40 años, que se dice pronto, tiene ya el primer disco en la historia italiana en superar el millón de copias vendidas... cuando aún ni existía el CD. La Voce del Padrone, de Franco Battiato, se publica el 19 de marzo de 1981 y, aunque en principio las ventas eran discretas, la personalidad de Battiato despierta tanto la curiosidad del público como la alabanza de la crítica, disparando los números en los meses posteriores
Battiato ya estaba en su tercera etapa musical, que inició en 1970 con versiones pop teñidas de rock progresivo, pasando después a un minimalismo experimental que le llevaba a un callejón sin salida. En 1979 da un portazo (bueno, un portacito) a los experimentos minimalistas y decide experimentar con el pop, la melodía y la cualidad musical intrínseca del idioma (italiano) y llega el primer disco que le da realmente a conocer, L'era del cinghiale bianco, junto al violinista Giusto Pio. La colaboración cuaja y, en 1980, se publica Patriots, que no alcanza el éxito del anterior aunque contiene la maravillosa Prospettiva Nevski
Un año más tarde, hace 40, La Voce del Padrone se convierte en el punto álgido de la carrera de Battiato, un disco engañosamente simple, engañosamente poppy, como la tontuna contagiosa de Cuccurucucú, un batiburrillo de leit motifs pasados por la turmix... hasta que rascas y te sale una melodía tan perfecta como la de Segnali di Vita, que firmarían sin dudar unos Prefab Sprout o su padre putativo, Burt Bacharach. O el pre y estribillo de ese manual para follar que es Sentimiento Nuevo. O la colección de postales costumbristas del himno bailable Centro di gravità permanente. Pero sobre todo y por encima de todas la que, para mí, es su mejor canción y una de las mejores que he oído jamás, Battiato con la ametralladora repartiendo mierda a espuertas sobre la melodía de una caja de música minimalista. Bandiera Bianca sublima todo lo que se pueda decir sobre un tipo tan genial como prolífico, 34 álbumes a sus espaldas, sin contar directos o recopilatorios. Y además, mañana cumple 76. Felicidades
Battiato ya estaba en su tercera etapa musical, que inició en 1970 con versiones pop teñidas de rock progresivo, pasando después a un minimalismo experimental que le llevaba a un callejón sin salida. En 1979 da un portazo (bueno, un portacito) a los experimentos minimalistas y decide experimentar con el pop, la melodía y la cualidad musical intrínseca del idioma (italiano) y llega el primer disco que le da realmente a conocer, L'era del cinghiale bianco, junto al violinista Giusto Pio. La colaboración cuaja y, en 1980, se publica Patriots, que no alcanza el éxito del anterior aunque contiene la maravillosa Prospettiva Nevski
Un año más tarde, hace 40, La Voce del Padrone se convierte en el punto álgido de la carrera de Battiato, un disco engañosamente simple, engañosamente poppy, como la tontuna contagiosa de Cuccurucucú, un batiburrillo de leit motifs pasados por la turmix... hasta que rascas y te sale una melodía tan perfecta como la de Segnali di Vita, que firmarían sin dudar unos Prefab Sprout o su padre putativo, Burt Bacharach. O el pre y estribillo de ese manual para follar que es Sentimiento Nuevo. O la colección de postales costumbristas del himno bailable Centro di gravità permanente. Pero sobre todo y por encima de todas la que, para mí, es su mejor canción y una de las mejores que he oído jamás, Battiato con la ametralladora repartiendo mierda a espuertas sobre la melodía de una caja de música minimalista. Bandiera Bianca sublima todo lo que se pueda decir sobre un tipo tan genial como prolífico, 34 álbumes a sus espaldas, sin contar directos o recopilatorios. Y además, mañana cumple 76. Felicidades