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No es cierto que Nietzsche matara a Dios, ni siquiera metafóricamente. Nietzsche anuncia la muerte de Dios, pero no fue el primero en hacerlo.
La consecuencia de una filosofía que parte de la "muerte de Dios" sólo puede ser trágica: Mainländer y su "enfermedad ontológica", Shopenhauer y la existencia como un error, la voluntad de poder nietzscheana como única arma frente a la ausencia de sentido... No hay sentido si no hay una Causa, un Principio y una Finalidad.
En último término todo vitalismo no teísta es una alienación sensualista, un evitar la pregunta por el sentido. La pregunta por el ser de Heidegger acaba en la angustia: la constatación del ser para la muerte; y en Sartre, del ser para la nada: ya no es la angustia de Kierkegaard, sino la angustia ante la falta de sentido.
Una vez que la Ilustración proclama la Razón como única aproximación a la explicación de las cosas, empieza la idea de "la muerte de Dios". Tanto Hegel como Mainländer y Nietzsche habían proclamado la muerte de Dios en el siglo XIX. Hegel sustituye a Dios por lo que él llama Espíritu Absoluto, que es una forma de panteísmo espiritualista. Mainländer, profundamente pesimista cae en una visión profundamente negativa de la existencia que es, para él una enfermedad: la "enfermedad ontológica" (Mainländer se suicidó), Schopenhauer, también muy pesimista, pero estoico, también ve la existencia como sufrimiento, afirmando que hubiera sido mejor no existir. Nietzsche da un giro a estas ideas y, aunque confirma la falta de sentido existencial, afirma que el hecho de que Dios haya muerto es la oportunidad de superar al hombre (su moral enfermiza): el hombre debe morir para dar paso al Superhombre. No obstante esta doctrina nietzscheana es consciente del nihilismo, del vacío de sentido y para llenar este vacío, recurre a la doctrina de la voluntad de poder y recupera un mito de los presocráticos: el eterno retorno, que significa que el Universo es eterno y, debido a la infinidad de configuraciones, todo volverá a ocurrir exactamente igual, de forma cíclica, sin final. Así, lo que Nietzsche proclama es una especie de religión del Superhombre, una religión sin Dios. Marx también es otro de los pensadores de la muerte de Dios. Pero, a diferencia de los otros, Marx era materialista y, por lo tanto no reflexiona sobre metafísica y el sentido existencial, sino que su doctrina es el materialismo dialéctico, opuesto al idealismo de Hegel, pero basado en la dialéctica de éste. Para Marx la dialéctica histórica- la lógica hegeliana de la lucha de las ideas como tesis, antítesis y síntesis-, es materialista: la historia se desenvuelve como dialéctica materialista. Para él todo (incluída la idea y creencia en Dios) está motivado por la lucha de intereses materiales entre las diferentes clases sociales. Esto se conoce como la lucha de clases.
El pesimismo de los filósofos de la muerte de Dios da origen al existencialismo del siglo XX: Heidegger y Sartre son pesimistas, aunque el segundo ve un hilillo de sentido en la libertad y la creatividad. Cioran es otro de los pensadores que influyó mucho en el pesimismo existencialista. Tanto en Cioran como Sartre hay un sentimiento de náusea que no es exactamente lo mismo que la angustia de Kierkegaard o la de Heidegger.
Para el pensamiento cristiano todas estas cuestiones ya estaban presentes en la escolástica y mucho antes. La existencia humana no tiene sentido si no es por la acción crística salvífica. De ahí el pesimismo ante la condición humana por sí misma y la necesidad metafísica de la Redención.S. Hawking dice que el Universo surge de la nada, espontáneamente y que, por lo tanto, no es necesario que Dios interviniese. O sea, que el Universo existe porque sí. Es algo irracional, porque de la nada no puede salir algo espontáneamente sin intervención sobrenatural. De ahí surge la pregunta de Leibniz: ¿Por qué hay algo en lugar de nada? Lo lógico es pensar que, si no hay Dios y el universo tiene un principio , no debería haber nada en absoluto. Es lo que se conoce como Causa Primera y Eficiente o Ser Necesario. El primero en presentar el discurso de la Causa Primera fue el escolástico Tomás de Aquino, basado en el argumento aristotélico del Motor Inmóvil. Al final de la escolástica, Juan Duns Escoto desarrolló el argumento de Tomás de Aquino y escribió:
"Son dos las propiedades de Dios respecto de las criaturas: la eminencia en bondad o perfección y la causalidad. La eminencia es indivisa, pero hay distintos tipos de causalidad. Según algunos, la causalidad se divide en ejemplar, eficiente y final; la ejemplar daría a la cosa su ser esencial o quiditativo. Pero (... ) la causa ejemplar no debe numerarse junto a la eficiente; la causa ejemplar en la mente del artífice sólo contribuye al ser de la cosa en cuanto concurre con la causa eficiente. Es decir, que si se da una causa formal, lo será más bien la eminencia,que contiene más perfectamente las formas de otros seres y las contiene unitivamente. Por tanto, en Dios se dan estas tres (propiedades) ,eminencia, eficiencia y finalidad . " (J. DUNS SCOTO. Tratado del Primer Principio )
La forma de desarrollo metafísico de Duns Scoto influyó en filósofos tan importantes como Spinoza y Heidegger. Aquél panteísta, éste intentando encontrar el sentido a un mundo que carece de él, una vez que ha creído en la muerte de Dios.