Siempre me acordaré de aquel primer directo, con 16 añitos, en un grupo que se llamaba Zar, en el Salón de la Infancia de Barcelona.
Había un escenario montado, y durante todo el día pasaban grupos tocando cerca de una horilla. Nosotros éramos los últimos, ya que el salón lo cerraban a las 20:00 horas, y nosotros empezamos a tocar sobre las 19:15.
Bueno, pues efectivamente, después de pasarlas canutas con aquel técnico de pacotilla, que hacía que milagrosamente apareciera y desapareciera el sonido de mi fantasbuloso Roland JV-30 hacia el exterior, cuando llegó la hora de cerrar, las 20:00 horas, efectivamente se cerró. Con eso quiero decir, que mientras tocábamos la última canción del repertorio, alguien bajó algún diferencial, y la música calló .
Podeis imaginarme con 16 añitos aproximadamente, y con toda la ilusión puesta en esa actuación por cutre que fuera, qué rebote pillé con el técnico. Aún tengo grabado en vídeo aquel corte de mangas que le hice al técnico cuando mi mente se dio cuenta de que todo había acabado antes de tiempo
No fue un buen inicio, pero poco a poco fuimos superando este trauma juvenil. Luego os cuento otra