Car Machacón escribió:
Todo lo achacas al juego sucio, vale que es necesario garantizar la libre y justa concurrencia, pero la acumulación de riqueza en, cada vez menos manos, no es cosa sólo de reglas transparentes e igualitarias, hay causas más antiguas.
Las reglas transparentes, democráticas e igualitarias, sin entes supremos que favorecen a colectivos concretos, garantizan que esas desigualdades no se generen en un futuro, o al menos las minimiza en la medida de lo posible. Si te fijas, casi todas las posiciones de poder en el mercado han sido generadas, o al menos refrendadas, por los estados o sus equivalentes a lo largo de la Historia. El estado tiende a crear cárteles, por el simple hecho de que controla la fuerza. Controlar la fuerza equivale a decidir quién debe ser explotado, y quién debe beneficiarse de ello. Cuando no hay un grupo que domina la violencia sobre los demás, la competencia tiende a ser más sana y natural.
Y te pongo ejemplos, que no todo sea cháchara new age
:
En el contexto de la guerra con Francia, Eduardo III de Inglaterra favoreció a ciertos comerciantes de lana y creó el monopolio que se conoce como "mercaderes del staple". Tanto este cártel como la monarquía obtuvieron grandes beneficios, pero al aplicar políticas proteccionistas generaron una brutal descompensación en los precios de la lana que llevó al resto de comerciantes "no cartelizados" a no poder exportar.
En el siglo XVII, los telares de estambre se extendieron desde Londres, permitiendo mejorar la calidad del producto y aumentar las exportaciones. Sin embargo, el gremio de los antiguos pañeros (antiguo cártel) se vió muy perjudicado por la aparición de esta nueva tecnología, así que presionó al estado. Solución estatal: limitar el número de telares por ciudad y, cuando eso no fue suficiente, nacionalizar todo el sector, fijando precios y forzando el trabajo, hasta el punto de buscar pleno empleo a base de mano de obra semi-esclava con salarios fijados por el estado y obligada a permanecer en pueblos y no emigrar a las ciudades.
Unos pocos años más tarde, la concesión de monopolios del estado a otros gremios había crecido tanto que permitía, por ejemplo, el derecho de búsqueda: los monopolistas podían entrar impunemente en los almacenes de la supuesta competencia, en busca de productos no sancionados por la corona inglesa, con el objetivo de poner denuncias.
En Estados Unidos, el inmenso éxito de la Standard Oil Trust de Rockefeller vino precedido del acuerdo secreto entre este trust y la empresa de la administración ferroviaria de Nueva York, la Lake Shore and Michigan Southern Railway. Este acuerdo eliminó a la competencia de un plumazo, que debía pagar mucho más por transportar barriles en tren.
Tras la Primera Guerra Mundial, el gobierno alemán cartelizó el sector químico, creando el conglomerado monopolístico de IG Farben (BASF, Bayer, Agfa, Pelikan, etc.) para controlar el mercado del carbón y del caucho, permitiendo al gobierno del NSDAP disponer de una gran fuerza exportadora que diera la vuelta a la balanza de pagos. El cártel terminó fabricando Zyklon B para los nazis. Curiosamente, o no tanto, en 1941 se revelaron acuerdos secretos monopolísiticos entre IG Farben y la Standard Oil, para que veáis que se junta el hambre con las ganas de comer.
El duopolio entre Microsoft y Apple en la informática doméstica y los ordenadores personales viene marcado por los constantes acuerdos de control del mercado entre los estados y estas dos empresas (México, Holanda, Chile, España, Reino Unido), incluyendo incluso la venta de datos de usuario al FBI por parte de Microsoft (destapado por SEA el año pasado) o el desarrollo de proyectos secretos de espionaje ciudadano como PRISM.
Uno de los ejemplos más claros de oligopolio lo constituyen las compañías de distribución de combustible españolas. Repsol proviene del Instituto Nacional de Hidrocarburos, Campsa de Primo de Rivera y Calvo Sotelo, Petronor proviene del PNV y los Bancos estatalistas vascos. El secuestro estatal del mercado ha provocado innumerables distorsiones y perjuicios a los ciudadanos durante décadas.
Sería absurdo enumerar aquí todas las prácticas criminales del estado español en contubernio con el cártel de la construcción durante la época de la Burbuja Inmobiliaria, baste señalar el caso Bárcenas y los micro-pagos (legales, permitidas por los mecanismos del estado, en forma de donaciones) de OHL, Sacyr, FCC y otras mafias del IBEX 35 como ejemplo paradigmático.
De aquellos polvos, estos lodos.Son sólo un puñado de ejemplos de cómo las brutales prácticas estatalistas generan posiciones de ventaja artificiales que se perpetúan en el tiempo en forma de monopolios, oligopolios y cárteles. Bajo el imperio de la ley y la violencia, una posición de fuerza en el mercado sólo puede medrar con el beneplácito del estado (es decir, por su conveniencia), porque éste se reserva el derecho exclusivo de la disuasión y represión. Y si el estado no las ejerce, nadie lo hará, por imposibilidad. Sin estado, sólo pueden existir excepcionales monopolios naturales.