Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 17
Viernes, 24 de mayo. Un día más, resignado como el garbanzo que va a la olla para formar parte de un sabroso cocido, llegó Lewis a la oficina de empleo que ya prácticamente se había convertido en su hogar. Como de costumbre, no pasaban más que unos minutos de las nueve y cuarto y unos grados del punto de cocción en los humanos, y para su desgracia, la silla más próxima al único ventilador de la sala estaba ocupada, así que tuvo que buscar un sitio donde situarse, y decidió hacerlo junto a una de las rejillas del aire acondicionado, más como algo psicológico que porque realmente saliera aire frío de ella. Así que allí se sentó a ver que pasaba ese día y al instante descubrió que había una voz nueva en ella, además, esa voz tenía acento extranjero, más concretamente francés. Se giró y vio que en la mesa de Irma había sentada otra persona, una chica de unos 18 años, morena y de mucha menos estatura que Irma y cuya cara le sonaba de haberla visto por las inmediaciones de la oficina alguna vez o bien al entrar o bien al salir. Pero él estaba seguro de haber visto a Irma ese día, aunque por un momento pensó, que si se les ha ido otra más de las personas válidas que hay aquí, cada vez los inservibles se apoderan más de los útiles como si de una película de invasores del espacio exterior se tratara y se preguntaba a dónde iba a llegar esta oficina, ya que no entendía muy bien aquello, por lo que el averiguar qué estaba pasando allí daba un nuevo aliciente a la mañana. Y para su alivio, no tardó mucho en ver en el destierro de una solitaria mesa a Irma, que con ésa ya eran tres las mesas que ocupaba para desempeñar su trabajo. La suya, la de Sara y la del destierro, luego ya sólo quedaba saber quien era aquella joven, porque, ¿no sería una de esas adquisiciones que Joe tenía en la manga?, y si lo era, las entrevistas las había hecho a la velocidad del rayo, aunque viendo los resultados de algunos otros procesos de selección, no le extrañaría,. Pero esa incógnita fue algo que se desveló por sí misma, pues de las más de veinte conversaciones telefónicas que mantuvo aquella joven durante la mañana, es más que posible que dijera a más de cuarenta personas distintas que era una estudiante francesa, bueno, fagansesa, y que estaba haciendo un tagabajo de fin de estudios pog lo que nessesitaba hablag con el diguectog, geguente o dueño de la empeguesa, aunque al final acababa hablando con el primero que por allí pasaba, ya que éstos estarían jugando al golf, al tenis, o igual hasta ocupados trabajando. Pero mientras ella estaba intentando encontrar información para su trabajo, el resto de la oficina ya consideraba el viernes como un tránsito entre la semana laboral y el fin de semana, pero a mucha menos distancia de este último, de ahí que por ejemplo Eleanor llevara una indumentaria más adecuada para ir al campo a saltar la cuerda que a una oficina, aunque con las ojeras y la cara de sueño por haber salido de fiesta la noche anterior no le permitieran estar para muchos saltos, por otro lado, Albert y John hablan de la jornada deportiva del fin de semana que viene, de su predicción, de lo que creen que va pasar o no en ella, Jane se entretiene cantando y buscando un buen bajista para su próxima actuación, pues canta los fines de semana en un club de jazz, Frank corriendo de punta a punta de la oficina y trasladando papeles erróneamente revueltos entre la ceniza de sus cigarrillos, Gerard, que debe ser un comercial, pues en las pocas veces que lo ha visto, lo podría definir como que sería capaz de vender sacos de arena a la gente del desierto, hielo en los polos y agua de mar en una playa, reparte su alegría y optimismo por todas partes mezclando su acento del sur con frases en Spandeutsch que intercambia con John, Mary Bell e Irma hablan de sus cosas y para culminar todo esto, Ann Bellyache les va contando su vida a todos según va pasando por delante de sus mesas en el camino desde los aseos hasta la calle, hacia donde se dirige con el paquete de tabaco y el mechero para fumarse otro cigarro más antes de disfrutar de una pieza más de fruta la cual le llevará más de veinte minutos para comérsela, y ya para culminar el ambiente de algarabía, unos obreros llegan por allí preguntando por James, pues vienen a colocar un panel que él había comprado dos días antes, así que tras salir de su guarida con su habitual traje de chaqueta, les indica el lugar donde han de colocarlo, y taladro en mano empiezan a hacer agujeros en el suelo, a sacar listones de aluminio, tornillos, destornilladores y el nombrado panel, que por estar aún con su embalaje no se sabe lo que en él pone, pero que por nada del mundo se perdería Lewis, así que busca una mejor ubicación, y en algo más de media hora ya está montado, pero más que el panel, lo que se ha montado es el caos, pues el panel se ha colocado en la entrada de la sala, pero para hacernos una idea de su ubicación es necesario saber que al entrar a la oficina hay un recibidor de unos tres metros de ancho que da paso a la sala, pues bien, un poco antes de llegar al lugar donde ambos, recibidos y sala, se unen, es donde lo han colocado, pero con la astucia de que éste no tiene más de metro y medio de ancho, con lo que queda otro metro y medio a su lado sin ocupar por el panel definiendo una especie de dos carriles imaginarios, uno con panel y otro sin, en el cual ya se ve que figura el nombre, que recordemos dijimos que podía ser “Precario” y logotipo de la empresa, una palomita de papel, además han tenido la gran lucidez de colocarlo a un metro setenta del suelo, con lo que su inauguración no se hizo esperar, y más o menos unos dos minutos después de haberse concluido la instalación y desaparecido los obreros, el primer mensajero que llegó con prisas tuvo los honores de hacer el bautizo oficial estampando, a falta de la botella de champaña tradicional, su frente contra él, y lo mismo hizo un cliente que salía despistado leyendo unos documentos, y con esto hoy Lewis ya ha tenido bastante y no le apetece ver más golpes y menos con el calor que hace en la sala, ya que cada vez que alguien entra y sale le hace sudar pues siempre espera oír el golpe de una cabeza contra el panel publicitario, así que decide coger sus cosas y marchar para casa, eso sí, con mucho cuidado de no ser otra victima del nuevo adorno adquirido por James.
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el 17/09/2008
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Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 16
Jueves, 23 de mayo, a la hora acostumbrada, Lewis entra en el invernadero en el que se ha convertido la oficina, así que busca una silla cercana al único ventilador existente en el recinto con la intención de que aquello palie sus males térmicos y espera a ver que cosas ocurren hoy que le hagan la mañana más llevadera. Para entonces ya prácticamente sabe quien es cada uno de los que allí trabajan y como son, lo cual hace más entretenida la jornada, así que ahora se dedica a prestar más atención a aquellos que sabe que le van a dar motivos de entretenimiento, lo cual no tarda en llegar, pues Ann en un momento de arrebato, comienza a auto animarse y alentarse ya que parece que por fin ha hecho algo bien, o al menos eso parece pensar ella, así que ¿qué mejor que recompensarse con un merecido cigarrito y un par de piezas de fruta seguidas por una llamada a casa para compartir tal gesta?, por supuesto, Lewis ya no anotó nada pues nada había que descubrir aquí, con lo que simplemente apoyó su sudorosa espalda en el respaldo de su silla hasta que transcurridas un par de horas, más o menos, Irma lanza al aire la pregunta, “¿Y cómo le digo a este hombre en inglés que él tiene razón y que esto que le mando es pagadero en destino y no origen?”, a lo que Eleanor se adelanta a todos y no tarda ni un segundo en contestar tan alto como le es posible, “you have the reason. It is collect and not prepade”, y por supuesto ni Albert ni John tardaron ni un segundo tampoco en lucir su mejor sonrisa burlona mientras con la mano hacían un gesto negativo a Irma indicándole que ni se le ocurriera escribir aquello, y Jane que estaba en ese momento interpretando una canción por las inmediaciones de la mesa de Irma le dio la respuesta correcta, también entre burlas. La lástima es que a Albert no le duró mucho la risa, pues en ese momento un sudoroso Joe, que seguía sin salir de la oficina para buscar nuevos clientes ni hacía entrevistas para cubrir los puestos vacantes, y que acababa de terminar con una de sus dilatadas conversaciones telefónicas, salió de su despacho como una exhalación hacia su mesa mientras le decía que prepara los documentos que llevaba en su mano para Saint Mary Ltd., a lo que Albert le pregunta que para qué puesto, para cuánta gente, para cuándo y Joe le dice que aún no lo sabe, pero que él piensa que pueden ser cinco camareros y que lo prepare todo para mañana a primera hora que es cuando el cliente confirmará lo que necesita realmente y así cuando llame todo estará ya hecho. Albert se queja de que cómo va a hacer nada sin tener datos concretos, pues qué pasaría si luego en vez de camareros quiere gente para limpieza y en lugar de cinco sólo quiere uno y además no es para mañana, ¿qué sentido tiene correr si no se tienen los datos mínimos para trabajar, pero Joe insiste en que es mejor hacerlo así, ya que hay que anticiparse a los clientes, dejó los documentos sobre la mesa de Albert mientras éste se quedaba con cara de desaprobación y con la faena. Por supuesto, estos eventos no pasaron desapercibidos en absoluto para Lewis, por lo que rápidamente sacó sus anotaciones y empezó a escribir: Eleanor. -No diferencia entre lo que sabe y lo que cree saber lo que le hace ser atolondrada y precipitada pues no repara en las consecuencias de sus actos erróneos-, y terminado de escribir esto, se fue al folio en el que tenía las anotaciones de Joseph donde definitivamente tachó los comentarios positivos del primer día, pues fueron una mera quimera, y allí escribió, -imposible que cumpla los objetivos que él mismo se marca ya que la propia presión que se auto impone le da muy poco margen de éxito, presión que traslada a su equipo a los cuales amordaza con pesadas e inútiles tareas que tan solo requieren unos minutos de dedicación si se hacen en el momento y manera adecuados-, y tras escribirlo lo volvió a leer y no pudo evitar pensar que la verdad es que estaba escribiendo todo esto, pero por otro lado era una lástima que eso ocurriera así, pues realmente el fondo de Joe como persona no es malo, sino todo lo contrario, pero precisamente algunas de sus virtudes como persona son las que lo maniatan como profesional. En lo poco que lo conocía, Lewis veía a Joe como una persona voluntariosa, y entregada a los demás, lo que hacía que muchos clientes y proveedores aprovecharan esta cualidad para beneficiarse a su costa. También es muy trabajador, lo que le hace que trate de ocupar más terrenos de los que en realidad debe ocupar y a ser incapaz de dejar que las cosas maduren por sí mismas, siempre hay que hacer algo aunque se tenga que deshacer al minuto siguiente, además, si puede te hace un favor, pero eso es peligroso pues no todo el mundo se merece que se los hagan, y el miedo a hacer daño es lo que le impide muchas veces tomar decisiones en el momento adecuado guardándolas para que afloren en el momento más desacertado, casi podría decirse que detrás de cada error hay una virtud suya, pero no es menos cierto, que sus errores por acción o por omisión afectan al conjunto del grupo de manera negativa, y de eso ellos tampoco son culpables. y pensado esto, cerró su bolígrafo colocándolo en el bolsillo de su camisa, tan relajadamente como pudo para evitar que el calor de la sala le hiciera sudar más de lo que ya lo estaba haciendo, y allí sentado en su silla permaneció entre cigarros de Ann, carreras de Frank, desapariciones de James, canciones de Jane, interminables conversaciones de Joe y despistes de Eleanor, es decir, lo de siempre, hasta que ya harto de lo desagradable de la temperatura se levantó mientras otro de los tubos lo despedía con un guiño, y tomó el camino de su casa.el 15/09/2008 -
Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 15
Miércoles, 22 de mayo, a las nueve y media y tras diez minutos de deliberación sobre si entrar o no, decide introducirse en la olla en que se ha convertido la oficina, pues se siente en la obligación de hacerlo, y lo hace con la esperanza de no acabar hecho al vapor, así que entra y pese al poco oxígeno que aparenta circular por la sala, aún la gente tiene fuerza para discutir, y por un lado vemos a otra empleada que a veces estaba y otras no, llamada Mary Bell decir a sus compañeros con tono exigente que sus clientes se llevarán como ella diga y del modo que ella decida, mientras que tanto John como Albert que serían los perjudicados de su medida, le argumentan, con la voz de Jane de fondo, los coros algo fuera de tono de las conversaciones maratonianas de Joe y el acompañamiento de teclado de Frank, que si no tuvieran otra cosa que hacer pues que así lo harían, pero que ella lo que ha de hacer no es vender por vender, ya que cediendo a todo cualquiera sabe vender, sino tratar de amoldar los clientes a lo que es la operativa del día a día de la oficina, pero ella insiste en que cómo le va a pedir eso a un cliente, que con sus clientes no, pues ella marca cómo hay que tratarlos, que para eso son de ella, y ellos simplemente han de seguir sus directrices, a lo que no tardan en contestarle que para empezar los clientes son de la empresa y que como comprenderá, las cosas no se pueden hacer según los caprichos de cada uno, hay unos requisitos mínimos comunes que seguir para evitar que cada cosa vaya por un sitio, y si no le gusta, ya sabe lo que tiene que hacer con ‘sus’ clientes, gestionarlos ella misma, a lo que por supuesto se niega a voz en grito y vuelve a escuchar el que le digan, que si lo hacen ellos se hará a su modo, que es el modo en el que se ha hecho siempre, y si ha de ser al suyo lo hará ella, que lo piense y decida, así que con un -ya lo veremos- se gira y se va a su mesa aún entre reproches dichos entre dientes, pero visto esto, Lewis saca con calma sus apuntes y anota en ellos, algo que ya le había parecido notar con anterioridad y se ha confirmado:
* Mary Bell.
- No sabe trabajar en equipo.
- Sólo le interesan las tareas que le pueden permitir un lucimiento personal.
y vuelve a colocar el bolígrafo en la carpeta y la carpeta sobre su piernas al tiempo que los gritos habituales de Joe en su despacho, el cual parece haber olvidado sus propósitos, vuelven a llamar su atención, y en ese momento decide prestar algo más de atención pues no logra comprender de qué se puede hablar más de 60 minutos con alguien, tantas veces y con gentes tan dispares, así que ‘enchufa su antena’ y de allí salen temas tan variopintos y dispares como las diferencias existentes entre el modelo V-3455 y el V3470 de una determinada marca de cámara de fotos, para de repente pegar un giro mil o dos mil grados y comentar lo diferentes que son el elevalunas eléctrico del modelo 600 de una marca de coches motor gasolina fabricado en Alemania, y el del mismo modelo fabricado en USA., por no citar diferentes técnicas de pesca y como le gusta a cada pez que le coloquen el gusano en el anzuelo y lugares donde es más usual la compañía de un determinado coleóptero, dependiendo de la altitud y de la temperatura al nivel del mar, lo que hace pensar a Lewis inmerso en una profunda crisis cognoscitiva que ya quisiera él estar la mitad de enterado en un solo asunto de todos los tratados u otros que se suelen tratar, ¿cómo se puede a bote pronto saber tan íntimos detalles de las cosas, y de tantas?, pero mientras reflexiona sobre ello, transcurre la mañana con una visita repentina de James que se dio una vuelta para tomar un par de medidas (con un metro) por la oficina para desaparecer al momento sin dejar rastro, las carreras a ningún sitio de Frank mientras reparte papeles llenos de ceniza y semi-quemados y frutas lentamente ingeridas por Ann Bellyache, entre llamada telefónica a la familia, viaje al aseo y café en la cafetería de la esquina, si puede ser acompañada por Eleanor quien entre error y error del mismo modo necesita reponer fuerzas pues equivocarse también desgasta, pasadas la una, Lewis decide que es el momento de volver a terrenos menos cálidos y encamina sus pasos hacia su hogar.el 13/09/2008 -
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SALVEMOS A LOS HIJOS DE ORFEO……….
Desde hace varios años, observo con pavor y pena, como los mecanismos administrativos del estado, (entiéndase junta de Andalucía y ayuntamientos), escudados en las normativas de medio ambiente, llevan acabo su particular cruzada contra los locales que durante años han ofrecido conciertos en directo y he tenido que ser testigo presencial en varias ocasiones de como se personan las fuerzas de seguridad en un local, donde se esta ofreciendo al ciudadano una alternativa mas cultural e instructiva frente a la programación nocturna habitual. Las ciudades de Andalucía, languidecen, sin que nadie alce la voz para intentar impedirlo o al menos para reclamar nuevos mecanismos o una normativa mas JUSTA, EQUITATIVA Y REALISTA, nuevas alternativas que permitan a los músicos profesionales, (un colectivo muy numeroso de personas, que tienen familias que mantener y pagan letras e impuestos, como el resto de los españoles),vivir con dignidad de su trabajo.
Esos músicos que hoy están en un concierto con una gran estrella del POP y mañana con una orquesta de verbena en una pedanía de Jaén o Almería, necesitan de la existencia de esos pequeños locales que no solo son imprescindibles para su supervivencia económica (durante los largos inviernos), si no que además contribuyen con su labor, a que nuestras ciudades sean mas acogedoras y puedan ofrecer a sus habitantes y a quienes las visitan, una imagen mas fresca y alagüeña; esos locales, deberian ser considerados patrimonio de un país, cuya historia esta ligada de forma indisoluble a la la propia música y al arte en general.
Un país que tiene una de las culturas musicales más ricas del continente tiene a mi modo de entender, el deber de defender sus activos culturales y sus tradiciones frente a esta ola de "desnaturalización cultural" que padece esta unificada frívola y desorientada Europa; nuestros músicos como los profesionales de cualquier otro gremio, tienen derecho a comer y vivir de una profesión que escogieron por vocación, una profesión que merece el mismo respeto que cualquier otra.
Las ciudades de Andalucia, y en especial esta tierra tan flamenca, poeta y soñadora, aquella de quien dijo el ilustre mexicano "MANOLA CANTADA EN COPLAS PRECIOSAS", va apagándose desde el punto de vista de la oferta nocturna que se limita a macrodiscotecas y shawuarmas que teniendo el beneplácito de la administración se les permite generar ruido, conflictos “bélicos” (léase peleas), y otras muchas lindezas -que no vienen al caso, ni son el objeto de este articulo-, pero que dejan en entredicho la actitud de doble rasero que se utiliza para castigar a unos y veneficiar a otros.
Señores yo no quiero proponer soluciones, (aunque se me ocurren muchas) pero no es mi intención, ni me corresponde, ni me considero preparado par ello ya que es un problema serio y complejo; pero a quienes les corresponda les dejo mi súplica, por favor ¡HAGAN ALGO! , ustedes pueden, aún y a pesar de todo, no hemos perdido la fe en el sistema, ni en los partidos políticos integrados al fin y al cabo por ciudadanos, que tienen la enorme responsabilidad de hacer que esto funcione PARA TOD@S. Hagamoslo POR LA MÚSICA Y POR LOS MUSICOS.
Lázaro Hernández Gutiérrez.
el 12/09/2008 -
Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 14
Martes, 21 de mayo, pasadas las nueve y cuarto, Lewis llega a la oficina con la esperanza de no pasar el calor del día anterior, pues hoy la temperatura en la calle, sin ser más alta que la del día anterior, sí da la impresión de ser mayor por culpa del aumento de la humedad del ambiente y con ella la sensación de más bochorno, pero pese a que al principio el contraste entre el interior y el exterior le da la sensación de que hubo suerte, al minuto, y sin darle tiempo ni de llegar a su habitual sala se da cuenta de que al igual que el día anterior, hoy sigue haciendo calor en la oficina puesto que el aire acondicionado no va, con lo que después de tantos día ya se atreve a entablar una pequeña conversación y Lewis pregunta que si es que no funciona el aparato del aire, y John y Albert refugiados detrás de un ventilador de ocasión de esos que te regalan cuando compras 10000 cajas de bolígrafos o algo así, le responden que no muy bien. Que ya desde septiembre se sabía que no iba y al final tal y como ellos preveían, pues es algo que ocurre así año tras año desde que ellos lo recuerdan, ha llegado el calor y con él el aire acondicionado no funcionando, pero le añadieron que no se debía preocupar ya que hay un modelo que detecta el calor que está pasando cada trabajador y le suministra el aire frío que necesita, pero no sólo eso, sino que viene con un MP4, un programa de contabilidad, Internet, Webcam para poder hacer videorefrigeraciones, te regalan un martillo pilón con mira telescópica y una tostadora que es fax y fotocopiadora, y un bono para cambiarle el aceite al coche durante un año, a lo que Lewis pregunta con curiosidad y algo de sorna para seguirles la broma que si es que están esperando a que lo traigan y lo van a instalar, pero tanto John como Albert le sonríen sarcásticamente y le responden que no, pero que ahí está el modelo y que no les negará que es bueno, además, para octubre sale la versión de bolsillo con disco duro de 90 GB, el cual tampoco tendremos porque en enero habrá otro con el disco de 120 GB y el bono del aceite es de dos años y quince noches de hotel pagadas donde quieras, y así sucesivamente, y mientras aquí, matándonos por el ventilador que nos regalaron al comprar bolígrafos. Así que al oír aquello Lewis se sienta sudoroso en su silla mientras ve que Joe aún sigue sin salir a ver clientes, ni entrevista a nadie, Frank continua aporreando teclas afanosamente y James está desaparecido en combate, aunque en el poco tiempo que ha estado, le ha dado tiempo a percatarse de una cosa, bueno, realmente de dos, y es que ateniéndose al calor, se podría decir que por un lado los hombres están realmente acalorados mientras que a una misma temperatura las mujeres se adaptan mejor, pero luego hay dos especímenes que van por libre, uno es James, que es totalmente isotérmico, es decir, tiene siempre una temperatura constante independientemente de la temperatura del exterior, su ropa y actitud no varía ni con el frío ni con el calor, y el otro espécimen curioso es Jane, la cual siempre tiene frío y necesita echarse algo por los hombros, por más que las piedras se derritan a su alrededor. Por supuesto Lewis se identifica con el grupo de los varones y casi a golpe de cabezadas favorecidas por la oscuridad producida por los ya más de 10 tubos que no funcionan y las continuadas canciones de Jane deja que pase la cálida mañana hasta el momento de afortunadamente tomar el camino de casa, donde sí se está fresquito.el 11/09/2008 -
Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 13
Lunes, 20 de mayo. Como cada día, Lewis llega a la oficina de empleo cuando el reloj aún no ha marcado las nueve y media, pero hoy algo diferencia el día de los anteriores, y es que como ya nos acercamos al verano, su ropa es más fresca que ningún día, y no sólo la suya, sino también la de la mayoría de los trabajadores de la oficina, además al entrar nota un agradable frescor suave que tal y como se está poniendo el día, realmente agradece, aunque poco, ya que al cuarto de hora más o menos de estar allí, entre que empieza a haber más gente y que uno se acostumbra a ese simulacro de bienestar, la sensación de frescor desaparece, con lo que los que allí trabajan empiezan a mirarse unos a otros y a hacer gestos de “¡vaya calor que hace aquí!”, los vasos de agua van y vienen y las camisas, sobre todo de los hombres empiezan a mostrar unas crecientes manchas a la altura de las axilas, aunque no son los únicos que pasan calor, pues en una de esas conversaciones que tanto nos gusta mantener a los humanos sobre la meteorología, Jane comenta que había estado el día anterior en la playa y que por eso notaba algo más de calor, y en eso enseña el corte que le había dejado el tirante de su bañador en el hombro, lo cual hace a Lewis observar algo que nunca antes se había planteado, no es que sea importante, pero no deja de ser una curiosidad, y es que realmente se ve más negro el trozo de piel que no cubría el tirante que el que sí cubría, y ¿cuál es la peculiaridad de esto?, pues lo curioso es que Jane es negra, y él nunca había reparado que los negros al tomar el sol se podían poner aún más negros de lo que ya eran, y fue ahí donde comprobó que realmente era así, pensó un tiempo en ello, pero en ese tiempo Jane ya había acaparado demasiada atención, o al menos eso debió haber pensado Eleanor cuando la quiso acaparar en el momento que comentó a sus compañeros que no se quejen de la temperatura que hace hoy ya que ella sí que la padece, y sin solución posible, pues necesita ponerse dos sujetadores y eso si que le hace pasar más calor. En ese momento, Lewis rápidamente buscó un sitio donde Eleanor necesitara un sujetador extra, y evidentemente en el cerebro no era, y por supuesto en su lugar habitual, pues con uno, aunque fuera de una talla más o menos grande, tampoco, pero conociéndole, igual lo usa de cinturón, de tirante o de media, o incluso para transportar fruta o lanzar piedras a los gigantes enemigos, así que Lewis echa mano de sus folios, pero no sabe como plasmar aquello que acaba de oír, como no ponga que es la mujer de las cosas dobles, dos gafas, dos sujetadores, “¿llevaría todo doble?”, se preguntó, pero al final pensando en qué poner, los gritos que salían del despacho de Joe le despistaron y llamaron su atención. En ellos, le pedía a un cliente que era necesario un certificado original de algo para poder seguir con los trámites del asunto que estaban tratando, a lo que el cliente parece que le respondía que él no podía ir a llevárselos, así que lo hiciera sin ellos. Joe insiste en que le van a pedir los originales con la firma original y el sello original, y el cliente, aparentemente seguía en sus trece, total que la conversación termina, y Lewis piensa poniéndose en la mente de Joe, “si tú que eres quien tiene prisa te niegas a mandarme los certificados que te pido, yo no puedo hacer más, así que mañana será otro día y tu asunto ha dejado de ser urgente”, y eso entiende que ha decidido Joe también pues se le oye buscar cosas por expedientes, cajones, archivos, pero ya nada se oye de la conversación, así que al poco, sale de su despacho diciéndole a John que los documentos que llevaba en su mano eran los de un expediente ya tramitado hacía unos meses de este mismo cliente, que intentara cambiarles la fecha por la de hoy, se los mandara a Edgard, que debía ser algo así como un gestor colaborador o algo por el estilo, y que éste se los llevara al inspector de modo que evitara que viera que eran de un expediente ya tramitado. John, ante esto, pone cara de circunstancias y se dispone a hacerlo mientras Lewis, una vez más, no puede creerse lo que está viendo, están certificando algo que debe certificarlo el cliente y por su cabezonería se niega a hacer, con lo que saca sus folios y escribe de Joe, “confunde servicio con servilismo”, y al hacer esto, lee las primeras cosas que escribió sobre él y al ver que hoy tampoco ha salido a visitar clientes ni ha venido nadie para ser entrevistado, tiene tentaciones de tachar lo que el primer día escribió de él, pues ya empieza a tener sus dudas, pero al final, decide darle una segunda oportunidad, y sólo se limita a poner unos signos de interrogación delante de lo ya escrito, eso sí, todo esto procurando hacerlo muy despacio para así usar las menos energías posibles, pues el calor en la oficina hace que ésta parezca más un invernadero que un centro de trabajo, y por eso, para tratar de evitar la alta temperatura, hoy se marcha un poco más pronto con la esperanza de que al día siguiente ya esté resuelto el asunto de la temperatura, mientras John y Albert un tanto apáticos por el calor y por la tarea primitiva que se les acaba de encomendar, comentan la jornada deportiva del fin de semana al tiempo que Lewis pasa por delante de ellos rumbo al hogar.el 11/09/2008 -
Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 12
Viernes, 17 de mayo, Lewis vuelve a la oficina donde sigue habiendo los ya conocidos tubos de luz fundidos que ahora son acompañados por otro que también parpadea sobre la mesa de John. Hoy hay menos gente en la oficina con lo que decide continuar con su pasatiempo favorito, y para ello se sienta en una de sus sillas habituales, saca sus bártulos y busca un objetivo, pero cuando aún no había ni siquiera elegido a los candidatos, las frases llenas de decibelios de Joe le hacen ser el favorecido, pues hoy tampoco ha salido a visitar clientes, al menos no a primera hora, luego estará esperando candidatos a entrevistar, y sin mucho esfuerzo, Lewis está oyendo toda la conversación, que en el momento actual va por que Joe le está diciendo a alguien que todo eso que le están pidiendo tendrá que ser para el lunes ya que hoy no hay tiempo ya para hacerlo, así que al oírlo Lewis piensa que muy bien hecho. Si no puede ser, hay que decirlo y en paz, el cliente debe saber siempre sus posibilidades de éxito, y si algo no se puede hacer, pues no se puede asumir más responsabilidades de las que se pueden cumplir. Pero tras repetir siete veces que eso no se podía hacer por más que lo necesitara como “el agua que respira”, hay un largo silencio interrumpido por algunos “claro, eso es” y expresiones por el estilo que parece que el cliente ya empieza a entender que lo que pide es imposible, cuando de un segundo al siguiente, la conversación da un giro pues parece que Joe contesta algo así como que poderse eso no se puede hacer a no ser que cuando cierre la oficina se vaya él mismo a llevar los documentos y se quede sin comer y su familia esperándole para irse fuera. En ese momento, una sonrisa malévola apareció en la cara de Lewis que no puede evitar pensar lo debe pasar por la cabeza del cliente que está al teléfono, “pues perfecto, ve como sí se puede hacer, por tanto quédese sin comer y sin irse fuera pues a mí usted y su familia me importan más bien poco, y solucione mi problema”, mientras ve que Albert, John y una compañera llamada Jane Jackson, o según John “Double J” que también están escuchando, bueno, a decir verdad todo aquel que esté a menos de 50 millas a la redonda está escuchando, hacen unos gestos que parece que acompañan a unos comentarios afines a los de Lewis, así que sin dejar pasar más tiempo Lewis echa mano de sus ya habituales folios y escribe en sus anotaciones a continuación de lo que ya había escrito de Joe Turnness que, “tiene que aprender a decir no a los clientes cuando algo sea inviable”, mientras, no recuerda bien qué empleado comentaba al resto algo contrariado, que ni aún haciendo eso que dice le va a dar tiempo a hacerlo con lo cual va a perder el tiempo, crear falsas expectativas al cliente y no conseguir nada, con lo cual el lunes será peor cuando tenga que explicar que no se consiguió. Lewis oyendo esto asentía desde su interior y pensaba en todo ello al tiempo que el reloj avanzaba, y para cuando volvió a la realidad ya casi no había gente en la oficina pues la mañana del viernes se iba acabando, y mientras John y Albert comentaban cosas sobre la jornada deportiva del siguiente fin de semana, Frank Marth salió de su despacho a la velocidad suya habitual, y ocasionado por su precipitación que normalmente no le lleva a ningún sitio, al pasar por delante de Lewis, y cuando quiere volver a su despacho pues suena su teléfono con insistencia, se le caen al suelo todos los papeles y las dos cajas con diskettes que llevaba en sus manos, discos de 3’5 pulgadas ya que la tecnología en la oficina estaba al nivel de un par de semanas antes de la prehistoria, con lo que Albert, John y el propio Lewis se agachan rápidamente a recoger aquel amasijo de objetos que extendidos por el piso, mientras Frank vuela hacia su despacho para contestar la llamada dejándose todo por el suelo y pidiendo a sus compañeros que hagan el favor de recogérselo. Lewis con su afán de ayudar, intenta, por el lugar donde han caído los papeles, adivinar a qué expediente pertenecen y volver a colocarlos en ellos, por lo que no tiene más remedio que leer algo de lo que en ellos pone, y ve que uno empieza diciendo, “Querido Anotnio”, en otro se indica, “estas son las mejores considiciones que he podicio conseguir”, en otro ponía, “y en caso de necesitar algo, llámame al”, seguido de un número de teléfono cuyas últimas tres cifras habían sido quemadas por un cigarrillo, y viendo todo aquel embrollo de gazapos e improperios, Lewis se acuerda de una frase que oyó decir a James con respecto a Frank diciendo que él no hablaba inglés pero que tenía un macarrónico fluido, y pensó que su lengua materna al pasar al medio escrito también encajaba en esa descripción, ya que hacer que las letras bailen en las palabras eran su mayor habilidad, pero en todo esto, Albert viendo la preocupación de Lewis y mientras los recoge todos en un mismo montón, le hace un gesto para indicarle que no se preocupe ya que Frank nunca se dará cuenta de que los papeles se han mezclado y colocado al azar en los expedientes, pero ahí no queda la cosa, ya que al ir a recoger las dos cajas de discos de su ordenador que también se le habían caído, se da cuenta de que en las etiquetas que hay pegadas a cada una de las cajas se refleja una manera muy peculiar de organizar discos, pues hasta donde su experiencia le llegaba, en las etiquetas se suele poner cosas como, contabilidad, bancos, copias de seguridad, exportación, importación, clientes, proveedores, y un sinfín de cosas por el estilo que ayuden a identificar lo grabado en ellos, pero desde luego, lo que nunca se hubiera esperado ver es lo que vio, en una caja su etiqueta ponía “discos rojos”, y contenía los discos fabricados con plástico rojo y en la otra, “discos azules” que por supuesto los contenía azules. Vamos a ver, salvo que se sea daltónico, creo que la única cosa que se puede saber de un disco con tan solo mirarlo, además de su tamaño, es su color, pensó, Lewis, lo cual hace innecesaria la etiqueta, vamos, es algo así como hacer una mudanza y pegar en las cajas folios diciendo, “caja grande blanca”, “caja de cartón mediana”, “caja de plástico con tapadera azul”, o en los frascos de legumbres, en vez de poner las palabras garbanzos, lentejas o habichuelas, pusiéramos tarro grande de cerámica, tarro pequeño azul o tarro amarillo de cacao soluble reutilizado. En fin, tras ver esto, a Lewis ya no le quedaban fuerzas para mucho más, así que tras serle agradecida su ayuda, cogió sus folios y anotó en ellos junto a las otras anotaciones que ya tenía de Frank, “ilógico y despistado”, cerró su bolígrafo, guardó los folios y despidiéndose de Albert y John, deseándoles buen fin de semana, partió rumbo a su hogar, donde por supuesto, sí funcionaban todas las lucesel 09/09/2008 -
Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 11
Jueves, 16 de mayo, Lewis llega a la oficina a su hora de costumbre, pero hoy le cuesta un poco más entrar ya que está bastante más concurrida de lo acostumbrado pues parece que mucha gente trabajó sólo hasta el día 15 y hoy van a la oficina en busca de un nuevo empleo, pero pese a la gente, aún encuentra una silla en una esquina en la que sentarse, y de la que se tiene que levantar un par de veces para cedérsela a dos señoras mayores que fueron acompañando a algún familiar suyo y no tenían donde sentarse. Hoy parece que no va a ser un buen día para sus anotaciones ya que todo el mundo anda bastante ocupado y además el murmullo de las personas que van y vienen a la oficina le impiden oír las conversaciones entre los empleados, y para mayor dificultad, un tubo de luz encima de la mesa de Albert se ha fundido con lo que se ve todo aún un poquito más oscuro. Así que la mañana transcurre dentro de los cauces habituales, es decir, Frank Marth trota de punta a punta de la oficina, Joseph mantiene sus inacabables conversaciones al teléfono, ya que pese a sus propósitos, ni ha salido a visitar clientes aún, tal y como anunció, ni ha entrevistado a nadie para ocupar los nuevos puestos, James no se sabe bien donde está y el resto más o menos ocupados con sus tareas, y cuando parecía que así iba a quedar todo, un grupo de personajes tal no puede defraudar, y de lo cotidiano destaca la figura de Eleanor, quien se levanta con una funda vacía de casette en su mano derecha y lo abre y lo cierra en el aire mientras su mirada se pierde en el vacío. Rápidamente algunos de sus compañeros le recriminan su acción a lo que ella se justifica diciendo que qué poco mundo tienen pues no hay nada mejor para cazar las moscas que las fundas vacías de casette. Lewis, no cree que ha oído lo que ha oído, pero ante la repetición de dicha frase con tono burlón de John, ya no le cabe duda y no puede dejar pasar más tiempo, así que aún estando de pié, saca sus anotaciones y su bolígrafo para añadir al currículo de Eleanor el adjetivo, “inmadura“, y repasar por enésima vez sus anotaciones, hasta que nuevamente sentado en una silla cercana a la mesa de John oye como éste está hablando con alguien que parece ser un cliente, pero en un tono cordial y distendido aunque dejando entrever un gesto de preocupación, hasta que termina la llamada y el colgar, Joe pasaba por delante de su mesa tras recoger un vaso de fría agua que alivie su trabajada garganta y John aprovecha para decirle que deberían ir a visitar a Cutting Industries ya que han cambiado al director de personal el cual es muy amigo de alguien que trabaja en otra oficina de empleo competencia de ellos, aunque estaría dispuesto a trabajar con ambos, a lo que Joe le contesta que sí, que como tiene que salir él a visitar a clientes, que ya irá, a ver si mañana puede empezar ya a salir e irá. Así que con esto y poco más, Lewis deja pasar la populosa mañana hasta que pasados unos minutos de la una, recoge sus cosas y se vuelve a su casa.el 09/09/2008 -
Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 10
Miércoles, 15 de mayo. En su franja horaria acostumbrada, Lewis llegó a la oficina, donde empieza a ser al menos conocido para algunos empleados, quienes ya le saludan al llegar, así que siguiendo su recorrido habitual se coloca en una de sus sillas habituales pensando en quién será el protagonista hoy de sus apuntes, cuando John comienza una cordial conversación telefónica con un proveedor con un tono muy bromista y desenfadado, pero fingiendo que están tratando algún tema muy importante sin avanzar en absoluto en la comunicación, utilizando tan solo, interjecciones y frases hechas sin mucho orden ni concierto; tipo de conversación que por otro lado era bastante frecuente en John, y también en Albert, pero una de las empleadas, de las que hasta ahora sólo le había llamado la atención la mirada tan extraña y poco transparente que tenía, llamada Ann Bellyache, parece que no está aún muy acostumbrada al tipo de humor que estos compañeros suyos tienen, pues al oírle se levanta corriendo de su mesa para dirigirse a la de John preguntándole que qué pasa, pero como si quisiera ser parte de lo que parecía ser ni más ni menos que una forma común y habitual de bromear entre John y su interlocutor, con lo que pidiendo a la persona con la que hablaba que esperara un momento, John se aparta del teléfono y le indica a Ann con un cierto tono irónico y contrariado por la interferencia, que no se alarme, que siga con lo suyo si es que tiene algo que hacer y que no se preocupe de lo que pase en su mesa, así que Ann vuelve a su sitio algo disgustada por no haber podido participar en la fiesta y contrariada por el todos los desplantes que recibe, no inmerecidos, dicho sea de paso, decide hacer una cosa que le hará superar el rechazo que acaba de sufrir, y es volverse a sentar en su mesa, y una vez allí, buscar en su cajón superior porque sabe que allí está lo que necesita en ese momento, sin quitar la mirada de John, por fin lo encuentra, así que con sigilo saca el cuchillo que allí tiene guardado para este tipo de ocasiones, no es muy grande, pero para lo que lo quiere servirá, ahora solo falta otra cosa para paliar su daño así que se coloca su bolso sobre las piernas y de allí saca una servilleta de papel que coloca sobre la mesa junto al cuchillo y aún no deja de buscar pues sigue faltándole algo, lo más importante. Pero todavía sin quitar la vista de John con la mirada perdida como traspasándolo, ya tiene claro que ha encontrado lo que buscaba, lo realmente importante para la ejecución de su idea, así que muy despacio y con la mano derecha bebe agua del vaso de plástico que tiene sobre su mesa mientras la izquierda sigue dentro de su bolso sujetando lo que acababa de encontrar y cuando el vaso se queda sin agua, Ann va poco a poco sacando la mano de su bolso mientras ya tiene preparado el cuchillo en la derecha, ya todo está decidido y ahora sólo queda culminar la acción, ella termina de sacar la mano izquierda del bolso y sujetando firmemente el cuchillo con la derecha y mucha parsimonia empieza a pelar una manzana que había traído para el almuerzo, tarea que le lleva no menos de cinco minutos a los que siguen otros cuatro o cinco en comérsela, ya que mientras mantiene la mirada perdida en el infinito va cortando pequeños trocitos de su fruta y se los va llevando a la boca, para al terminar hacer lo mismo con un melocotón, y cuando estaba a punto de terminarlo, Eleanor e Irma Itfish Medows comentan que se van a tomar un café a la calle a lo que les responde que si le esperan se va con ellas. Al ver esto, Lewis no puede evitar escribir en su folio las primeras anotaciones de la empleada, que no trabajadora, de hoy como sigue, al tiempo que piensa que su loro sería más productivo:
* Ann Bellyache
- Irresponsable y mala trabajadora.
- Pendiente de cualquier detalle que le permita evitar el trabajo.
- Su mirada no inspira confianza
Y mientras las tres toman el camino de la puerta desde el despacho de Joe se sigue oyendo una de sus habituales, dilatadas y escandalosas conversaciones acompañadas por el teclado de Frank. Como veinte minutos más tarde Eleanor, Ann e Irma vuelven de su café, unos quince después termina la conversación telefónica de Joseph y unas cuantas horas más tarde, Lewis deja de anotar cosas, recoge sus pertenencias y se marcha a su casa.el 05/09/2008