¿Cómo poner un candado en esta puerta?
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A ver que le respondéis a este señor
«Un cachete a tiempo es necesario para educar»
http://www.ideal.es/granada/20110809/local/granada/cachete-tiempo-necesario-para-201108091100.html
En fin, que lo dice un catedrático y además presidente de la asociación de Psicología Conductual.
«Un cachete a tiempo es necesario para educar»
http://www.ideal.es/granada/20110809/local/granada/cachete-tiempo-necesario-para-201108091100.html
Alguien escribió:
«Hay que quitarse complejos. Para educar, un cachete a tiempo es necesario». Así se expresa Gualberto Buela-Casal, presidente de la Asociación Española de Psicología Conductual y catedrático de la Universidad de Granada.
Alguien escribió:–Más vale un bofetón a tiempo... ¿Sí o no?
–El problema es que en España hemos pasado de un extremo al otro. Ahora, darle un cachete a un hijo puede ser casi un delito. Cualquier persona que tenga entre 50 y 60 años reconocerá que cuando era adolescente era desconocida la figura del padre que iba al juzgado a denunciar a su hijo por maltrato. Hubiera sido inaudito.
Alguien escribió:Los castigos, por modas sociales, tienen muy mala prensa. El castigo es necesario en edades iniciales para corregir la conducta. A un bebé que se aproxima a un enchufe, ¿qué es mejor, darle un pequeño cachete en las manos o que se electrocute? Un cachete a tiempo es necesario.
En fin, que lo dice un catedrático y además presidente de la asociación de Psicología Conductual.
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#361 Gracias, pero fueron unos tiempos jodidos. De su generación cayeron como moscas. Los 80 y los 90 fueron la hostia en ese sentido. Lo que terminó de crucificar a mi padre fue que para alejarse del ambiente en el que estaba se fue a trabajar a Vigo y en esa época era posiblemente la ciudad de España donde más corría la droga. Vigo de por sí siempre ha sido un lugar bastante vicioso -lo sigue siendo- así que imagínate a finales de los 80. Joder, fue como las moscas a la mierda. En fin, había poca información y la gente se metía en la droga de manera masiva. Yo durante mi adolescencia fui muy consciente de lo que era ese mundillo y aún así probé lo que pude pero siempre a sabiendas de lo que podía venir detrás. En ese sentido sí que tengo que darle las gracias a lo que había vivido en casa. Me sirvió para probar y frenar, probar y frenar, probar y frenar.
Volviendo al retoño, algo raro ha pasado: ha llegado a casa hace media hora, ha pedido permiso para salir y se lo hemos denegado. No ha roto nada, ni nos ha insultado, etc. Eso sí, ya viene ciega de porros, pero bueno........ salir no sale y no parece que suponga un problema
Volviendo al retoño, algo raro ha pasado: ha llegado a casa hace media hora, ha pedido permiso para salir y se lo hemos denegado. No ha roto nada, ni nos ha insultado, etc. Eso sí, ya viene ciega de porros, pero bueno........ salir no sale y no parece que suponga un problema
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Yo al jaco nunca le di porque cuando a mí me tocó la época de probar cosas ya no se encontraba con tanta facilidad ni lo solían llevar los camellos de los garitos bakalas, de hecho recuerdo que por la calle aún se podían ver a los últimos yonkis con chandal de tactel morado pidiendo pelas pero ya estaban en fase terminal. A los pocos años desaparecieron todos de la circulación. Aparte, me daba un acojone de cuidado. Sí que recuerdo que en un garito en el que curraba había gente que lo fumaba los domingos por la tarde -había una sesión salvaje para los que hubiesen sido capaces de aguantar hasta esas horas- para bajarse el subidón de todo lo demás.
De todos modos las drogas nunca me sentaron bien, supongo que porque del mismo modo que cuando salgo de copas me bebo los cubatas a la velocidad del correcaminos, con la kaka me ocurre lo mismo. Prácticamente siempre he acabado un poco pasado independientemente de que fuesen pastillas, coca o speed. Pero aparte de mi tendencia a drogarme con una pala cuando lo hacía -que podía ser una o dos veces al año-, no me causa el efecto esperado. Por ejemplo la coca en vez de darme marcha me agilipolla. Con las pastis se pone la cosa más jocosa porque lleva un momento en el que el coco deja de grabar y puedo tener lagunas de doce horas perfectamente. La última vez que le pegué a los caramelos sé que a un taxista le regalé el cambio de un billete de 50€ en una carrera de menos de 3€, que fumé -no sé ni agarrar el cigarro-, que al salir del after nos hicimos todo el camino a casa entrando en bares de barrio para beber cervezas con todo el colocón y que me meé en la cama. De todo eso solo recuerdo montar en el taxi y despertarme meao, el resto me lo contó mi amigo. Con el LSD me lo he pasado mejor aunque solo lo he probado dos o tres veces y en pequeñas cantidades a sabiendas de que puedes coger un viaje de ida pero sin vuelta. Sí que recuerdo escuchar el motor de una furgoneta con flanger. Y con los porros na de na, ni siquiera me gusta el tabaco. Una vez en casa de una amiga según volvíamos de copas nos hicimos uno con un borracherón considerable. Muchas risas y tal, nos pusimos a comer chorizo con Ballantines, hice unas cien fotos a la tele -las tengo aquí-, etc. El speed tampoco me gusta. La última vez me pegué una pasada de cojones en la que mi amigo tuvo que sacarme de un after y llevarme a casa tras encontrarme hablando con una columna. Tuve una resaca de dos días en la cama con alucinaciones y la hostia.
Así que afortunadamente las drogas no son para mí. Ni me gusta el efecto, ni me sientan bien, no soy capaz de controlarme. Y aparte sabiendo lo que sé y viendo lo que vi en casa, tengo motivos de peso para rechazarlas. Eso sí, cuando esté viejo de cojones le voy a pegar unos viajes a los porros y al LSD mientras escucho que tres cojones me importa lo que pueda pasar
En mi trabajo se ve bastante droga, además esto es Galicia. En todas las orquestas hay alguien que se pone fino. A mí muchas veces me han dicho que me tengo que poner a tope porque desde fuera se me ve acelerado, lo cual es cierto pero porque en el camerino siempre tengo ron, café, azúcar, algún termogénico y el inhalador del asma. Yo suelo salir acelerado de cojones pero a mi manera. No me faltan mi medio litro de café, mis tres chupitos y mi chute de Terbasmin antes de empezar. Incluso algún cocainómano pesado y empeñado en que voy hasta arriba me ha llegado a poner rayas en el borde del escenario, supongo que esperando a que me tirase al suelo para metérmelas
De todos modos las drogas nunca me sentaron bien, supongo que porque del mismo modo que cuando salgo de copas me bebo los cubatas a la velocidad del correcaminos, con la kaka me ocurre lo mismo. Prácticamente siempre he acabado un poco pasado independientemente de que fuesen pastillas, coca o speed. Pero aparte de mi tendencia a drogarme con una pala cuando lo hacía -que podía ser una o dos veces al año-, no me causa el efecto esperado. Por ejemplo la coca en vez de darme marcha me agilipolla. Con las pastis se pone la cosa más jocosa porque lleva un momento en el que el coco deja de grabar y puedo tener lagunas de doce horas perfectamente. La última vez que le pegué a los caramelos sé que a un taxista le regalé el cambio de un billete de 50€ en una carrera de menos de 3€, que fumé -no sé ni agarrar el cigarro-, que al salir del after nos hicimos todo el camino a casa entrando en bares de barrio para beber cervezas con todo el colocón y que me meé en la cama. De todo eso solo recuerdo montar en el taxi y despertarme meao, el resto me lo contó mi amigo. Con el LSD me lo he pasado mejor aunque solo lo he probado dos o tres veces y en pequeñas cantidades a sabiendas de que puedes coger un viaje de ida pero sin vuelta. Sí que recuerdo escuchar el motor de una furgoneta con flanger. Y con los porros na de na, ni siquiera me gusta el tabaco. Una vez en casa de una amiga según volvíamos de copas nos hicimos uno con un borracherón considerable. Muchas risas y tal, nos pusimos a comer chorizo con Ballantines, hice unas cien fotos a la tele -las tengo aquí-, etc. El speed tampoco me gusta. La última vez me pegué una pasada de cojones en la que mi amigo tuvo que sacarme de un after y llevarme a casa tras encontrarme hablando con una columna. Tuve una resaca de dos días en la cama con alucinaciones y la hostia.
Así que afortunadamente las drogas no son para mí. Ni me gusta el efecto, ni me sientan bien, no soy capaz de controlarme. Y aparte sabiendo lo que sé y viendo lo que vi en casa, tengo motivos de peso para rechazarlas. Eso sí, cuando esté viejo de cojones le voy a pegar unos viajes a los porros y al LSD mientras escucho que tres cojones me importa lo que pueda pasar
En mi trabajo se ve bastante droga, además esto es Galicia. En todas las orquestas hay alguien que se pone fino. A mí muchas veces me han dicho que me tengo que poner a tope porque desde fuera se me ve acelerado, lo cual es cierto pero porque en el camerino siempre tengo ron, café, azúcar, algún termogénico y el inhalador del asma. Yo suelo salir acelerado de cojones pero a mi manera. No me faltan mi medio litro de café, mis tres chupitos y mi chute de Terbasmin antes de empezar. Incluso algún cocainómano pesado y empeñado en que voy hasta arriba me ha llegado a poner rayas en el borde del escenario, supongo que esperando a que me tirase al suelo para metérmelas
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