Impulso ó estímulo creador, especialmente relacionado con las artes del ser humano.
Si buscásemos una simple definición de lo que significa la inspiración, quizás las palabras anteriormente mencionadas bastarían. Sin embargo, la inspiración es algo mucho más profundo e intenso, y está demasiado relacionada con el mundo interior de cada ser humano como para ser descrita por una simple definición de diccionario.
Lo cierto es que a lo largo de milenios, el hombre ha estado buscando un “por qué” a su expresión artística, si, ha tratado de encontrar una razón de suficiente peso como para compartir con el mundo exterior, esa parte tan íntima de su propio ser. Esto no solo se limita a la expresión musical, sino que por ende se extiende a todo aquello que llamamos arte- aquello que hace maravillarse a los hombres: la pintura o la escultura, la tan venerada literatura… E incluso la ciencia diría yo, si se entiende como arte, tiene su dosis respectiva de inspiración.
Sin embargo, es lógico que nos preguntemos: ¿De qué depende la inspiración? ¿Cómo se adquiere? ¿Por qué de repente, se pierde de la forma más inexplicable?
En primer lugar, hemos de reconocer que la inspiración de un artista depende de la reacción de su ser interior a aquello que le rodea. Esta idea se extiende por supuesto a cualquier persona, es decir, que cada individuo se sentirá inspirado por factores propios, tales como vivencias, recuerdos y otros sentimientos como el miedo, el amor, el odio… y que en ningún caso se pueden imitar.
Al hablar de esto, recuerdo una entrevista que se hizo hace un par de años a un guitarrista, cantante y compositor llamado Benjamin Burnley. Se le preguntó su opinión sobre las claves a tener en cuenta para componer una canción que resultara atrayente, suficiente como para quedarse en la mente y corazón de los oyentes… e incluso de cambiar su modo de ser y actuar. Después de componer y escribir 4 discos que obtuvieron éxito, su respuesta fue: “Realmente no te puedo contestar a esa pregunta. Desearía poder decirte algo concreto, pero, resulta que mucha parte de culpa la tiene la inspiración del momento, y la intuición… eso es algo que no se puede enseñar, simplemente aparece.”
Esa es la clave: LA NSPIRACIÓN NO SE ENSEÑA, simplemente existe o no, aparece o desaparece y no parece existir control aparente sobre la misma. Si tomamos como modelos musicales a los grandes autores y compositores de la música clásica: Vivaldi, Mozart, Beethoven o Chopin… seguramente obtendríamos una síntesis parecida sobre aquello que es la inspiración del hombre.
Sin embargo, hay varios factores que podemos tener en cuenta al hablar de la inspiración del ser humano. Hablemos por ejemplo de los sentimientos internos. Según los entendidos de la materia, si analizamos la música que se ha compuesto/escrito en la historia humana conocida, resulta que cerca del 80% de la misma (no importa qué estilo o rama musical tengamos en cuenta) trata sobre temas tristes y melancólicos, sobre pérdidas y fracasos del ser humano, sobre el sufrimiento y el desengaño amoroso o incluso la traición y la despedida, si es que hablamos de amistad. Así que todo parece indicar que la inspiración generalmente aparece en momentos negativos de la vida. Es entonces cuando queremos compartir lo que sentimos y darlo a conocer a los demás. Al parecer, este tipo de “inspiración” ayuda al propio músico/compositor a evadirse de esa realidad cruel y desastrosa que lo atormenta, y por otro lado resulta atrayente a los oyentes, puesto que la gran mayoría –si es que no todos- se sienten identificados con esa clase de sentimientos.
Evidentemente esto no quiere decir que para sentirse inspirado, sea necesario ser una especie de “depresivo crónico”, ni mucho menos. Aquí simplemente se muestra una conclusión que se ha sacado a partir de diversos estudios realizados sobre la música y su relación con la psíquica humana. De hecho, el amor romántico o pasional, es otro de los temas más utilizados en la expresión artística, y también es una gran fuerza inspiradora.
En cualquier caso, parece ser que en la inspiración no solo influye la mente – como fuerza motriz propiamente dicha – sino también el corazón tiene un papel fundamental, puesto que es amo y señor sobre la mente (a los artistas románticos me remito). Recientes estudios han demostrado que el corazón, no es solo un órgano fisiológico vital para mantener la vida de cualquier persona, sino que también posee un circuito propio de sensaciones y sentimientos, un circuito propio de señales eléctricas y químicas capaces de influir en el comportamiento del cerebro. Este circuito electro-químico funciona de manera independiente, a la vez que trabaja en estrecha relación con el circuito cerebral.
En este caso, si nos centramos en la inspiración musical, podríamos decir que el corazón aporta la “base sentimental”, que posteriormente es tratada por el cerebro para obtener el resultado final en forma de letra ó melodía. Quizás sería atrevido hacer una conclusión semejante, pero podría decirse que no hay inspiración sin corazón, no hay música sin sentimientos. Los sentimientos son un diamante en bruto, que nace del corazón y a los que el cerebro se encarga de dar forma y brillo.
Una idea concluyente que sí podemos tener clara, es que la inspiración está íntimamente ligada con los sentimientos de cada persona. A su vez, estos sentimientos se basan en experiencias o acontecimientos de la vida, ya sean positivos o negativos, presentes o pasados (melancolía). En cualquier caso, la inspiración es un bien muy preciado en el arte –concrétamente en la música, que es lo que nos ocupa- y que no todo artista es capaz de encontrar. Resulta paradójico pensar que es algo que pudiera parecer tan lejano e inalcanzable, y sin embargo resulta estar muy cerca de nosotros… en nuestro propio interior.
La inspiración es cuanto menos un impulso, un fragmento de un sentimiento, una momentánea chispa capaz de encender un bosque entero… no se puede negar ni afirmar, no se puede crear ni tampoco mantener, mucho menos forzar con el silencio.
Por tanto, como conclusión podemos decir que, si buscamos un poco más en nuestro “mundo interior”, quizás encontremos ese tesoro artístico que tantas veces se ha buscado, y que a veces resulta complicado de hallar… ese tesoro llamado inspiración.
Si buscásemos una simple definición de lo que significa la inspiración, quizás las palabras anteriormente mencionadas bastarían. Sin embargo, la inspiración es algo mucho más profundo e intenso, y está demasiado relacionada con el mundo interior de cada ser humano como para ser descrita por una simple definición de diccionario.
Lo cierto es que a lo largo de milenios, el hombre ha estado buscando un “por qué” a su expresión artística, si, ha tratado de encontrar una razón de suficiente peso como para compartir con el mundo exterior, esa parte tan íntima de su propio ser. Esto no solo se limita a la expresión musical, sino que por ende se extiende a todo aquello que llamamos arte- aquello que hace maravillarse a los hombres: la pintura o la escultura, la tan venerada literatura… E incluso la ciencia diría yo, si se entiende como arte, tiene su dosis respectiva de inspiración.
Sin embargo, es lógico que nos preguntemos: ¿De qué depende la inspiración? ¿Cómo se adquiere? ¿Por qué de repente, se pierde de la forma más inexplicable?
En primer lugar, hemos de reconocer que la inspiración de un artista depende de la reacción de su ser interior a aquello que le rodea. Esta idea se extiende por supuesto a cualquier persona, es decir, que cada individuo se sentirá inspirado por factores propios, tales como vivencias, recuerdos y otros sentimientos como el miedo, el amor, el odio… y que en ningún caso se pueden imitar.
Al hablar de esto, recuerdo una entrevista que se hizo hace un par de años a un guitarrista, cantante y compositor llamado Benjamin Burnley. Se le preguntó su opinión sobre las claves a tener en cuenta para componer una canción que resultara atrayente, suficiente como para quedarse en la mente y corazón de los oyentes… e incluso de cambiar su modo de ser y actuar. Después de componer y escribir 4 discos que obtuvieron éxito, su respuesta fue: “Realmente no te puedo contestar a esa pregunta. Desearía poder decirte algo concreto, pero, resulta que mucha parte de culpa la tiene la inspiración del momento, y la intuición… eso es algo que no se puede enseñar, simplemente aparece.”
Esa es la clave: LA NSPIRACIÓN NO SE ENSEÑA, simplemente existe o no, aparece o desaparece y no parece existir control aparente sobre la misma. Si tomamos como modelos musicales a los grandes autores y compositores de la música clásica: Vivaldi, Mozart, Beethoven o Chopin… seguramente obtendríamos una síntesis parecida sobre aquello que es la inspiración del hombre.
Sin embargo, hay varios factores que podemos tener en cuenta al hablar de la inspiración del ser humano. Hablemos por ejemplo de los sentimientos internos. Según los entendidos de la materia, si analizamos la música que se ha compuesto/escrito en la historia humana conocida, resulta que cerca del 80% de la misma (no importa qué estilo o rama musical tengamos en cuenta) trata sobre temas tristes y melancólicos, sobre pérdidas y fracasos del ser humano, sobre el sufrimiento y el desengaño amoroso o incluso la traición y la despedida, si es que hablamos de amistad. Así que todo parece indicar que la inspiración generalmente aparece en momentos negativos de la vida. Es entonces cuando queremos compartir lo que sentimos y darlo a conocer a los demás. Al parecer, este tipo de “inspiración” ayuda al propio músico/compositor a evadirse de esa realidad cruel y desastrosa que lo atormenta, y por otro lado resulta atrayente a los oyentes, puesto que la gran mayoría –si es que no todos- se sienten identificados con esa clase de sentimientos.
Evidentemente esto no quiere decir que para sentirse inspirado, sea necesario ser una especie de “depresivo crónico”, ni mucho menos. Aquí simplemente se muestra una conclusión que se ha sacado a partir de diversos estudios realizados sobre la música y su relación con la psíquica humana. De hecho, el amor romántico o pasional, es otro de los temas más utilizados en la expresión artística, y también es una gran fuerza inspiradora.
En cualquier caso, parece ser que en la inspiración no solo influye la mente – como fuerza motriz propiamente dicha – sino también el corazón tiene un papel fundamental, puesto que es amo y señor sobre la mente (a los artistas románticos me remito). Recientes estudios han demostrado que el corazón, no es solo un órgano fisiológico vital para mantener la vida de cualquier persona, sino que también posee un circuito propio de sensaciones y sentimientos, un circuito propio de señales eléctricas y químicas capaces de influir en el comportamiento del cerebro. Este circuito electro-químico funciona de manera independiente, a la vez que trabaja en estrecha relación con el circuito cerebral.
En este caso, si nos centramos en la inspiración musical, podríamos decir que el corazón aporta la “base sentimental”, que posteriormente es tratada por el cerebro para obtener el resultado final en forma de letra ó melodía. Quizás sería atrevido hacer una conclusión semejante, pero podría decirse que no hay inspiración sin corazón, no hay música sin sentimientos. Los sentimientos son un diamante en bruto, que nace del corazón y a los que el cerebro se encarga de dar forma y brillo.
Una idea concluyente que sí podemos tener clara, es que la inspiración está íntimamente ligada con los sentimientos de cada persona. A su vez, estos sentimientos se basan en experiencias o acontecimientos de la vida, ya sean positivos o negativos, presentes o pasados (melancolía). En cualquier caso, la inspiración es un bien muy preciado en el arte –concrétamente en la música, que es lo que nos ocupa- y que no todo artista es capaz de encontrar. Resulta paradójico pensar que es algo que pudiera parecer tan lejano e inalcanzable, y sin embargo resulta estar muy cerca de nosotros… en nuestro propio interior.
La inspiración es cuanto menos un impulso, un fragmento de un sentimiento, una momentánea chispa capaz de encender un bosque entero… no se puede negar ni afirmar, no se puede crear ni tampoco mantener, mucho menos forzar con el silencio.
Por tanto, como conclusión podemos decir que, si buscamos un poco más en nuestro “mundo interior”, quizás encontremos ese tesoro artístico que tantas veces se ha buscado, y que a veces resulta complicado de hallar… ese tesoro llamado inspiración.