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Dedico estas notas al terrible incidente del avión alemán, evento que me afectó de manera muy especial, debido a que trabajé para Lufthansa cinco años y le debo a esa empresa gran parte de mi entrenamiento y vida profesional.
1. Investigadores en ridículo
He seguido siempre con mucho interés los diferentes accidentes de aviación. Generalmente, había que esperar muchos días y con frecuencia, meses o años, para leer las conclusiones oficiales de los investigadores.
Sin embargo, ese no fue el caso con el accidente de la semana pasada, no por celeridad de los investigadores, ni por declaraciones de la aerolínea o Airbus, sino gracias a una nota publicada por el New York Times, tarde en la noche, cuando en Europa todos dormían. Al despertar, los mismos directores de GermanWings y Lufthansa fueron sorprendidos al enterarse de que se trataba de un acto criminal perpetrado por el copiloto de la aeronave.
El artículo del New York Times era tan confiable, que ya al mediodía en París, el fiscal presentaba acusaciones legales formales.
Lo que me ha parecido muy extraño e inquietante es que hasta hoy, Sábado de Gloria, no he escuchado a ningún gobierno, autoridad, aerolínea o al fabricante de la aeronave, Airbus, quejarse de las autoridades francesas que tienen un infiltrado o delator de alto nivel en sus filas.
Da la impresión que esta investigación está a cargo de los medios de comunicación, en su mayoría tabloides sensacionalistas como Bild en Alemania, lo cual es contra todas las reglas y deja muy mal a las autoridades francesas y aeronáuticas.
Debe ser muy duro y doloroso para los familiares de las víctimas enterarse sobre los horribles detalles de lo acontecido por la prensa y televisión.
El miércoles surgió otra revelación aún peor. La revista París Match asegura tener en su posesión un vídeo de los últimos minutos de la tragedia filmado por uno de los fallecidos. Sin embargo, el equipo investigador, aseguraba hasta ayer que desconocía totalmente de la existencia de ese video.
El editor de París Match, por su parte, declaraba tranquilamente a CNN que lo había visto ya cien veces y que no le quedaba ninguna duda de que era auténtico. Aseguró que lo había obtenido gracias a amigos y contactos y que no había pagado ni un centavo para conseguirlo.
Por respeto a los familiares, espero que ese video no sea publicado por la revista francesa o por el que más pague. Sería terrible que de repente, aparezca en YouTube.
Para restaurar la credibilidad de los equipos de investigación de accidentes aéreos, de las autoridades, fabricantes de aviones y aerolíneas, este caso no puede quedar así.
Es necesario que las personas que han filtrado la información a medios de comunicación sean identificadas y sancionadas.
La persona que envió el video a París Match, desinteresadamente, por pura 'amistad', deber ser llevada a juicio por cometer varios actos criminales, entre otros, robo de propiedad y obstrucción de una investigación criminal.
No se trata de censurar o restringir la información, pero los padres, esposos, hijos y amigos de las víctimas, no merecen ver a sus seres queridos muriendo en YouTube y otras redes sociales.
2. Conspiraciones
Es increíble como nos gustan las teorías de conspiración, algunas repetidas tantas veces que llegan a convertirse en perdurables mitos urbanos:
Los laboratorios esconden la cura del cáncer para seguir vendiendo medicinas.
Estados Unidos invade países para robarles el petróleo.
El hombre no llegó a la luna. Fue un montaje de la NASA.
Las aerolíneas y fabricantes de aviones acostumbran a esconder los verdaderos motivos de los accidentes. En este caso, Lufthansa y/o Airbus optaron la semana pasada por echar la culpa del accidente a un muerto para evitar que se conozcan las fallas de la aerolínea y las graves deficiencias estructurales que tiene el A-320...
Sobre esta última deseo comentar lo siguiente:
El hecho que la aviación sigue siendo el medio de transporte más seguro de todos, se debe precisamente a la seriedad y extremo rigor aplicados por todas las partes en la investigación de cada accidente.
Obviamente, hay más accidentes de A-320s o de B-737s que de B-777s o B-747s, siendo los dos primeros, los aviones más usados en el mundo y el número de unidades en operación, infinitamente superior al de los aviones más grandes.
Para acallar esta teoría según la cual las aerolíneas o fabricantes tienen el poder de frenar, ocultar o desviar investigaciones de accidentes, solo hay que recordar al mayor fabricante de aviones del mundo, la norteamericana BOEING.
Su más reciente y espectacular avión de pasajeros, el B-787 Dreamliner, fue entregado con dos años de retraso debido a múltiples imperfecciones que fueron apareciendo durante el desarrollo y construcción que tuvieron que ser corregidas. BOEING no escondió nada y tuvo que asumir grandes pérdidas, compensando a las aerolíneas.
Cuando finalmente el Dreamliner comenzó operaciones, hubo varios incidentes misteriosos. Los investigadores ordenaron que todos los aviones que ya estaban en servicio para más de 10 aerolíneas, tenían que ser estacionados de inmediato.
Tomó varios meses antes de que los B- 787s pudieran volver a volar y retomar sus operaciones. Las pérdidas ascienden a decenas de billones de dólares, pero gracias a que las autoridades aeronáuticas en todos los países, actúan tan determinada y seriamente, se evitaron posibles accidentes fatales.
El Dreamliner se está convirtiendo en uno de los aviones preferidos por tripulaciones, aerolíneas y pasajeros, ya que todos sienten confianza en el sistema, en los investigadores y en los entes reguladores.
Esa confianza en la seriedad de las investigaciones, es lo que nos da tranquilidad cada vez que nos montamos en un avión. Por lo tanto, rechacemos las infundadas teorías de conspiración.
3. Soluciones apresuradas
Cuando se trata de un accidente de aviación, CNN prácticamente paraliza su programación regular durante días, ocupando las horas con comentaristas de todo tipo, supuestos y verdaderos expertos en la materia.
Si asesinan en esos mismos días a 150 estudiantes en África, ni porque sean cristianos a manos de musulmanes, se dedica mucho tiempo a ese tipo de noticias. Sin duda, los accidentes de aviación gozan de un rating muy alto.
Los canales de noticias van generando una matriz de opinión para satisfacer a todos y restaurar prontamente la noción que con dos o tres medidas que se apliquen, todos podremos volver a estar tranquilos.
En esta semana, han sido varias las soluciones más discutidas. Una de ellas, es la regla de que siempre debe haber dos personas en la cabina de mando. Si uno de los pilotos va al baño, mientras tanto, debe entrar a la cabina una aeromoza...
Es difícil pensar que un asesino de 149 personas, listo a perder su propia vida, pueda ser impedido por una aeromoza desprevenida. Y qué tal si es la aeromoza que entra e inmoviliza al piloto o si son cómplices?
Este accidente de la semana pasada, ocurrió precisamente gracias a medidas de seguridad implementadas para proteger a los pilotos de terroristas, pero nadie pensó en cómo proteger a los pasajeros de un piloto enloquecido.
La otra solución discutida hasta la saciedad, fue la de someter a más exámenes y monitoreo sicológico a los pilotos de aviación, ignorando que éste es un caso muy poco frecuente y que las pruebas sicológicas, no son tan claras ni concluyentes como los exámenes de sangre.
El porcentaje de enfermos de depresión que se quita la vida es ínfimo. Ni hablar de los que deciden matar a 140 personas.
Aplicar medidas así a la aviación comercial es ignorar que habría que hacer lo mismo con conductores de trenes, autobuses de turismo y escolares y choferes de metro, pues ya han ocurrido múltiples accidentes fatales causados en esos medios de transporte por empleados con problemas familiares o laborales, así como por alcohólicos y consumidores de drogas.
Impedir a alguien su desarrollo profesional porque una vez sufrió de una enfermedad, no sería muy justo. Exponer a pilotos a una cacería de brujas cada vez que tengan un ataque de rabia, se sientan mal, peleen con su cónyuge o se comporten de manera inusual y hacer responsables a sus médicos, novias y familiares de delatarlos, seria terrible.
Además, ante este panorama, ningún piloto podría ya hablar de sus problemas con nadie y mucho menos ir al médico de la compañía buscando ayuda. La medicina puede resultar peor que la enfermedad.
Otra de las soluciones presentadas fue la de activar desde la torre de control, un piloto automático que tome control del avión en casos como el ocurrido.
Y qué tal si hay un asesino que trabaja en la torre de control? O si un hacker en Corea del Norte o un teenager en Boston se apoderan del avión solo para divertirse, hacerse famosos o cometer algún daño?
La verdad es que vivimos en un mundo peligroso. Estas muertes no fueron causadas por una depresión sino por un asesino narcisista. Este incidente no pudo haber sido previsto, así como ni el mejor creador en Hollywood pudo imaginarse la perfección del ataque a las Torres Gemelas. Hay que ser razonables y no tomar medidas en el calor de los acontecimientos.
Daniel Piske
Editor