Por un lado, lo normal es marcarte unos objetivos a corto y/o largo plazo. En base a ellos, buscar un plan que creas que mejor pueda adaptarse a tus características, posibilidades, disponibilidad horaria, preferencias personales, carencias a mejorar, etc….
Por otro lado, un plan de entrenamiento no debe tomarse a ciegas como unas instrucciones que van a funcionarte en cualquier caso. Si fuese así, habría un solo plan que todo el mundo seguiría y los entrenadores personales no existirían; bastaría con un psicólogo deportivo que tratase las cuestiones motivacionales….
¿Qué objetivo persigues con la bicicleta? ¿Hacer un triathlon con unas marcas y distancias determinadas? ¿Combinar ejercicios aeróbicos y/o anaeróbicos junto con el entreno a pie trabajando otros grupos musculares? ¿Ganar resistencia? ¿Te aburre correr?
Una vez tienes un plan, lo puedes ir evolucionando si no se adapta al 100% a tus necesidades (por ejemplo, si tienes una carrera a mitad del plan con un circuito con muchas cuestas y tu plan no tiene series en subida… pues añades un par de series con cuestas y luego vuelves a la rutina del plan)
Aunque yo aconsejaría no realizar cambios en el plan hasta que este haya finalizado, porque es justo en ese momento cuando valoras los resultados obtenidos.
Y lo que no ha funcionado, intentar conocer sus causas y mirar de cambiarlo.
Un ejemplo: en el club de running al que pertenezco, un compañero mío que está en medio maratón sobre 1h25, él sigue un plan según el cual nunca realiza tiradas largas de más de 15km…. A mí ese plan no me funciona en absoluto y yo, para hacer una media maratón en 1h26 tengo que hacer tiradas largas de 25km a 4’30” al 80% de pulsaciones.
Su plan y el mío son completamente distintos, y a cada uno nos funciona el nuestro.