Muy buenas esas máximas de Murray Schafer.
Aquí transcribo unas notas de ALAN BELKIN (
https://www.webdepot.umontreal.ca/Usagers/belkina/MonDepotPublic/e.index.html)
Traducidas de su página web (hay permiso del mismo para hacerlo mientras se le mencione), y relativas a la ENSEÑANZA DE LA COMPOSICIÓN MUSICAL:
El trabajo principal del profesor es enseñar al estudiante qué puede pedirse a si mismo, primero a nivel meramente técnico y, más tarde, en relación a la expresividad y rango emocional.
Además de determinadas cuestiones prácticas (habitualmente relacionadas con la habilidad para interpretar un instrumento), es mejor orientar los problemas del estudiante en términos de principios generales que sugerir una solución. Si es necesario sugerir algo concreto, es mejor dar varias opciones de manera que el estudiante pueda elegir, o inventar una diferente.
Es inútil discutir sobre cuestiones de estilo. Es preferible animar al estudiante a escribir solo lo que realmente le gusta y, si es preciso, señalar pasajes específicos que se derivan demasiado claramente de otras obras, ya que distraen la propia creatividad del estudiante. Por tanto: “tu estilo es demasiado tonal” es algo inhibidor (y también intolerante), mientras que “este pasaje se parece mucho al tema X de la obra Y, intenta hacer algo más personal”, resulta mucho más constructivo. De cualquier forma, hasta que el estudiante tenga una técnica sólida, y haya escrito un importante cuerpo de obras, no se puede deducir mucho sobre sus preferencias musicales (mi definición personal es “estilo”).
Es importante distinguir una primera fase en la composición, donde el sentido crítico de estar ausente temporalmente, de fases posteriores, donde dicho sentido se debe aplicar de forma rigurosa. Adentrarse en la crítica demasiado pronto puede resultar paralizante. Una vez que se han esbozado grandes partes de una obra, la artesanía y la autocrítica forman parte del proceso.
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Un saludo.
Luis.
El profesor tiene la delicada tarea psicológica de equilibrar la crítica y el ánimo. Algunos estudiantes toman actitudes arrogantes con facilidad, o intolerantes, hacia otros estilos. Debido a que estas actitudes limitan el aprendizaje, deben ser reconducidas. Otros estudiantes se muestran inseguros, y necesitan ánimo para seguir sus propios gustos musicales, incluso cuando puedan conducir hacia direcciones inesperadas.