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  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 09

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 09



    Martes, 14 de mayo. Lewis llega a las 9:20 y tras él, Frank Marth quien antes de entrar, apaga su cigarrillo en la acera, pero como siempre olvida quitarse las gafas, así que mientras Lewis avanza hacia su silla en la sala, escucha como los rápidos pasos de Marth le vienen siguiendo y terminan por pasarle de largo rumbo a su amarillento despacho, mientras Lewis se sienta en una de sus habituales sillas a ver pasar la mañana. Cuando él llegó, Joe ya estaba con algunos de los trabajadores en su despacho, imagina que explicando la nueva situación de la oficina, pero, en contra de lo que él pensaba, ese día el primer entretenimiento no se hace esperar, ya que del despacho de Marth se oye salir una serie de sonidos metálicos y algunos golpes que terminan con Frank saliendo de su despacho, eso sí, con sus gafas de sol aún cubriendo sus ojos, pidiendo a sus compañeros que le hagan el favor de dejarle las llaves de los cajones sus mesas ya que él se ha olvidado la llave de los suyos en casa, y ahora no puede abrirlos, y oyendo esto, John Partridgehunter le pregunta que si no tiene otro juego de llaves de reserva por ahí, a lo que Mr. Marth contesta tímidamente que efectivamente lo tiene, pero dentro de un cajón de esos que ahora no puede abrir. En ese momento las miradas de sorna se cruzaban de un lado a otro pensando que a quién se le ocurre guardar el juego de recambio precisamente dentro de el cajón, mientras buscaban las llaves solicitadas, las cuales una a una fue probando pero nada exitoso consiguió, así que tras otra sesión de golpes e intentos infructuosos, Frank se puso a trabajar, pero durante toda la mañana no pudo hacer nada que tuviera que ver con algo que estuviera en sus cajones, con lo cual sus pasos aún eran hoy más rápidos de lo habitual pues tenía que hacer las cosas de manera más rudimentaria, si cabía, lo que le llevaba tiempo, y como consecuencia de esta prisa hoy aumenta el número de papeles traspapelados, faxes mal enviados, documentos con las marcas de sus colillas y restos de ceniza, y con ello la desesperación del resto de compañeros que tienen que hacer cosas que ya habían hecho en días anteriores y hoy hay que repetir pues está guardado en el famoso cajón, y es por eso que de esa manera directa, clara, concisa y nada retórica que sólo él sabe utilizar le pide a Irma, una de las compañeras de la oficina, que por favor sitúe sobre su puesto de trabajo el compendio de documentos que detallan los conceptos e importes a abonar por los clientes como contraprestación a sus servicios prestados durante la mensualidad corriente, a lo que ella y con el ánimo de no equivocarse traduce como que si lo que quiere es que le deje las facturas de mayo en su mesa, recibiendo por respuesta un gesto afirmativo por parte de Frank mientras trota de un lado a otro de la oficina, para volver a su despacho al tiempo que observa los montones de expedientes ya facturados situados en su ventana y que no dejan bajar del todo la persiana pues ésta tropieza con ellos, cosa que a él no sin cierta sorna le hacen comentar que este mes no parece ser muy malo, pues esta técnica le sirve para ver como va a ser económicamente el mes, es decir, cuanto menos se pueda bajar la persiana, más expedientes hay que se lo impiden y mayores serán los ingresos. Pero bueno, eso no es más que una broma, o quizá no, ya que aquí todo parece ser así de fiable, de modo que y entre esto y alguna bronca que se vuelve a escapar contra Eleanor, y que ella resuelve marchándose a la máquina de café para allí con cuatro carcajadas ahogar sus penas. Poco a poco, la gente va entrando y saliendo del despacho de Joe, de cuyas conversaciones, poco trasciende salvo que John cuando salió del despacho junto a Joe que iba a la máquina del agua a por un frío vaso para humedecer su perjudicada garganta y a calmar un poco su sudor, le decía que él ya sabe que está con él para todo ya que fue el primero que sentó alguna directriz en la empresa y trazó un rumbo, que estaría más o menos equivocado, pero al menos lo trazó, y eso se lo valora, pero para entonces el reloj ya había avanzado hasta más tarde de la una, la mañana termina y Lewis se va a casa, donde espera pasar menos calor.

    el 04/09/2008
  • Yo soy un vino tinto

    "YO SOY UN VINO TINTO"Yo soy un vino tinto Yo soy un vino pateroYo soy un vino del campoDe las montañas aquellasDonde se esconde mi lunaYo soy un vino del cerroDonde la tierra es fértilDonde hay sol todo el añoY un viento frío me resecaTengo un vino muy espesoCon gusto a tierra sagradaTengo un vino del solY cuando tengo frío lo tomoLos viñedos del monteSe ondulan por las sierrasYo soy un vino que vinoDel corazón de la tierraTengo en la mano una piedraPara tiraría al ríoVino para el mediodíaY vino para la cenaVino desde la mañanaVino con la corrienteVino de la carreteraSoy el vino del olvidoQue se toma para el almaLa esperanza de este vinoLa llevo siempre muy cercaSoy un vino de este tiempoQue desde tiempo te esperaTengo el vino pero me faltas vosBrindo por todos los recuerdosLindos que hay en mi memoriaMe voy yendo cuesta arribaPara buscar un gran vinoQue crece en la colinaLlevo un bolso conmigoPara llenarlo de uvasEl pasado esta muertoPero esta vivo en el vino

    el 03/09/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 08

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 08



    Lunes 13 de mayo. Día ya verdaderamente caluroso pese a sólo ser un poco más tarde de las nueve, así que Lewis llega a la oficina con algo más de calor que en días anteriores, entra y cuando llega a su sala de costumbre se da cuenta de que un despacho que siempre había estado vacío hoy está habitado y ocupado por lo que parece ser otro jefe del cual no había tenido noticias hasta ahora, así que decide que hoy sea él el observado y el que le haga la mañana más corta, pero al poco de sentarse oye un ruido de periódico que se cierra y sale del despacho vestido con un traje de chaqueta gris, James Barkeson, su supuesto empleado del día, que mientras se rasca la parte exterior de su nariz le comenta a uno de sus compañeros que se va a tomar algo con Mr. Marth y ahora vuelve, John le pregunta que cómo le había ido el viaje y él contesta que “bien, como siempre, bien“, pero antes de salir, Eleanor le comenta que va a venir alguien a hablar con él a lo que James responde que en ese caso volverá a última hora de la mañana y mientras hace un gesto señalando a Mr. Marth continua diciendo que ya lo atenderá él. Así que se marchan y una media hora más tarde vuelve Frank Marth quien pasados unos veinte minutos recibe la visita esperada por James y unos 50 minutos después la despide en la puerta de la oficina regresando a su despacho con esos sonoros pasos que le caracterizan y un considerable olor a tabaco que evidencia que no solo ha salido para despedir a su visita, gracias a la cual, Lewis se acaba de dar cuenta que se ha librado del típico aporreamiento de teclas cotidiano, pero no así de los gritos de Joe, los cuales escucha pese a estar la puerta de su despacho cerrada, hasta que llega un momento en el que los gritos cesan, se abre la puerta del despacho y de él sale un sudoroso Joe que pide la atención del resto de sus compañeros y les dice que acaba de hablar con la central y que tras la marcha de Sara habrá una reestructuración en la oficina lo cual tendrá que hacer ya al día siguiente, pues ahora se le ha hecho tarde, simplemente les adelanta que el trabajo de Sara lo tendrá que repartir entre algunos de ellos hasta que pueda contratar, él piensa y desea, a un par de personas más antes de que acabe el mes, y para eso va a empezar a hacer entrevistas a candidatos mañana mismo, las cuales alternará con visitas a clientes prácticamente de manera diaria para así poder llegar a un nivel de negocio que le permita soportar esas dos o quizá, si todo va bien, tres nuevas incorporaciones. Lewis oye todo eso y rápidamente saca sus anotaciones para apuntar en ellas:



    * Joe

    - Aparentemente es el director de la oficina.

    - Hombre decidido y con ideas claras.



    Para entonces y debido al calor que en la oficina hacía, la mañana, pese a lo cargada de acontecimientos que ha estado, se le estaba haciendo especialmente larga, de modo que cuando sólo faltaban un par de minutos para la una Lewis decidió volver a casa, no sin antes ver a James llegando de nuevo a la oficina tras haberse librado de la visita y gastando a John una pequeña broma, a las que ambos están acostumbrados, y ésta fue que cuando James pasaba junto a una de las mesas oyó sonar él teléfono y lo contestó, y tras escuchar con atención lo que le decían respondió con un escueto, te paso, y mientras pasaba la llamada a John le gritaba desde el otro extremo de la oficina, ‘John es parar ti‘, así que éste respondió bajo la atenta mirada de James que veía como la cara de John se desencajaba por momentos mientras oía lo que le pedían, así que manteniendo el tipo lo mejor que pudo contesto su llamada diciendo que lo sentía pero que resulta que uno de sus números actuales de teléfono era el antiguo de una casa de música y que llamaba mucha gente confundida, y dicho esto se despidieron, colgó y una estruendosa carcajada salió de John mientras reprochaba a James el mal rato que le había hecho pasar con esa llamada. El resto intrigados le preguntan que de qué se trataba, y él contesta aún entre risas que James le acababa de pasar una llamada de una chica que decía que era alumna del profesor Smith y que quería saber si le podían mirar la trompa antes del fin de semana, lo cual provocó la risa generalizada y comentarios posteriores de todos exagerando cada uno el comentario anterior, y haciendo que Lewis terminara ese día con una sonrisa,. así que se levantó y cruzando unas pequeñas sonrisas con dos de las empleadas de la oficina y un insonoro hasta luego, se marchó a su casa,

    el 03/09/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 07

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 07



    Viernes 10 de mayo. Nuevamente Lewis llegó a la oficina de empleo, y para entonces ya había quien le saludaba tímidamente pues su cara ya empezaba a resultar familiar en el lugar. Así que tras los intercambios de buenos días, se sentó nuevamente en su silla de la sala de espera, desde donde no tardó en ver como varios compañeros reprochaban a Eleanor, la cual luce unas bonitas ojeras fruto de una noche de insomnio y juerga, el que nuevamente les hubiera pasado llamadas sin avisarles de quién estaba al otro lado del teléfono, a lo que ella se defendía con un -no me lo han querido especificar-, mientras que sus compañeros no lo comprendían y Lewis pensaba para sí que salvo que se sea un delincuente, y en tal caso hoy se han puesto todos de acuerdo para llamar aquí, ¿qué razón hay para llamar a un sitio preguntar por alguien que allí trabaja y no identificarse?, pero mientras él piensa siguen las discusiones sin tregua, y Eleanor, en un ataque de sensatez y cordura, dice que si todo lo hace mal lo mejor es no hacer nada y así no se equivoca, a lo que un compañero suyo, John, le dice que no se trata de no hacer cosas para no equivocarse, sino de que las que se hagan, hacerlas bien, así que ella llena de indignación se levanta y se va a una sala donde hay una cafetera a mojar sus penas en un cortado, entre risas y jolgorio que demuestran lo poco que le ha importado equivocarse. En ese instante, Lewis espera que de un momento a otro alguno de sus superiores salga para echarle una merecida bronca, pero éstos están muy ocupados cada uno en su tarea, es decir, uno gritando en su teléfono, y el otro ajeno a todo carrera arriba y carrera abajo dejando pasar la mañana, hasta el momento en el que, ya apaciguados los ánimos, otra empleada llamada Sara V. Blackhair, viendo que Joe Turnness había terminado una de sus eternas conversaciones al teléfono, se levanta y entra en su despacho, cierra la puerta a sus espaldas ante el asombro del resto de empleados y permanece en él unos 20 minutos más o menos, tras lo cual sale y se dirige a sus colegas para decirles que hoy es su último día allí y que a partir del lunes deja esa oficina y se marcha a la central por iniciativa propia, ya que su familia se traslada a esa ciudad. Tras oír este anuncio se producen escenas melancólicas y nostálgicas por su marcha.



    De Sara, y aunque aún no haya plasmado todavía nada en sus anotaciones, recuerda Lewis que la tenía considerada como uno de los elementos más válidos de la oficina, y pese a su juventud, le ha llamado la atención que siempre se ha mostrado muy correcta, puntual y dedicada a su faena. Además, tiene algo que atrae especialmente a los mensajeros y clientes veinteañeros, los cuales suelen cambiar su mal humor inicial por una empalagosa sonrisa de oreja a oreja, y sus ojos matutinos somnolientos por miradas de flirteo. Y otra cosa que también recuerda positivamente de ella son sus conversaciones acerca de las aventuras de su perra, ya que cada vez que las oía dejaba a Lewis a punto de contar las travesuras de sus perros y de su loro con el que mantenía largas conversaciones, pero se frenaba ya que él no estaba allí para eso, al menos no de momento. Sin duda la oficina hubiera ganado si en vez de ella, la de los familiares trasladados a otra ciudad hubiera sido alguna compañera diferente, lo que también le lleva a plantearse que quién sería la lumbrera de ojo avizor que contrató a tan singulares piezas, porque vaya golazos por la escuadra, o ni eso, vaya gol por debajo de las piernas, con la nariz y a trompicones que le colaron, porque basta compartir cinco minutos con algunos de los empleados para ver que allí no hay de donde sacar. Pero bueno, pensando en unas cosas y otras, y entre broncas, risas, cafés y despedidas, Lewis mira su reloj y ve, gracias a la luz de los tubos que aún funcionan, que ya son las 13:22, con lo que un poquito más tarde que otras mañanas, coge sus cosas y se marcha para su casa a disfrutar del fin de semana

    el 02/09/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 06

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 06



    Jueves, 9 de mayo, son las 9,15 y Lewis coincide en la puerta con Eleanor, Eleanor Close para más información, que llegaba en ese momento de su casa, la cual iba con la cabeza agachada metiendo algo en su bolso, solo dejando ver su melena tintada de rojizo y unas gafas de sol que se había puesto en la cabeza a modo de diadema, así que llegando a la puerta ella levanta la cabeza y Lewis se encuentra que lleva otras gafas de sol puestas esta vez en su sitio, es decir, en los ojos. Lewis la saluda tímidamente y cede el paso con educación entrando ambos a la oficina, ella para ocupar su puesto detrás de su mesa y el para ocuparlo delante, en la sala de espera, pero Lewis ese día decidió que la persona observada y de la cual escribiría anotaciones sería Eleanor, sin que ello fuera impedimento para escribir algo del resto, así que tras ocupar esa silla próxima a ella, decide seguirla con la mirada muy atentamente, pero discretamente para no levantar sospechas. Y lo primero que le llama la atención es lo extravagante de su vestimenta, y no comprende cómo se le había pasado por alto hasta ese momento, y no es que Lewis sea un experto en moda, pero hasta para él está claro que un vestido con lentejuelas y otros ornamentos no pega con unas deportivas con calcetines blancos, ni una cazadora vaquera y unos pantalones vaqueros debajo, que dicho sea de paso tampoco pega con el pañuelo del cuello, y ya una vez metidos en harina, tampoco pega con el bolso, pero dejando todo esto a un lado, no le deja de sorprender tampoco que se quite las gafas de sol de los ojos y las guarde en el cajón derecho de su mesa de donde saca otro estuche del que extrae otras gafas para ver de cerca, las cuales se coloca pero por supuesto sin quitarse las que luce en el pelo, lo que hace pensar a Lewis que para qué perdió el tiempo el pobre humano que inventó las diademas si con unas gafas podemos conseguir el mismo resultado y además, como utilidad adicional nos ayudan a ver. Pero bueno, todo eso es mera anécdota si luego en su trabajo se desenvuelve como de ella se espera, pero el destino no le dejó que tuviera esa duda durante mucho tiempo, ya que un poco más tarde, a eso de media mañana, Eleanor tiene un pequeño enfado con uno de sus compañeros, pues según parece, le están explicando algo que ya le han explicado en otras ocasiones, pero que ha decidido no asimilar pues no presta gran atención a lo que le dicen, lo cual no sienta bien a sus compañeros pues les huele a tomadura de pelo y ella les dice mientras sale de la oficina que ella se va media hora a pasear y a tomar el sol, y que si no le apetece almorzar no almuerza, pero que ella se va, a lo que su compañero le responde que si se va es para almorzar y si no, que se quede en la oficina trabajando como hace él y el resto, ya que por esa regla de tres, él mañana se traerá un trombón y aprenderá a tocarlo en esa media hora que aparentemente tienen libre para hacer lo que quieran, pero definitivamente, Eleanor abandona la oficina mientras Lewis observa disimuladamente la pelotera y piensa que su loro tiene más sentido común, por eso anota en sus folios:



    * Eleanor Close,

    - Extraña y alocada.

    - Mínima capacidad de atención



    Tras la espantada de Eleanor, el resto de compañeros se miran unos a otros durante unos segundos con gesto de resignación, para continuar con sus tareas, una de las cuales hace que Albert, uno de los trabajadores, recuerde una herramienta con la que trabajaban hace unos años, no muchos, y a la cual llamaban el AS/400, y que por supuesto, como todo en esa oficina, requería una matización, pues tal útil se remonta a los tiempos en los que sólo había un ordenador para toda la oficina el cual tenían que compartir lo que traía duras batallas, y que John, otro de ellos, recuerda como que estabas trabajando en él y si te venía un estornudo y girabas la cara para expulsarlo, cuando volvías la mirada hacia el ordenador, ya había alguien trabajando en él, y casi siempre ese alguien al mancharse te dejaba un montoncito de ceniza en tu mesa y algún papel quemado. Pues bien, aquellos eran unos tiempos de una tecnología tal que todas las tarifas a aplicar estaban anotadas en un folio mugroso, arrugado y mordido por las esquinas, y según éstas se iban ofertando y facturando, llegando ese inmundo y repugnante documento a convertirse en el sólido pilar sobre el que se asentaba la estabilidad de toda la oficina. Podía desaparecer de allí cualquier cosa o persona, pero el famoso AS/400, era sagrado. Allí había anotaciones de todos y cada uno de los usuarios que a él se conectaban, y éstas se podían encontrar en horizontal, vertical, diagonal, de arriba abajo, de abajo hacia arriba, había flechas que te llevaban a otro sitio y flechas cuya punta era inexistente y por tanto no conducían a ninguna parte, pues parte de sus “bytes” se habían caído del documento como hoja que cae del árbol en otoño, como fruto del constante manoseo al que era sometido, pero tal y como recuerdan, nada hubieran sido sin él, a lo que John añade que ni col él, pues recuerda lo que en su día llamaron -Expedientes noria- y que les lleva a una noche de viernes en que Albert y John se quedaron en la oficina hasta altas horas para poder hacer el cierre contable de ese mes, y todos los expedientes pendientes de facturar los pusieron en un montón de unos 50 ó 60 centímetros y uno dictaría los importes a facturar y el otro los introduciría en el único ordenador existente. Así que cogieron el primer expediente y cuando se disponían a emitir la factura correspondiente vieron que había un concepto que desconocían y que no aparecía en el AS/400, así que pusieron este expediente en último lugar debajo del resto y fueron a por el segundo, el cual, padecía el mismo mal que su predecesor, así que lo situaron el último y a por el tercero, el cual, oh sorpresa, carecía de información sobre qué facturar, así que pasó al final, y así ocurrió con todos y cada uno de los expedientes hasta que cuando se quisieron dar cuenta se encontraban de nuevo ante el primer expediente, lo cual les llevó a la decisión de facturar lo que hubiera y ya luego se facturaría lo que faltara, pero al menos algo quedaba facturado, así que miraron a ver qué podían facturar y era una ínfima cantidad con respecto a lo que correspondía, así que expediente a la cola y a por el segundo pero con el planteamiento de la segunda vuelta, pero al segundo le pasaba lo mismo que al primero, y al tercero, y al cuarto, y así uno tras otro pasó por la cima del montón hasta que al rato volvía a ser el primero el que lideraba el grupo, cosa que provocó a los dos trabajadores a apagar el ordenador y marcharse a su casa hasta el lunes siguiente, día en el que esperaban que Frank estuviera inspirado y pudiera decirles, no sin antes abrir decenas de cajones y comprobar en centenares de mini papelitos cual era la oferta correcta a aplicar. Tras esto, Lewis esperó a ver si había alguna historia más que se encadenara a la anterior, pero como ahí quedó todo, tras dejar que el reloj llegara a la una y cuarto Lewis se levantó tomando el camino de su casa

    el 01/09/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 05

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 05 Miércoles, 8 de mayo. Hoy Lewis ha llegado un poco más pronto a la oficina de empleo, como a eso de las 9,10 y ya se ha encontrado a Mr. Marth en la puerta en mangas de camisa revisando unos papeles mientras se fuma ávidamente un cigarrillo, Lewis entra y como de costumbre se sienta en la sala de espera, como su nombre indica, a esperar, pero hoy, posiblemente movido por el hecho de que el día anterior le fue bien y se le hizo la mañana más corta, ha decidido fijarse nuevamente, pero esta vez hasta incluso tomando anotaciones en unos papeles en blanco que a tal efecto se ha traído de casa, en la manera peculiar de trabajar de Mr. Marth, el cual ya entra de la calle con su expediente revisado y se dirige hacia la mesa de una de las compañeras llamándola por su nombre, Eleanor, y deja el expediente sobre su mesa y coge otros papeles desapareciendo a su velocidad habitual, pero nada más irse éste, y tan rápido como le es posible, Eleanor se levanta pues parece que Mr. Marth no sólo ha cogido los papeles que se tenía que llevar, sino también otros que estaban debajo y que nada tenían que ver con los anteriores, así que Eleanor los recupera mientras mira a otra compañera con cara de decirle que las aceleraciones no son buenas consejeras y antes de sentarse sacude del expediente que le acaban de dejar en la mesa algo que parece ser ceniza del cigarro de su compañero y luego cogiendo la primera hoja del expediente se la pone en la cara a la altura del ojo para ver a su compañera a través de lo que parece ser una quemadura de cigarro en el papel, y al bajarse el folio sigue en su cara la sonrisa irónica como dando a entender que otro documento quemado por uno de sus cigarrillos, y tras la sonrisa de complicidad entre compañeras, la mirada de Eleanor se va hacia los ojos de Lewis, sentado muy cerca de su mesa, que le devuelve otra sonrisa cómplice, para bajar su mirada a sus folios en blanco inaugurando sus anotaciones con las siguientes peculiaridades que él entendía que tenía el que fue su empleado del día: * Mr. Marth, - Fuma como una topera.- Mucho ruido y pocas nueces.- Va muy rápido pero a ningún sitio. - Confunde los términos trabajar y producir. Si bien es cierto que para escribir esto se tuvo que cambiar de silla, pues uno de los tubos que había sobre él estaba fundido y no era muy agradable escribir con menos luz, además de que los gritos que salían del despacho contiguo no le dejaban concentrarse mucho en lo que quería escribir, lo cual, una vez plasmado en su papel, leyó, subrayó y adornó varias veces durante la mañana, para con el recuerdo de este episodio y transcurrida la mañana sin nada nuevo que destacar, decidiera pasadas la una y diez, llevar a cabo el mismo ritual de costumbre y emprender la vuelta a casa.

    el 29/08/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 04

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 04 Martes 7 de mayo, 9:17. Lewis se acercaba a la puerta de la oficina de empleo mientras observaba que por el lado de acera que había al otro lado de la puerta también llegaba con sus característicos pasos rápidos y sonoros el ya conocido Mr. Marth, así que se rezagó para que éste, que aparentemente tenía prisa, entrara a la oficina a toda velocidad, no sin antes apagar su cigarrillo, y detrás y a un paso más normal, lo hizo él, para como de costumbre sentarse en la sala de espera. Pero ese día y puesto que el mobiliario ya no tenía mucho más que ver, pensó que quizá sería interesante analizar a los personajes de la oficina, y por eso hoy tocaría fijarse en Mr. Marth, cuyo despacho estaba situado en uno de los extremos de la sala, pues fue allí donde entró, así que una vez en ella buscó la silla con la mejor visión y desde allí observó a su nuevo amigo desempeñar su trabajo, o lo que él hiciera. Y lo primero que vio es que era una especie de tradición el pasar al menos la primera hora de su jornada laboral con las gafas de sol puestas, lo cual, en realidad hacía más por despiste que por otra cosa, y lo segundo es que constantemente devoraba un cigarrillo de plástico, bien mientras aporreaba las teclas del amarillento teclado de su amarillento ordenador situado en su amarillenta mesa bajo el amarillento techo y al lado de las amarillentas persianas, que descansaban sobre pilas de amarillentos expedientes junto a una amarillenta cristalera fruto todo ello de los tiempos en los que se podía fumar en los puestos de trabajo o bien cuando salía de su despacho con vertiginosos pasos rumbo hacia la fotocopiadora, el fax o la mesa de algún otro compañero como si fuera un artificiero al que tan sólo le queda un segundo para que le estalle la bomba en las manos, y ya no digo nada de la velocidad que podía llegar a alcanzar si a donde le llevaban sus pasos era a la calle a fumarse un verdadero cigarro de tabaco. Sus paseos y entradas y salidas de su despacho eran constantes. Salía con un folio en dirección al fax, y al llegar allí se daba cuenta de que no se acordaba del número al que había que enviarlo, así que marcha atrás a toda velocidad a su despacho a por la agenda, pero al volver al fax se daba cuenta de que había olvidado el documento en su mesa, así que nueva carrera a su despacho para al fin y tras varios intentos hacer coincidir la máquina de fax, él, el documento y el número del destinatario, y es entonces cuando por fin consigue mandar el fax, pero hay algo que merece una atención especial pues no puede ser que esté viendo lo que cree que está viendo, tras mandar el fax una vez, lo repite una segunda y hasta una tercera, y lo hace con un solo botón, pues está utilizando el botón de rellamada, lo cual tiene una explicación que más tarde conoció, y es que ese fax iba dirigido a tres personas diferentes en la misma empresa, y por eso se mandaba tres veces, lo que llevó a Lewis a preguntarse que entonces el término, con copia, para qué servía, y que menos mal que los cien mil hijos de San Luis no son clientes suyos, porque de serlo, notificarles algo podría ser muy costoso tanto en tiempo como en dinero, pero eso ya no lo averiguó pues Frank Marth, que así es como se llama su objetivo de hoy, salió huyendo con una de sus carreras y no se lo aclaró, de modo que entre carrera y carrera, vocerío y poco más digno de destacar, el reloj llegó a la una, hora en la que Lewis decidió que era el momento de regresar al hogar, pues ese día se había agotado de ver correr a los demás.

    el 29/08/2008
  • Nuevo tema: Happiness

    Buenas a todos! He vuelto para enseñaros un nuevo tema que compuse hace un par días. Lo he titulado Hapiness y en cuanto lo escucheis comprendereis el motivo de su nombre :)Y no dejeis de pasaros por mi web oficial :) http://www.manuelmora.es

    el 28/08/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 03

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 03 Lunes 6 de mayo. Tras un feliz fin de semana en familia y tal y como ya hiciera el viernes anterior, Lewis llegó a la oficina de empleo a las 9,15, minuto arriba, minuto abajo, y tras él entró a pasos no excesivamente largos, pero sí sonoros y muy rápidos, alguien llamado Mr. Marth, que supuestamente era uno de los jefes de la oficina, más concretamente el que aporreaba las teclas del ordenados a velocidad endiablada y no cogía el teléfono hasta que no sonaba al menos durante dos minutos, cosa que dicho sea de paso, no solía agradar a quien le pasaba la llamada. Frank iba vestido de negro, con la chaqueta quitada y apoyada en su brazo izquierdo y con las gafas de sol puestas, las cuales una hora más tarde aún llevaba, y eso lo sabe Lewis porque como de costumbre se sentó en la sala de espera, y aunque esta vez tampoco nadie le ofreció nada, ya más acostumbrado a la situación y al lugar, se dedicó a ver el mobiliario de la sala donde había pasado los días anteriores y donde se suponía aún tenía que pasar muchos más. Así que levantó la vista y lo primero que le llamó la atención fueron los cuadros, pues una cosa es la pintura abstracta y otra un timo concreto. Estudió detenidamente los cuadro y vio que en una pared había uno compuesto por un gran cuadrado formado a su vez por varios cuadrados de diferentes colores y texturas, como si se tratara del muestrario que uno ve en una casa de muebles cuando tiene que elegir la tela que quiere para su sofá o para sus cortinas, y en otra pared había dos cuadros que se suponía hacían juego entre sí ya que ambos constaban de un fondo totalmente negro y en el centro una circunferencia roja como si alguien hubiera dejado el bote de pintura de este color encima y se hubiera quedado la marca del contorno de éste, pero los diferenciaba que en uno parecía que el bote estaba muy lleno y al cogerlo de nuevo, algo de pintura se había derramado dejando una mancha de pintura roja en la parte inferior, o superior, depende de qué lado lo cuelgues, y el otro que tenía junto al aro de pintura roja una mancha amarilla que o bien podía ser la península arábiga vista desde Marte en un día de niebla, o el tanga de una mulata visto de perfil. Pero esto no era todo ya que no estaban ellos solos, pues éstos tenían el honor de compartir pared con un par de mapas y planos de la ciudad, varias fotos de algunos empleados de la oficina en alguna celebración común y un calendario, cosa que nada tendría de particular si no fuera porque al fijarse más, en esa curiosidad innata que tenemos los humanos para ver en qué cae este año nuestro cumpleaños, en él vio que volvía a caer en sábado, cosa que recuerda que no hacía mucho ya ocurrió porque tuvo que invitar al grupo de amigos del partido del sábado, así que al mirar con mayor detenimiento observó que era de hacía tres años, y todo esto coincidía en el espacio y en el tiempo con pilas de expedientes amontonados por todas partes, que como decoración eran un horror, pero le ayudaron a llegar entretenido a las 13,20, que es cuando volvió a coger sus cosas para marcharse a su casa.

    el 27/08/2008
  • Ludiguer-Un mayo en la vida-Capítulo 02

    Ludiguer - Un mayo en la vida - Capítulo 02 3 de mayo. 8,30 de la mañana, viernes, pero ese día en vez de estar preparado para salir, Lewis está desayunando tranquilamente pues ya tiene una idea más clara del tiempo que necesita para llegar a la oficina de empleo y por eso hoy va a salir algo más tarde para de este modo llegar a eso de las 9,15 y no tener que pasear por los alrededores antes de entrar. Así que poco a poco va terminando sus tostadas y su café con leche. Retira los platos y vasos y se asegura de que la cartera que hay en su bolsillo es la correcta y así evitar que le ocurra la confusión del día anterior. Tras comprobar que todo está correcto, vuelve a despedirse de su mujer, hijo y loro, sale de casa y vuelve a encaminar sus pasos a la oficina de empleo donde tal y como era su intención llega pasadas las 9,10, pero ahora entra directamente a la oficina y se dirige a la sala de espera y allí se queda toda la mañana mirando a unos y a otros, nuevamente como a la espera de ser llamado por alguien para ofrecerle un empleo, pero en este segundo día, tampoco nadie se ha dirigido a él, con lo que se dedica a mirar detenidamente la estructura de la oficina, ve la sala grande donde además de estar él y las sillas para esperar, también hay diez mesas, aunque sólo ocho están hoy ocupadas por sus respectivos empleados y alrededor de la sala hoy se da cuenta de que hay cinco puertas y no cuatro como contó el día anterior, casi todas ellas abiertas, las cuales no sabe a qué corresponden, aunque de una salen voces todo el rato por lo que supone que será un despacho de algún director o jefe, pero sólo es una suposición, y de otra sonidos de teclas y de teléfonos que suenan y nunca se contestan, por lo entiende que debe ser otro despacho de otro jefe. Así que, entre suposición y observación, y otro ir y venir de gente, nuevamente a eso de las 13,15 decidió ponerse su chaqueta, coger sus cosas y marcharse a casa.

    el 26/08/2008