Aunque sea duro, jodido, y tal vez triste el mundillo, yo aún tengo 17 años y el sonido es mi pasión, y también quiero luchar por el sonido, por la música, por la cultura.
Mi sueño es algún día poder ser Pedro, por mal que lo tenga que pasar siéndolo. Pero es que es lo que deseo, es mi vocación, no me veo haciendo otra cosa en mi vida que me vaya a gustar siquiera la mitad que esto. Tras casi 4 años aprendiendo por mi cuenta, prácticamente nunca he preguntado nada a nadie (solo alguna vez suelta, y porque era una pregunta tan tonta que no sabía a quién preguntársela), me he intentado sacar las castañas del fuego yo solo, y hasta ahora he podido comprobar que no he aprendido mal lo que he estudiado por mi cuenta.
Y sé que aun me queda todo por aprender, pero a pesar de ello estoy deseoso y ansioso por seguir, por llegar a ser Pedro y poder sonorizar mi primer concierto, por, aunque nadie me agradezca mi trabajo, saber que por lo menos entre esas personas de ahí abajo alguien habrá que aunque no lo diga sí que aprecia lo que ha oído, lo que hay detrás de ese espectáculo que ha visto.
Porque yo cuando he ido a un concierto hasta ahora, aunque nunca he podido acercarme al técnico a decirselo (me corrijo, una vez sí que me acerqué a felicitar a los dos técnicos que controlaban todo... ellos dos solitos, padre e hijo, montaron y desmontaron absolutamente todo y se fueron tan felices en el camión de la empresa... y además eficientemente), sí que he apreciado para mí mismo su trabajo, y el de todos los que lo han hecho posible.
Como músico he podido encontrarme con diversos técnicos de sonido, según la sala de conciertos a la que me acercara. Unos más amables, otros más huraños, pero sin duda han hecho su trabajo, mejor o peor, y me hicieron a mi grupo y a mi poder transmitir nuestra música al público con mejor o peor sonido.
Lo mínimo es agradecérselo, porque en algunas de esas salas el alquiler era una miseria, nosotros tampoco nos podíamos permitir alquilar una gran sala, ni aun entre varios grupos, pero para nosotros aquello nos servía... Tal vez el simple hecho de haber pagado esa miseria de alquiler a pesar de que el concierto debiera haber costado más fuera contribuir a que esto siga en decadencia, pero... ¿Qué otra cosa podemos hacer?
Sin duda es un trabajo muy duro y, definitivamente, los que os dedicáis a esto dejáis vuestra vida en ello, es vuestra pasión pura y dura, y creo que la conexión que sientes cuando te encuentras con otro con tu misma pasión y empiezas a hablar con esa persona es mucho más que agradable, y dudo que Carlos, el de la oficina, pueda decir que se sienta apasionado por lo que hace y que tenga ese tipo de complicidad con sus compañeros.
El sonido sin duda es algo único. Yo me hice adicto al sonido en el mismo momento en que me hice adicto a la ilusión. A la ilusión que siente una persona al oírse sonar por unos altavoces, con sus compañeros de banda, sea en un concierto o en un estudio.
Esa ilusión, esa esperanza que veo en los ojos de aquella gente con la que grabo, por cutres que sean mis grabaciones y mis mezclas, por modesto que sea mi equipo... Creo que merece la pena sólo por ver esa ilusión que hasta hoy haya estado dedicando 3 ó 4 días mínimo (si no me metían prisa) para mezclar una simple canción, habiendo estado ya grabada.
La música es mi pasión, pero mi verdadera pasión es conseguir que suene y que pueda llegar a todas partes.