RaulMX escribió:Por cierto MuseScore acaba de liberar la v 1.3 este mes y ya están pensando en la v. 2.0
Realmente la versión 1.3 de MuseScore es de febrero de este año. Y la versión 2 lleva más de un año gestándose y puede probarse como versión Nighly (beta) en las compilaciones diarias.
https://www.hispasonic.com/foros/nuevo-musescore-13-editor-partituras-gratuito/425447
En el apartado Otros secuenciadores y la sección de software libre se informa sobre este programa y su desarrollo
https://www.hispasonic.com/foros/musescore-2-tendra-nuevo-motor-audio/430163
https://www.hispasonic.com/freeware
https://www.hispasonic.com/freeware?type_id=15&platform=
Créeme que se trata de informar de la opción de MuseScore como alternativa. Ahora bien, con todas las ventajas y bondades de MuseScore, aún no puede compararse en muchos aspectos a estos editores de partituras. Basta que alguien se ponga a componer una partitura de orquesta y no pueda trabajar sobre las particellas para empezar a ver diferencias. Cosas como no poder cambiar la fuente musical o trabajar con líneas que pasan saltos de pentagrama,... y eso sin entrar a hablar de las diferencias de sonido.
En cuanto al tema económico es cierto que MuseScore es un proyecto de software libre que se mantiene a lo largo del tiempo y que parece muy viable. Pero eso es porque en el entorno de MuseScore se recauda. Puede que sus desarrolladores entreguen el programa gratis, pero tienen que comer cada día, pagar las facturas y les gusta salir a tomarse unas cervezas. No entiendo esa mentalidad de que la gente que desarrolla proyectos libres y gratuitos deben de vivir del aire mientras millones de personas se aprovechan de su trabajo sin dar nada a cambio.
MuseScore dispone de vías de financiación a través de proyectos comerciales, como la página musescore.com donde la cuentas Pro son de pago anual. Instituciones educativas como la ABSRM mantienen cuentas de pago para distribuir partituras de manera limitada entre sus alumnos y eso es una de sus fuentes de ingreso. Otra son proyectos como el de edición de las Variaciones Goldberg de Bach mediante recaudación de fondos en Kickstarter. De ese proyecto ha surgido la publicación de una edición en papel, un disco y una gira de conciertos que, no dando mucho dinero algo aportan. Luego están las aplicaciones para tabletas y otras fuentes de ingresos.
Y como no podía faltar el proyecto admite donaciones.
http://musescore.org/en/donate
Como se puede observar no es que la cuenta vaya muy bien para los objetivos del año. A mitad de año solo han recaudado el 37% de lo que necesitan.
Realmente aquí se produce la paradoja de que un producto como MuseScore esté causando daños en las ventas a empresas comerciales, y los mismos productos comerciales pirateados (es decir, también gratuitos) impidan que la gente que usa el software libre contribuya con sus aportes a su desarrollo y mantenimiento. De toda la gente que usa MuseScore solo 176 han donado algo para que continue. Si MuseScore pasase a ser aplicación de pago por una cantidad casi simbólica de 10/20€ ¿cuánta gente dejaría de usarlo para seguir presumiendo de no gastar un euro en programas y tenerlo todo pirata?
Realmente los problemas del software libre son los mismos que los del comercial, solo que a menor escala. Un proyecto como MuseScore solo necesita 10.000€ en donaciones anuales. Lo que a 10€ por cabeza año supone que 1.000 usuarios en todo el mundo den vida al proyecto. Si esto no ocurre simplemente no podrán seguir con ello y terminarán como otros proyectos de software libre, olvidados y abandonados. No parece que esto vaya a ser así a medio plazo, pero hay que apoyar.
Desarrollar un programa requiere no solo tiempo, sino inversión en material, espacios, servidores de internet, viajes promocionales, etc. Si MuseScore tuviese ahora mismo un apoyo económico medianamente fuerte si podría estar a la altura de competir con los grandes de la edición. Al software libre le sobran ideas y talento, pero le falta compromiso económico por parte de los que lo usan.
Como reflexión final a este sermón dominical, es curioso la calma con la que aceptamos recortes por servicios que nos dicen son gratuitos, pero que se pagan con nuestros muy elevados impuestos, y mientras somos incapaces de dar un euro por algo que realmente sí disfrutamos gratis. Falta madurez y visión de la realidad.