y sin prestar atención, lo que sí sé es que al momento oí a mi loro decir “Dimite hombre, dimite”. Levante la vista del libro y ví en la pantalla un mosaico de personajes españoles de todo tipo: artistas, políticos, deportistas, escritores, así que decidí seguirle la corriente a mi enfurecida mascota, y dije yo mirándole “¡eso, eso!. ¡Vete ya, hombre!, ¡qué se vaya!”, sin saber por supuesto de quién hablábamos, pero él pensando que sí, se sintió apoyado y continuó mientras me miraba, “hasta que no deje su puesto a otro que sí sea competente España no va a hacer nada”, y yo que ya medio imaginaba de quién hablábamos le seguí el juego, “pero nada de nada”, y él de nuevo sacando pecho me dijo, “no tiene ni estrategia, ni planificación, parece que improvisa en cada decisión que toma, y va a la suya. No hace caso a los que le advierten que se está equivocando y se empecina en no dar marcha atrás con sus errores.”. Y ahí ya tenía yo claro de quién hablábamos, así que ahora era yo el que se lucía añadiendo, “En el extranjero hemos hecho el ridículo por donde hemos ido por su culpa”, “eso” añadió el rascándose la parte interior del ala. Y siguió diciendo, “y aquí cada decisión suya no ha hecho más que levantar polémica, algunas de las cuales ya estaban más que olvidadas. Ni da la impresión que le respeten los suyos, pues más parece que estén esperando que en una de sus muchas pifias se estrelle y así se ahorran el tener que echarlo...”, “ni los rivales tampoco”, continué yo, “ya que saben que con el tiempo acaban poniendo en evidencia sus carencias y debilidades”. “Luego”, prosiguió mi ave favorita, “cuando hace declaraciones hoy dice una cosa, y mañana otra, y si no le conviene, no dice nada, esconde la cabeza y en paz.”, y ya, para culminar y poner la guinda a la conversación le dije yo: “bueno, y verás la que se arma si al final no consigue clasificar a España para la Eurocopa ..., ahí sí que o se va o le echan” . Entonces mi mascota se quedó mirando al infinito, totalmente estático, y sin hacer más movimientos que los necesarios para masticar y tragar una pipa, y una vez tragada me miró y me preguntó”, “¿Qué Eurocopa?”, “bueno, la que habrá en 2008, ¿no?” le contesté yo, “si este año ha habido mundial en dos años toca Eurocopa.”, “Ah”, contesto él, y luego me preguntó, “¿Y qué tiene él que ver con la Eurocopa?”, “Bueno”, le contesté yo, “estamos hablando de fútbol y del seleccionador, ¿no?”. “Yo no” me dijo mi loro, y entonces fui yo el que se quedó estático pero sin pipa que comer, y le dije mientras me levantaba, “mira, creo que ya ha terminado la lavadora, Voy a tender”.

    el 04/01/2007
  • The Er Zú Project & Lagartiha

    Yo mismo y mi Lagartiha (wv del 76 que tantos placeres me ha dado a estas alturas del sueño).

    el 04/01/2007
  • The Er Zú Project, Focus & mi Kaniha

    Aqui nos encontramos Yo mismo, el cantante del grupo holandes de rock prograsivo Focus y mi KANIHA...

    el 04/01/2007
  • Find ur Sound

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    el 03/01/2007
  • Me has arrancado...

    Fue brusca la partida
    y estrecho nuestro abrazo
    quisiste de despedida
    arrancar de mi costado
    lo que llenaba el vacío
    que ahora dirige mis pasos
    creo que también se fue
    arrastrada por tu ira
    aquella parte que usaba
    para justificar sagaz
    actos rellenos de nada.
    Seguro que algún día
    pasarán factura cruel
    con forma de dentelladas
    en lo poco que recupere
    de mi llagada y triste alma.

    el 02/01/20072
  • Ludiguer - al loro - sueños desagradables

    Anoche mientras dormíamos, a eso de las tantas de la madrugada, minuto arriba, minuto abajo, empezamos a oír unos graznidos que venían del salón. Me levanté corriendo y al llegar allí observé que los berridos salían de la jaula del loro. Rápidamente le quité el capuchón y le vi moviéndose de un lado a otro como si se hubiera tomado quince litros de café. “¡Tranquilo, tranquilo!”, le dije, y luego le pregunté qué le pasaba, entonces él se bajó del techo de la jaula al que se acababa de subir y me dijo: “Pues no sé muy bien. De repente han empezado a venir a mi cabeza un montón de imágenes raras que me han empezado a poner nervioso y me han despertado sobresaltado”, “¿pero qué tipo de imágenes veías?”, le pregunté yo con curiosidad, y el me explicó, “pues ..., era como si acabara de explotar una bomba, con un montón de gente tendida en el suelo, coches humeantes y un loro herido en el suelo, y luego, un choque de coches, con sirenas de la policía, más personas en el suelo llenas de sangre y un loro dentro de uno de los coches pidiendo auxilio.”, “¿pero cómo ha sido eso?, ¿así por las buenas?”, le pregunté yo, y él me dijo: “bueno..., por las buenas..., por las buenas, pues no. La verdad es que ayer mientras vosotros bañabais al bebé y hacíais la cena, me dejasteis la tele puesta y yo estuve viendo las noticias.”, “¿y?” le pregunté yo en un alarde de elocuencia matutina, “pues que como de costumbre, casi todo fueron desgracias perfectamente ilustradas con sus imágenes”. Al oír esto creo que por primera vez me puse realmente en el pellejo de mi loro. Bueno, en el pellejo o en las plumas, o en lo que sea,. Así que le dije: “Como sabes, yo soy de los que ven la tele en los escasos momentos que me quedan tras haber cumplido con casi todas las obligaciones diarias y durante la hora de las comidas, que es el momento en el que uno aprovecha para ver que ha pasado en su planeta mientras él se ganaba los garbanzos”, “o sea, que ves poca tele” matizó él. “Pues eso. Pero día tras día, termino sin saber qué ha pasado porque me toca buscar una cadena donde solo emitan anuncios, o poner la pantalla del teletexto”, terminé de decirle, a lo que él añadió, “parece que las televisiones llevan mucho tiempo empeñados en que veamos a todas y cada una de las víctimas, y cuanto más de cerca mejor, de las noticias trágicas que a tal efecto seleccionan, vengan o no a cuento”, “además”, le dije yo, “la mayoría de esas noticias que hoy llenan nuestros telediarios antes sólo salían en un periódico muy concreto”, y entonces él me preguntó, “¿y era menos noticia un robo, una puñalada, un ahogado, un atropellado, un accidentado, etc., etc., antes que ahora?”. “Pues no creo”, le contesté yo, “pero es lo que se lleva ahora en la tele, los humanos nos movemos por modas. Me imagino que ya te habrás dado cuenta.”, y entonces él me dijo: “pero aun siendo moda el comentar estas noticias ahora, parece como si las cadenas pensaran que sois un poco cortos, ya que si no os enseñan a las víctimas creen que no vais a entender su noticia.”, y yo le dije, “Hombre, pues para el tiempo con un mapa y cuatro símbolos me vale, no necesito una conexión con cada ciudad para creerme que llueve, truena o nieva.”, “Incluso”, añadió mi plumoso amigo, “en aquellos atentados que hubo hace unos años en Nueva York, no se mostraron las imágenes de las victimas, y no creo que nadie dudara de que aquello fuera una catástrofe, ¿verdad?”, “pues lo cierto es que no conozco a nadie que no se lo creyera”, continué yo al tiempo que me frotaba los ojos como diciéndole que era muy grata su conversación pero que mañana más, pero claro, él no tenía que madrugar a la mañana siguiente y como ya se había desvelado, pues se rascó el pecho y prosiguió. “¿Qué mueve a las cadenas a ofrecernos tantos litros de sangre y lágrimas en cada espacio de noticias?, ¿por qué no nos cuentan los accidentes de tráfico, atentados, guerras, ajustes de cuentas y demás hechos de esta índole sacando sólo las imágenes del entorno, o ni eso, pero nunca a las víctimas o parientes cercanos desgarrados de tristeza?, ¿acaso al cámara o al responsable del noticiario le gustaría que lo viéramos a él o a algún familiar suyo en el estado en el que nos presentan a muchas personas diariamente?”, “no creo”, le contesté en medio de un bostezo mientras miraba de reojo al reloj más a tiro, y me acercaba poco a poco al pasillo. Pero mi señor loro tenía cuerda para rato, así que continuó, “y no sólo es el hecho de que algo acabe de ocurrir, sino que los aniversarios los celebramos volviendo a sacar a la pobre víctima del terrorismo troceada en un amasijo de hierros, a los del autobús de no sé donde desparramados por la carretera, a la mujer de éste o a los hijos de aquel desconsolados en una iglesia cualquiera, o unos fusilamientos y linchamientos públicos de una guerra que ese día precisamente hace no sé cuanto que acabó. Y digo yo, ya que sois una especie de clientes de las cadenas, ¿por qué no proponéis -una semana sin sangre-, y si se pierde credibilidad o rigor en la noticia, admitiremos que somos los equivocados, y que sus sangrías son necesarias, pero si no, que lo admitan ellos y dejen de emitirlas. ¿Qué te parece?”, entonces oí el principio de un llanto de bebé y por una vez me alegré de que se despertara en medio de la noche, así que salí corriendo hacia la habitación diciéndole, “tengo que dormir al pequeño. Si eso ya mañana continuamos. Buenas noches”.

    el 30/12/2006
  • Ludiguer - al loro - morros en envase familiar

    En una de las muchas veces que he pasado por delante de la jaula del loro, he visto que él estaba encaramado a los barrotes de su jaula cabeza bajo y con un gesto raro, así que no he podido evitar preguntarle, “¿te pasa algo?, y entonces él me ha contestado, “pues es que hay cosas de las personas que no consigo comprender. Llevo mucho tiempo entre vosotros y siempre me quedan cosas por entender”, “bueno”, le dije yo, “pues no creas que yo siempre entiendo a los de mi especie, pero si te puedo ayudar ...”, y entonces él continuo, “la verdad es que os observo y veo como habláis de que os queréis unos a otros y del amor que existe entre las familias, entre unos miembros y otros, y como al final acabáis poniendo medida hasta a algo tan inmensurable como los sentimientos de una persona hacia otra”. “Dios mío”, dije en voz baja, “¿en qué estaba yo pensando cuando me ofrecí a ayudar?”, el tema prometía. Así que motivado por la falsa impresión que le debí haber producido de que la conversación me interesaba, siguió diciéndome: “en muchos sitios he visto como ya a los niños pequeños se les pregunta que a quién quieren más, si al padre o a la madre, o a qué tía, primo o abuelo“. “Sí”, le dije yo apagando el televisor, por si era esa su fuente de inspiración, “pero eso son sólo frases hechas que se dicen malicia. Ves, tema resuelto.”, a lo que el no tardó en replicar: “está claro que no se hace con mala voluntad, pero sin querer, se inculca que el cariño es algo fraccionable, repartible y dosificable”. Le escuché y al terminar le dije: “hombre, no será para tanto, ¿no?”, pero él casi sin oírme prosiguió con su exposición, “una persona puede sentirse la más querida por alguien, y estar totalmente satisfecha con el cariño que recibe de otra, pero basta con que piense que hay otra persona más querida que ella por esa otra persona para que ya lo que antes era suficiente ahora ya no lo sea. Dile tú a alguien, por muy satisfecho que esté con lo que se le quiere, que su padre quiere más a su hermano o su abuela a su prima”. “Pero eso es como todo, hay casos y casos. No se puede generalizar”, le maticé yo, a lo que él añadió, “no será general, pero sí veo que ocurre con demasiada frecuencia. Igual que no es más rico el que más posee sino aquel que se contenta y disfruta de lo que tiene, yo he visto que no siempre se siente más amado quien más amor recibe, sino quien sabe disfrutar y agradecer el amor que otros le dan“. “¿Y eso dónde lo has visto hombre de mundo?, o mejor dicho, loro de mundo.” le pregunté, y él me dijo: “tú ya sabes que yo sólo hablo con vosotros, y que si hay más gente, en lugar de hablar, lo que hago es fijarme en cómo se comportan”. “Así que ¿sólo hablas con nosotros? ..., ¿y eso debemos tomarlo como un privilegio o es algún tipo de castigo por algo que hemos hecho a los pájaros en otra vida anterior?, porque en ésta te aseguro que sólo me como las alas y alguna vez la pechuga del pollo, y del resto, ni probarlo.”, pero el ese día no estaba para escuchar, y sí para hablar. “Quien pone su límite en el límite de los demás se pasará el día entero contando los bienes que en la calle le muestra su prójimo en lugar de disfrutar y cuidar de los suyos, y solo verá lo que otros poseen y no los medios o los precios que en su día pagaron por ellos, ni reparará en la calidad de lo poseído, tan solo tendrán importancia la apariencia de lo que ve, pero como siempre está en su ventana, mirando y envidiando lo que los de fuera tienen, no será capaz de ver que en las ventanas de su propio hogar, se agolpa la gente para mirar al interior envidiando todo aquello que ella día tras día deja a sus espaldas dentro de su casa.”, “Espera“, le dije, voy a traerte más agua ya que veo que la vas a necesitar, pues no puedo evitar preguntarte qué tiene que ver la ventana con el cariño, y todo esto que me estás contando“, y él se fue hacia sus pipas, se comió un par, me miró y continuó diciendo; “quien cree que necesita ser amado según el modo en que otros aparentan en la calle amar o ser amados, da la espalda e ignora a aquellos que realmente están dispuestos a darle su amor sincero en su propio hogar.”. ¡Sí señor!, y pensar que dudé entre comprar el loro o una tortuga. Aunque todo esto dicho por un galápago tiene que ser la moda. No obstante como tenía mis dudas, le pregunté, “pero, ¿esto es algo que me estás tratando de decir y usas todo esto de la ventana, o no tiene nada que ver con nosotros. Matizo. No contigo y conmigo, sino con mi mujer y yo.”, a lo que él contesto, que este tipo de situaciones se daba más entre padres e hijos, hermanos y familiares de sangre, pero no le suena entre parejas, y prosiguió diciendo que “hay que valorar lo que se recibe como si fuera el mayor y desinteresado regalo del mundo, quien cree que se merece un elefante, le regalarán un caballo y pensará que aún le faltan unos kilos hasta llegar a lo que se merece, y nunca será feliz pensando que no ha recibido el elefante, y cuando lo reciba, no será tan grande cómo el que él esperaba.”. Entonces, y visto lo visto le dije mientras huía del salón. “Ves, lo de las ventanas no lo he entendido mucho, pero ahora los elefantes ya me lo han aclarado todo.” y seguí gritando desde el pasillo. “Ya no hace falta que me aclares nada más que ahora sí lo entiendo, ahora sí.”

    el 27/12/2006
  • Una vez desactivé todos los semáforos de un cruce (por

    Eran las cinco de la mañana en Melilla...

    ...y volvíamos Pablito, Jose, y yo de fiesta sábado sabadete que teníamos 18 años máximo...

    ...y nos encontramos en un cruce de dos vías amplias una caja de control de semáforos abierta. Y tenía un teclado numérico. Y luces. E interruptores, y una especie de llave o fusible del cual parecía que se podía tirar...

    ...y alguien que no tiré se quedó con ese fusible o lo que sea en la mano...

    ...y de repente todos los semáforos del cruce estaban apagados...

    ¡Así que volvimos a meter el fusible o lo que sea en su sitio.

    Pero los semáforos seguían sin encenderse.

    Entonce,s a nuestra espalda se oyó algo parecido a una radio "hablando". Echamos a andar discretamente...

    ...alguien dijo: "eh, vosotros"...

    ...seguimos andando hasta llegar a una esquina y empezamos a correr como los cabrones que éramos...

    ...y no paramos de correr hasta llegar a mitad del barrio de Cabrerizas (ya sé que eso no os dice nada, pero quedáos con que subimos mucha cuesta arriba).

    Allí nos quedamos en mitad de un callejón durante lo que a nosotros nos pareció una eternidad: media hora duro arriba duro abajo. Luego bajamos por una de las cuatro rutas posibles que podríamos haber utilizado para volver al centro de la ciudad (léase "puto pueblo")...

    ¡Y nos los encontramos de frente!

    ¡Malditos bastardos con suerte, de todos los sitios por los que podríamos haber seguido nuestro camino! UNo de los maderos, un barrigudo con bigote negro, vacilándonos: ¿creíamos que nos íbamos a escapar?

    ¡¡Pues sí, gordo cabrón, no cogerías ni a mi abuela si no fuera por la puta chorra que tienes!!

    Esto lo digo ahora porque en su momento me callé por mi propio bien, claro. Pero lo pensé muy alto, seguro que me oyó.

    Y ese no es el final de la historia...

    ...pero mejor me callo el resto.

    el 26/12/20063