Klaus Von Hohenfollen escribió:
Creo que ya cité un estudio en el que se mostraba que los hombres tienden a sobreestimar el interés que una mujer tenga en ellos en tanto ellas tienden a infravalorarlo. Lo que se traduce en: no, esa chica de la discoteca que está aguantando tu perorata sólo está siendo educada y tú un plasta. Pero también: si te está pagando las copas no tengas la menor duda que pretende llevarte al catre, no vayas de ingenua.
Sobre el interés de la mujer y su elección, frente a las expectativas masculinas: en nuestro tiempo estamos en un mercado libre. Y, siguiendo lo expresado por Zizek, las mujeres, incluso las feministas, están en su derecho de usar sus armas de seducción y el varón debe acostumbrarse a gestionar su frustración. Cuando ella se viste y arregla de forma provocativa y después responde no, está en su derecho. La auto-objetualización, convertirse en
objeto de deseo, no implica de ninguna manera algún tipo de compromiso.
Y, si se supone que el pagafantas de turno no se entera de que no se va a llevar al catre a su convidada, ésta debe dejárselo bien clarito.
Y, sobre todo no hay que caer en la pataleta infantil , como Nietzsche, y aprender la lección de la
aphateia estoica.
Poema que Nietzsche le dedicó a Lou Andreas-Salomé (cuando ésta le mandó a la zona de los amigos)
Que yo sufra mucho carece de importancia comparado con el problema de que no seas capaz, mi querida Lou, de reencontrarte a ti misma.
Nunca he conocido a una persona más pobre que tú.
Ignorante pero con mucho ingenio.
Capaz de aprovechar al máximo lo que conoce.
Sin gusto pero ingenua respecto de esta carencia.
Sincera y justa en minucias, por tozuda en general, en una escala mayor, en la actitud total hacia la vida:
Insincera.
Sin la menor sensibilidad para dar o recibir.
Carente de espíritu e incapaz de amar.
En afectos, siempre enferma y al borde de la locura.
Sin agradecimiento, sin vergüenza hacia sus benefactores…
En particular:
Nada fiable.
De mal comportamiento.
Grosera en cuestiones de honor…
Un cerebro con incipientes indicios de alma.
El carácter de un gato: el depredador disfrazado de animal doméstico.
Nobleza como reminiscencia del trato con personas más nobles.
Fuerte voluntad pero no un gran objeto.
Sin diligencia ni pureza.
Sensualidad cruelmente desplazada.
Egoísmo infantil como resultado de atrofia y retraso sexual.
Sin amor por las personas pero enamorada de Dios.
Con necesidad de expansión.
Astuta, llena de autodominio ante la sexualidad masculina.
Tuyo
Friedrich Nietzsche