Mi opinión es que no hace falta innovar a toda costa (éste sería el últio de os escalones).
Todavía se pueden decir muchas cosas sin necesidad de recurrir al efecto por el efecto, algo de lo que los músicos ya empezamos a estar un poco hartitos.
"Toque usted haciendo el pino-puente mientras hace un ritmo de 23 contra 7 1/2 en una bombona de butano... Ojo, use mazas de tambor tibetano, ya que, si no, el efecto se pierde"
Lo que pongo a continuación es real (lo prometo
). Grabando una vez una cantata (plagio descarado de "Carmina Burana"), el tuercebotas que lo ¿escribió? nos pidió que tocáramos una pandereta que previamente debíamos colocar sobre un tamboril vasco y debíamos golpear con baquetas. No le valió ninguno de las decenas de tambores de la orquesta... No, tenía que ser un tamboril vasco por narices. Toca una pandereta con baquetas (el único caso que conozco es el de "Pinos de Roma"), encima de un tambor ¿para qué?, pero tiene que ser impepinablemente un tamboril vasco...
. Ni qué decir que eso sonaba a mierda (por decir algo), y encima el tío empecinado en no dar el brazo a torcer.
Otro caso muy muy reciente (y encima ganadora de un premio que no nombraré por si acaso). ¡Me pide que toque fortísimo el glock con baquetas de vibráfono! Lógicamente, no se oye ná de ná, y todas las láminas rebotando, chocando unas con otras, haciendo un ruido infernal.... Por si fuera poco, luego me pide que toque chorrocientas notas en una parte negra=72 en pppppp con baquetas de metal..... ¿esta mujer abrió siquiera un libro de orquestación, se molestó en hablar con un percusionista?
El efecto por el efecto, la innovación por la innovación..., es el recurso de los mediocres (en un altísimo porcentaje). La buena música busca los efectos (el pathos) en otro sitio.
Un efecto, en un punto concreto, puede crear un ambiente mágico; un efecto cada segundo, hace que se pierda el interés por pura repetición.
El único golpe de platos de la 9ª de Dvorak, queda genial si se "raspa". Si "raspamos" todos los golpes de plato de cualquier sinfonía, aburrimos a las piedras. Lo mismo con los efectos: vale más pecar de discreto (o no hacer nada, que tampoco se acaba el mundo si se prescinde de ellos) que abusar.
Feijoo decía que sólo les estaba dada la posibilidad de innovar con el lenguaje "a los poetas príncipes". Yo no soy ningún compositor príncipe, así que me cuido muy mucho de innovar, que bastante tengo con hacer las cosas básicas bien
.
Es sólo mi opinión, pero os aseguro que es muy frustrante cuando te dan una partitura que no es más que un catálogo de efectos (¡y encima repetidos, proque el compositor piensa que sólo se le ocurren chorradas a él, pero a la hora de inventar milongas, no veas cómo espabila la gente!
). Te viene el tío con cara de satisfacción para explicarte la enésima bobada, y tú pensado por dentro "ah, sí.... lo de siempre...", que ya tocamos muchas veces, y que cada compositor piensa que descubrió la pólvora. Cuando acabas de tocar piensas... ¿y dónde está la música?
Un saludo.