Bad Suite escribió:
Hay gente que sigue ganándose la vida sin renunciar a unos mínimos cualitativos, por debajo de los cuales no estará dispuesto a pasar.
Ah bueno, exacto, yo esos mínimos los tengo. Yo en mi versatilidad tengo un gran poder de adaptación y puedo ir de lo simple a lo complejo. No te imaginas la cantidad de demos que puedo enviar cambiando totalmente el estilo, como un cambiaformas Xmen hasta dar con lo que la persona quiere, pero eso sí:
ME TIENE QUE GUSTAR A MI TAMBIÉN. Lo que pasa es que yo como actor, puedo ir de la sencillez al glamour, de lo elegante a lo arcaico y darle a cada uno su mejor expresión, que los hace valiosos en su esencia. Pero cuando la mentalidad del cliente es simplona y no quiere ceder, ahí ya no puedo hacer nada.
Lo que pasa es que lo simple y lo simplón son cosas muy distintas. Yo cuando trabajo con alguien al principio puedo mostrar muchas opciones para encarar el trabajo y voy captando qué quiere el cliente: sencillez?, pasión?, misterio?, glamour?, ternura?, jovialidad?, etc. Pero hay una diferencia entre la sencillez, que es un valor importante para mi y la simplonería. En la simplonería está mi mínimo. Y en el caso al que me referí caí en el más nauseabundo espacio de simplonería por los que los mandé a la mierda pero de una y para siempre.