No, si yo también: no tengo nada que perder.
Pero estas invocaciones a la constitución, qué quieres, me suenan a berrinche.
Y, la verdad, prefiero que me puedan paliar en un hospital las dolencias a que algunos celebren la victoria de su equipo, se morreen en callejones, o hagan botellón, ninguna de las opciones me incluye, salvo si acaso la del callejón.
O que se celebren victorias firmando una renuncia expresa a llenar urgencias.
De todos modos, esta infección que , según algunos, ya esta acabándose o es la coartata perfecta para la alienación de la voluntad, se muestra más selectiva ahora que al principio y respeta más a los hinchas: al principio unos aficionados del Valencia se contagiaron sólo por respirar niebla de estadio Italiano e ir en el metro (y adiós fallas); ahora es más por contacto familiar, esas cosas de tocarse, besarse, follar tan de los familiares, basta con que tu parienta se juntara en navidad con sus hermanas para que luego el lecho marital acabase transmitiendo el virus fraternal.
A parte de que se ve que hay gente más vulnerable al contagio y a desarrollar la enfermedad que otros ( o a que no les afecte a penas), los que a penas nos hemos movido de casa hemos tenido menos contagios.
Lo de la mascarilla si que creo que es de una eficacia cuestionable, por lo menos para ir por la calle, yo, humano que veo, doy un salto para no cruzarme. Algunos se ve que lo de la inmunidad del rebaño lo llevan grabado, no queda claro si por la humanidad o por lo de rebaño; pero van detrás del de delante aunque sea para ir a un precipicio y se mueven como los güivols.
La mascarilla creo que no frena mucho de cara a uno, aunque puede que en términos generales ayude a no propagar (en China parece que ha sido validado); la familia sí que es la vía principal de transmisión (patrimonial y vírica).