Me acabo de registrar y aprovecho esta mi primera intervención para saludaros.
La cuestión es que soy un completo novato en estas lides.
Siempre he sido un enamorado de la música pero nunca tuve ocasión de tomármela en serio y aprender solfeo con intención de tocar un instrumento.
He pasado muchas horas de mi vida dedicadas al placer de escuchar música por el mero placer de hacerlo pero siempre pensé que aprender a interaccionar con ella había de ser algo muy por encima de mis posibilidades.
Sin embargo, hace tres meses y animado por un amigo, me decidí a formar parte de una agrupación musical.
El maestro de la banda, un hombre octogenario ya jubilado, nos enseña solfeo e instrumento, tres veces por semana.
Lo hace por amor al arte sin cobrarnos un duro, con tan solo el único requisito de tomarnos las clases y el asunto de la música en serio.
Ninguno de sus cuatro alumnos, entre los que me incluyo, cumpliremos ya los 44 tacos porque yo que soy el más joven cumplo los 45 el mes que viene.
Se propuso el hombre la gesta de en poco más de tres meses enseñarnos lo básico del solfeo y con ahínco y constancia, manejar más o menos el instrumento que hemos escogido para salir tocando en la semana santa.
Y he aquí la hazaña: me aprendí bien las partituras y aunque en el primer y segundo día de marcha de procesión, me perdí bastante, fui cogiéndole el tranquillo y en las sucesivas salidas, disfruté porque ya muchas piezas las tocaba de memoria.
He de decir que el instrumento que me aconsejó el maestro que tocara es el clarinete.
Nadie aprende solfeo ni música en tres meses.
Esto es una labor de años.
Favorecido si se comienza desde la más tierna infancia.
Esta es una verdad incontestable.
Pero yo no tengo prisa por aprender cuando tanto he esperado y me cueste más o menos, estoy decidido a manejarme dignamente con mi instrumento.
La mayoría de las partituras con las que he aprendido están maltrechas y en un estado calamitoso.
Muchas de ellas manuescritas encima del original por encontrarse este hecho trozos y pegado con papel de celo.
Partituras impresas en 1939, con el típico color amarillo del trasiego de un lado para otro y los propios avatares del tiempo.
Reliquias inherentes a su propietario, esto es, mi maestro.
Intuía yo que tenía que existir algún programa para editar partituras.
He indagando por la red y he descubierto que en efecto, que existen unos cuantos.
De entre todos los que he ido investigando, me parece el más intuitivo el Sibelius.
Encuentro su interfaz muy agradable y práctica.
Pretendo aprender en lo sucesivo, como se edita una partitura para dejarla como nueva.
Supongo que esto me llevará un tiempo, más si cabe teniendo en cuenta mis todavía precarios conocimientos de solfeo pero con dedicación y constancia...es posible que de aquí a unos meses pueda manejarme con más soltura.
Esta mañana logré editar un pentagrama completo pero me atranqué cuando quise introducir un tresillo. Después de un buen rato, he desistido porque no daba con la tecla.
Pero no desisto, estoy seguro que ya aprenderé como hacerlo.
Una vez la partitura finalizada y niquelada sobre el campo de trabajo, se puede escuchar, incluso mientras se edita, y para alguien que está aprendiendo a tocar, es una herramienta que estimo muy valiosa y que acelerarán mis progresos.
También he probado la herramienta Neuratron Photoscore y me sucede lo mismo que con Sibelius, aún estoy muy verde para saber manejarla y sacarle partido.
Bueno, pues nada, espero ser bien recibido en esta comunidad, contar con la inestimable ayuda de algunos de vosotros y con paciencia y una caña, aprender a manejarme con este programa.
Saludos