#11086
Claro, qué me vas a contar, que por ser tan alto y guapo tengo tantos descendientes diseminados.
Seguro que si hubiera nacido pigmeo, pigmearía.
#11087
¿alto y guapo?
Pensaba que eras la de la foto: no se si me trae cuenta seguir discutiendo contigo.
Además eres del norte, nunca nos entenderéis, aunque sé que de vez en cuando hablas bien de Murcia.
#11097 Según su teoría del eterno retorno Nietzsche tuvo frente a sus narices la constatación de la realidad del infierno: Perdió a su hermano y a su padre a los cinco años y eso le creó un trauma profundo que se manifestó en una pesadilla en la que el padre volvía de la tumba para llevárselo al otro mundo; perdió la fe a los dieciocho años, rebelándose contra el fantasma de su padre, el pastor protestante. Su miopía y su carácter poco social y retraído hicieron que fuese un acomplejado con las mujeres. Sus dos amores hacia éstas ( Cósima Wagner y Lou Salomé) fueron platónicos y frustrados. Odiaba a su madre y a su hermana, de educación luterana estricta y de quienes dijo " siento fastidio hacia ellas" y " no tengo nada que ver con esa canaille". Wagner, a quien durante un tiempo admiró, porque Nietzsche buscaba en el músico al padre que había perdido, le propinó "la ofensa imperdonable" al dudar de la inclinación sexual de filólogo.Desde joven sufrió fuertes dolores de cabeza y contrajo una sífilis que le hizo sufrir hasta la muerte, llevándole hasta la locura que le sumió en la idiocia durante diez años antes de morir.
Netzsche vió el infierno porque, según el implacable eterno retorno todas esas calamidades volverían a suceder una y otra vez, como una rueda que gira sin fin. Cierto que le quedaba el desahogo de despotricar contra cristianos, mujeres, demócratas, socialistas, anarquistas y clases medias y humildes. Pero sus obrss tuvieron poco exito y conoció la amargura de la incomprensión y el ostracismo.
La vida de Nietzsche fue una vida de sufrimiento, frustración y amargura.
Y él creía que se repetirá una y otra vez, sin fín. Eso es el infierno, pero él se engañaba a sí mismo, se daba ánimos y decía: " A pesar de todo, siempre alegre y optimista". Mentira, eso queda muy bonito en un libro, pero su realidad fue patéticamente cruel y nadie puede ser optimista ante tanta desgracia.
Quienes han leído a Nietzsche deberían sentir lástima por él y darse cuenta de que su bravuconería, su anhelo del Superhombre, indica una profunda tragedia personal, una incapacidad de aceptar con humildad un alto designio. Sustuyó el amor a Dios por el amor al destino, pero es dudoso que dicho amor fati fuera verdadero, sino màs bien una pose para sus lectores.