Hola tricky2k:
Bueno, mire le contesto pero tardaré en responder lo que usted luego me responda porque estoy muy liada con muchas cosas y me importa más aprender a tope de Mezcla estos días en ratos libres que hablar de política.
Dejando los sentimentalismos de lado -aunque por su forma de dirigirse a mí veo que lo ha tomado como algo personal-, la independencia de Cataluña la perjudicaría, por ejemplo:
1-Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea, sin el euro (si ya España en su conjunto está poco valorada por la UE imagínate Cataluña).
Dudo seriamente que los miembros de la UE votasen entonces la entrada de Cataluña, y en la hipótesis de que sí entrase el proceso es lento, al menos tardarían 10 años, y en ese tiempo Cataluña ya estaría arruinada.
2-El Producto Interior Bruto caería un 23%.
NOTA: **
3-Las empresas catalanas sufrirían un gran desastre estando fuera de la UE (aunque fuera durante “sólo” diez años.)
España tampoco compraría a Cataluña muchos de los productos que ahora sí le compra, siendo Cataluña parte de España, por el precio le sería mejor a España comprar entonces a Francia y no a Cataluña por ejemplo.
4-Las quejas de que “España se queda el dinero de Cataluña” se trasladarían a “Barcelona se queda el dinero de Girona” …ai solidaricémonos con Lleida entonces también.
5-Tendrían los gatos por pagar a funcionarios de Cataluña que ahora son pagados por España.
6- ** Pueden leer el informe de Mikel Buesa, catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, aquí:
http://mikelbuesa.wordpress.com/2009/12/16/la-independencia-de-cataluna/
A) <<Las
exportaciones de Cataluña hacia España, como derivación de la reducción del efecto frontera, la protección arancelaria y los costes de transacción,
experimentarán un aumento de precios del 40,07 %. Y, como consecuencia de tal aumento de precios su volumen acabará reduciéndose en 44.112 millones de €, trasladándose esta caída a la producción, de manera que
el PIB se minorará en un 20,3 %.
B) Las
exportaciones catalanas hacia los demás países de la Unión Europea, en virtud del arancel y los costes de transacción,
se encarecerán en un 14,07 %, con lo que también acabarán reduciéndose hasta una cifra de 6.568 millones de €. La traslación de este
efecto negativo al PIB será equivalente al 3,1 % de su nivel actual.
C) Por tanto,
el PIB de Cataluña experimentará con la independencia una caída de 50.580 millones de € o, lo que es lo mismo, del 23,4 %. En términos por habitante, la Cataluña independiente registrará una
reducción desde los 29.457 € per capita actuales a sólo 22.575 €. O sea,
de ser una región más rica que la media española —que es de 24.020 € por habitante—
pasará a ser una nación más pobre que esa media. O también se puede decir que los catalanes, salvo que una buena parte de ellos abandonen su nación, se empobrecerán hasta llegar a
un nivel equivalente al que actualmente gozan los ciudadanos de Ceuta.
D) Si aplicamos los supuestos antes señalados a las
importaciones de Cataluña se llega al resultado de una reducción de las procedentes de España de 15.124 millones de €; y de las originarias de los otros países de la UE, de 3.183 millones de €. O sea, esas importaciones
se verán disminuidas en una cifra equivalente al 8,8 % del PIB actual de la región.
E) Y trasladadas todas esta cifras al
cálculo de los saldos exteriores, se llega a este resultado: por una parte, el
saldo con España pasará a ser deficitario por un valor de –7.124 millones de € —recuérdese que actualmente hay un superávit tres veces superior a esa cifra—; y, por otra,
el saldo negativo con el resto del mundo aumentará su tamaño hasta alcanzar una cifra de –
18.455 millones de €. En conjunto, el
déficit exterior de la Cataluña independiente alcanzará los –
25.669 millones de €, una cifra ésta que será equivalente al
15,4 % del PIB de la nación catalana.
En otras palabras,
la Cataluña independiente será la nación más deficitaria del mundo. Claro que, para llegar a ese déficit tendrá que encontrar a algún país que se lo financie, lo que, dado lo abultado de la cifra, seguramente será imposible. Y entonces, una crisis aún más profunda que la que las cifras anteriores describen se cernirá sobre la economía catalana empobreciendo aún más a sus habitantes. Serán éstos los que, en esa situación,
descubrirán que el negocio que les propusieron los nacionalistas con su referéndum no era el de la felicidad sin límite, sino el de una espiral de pobreza, y que, por tanto, no merecía la pena.
Uno de los aspectos en los que los nacionalistas insisten cuando plantean sus proyectos secesionistas es el de la
estabilidad institucional de las relaciones económicas, como si la cuestión de la independencia fuera sólo un asunto político carente de conexión con la economía. Ello se traduce en
la idea de permanencia dentro de la Unión Europea, de manera que,
en lo que atañe a las relaciones comerciales, no habría ningún cambio institucional con la secesión. Más en concreto, en el referéndum recién celebrado la pregunta planteada contiene esa premisa sin ningún eufemismo, tal como se desprende de su texto:
«¿Quiere que la nación catalana se convierta en un Estado de derecho, independiente, democrático y social, integrado en la Unión Europea?».
Sin embargo,
esa estabilidad institucional no es obvia debido a que:
1-En primer lugar, la Unión Europea la forman Estados de manera que las regiones que forman parte de éstos se integran en el espacio europeo a través de ellos.
2-Los tratados constitutivos de la Unión Europea no han previsto en ningún caso la posibilidad de la secesión de algún territorio, por lo que, de producirse ésta, la región que formara un nuevo Estado quedaría fuera de la Unión. El precedente establecido por Argelia —que formaba parte de Francia como un Departamento más cuando, en 1962, accedió a la independencia— lo señala con total nitidez; y así lo han declarado expresamente en el Parlamento Europeo tanto la Comisión como su Presidente.
3-En consecuencia,
la secesión de un territorio y la formación de un nuevo Estado implicaría para éste, si quisiera formar parte de la Unión Europea, la necesidad de proceder a la negociación de su adhesión. Tal negociación, en el caso más favorable —es decir, en el caso de que no hubiera ningún veto por parte de los Estados miembros de la Unión— requeriría un plazo no inferior a cinco años. Si además se planteara la entrada en la Unión Monetaria Europea —cuyos requisitos en cuanto a la estabilidad monetaria, el equilibrio de las cuentas públicas, la ausencia de devaluaciones y el mantenimiento de bajas tasas de inflación, establecidos en el Tratado de Maastricht, son muy estrictos— ese plazo podría fácilmente duplicarse.
En resumen, al menos durante una década el Estado independiente de Cataluña se quedaría fuera de la Unión Europea. Y, en tal circunstancia,
quedaría establecida una frontera económica, además de política, entre esa región y España, así como con respecto a los demás países de la Unión Europea. Y las fronteras económicas implican costes para las transacciones comerciales. Unos costes que afectan a la competitividad de las exportaciones y, por tanto, al nivel de éstas, lo que, a su vez se refleja en el Producto Interior Bruto (PIB).
Veamos esos costes no sin antes aclarar algunas de las
cifras fundamentales de la economía catalana y sus relaciones comerciales exteriores:
El PIB de Cataluña en 2008, según el Instituto de Estadística de Cataluña (IDESCAT), fue de 216.923 millones de €.
Cataluña exportó al resto de España 84.682 millones de € e importó 62.908 millones de € —cifras éstas que no proporciona el IDESCAT y que he estimado a partir de la Tabla input output de Cataluña correspondiente a 2001, proyectando las cifras hasta 2008 con la restricción de que el saldo correspondiente fuera el mismo que figura en la Contabilidad Regional publicada por dicho organismo—. El saldo es, por tanto, positivo e igual a 21.774 millones de €.
Las exportaciones catalanas al resto del mundo fueron de 65.368 millones de € —de los que 35.911 correspondieron a los países de la Unión Europea— y las importaciones de 80.438 millones de € —correspondiendo 45.168 a la UE—, con lo que el saldo de estas operaciones fue negativo por un valor de –15.070 millones de €.
Por consiguiente, el saldo comercial externo de la economía catalana —es decir, la suma de los saldos con el resto de España y con el resto del mundo— fue positivo por un valor de 6.704 millones de €.
Pues bien, a partir de estas cifras se puede hacer un
ejercicio de simulación acerca de lo que ocurriría en Cataluña si, como fruto de la independencia, aparece una frontera económica con España y la Unión Europea. Los supuestos de los que parte ese ejercicio son los siguientes:
1-La frontera económica se traduce en la aplicación a las exportaciones catalanas a España y los demás países de la Unión de un arancel equivalente a la actual protección media de la economía española con respecto a las importaciones procedentes del territorio exterior a la UE. Esa protección fue, en 2008, del 1,07 %.
2-Asimismo, la frontera implica la aparición de unos costes de transacción derivados de los trámites aduaneros, inspección de mercancías, tramitación de licencias, riesgo del tipo de cambio —dado que Cataluña estaría fuera del área del euro y su moneda dejaría de ser la divisa europea— y otros elementos habituales en las operaciones exteriores, equivalentes al 13 % ad valorem, cifra ésta que ha sido estimada por la OCDE para los países desarrollados.
3-La elasticidad–precio —es decir, la relación entre la variación de las cantidades comerciadas y la variación en los precios de las mercancías y servicios— de las exportaciones e importaciones catalanas es la misma que el Banco de España ha estimado para las españolas. O sea, –1,3 en el caso de la exportación y –0,6 en el de la importación.
4-El efecto frontera —concepto éste que alude a la intensidad de las relaciones comerciales de una región con todas las demás de España por comparación con cualquier otro país del mundo en condiciones de equivalencia de tamaño de las respectivas economías y distancia en kilómetros— se reduciría a la mitad, tal y como ocurrió en los casos de las viejas repúblicas soviéticas cuando se disolvió la URSS o en las repúblicas balcánicas cuando se deshizo Yugoslavia tras la muerte del mariscal Tito. Es decir, si actualmente Cataluña comercia con las demás regiones de España con una intensidad que es 22 veces mayor que con cualquier otro país del mundo a igualdad de tamaño y distancia, esa intensidad pasaría a ser de sólo 11 veces. Ello es equivalente a una reducción de la protección de esas relaciones internas a España con respecto a las exteriores desde el 53 % ad valorem hasta el 27 %. O lo que es lo mismo, la reducción del efecto frontera sería equivalente a la imposición de un arancel entre la Cataluña independiente y España del 26 % ad valorem.
5-Finalmente, como es habitual se parte del supuesto de reciprocidad, de manera que el Gobierno de Cataluña respondería a la aparición de la frontera económica imponiendo a las importaciones procedentes de España y los países de la UE un arancel igual al vigente en estas naciones.>>