Luis Eduardo Bengamin escribió:Ahora bien:
La dominante tiene que ser mayor , porque esa 3era debe resolver inmediatamente a la tonica.
No, no es esa la razón. Primero porque el que la dominante o la 3ª de dicho acorde no resuelvan en tónica es muy, muy habitual en música tonal desde los tiempos de Rameau.
La relación Dominante-Tónica es estupenda para establecer una tonalidad, pero evitarla es estupendo para producir expectación y sorpresa.
http://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Philippe_Rameau
Ese lenguaje de que las notas/acordes "deben", "tienen que" o "se prohiben" para evitar ciertas torpezas al empezar a elaborar armonía tonal o componer algún día debería cambiar. Cuando no se entiende la razón de las cosas o más bien, cuando no se sabe explicar, lo mejor es obligar o prohibir y a callar. No debería ser tan complicado pedagógicamente escuchar Vm-I y comparar con V-I y preguntar ¿Qué es lo que quieres que suene? Es más motivador que te expliquen, que te descubran posibilidades, que acumular leyes, obligaciones y prohibiciones.
Desde el barroco es bastante habitual encontrar sensibles "que no resuelven" y se transforman por cromatismo. Y es así porque el compositor de verdad piensa en términos de sonido y no de reglas. Lamentablemente los libros antiguos no sonaban, así que la solución ante la duda de si el lector podría o estaría capacitado para comparar ejemplos tocándolos, era establecer un sistema de leyes y prohibiciones, de recetas que supuestamente eran autosuficientes para producir una música perfecta. Cuan equivocados estaban. Quizás por eso ni Bach, ni Beethoven, ni ningún gran compositor escribieron tratados de composición.
Ferdinand Ries (alumno de Beethoven) escribió:En una ocasión en que paseaba con él, mencioné dos quintas perfectas que desatacaban por la belleza de su sonido en uno de sus primeros cuartetos, en do menor. Beethoven no tenía conocimiento de ellas e insistió en que yo estaba equivocado. Como tenía la costumbre de llevar siempre con él un papel para escribir música, le pedí un pliego y escribí el pasaje a cuatro partes. Entonces, cuando vio que yo tenía razón dijo: "Bien, ¿y quién las ha prohibido?" Yo no sabía qué responder ante tal pregunta y cómo insistió varias veces, yo, muy asombrado le conteste: "Es uno de los preceptos fundamentales". De nuevo repitió su pregunta, así que le contesté: "Marpug, Kirnberger, Fuch, etc, etc, ¡todos los teóricos!" "¡Pues yo las permito!" fue su respuesta.
(Ferdinand Ries Biographisches Notizen über Ludwig van Beethoven, citado en La Música Clásica. Philip G. Downs Ed. Akal Música pg. 551)
Ante ejemplos de grandes compositores en los que las sacrosantas reglas teóricas no se observan o declaraciones de este tipo es habitual otra exageración "Es que cómo es un gran compositor puede hacer lo que quiere". Realmente un compositor tiene que hacer la música que quiere, la que escucha, la que desea producir, y para ello tiene que tener recursos. Si un aprendiz quiere componer una obra tonal, basada en la armonía de la práctica común, y sistemáticamente produce movimientos paralelos, no conduce nunca la sensible a tónica, usa dominantes menores, etc., lo peor no es que no siga "las reglas", lo peor es que no sonorá aquello que quiere. Es cómo si un pintor intenta pintar un caballo y dibuja un avión. No es cuestión de cómo coge el lápiz o hace los trazos o que tipo de técnica utiliza para el pincel, es que no es eso.
No hacer 8as o 5as o resolver sensibles no es lo más grave que puede pasarle a uno cuando escribe música. Lo más grave es no controlar lo que se escribe, esa es la única y verdadera regla.
Un ejemplo del citado Beethoven. Podemos oír como la sensible en el bajo no resuelve en tónica, sino que desciende, una 6a aumentada que va a 6ª y 4ª pero no acaba resolviendo en V, 8as paralelas o partes dobladas para reforzar el bajo, la cadencia final sin armonía, una melodía quebrada y llena de saltos... Ya, pero es que lo principal que Beethoven quería retratar es un bajo que desciende por cromatismo (basso lamento) una melodía que asciende en sus punto de apoyo (dos fuerzas contrarias que luchan) hacia un punto extremo culminante y, una vez alcanzado un final que se disuelve en la nada. Eso, 8 compases llenos de vida y color, eso no enseñan a hacerlo los libros llenos de leyes, prohibiciones y reglas. Beethoven no se las salta, en ese momento no las necesita, como un pintor no necesita dar contornos claros y precisos si quiere crear un efecto de difuminado. Si se escucha esta música al dictado de las reglas suena caprichosa, si se escucha como una obra de arte que usa técnicas compositivas expresivas, el efecto es muy diferente.
En fin, que solo quería ser un apunte en estas sesudas discusiones teóricas en las que se hace mucho caso a libros que pretenden enseñar a componer sin experimentar las notas, lo que es tan absurdo como pretender enseñar a pintar sin utilizar el pincel. El mejor libro de teoría es el ejemplo de un gran compositor o simplemente de las obras que te gustaría haber escrito.