Y con la segunda parte del vídeo podemos ver que existen más puntos de vista razonables que los que la versión oficial nos quiere hacer creer. Son médicos, sus dudas también son las mías.
Espero que entiendas que nada es blanco y negro, y que tengo tanto derecho a rechazar las vacunas como tú a ponértelas, a pesar de gente tan intolerante como Yoberog.
La "Doctora" Martínez Albarracín es homeópata y no la pueden expulsar del colegio de médicos ya que no está colegiada; pero bueno, allá tú mismo con tu mecanismo.
Mira lo que dice un médico que sí está colegiado repecto a la gentuza sin escrúpulos de "médicos por la verdad" que sólo busca presencia mediática y dinero fácil engañando a pobres lerdos ignorantes que se toman en serio sus mamarrachadas carentes de cualquier evidencia científica
Repetimos, a ver si a la tercera...
CARTA ABIERTA A LOS IMBÉCILES.
Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años, y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.
El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo. Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:
1-Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades”. O: “yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica”. O: “yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.
2-Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.
3-Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.
Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, Y NADA MÁS QUE A ESO, la sociedad de 2020 es completamente diferente a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto. Literalmente.
Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.
Y que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.
Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa”: con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.
Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, cazadores de masones, fetichistas de los porros, delirantes con el 5G, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo. Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Y nunca pensé que mis ojos lo verían. Y nunca creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.
Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos Por la Verdad”, ya es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos “Médicos Por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.
Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad.Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.
No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.
Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos. Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando eráis estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.
Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, o el SIDA, o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿No hay tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.
Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.
Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo; ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.
Cagoentó.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico del Servicio Andaluz de Salud.
Colegiado en Málaga 4787.
Se me ocurre una idea. Vamos a hacer una raya en el suelo. En un lado vamos a poner a los inteligentes, los creyentes de la versión oficial, los iluminados de la razón, los asistidos por la sacrosanta ciencia (esa religión moderna que está sustituyendo a la necesidad de un dios), los que se fían de todas las batas blancas, etc, etc, etc.
Y del otro lado pondremos a los estúpidos, ignorantes, cretinos, imbéciles, charlatanes, necios, insensatos, idiotas, alelados, despreciables, gilipoyas y bobos criminales lerdos que deciden voluntariamente poner en grave peligra a sus hijos y a los de los demás por sus patéticas, caprichosas, absurdas e irracionales creencias conspiranoicas.
Yo, que soy como un poco así, me quedo en medio, y trato de ver qué pasa a ambos lados, pero sé que hay mucha gente que duda.
Os dejo este vídeo. Hay muchos más. De hecho múchísimos más que dudan. Y son también profesionales.
Así que, por lo menos a mí, me queda la duda.
¿De verdad estás tan seguro de tu seguridad?
(Y no se vale decir que la tipa no tiene ni idea de nada, porque al final, ni siquiera los profesionales se ponen de acuerdo, y que si todo fuese tan claro, no sé de donde salimos taaaaantos idiotas) Aunque seguro que tú me lo vas a decir, lo sé.
#1231 Empiezan el vídeo usando una afirmación de Rudolf Steiner, el creador de la “medicina antroposófica”... y para mi ahí termina el vídeo. Para el que no lo sepa Steiner no era médico, era filósofo y su “medicina antroposófica” no tiene nada de medicina científica, es una pseudoterapia que principalmente se basa en cómo eventos traumáticos de una persona afectan a su alma y espíritu. La “médico” que aparece en pantalla como ya se ha dicho no es médico es homeópata, lo cual es tan científico como el tarot o el horóscopo.
Capitán_Kokorikó, crees que nos engañan con el miedo, y en realidad te están engañando a ti haciéndose pasar por médicos quienes no lo son, y hablándote de una medicina que no es tal.
Cada día que pasa me hago más sordo a la gente que insulta. Mala manera de llegar a algún tipo de consenso. (Aunque claro, quién quiere consensuar con imbéciles....)
Y sí, Todos los médicos por la verdad, españoles, argentinos, alemanes, etc., todas las minifestaciones, toda la gente que no lo ve tan claro como tú son.....¡¡¡premio!!!....IMBÉCILES....
Bueno, pues que así sea...
Pues que así sea. Mis hijos no están vacunados, y son tratados con homeopatía cuando es necesario. Están perfectamente sanos. Apenas enferman. Puede ser el efecto placebo. Bienvenido sea.
Y mi respeto para quien decide, por el mismo amor a los hijos que uso yo, ponerle todo el panel de vacunas y darles el dalsy a la mínima de cambio. (Yo mismo les di el dalsy dos veces en sus once años).
No soy ni antivacunas, ni anticiencia, ni antimédicos, ni antinada...
A todos los que no sean del gusto del amo, los mandamos al gulag. Todos son tontos menos yo.
Esa es la esencia fundamental del pensamiento magufo y conspiranoico. Todos son una masa de borregos "del sistema" y han sido engañados por esos científicos al servicio del mal, menos yo y los de mi cuerda, que somos más listo que los ratones coloraos, que para eso hemos estudiado en la universidad de la vida...
los asistidos por la sacrosanta ciencia (esa religión moderna que está sustituyendo a la necesidad de un dios)
La ciencia no sustituye a la creencia, como lo demuestra el hecho de que muchos científicos son creyentes. Ahora bien, lo que sí hace la ciencia es cambiar interpretaciones de ciertas creencias. Por ejemplo, se puede creer en la creación del hombre por Dios, pero adaptándolo a las evidencias de la evolución, de manera que Dios pudo crear al hombre por evolución, no a Adàn y Eva hace 6000 años, sino haciendo evolucionar homínidos hasta llegar al Cromagnon, porque no se puede negar la evidencia del registro fósil. De la misma manera aceptamos la teoría del Big Bang, pero no es razonable aducir que el espacio, el tiempo, la materia y la energía surgieron de la nada absoluta, pues la nada no tiene ningún potencial de llegar a ser algo si no es por una intervención divina. Así que la creencia en la creación del mundo por Dios puede avenirse con la teoría del Big Bang.
La ciencia nace en el siglo XVII con el racionalismo y desmonta muchas creencias irracionales e infundadas. Pero el racionalista Kant demostró que la razón tiene límites, que no puede acceder a todo.
El empirismo, que promueve la ciencia como lo experimentable, lo constatable, es escéptico, pone en duda la creencia en general pero su máximo representante, Hume, escribió que el escepticismo es una enfermedad contra la que hay que luchar toda la vida.