Hace un tiempo estuve en casa de un amigo discutiendo sobre todo este asunto. Él defendía el intercambio libre de música sin dar cuentas a nadie, con los argumentos que ya se han hecho tópicos, todos ellos maravillosos para el lucimiento moral de boquilla (libertad, cultura, anticapitalismo, etc).
Sin embargo, mientras hablaba de SGAE y demás, me fijé en la biblioteca de su salón... una buena biblioteca con centenares de libros. Le pregunté si aplicaba la misma teoría a esos libros, porque algo no cuadraba: comprando todos esos ejemplares en la tienda, había pagado escrupulosamente los derechos de autor, y no había hecho copias. La respuesta es que no estábamos en el mismo caso, porque fotocopiar un libro sale demasiado caro. Por tanto, debo entender que los músicos son autores de segunda para este amigo.
Pero al grano. A eso se reduce todo el asunto: tecnología. La música se copia indiscriminadamente porque la tecnología moderna lo permite.
Las comparaciones con la era del casette no nos sirven de mucho. Estamos hablando de algo a nivel global, mundial, con millones de descargas diarias y millones de usuarios implicados. La comparación del casette y los P2P equivale a arrojar una piedra contra una ametralladora de munición infinita. Aparte, las copias en casettte y VHS se legislaban como la excepción que eran: pequeños "cánones" compensatorios y nada más. Sin embargo, los P2P no son una excepción al uso habitual: son la norma. Es la nueva manera de escuchar música.
Yo veo una oportunidad en todo esto. Si la tecnología ha creado la situación, la tecnología puede resolverla con justicia.
Si de alguna forma se estableciera un control sobre los servicios P2P, se podría conocer en todo momento qué temas musicales se están bajando y en qué porcentajes, con precisión estadística absoluta. Esto podría hacerse de forma anónima, sin identificar a los usuarios, salvando el escollo del derecho a la intimidad y la protección de datos.
Por tanto, tendríamos una enorme estadística de los temas que han pasado de manos por Internet. El siguiente paso sería asignar una cuota a los prestadores de servicios (y quizá a otros implicados) para que sufragasen los derechos de autor, ya que se están lucrando (y mucho) con ello. La cuota podría ser pequeña, precisamente porque hay millones de usuarios descargando. Bastaría con tasar el valor real de una descarga y hacer medias.
Esos prestadores de servicios, como Telefónica, podrían enviar sus cuotas a un fondo común, gestionado por el Estado. O quizás a un fondo global gestionado por la ONU, ya que las descargas suelen ser internacionales. Ese fondo estaría controlado por una institución democráticamente elegida entre las asociaciones de autores, y sería transparente a la hora de hacer cuentas, con auditorías periódicas. Luego, cada autor recibiría en su cuenta corriente la cantidad proporcional.
La oportunidad que veo es clara: cualquiera de nosotros accedería en condiciones de igualdad a esos fondos. Alejandro Sanz se llevaría su parte, y nosotros la nuestra. No estaríamos sometidos a "estimaciones".
Otra gran ventaja: acceso directo al mercado, sin intermediarios. Los músicos pasarían de evitar el P2P como la bicha, a colocar todo su repertorio directamente en la red. Si se garantiza que cada descarga va a producir un rédito, el que no participase sería estúpido.
Las complicaciones técnicas son pequeñas. El control del fraude por descarga sería sencillo, porque nos movemos en un entorno global, y las descargas que pueda hacerse a sí mismo cada artista serían detectables o irrelevantes.
Se podría incluso evitar que los usuarios pagasen por un servicio que no utilizan. Podría darse un servicio de ADSL sin P2P y otro con P2P, con tarifas diferentes. Las redes P2P que intentaran funcionar saliéndose de la norma podrían cerrarse. Y si las tarifas son atractivas, pocos querrán complicarse la vida: pagarán el acceso P2P y a bajar música indiscriminadamente.
¿Qué pasa si el número de descargas supera lo estipulado para derechos de autor en las cuotas? Se marca un límite: los autores percibirán su parte proporcional del total de las cuotas, aunque las descargas superen el máximo. Así todos ceden.
Con un sistema así, no se me ocurre qué podría objetarse. Ahora sólo hay que poner de acuerdo a todo el planeta